De las drogas a vivir según principios correctos
“ERA un aficionado a las drogas ataviado como jipie y un ‘promotor’ [vendedor ilegal de drogas]. Las drogas que usaba eran marihuana, drogas de acción rápida, L.S.D., heroína, amfetaminas y barbitúricos.” Esa fue la descripción que dio un profesor de la escuela secundaria, que también es testigo de Jehová, de uno de sus estudiantes en California. ¿Cómo podría semejante joven llegar a ser descrito como ‘alguien que sigue principios correctos’?
En una asamblea de los testigos de Jehová en San Francisco, California, el Testigo profesor de la escuela secundaria explicó lo que ocurrió. El estudiante que acabamos de describir estaba en la clase del profesor de estudios sociales e inglés. Los profesores y los estudiantes en la escuela sabían bien que este joven usaba y vendía drogas. Su madre y hermano mayor lo sabían también, pero no impedían sus actividades, ni siquiera cuando usaba heroína y opio.
Como parte de su trabajo normal para la escuela estaba preparando un escrito que trataba algunos temas religiosos. Su profesor, el ministro de los testigos de Jehová, no predicaba religión en la clase, pero copió a máquina y compartió con el estudiante algunas citas arqueológicas e históricas de las publicaciones de la Watch Tower. De esta manera este joven llegó a interesarse en asuntos religiosos.
Pero, el usar y vender ilegalmente los narcóticos lo puso en conflicto con las autoridades. La policía lo arrestó varias veces, y finalmente recibió una sentencia en suspenso por un delito grave que pudo haber resultado en un encarcelamiento de diez años. Al enterarse de esto, el profesor abordó por su cuenta al estudiante y le entregó un ejemplar de la ayuda para el estudio de la Biblia “La verdad que lleva a vida eterna.” Al día siguiente le preguntó cuál fue su reacción y oyó su entusiasmada respuesta: “Es la verdad.” Ahora el maestro de la escuela secundaria llegó a ser su maestro en otro sentido, porque después de las horas de clase el ministro conducía un estudio de la Biblia con este joven. La madre del joven no permitía el estudio en el hogar, así es que estudiaban en el automóvil del maestro.
El auditorio de la asamblea oyó explicar al maestro de la escuela secundaria: “Los próximos siete meses fueron emocionantes. Cesó la indumentaria desaliñada. Se afeitó la barba, se cortó el cabello, botó su viejo y desgarrado sombrero, y le dijo a sus amigos que su compañía sería apreciada únicamente si estaban interesados en considerar temas bíblicos. El personal de la escuela, el profesorado y el alumnado, quedaron impresionados por la transformación. El habla, la ropa, la conducta y la apariencia pasaron por un cambio tan notable que el nombre de Jehová se oía por toda la escuela como la razón del ‘nuevo muchacho.’”
Este muchacho compartía lo que estaba aprendiendo con su amiga que era una maestra de escuela dominical en la iglesia bautista.
El joven tuvo que resistir una gran tormenta de oposición familiar, pero lo hizo. Sin embargo, la batalla más grande que tuvo fue la de dejar la marihuana. Muchas veces le mencionó a su maestro que no creía que podía romper ese hábito; quizás representaba la seguridad. El Testigo relata: “Sencillamente le decía que continuara leyendo Romanos 12:1, y que se recordara del ejemplo de Jesús. ¿Practicaría Jesús semejante hábito? ¿Podría imaginarse a Jesús fumando marihuana? No podía.” Finalmente, ese hábito también, llegó a ser cosa del pasado.
Para el deleite del Testigo que contaba la experiencia, el joven progresó hasta el grado de calificar para llegar a ser un ministro bautizado de los testigos de Jehová. Y fue bautizado; hasta el gobierno lo clasificó como un ministro. Al reflexionar en su vida pasada él la considera como ‘una pérdida de tiempo y esfuerzo, un esforzarse tras el viento.’
¿Y su amiga? Ella también con el tiempo llegó a ser una testigo de Jehová bautizada, y en cuestión de un año se casaron. Los miembros de las dos familias asistieron a la boda. Uno de los parientes, que había notado el cambio en sus modos de vivir y las nuevas normas que ahora tenían, declaró: “Es tan bueno ver que hay gente que sigue principios correctos de moralidad. Eso ya no se ve mucho.”
Ciertamente, cualquier persona que tenga el deseo sincero de aprender de Dios y sus propósitos puede lograr verdadera paz mental y, no un imaginario “paraíso instantáneo” lleno de sueños, sino la esperanza de un verdadero paraíso, uno que durará, por medio de estudiar la Biblia con los testigos de Jehová.—Rev. 21:4.