El camino que conduce a la vida en verdadera felicidad
LAS condiciones en toda la Tierra están a punto de dar media vuelta completa en el futuro cercano. El magnífico cambio que vendrá pronto será el resultado del nuevo comienzo que Dios le dará a la humanidad.
Pero obviamente la humanidad necesita ayuda para recibir este nuevo comienzo. Qué ciertas han demostrado ser las palabras que se hallan en Jeremías 10:23: “Al hombre terrestre no le pertenece su camino. No le pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso.”
¿Cómo ayudará Dios al hombre a salir de su dilema? No por medio de remodelar o reformar el actual orden mundial. El Hijo de Dios dijo: “Nadie corta un remiendo de una nueva prenda exterior de vestir y lo cose en una vieja prenda exterior de vestir; pero si lo hace, entonces el remiendo nuevo se arranca y además el remiendo de la prenda nueva no hace juego con la vieja.” (Luc. 5:36-38) El nuevo orden que predice la Palabra de Dios no será sencillamente un ‘remiendo nuevo en una prenda vieja.’ Reemplazará completamente a este viejo orden porque el viejo orden está más allá de toda cura o reforma. Nunca ha solucionado la mayor necesidad de la humanidad.
¿Cuál es la mayor necesidad de la humanidad? ¿Cómo satisfará el gobierno del reino de Dios esa necesidad?
Satisfaciendo la necesidad con buen éxito
Más que todas las otras cosas la humanidad necesita obtener la liberación de la imperfección humana y el cautiverio que va con ella.
¿No es obvia esa imperfección para todos nosotros? La vemos en nuestros cuerpos, la podemos sentir en nuestras mentes y corazones. Tenemos una pelea constante, tratando de apegarnos a lo que es correcto y bueno, mientras que nos sentimos inclinados hacia lo que es incorrecto e inicuo.—Rom. 7:22, 23.
Y, aunque quizás nos apeguemos a un derrotero correcto con la mente y el corazón, aun así nuestros cuerpos se enferman, se debilitan, envejecen, y contestan al llamado de la muerte cuando ésta toca a la puerta. La brevedad de la vida presiona a la gente a tratar apresuradamente de ‘conseguir todo lo que puede mientras puede.’ Los empuja hacia la impaciencia, el egoísmo, la despreocupación por el prójimo. Todos son afectados... desde el más pobre campesino hasta el más poderoso potentado. El derrotero turbulento del mundo es, en realidad, solo un reflejo de las imperfecciones y debilidades humanas que se hallan en los millones de individuos que componen al mundo.
¿Qué hará, pues, el gobierno asignado por Jehová Dios para dominar la Tierra? Ese gobierno está específicamente diseñado para eliminar la causa fundamental de los problemas humanos. ¿Cómo hará eso? Para entender cómo, primero necesitamos entender cómo comenzó la imperfección humana. La Biblia, el único registro confiable de la historia humana desde su comienzo, pone eso en claro.
Muestra que el Creador del hombre no es la fuente de la imperfección humana. De Jehová Dios, la Biblia dice: “Perfecta es su actividad.” (Deu. 32:4) Por lo tanto, la humanidad al principio era perfecta. Perfectos también eran los primeros alrededores del hombre. No esperaríamos que el Creador produjera al hombre en un desierto desolado o sobre una pila de basura, ¿no es cierto? Él no lo hizo, porque la Biblia muestra que Dios dio principio a la vida humana en un hogar jardín, una región llamada Edén, y que instruyó a la primera pareja humana para que se encargara de que todo el planeta se convirtiera en un jardín semejante, diciéndoles: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla.”—Gén. 1:28.
Pero la perfección de la que disfrutaban Adán y Eva, y las bendiciones que iban añadidas, eran todas condicionales... dependían de la continua obediencia de ellos al Ser que les había dado la vida. La perfección de ellos incluía el poseer la facultad del libre albedrío. ¿Qué significa eso?
Significa que podían escoger qué derrotero seguirían. Pero tendrían que aceptar las consecuencias de su selección. Ellos podían someterse a la voluntad de su Creador, o podrían ir en contra de esa voluntad. Por medio de la obediencia a Su voluntad podrían retener su perfección; por medio de la desobediencia sufrirían la pérdida de ésta.—Gén. 2:15-17; compare con Deuteronomio 30:15, 19, 20.
El registro histórico muestra que Adán, nuestro primer padre, voluntariamente violó una ley clara y precisa que se le había dado. Perdió la perfección, no solo para sí mismo, sino para toda su prole que no había nacido. Así es que leemos: “Por medio de un solo hombre [Adán] el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.”—Rom. 5:12.
Al igual que las copias que se hacen de un molde o patrón que tiene un defecto, todos nosotros que descendimos de ese primer hombre hemos nacido con el pecado heredado, la tendencia innata a hacer el mal y el egoísmo. Toda la raza humana, pues, llegó a estar bajo una grave incapacidad de la cual no se podría librar ninguna persona por sus propios esfuerzos. Esa incapacidad era una esclavitud al pecado y a todos sus efectos, entre los cuales están la enfermedad, el dolor y la muerte.
Así es que, como declara Romanos 8:20, 21: “La creación fue sujetada a futilidad, . . . sobre la base de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios.” Sí, Dios no se propuso que para siempre la humanidad se esforzara fútilmente para liberarse de la esclavitud. Él ha provisto una grandiosa esperanza. ¿Cómo lo ha hecho?
Para liberar al hombre de esta esclavitud, y al mismo tiempo cumplir con las debidas exigencias de la justicia divina, el Hijo de Dios mientras estuvo en la Tierra ofreció en sacrificio su propia vida. Adán, el antepasado de la humanidad, había perdido el derecho a la vida humana perfecta para sí mismo y para toda su prole. Ninguno de los descendientes de Adán podía liberar a la humanidad por medio de pagar como rescate una vida humana perfecta, porque ninguno poseía esto. Como dice el Salmo 49:7: “Ninguno de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él.” Pero Cristo Jesús sí podía y lo hizo. Voluntariamente dio “su alma en rescate en cambio por muchos.”—Mat. 20:28.
Aquí, entonces, está el factor vital que pondrá fin al deslizamiento hacia la debilidad y muerte e iniciará a todos los obedientes en el camino de regreso a la perfección y la vida. Es por eso que Cristo Jesús, al hablar a sus discípulos del futuro gobierno sobre la Tierra, se refirió a éste como un tiempo de “re-creación” o “regeneración.” (Mat. 19:28) Su administración restauradora de la vida educará y guiará a todos sus súbditos en justicia, incluso a todos los que resuciten de sus tumbas. Administrará los beneficios de su sacrificio rescatador para traerlos a la libertad completa del pecado y la imperfección.—Rev. 20:12, 13.
Esto se describe hermosamente en el último libro de la Biblia en una visión profética. Allí el gobierno de Dios está representado, no por alguna de las poderosas capitales de la actualidad, como Washington, Moscú, Pekín, Londres o París, sino por una ciudad simbólica que se llama la Nueva Jerusalén, una capital celestial. Al mostrar los efectos de la extensión del poder del Reino a la Tierra, el relato dice: “Y [Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento, ni clamor, ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”—Rev. 21:2-4.
¡Qué magnífico será, cuando el proceso de envejecimiento en los humanos sea invertido y, con la ayuda del Hijo de Dios como Sumo Sacerdote, regresen del camino a la muerte y la tumba y comiencen por el camino de regreso hacia la lozanía y el vigor juvenil! Podemos confiar en que el cabeza del gobierno de Dios no será rudo en su dirección de los habitantes de la Tierra a medida que trabajan para poner sus vidas cada vez más completamente en armonía con la voluntad y el propósito de Dios. Porque con referencia al servicio sacerdotal de Jesucristo, en vista de su experiencia aquí en la Tierra, Hebreos 4:15, 16 dice: “Porque no tenemos como sumo sacerdote a uno que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino a uno que ha sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado. Acerquémonos, por lo tanto, con franqueza de expresión al trono de bondad inmerecida, para que obtengamos misericordia y hallemos bondad inmerecida, para ayuda al tiempo oportuno.”
El gobierno venidero despeja el camino para bendiciones globales
Al satisfacer la más grande necesidad de toda la humanidad suministrando los medios para que ella obtenga la libertad del pecado y la muerte, ese gobierno también proveerá la solución a todos los otros problemas de la humanidad. Le dará a la humanidad lo que ésta siempre ha necesitado y nunca ha tenido... un gobierno que rija toda la Tierra.
Los problemas de los habitantes de la Tierra están todos entretejidos. Todos nosotros tenemos un solo planeta por hogar, éste, y solo si unidamente todos usamos este hogar de un modo correcto puede haber pleno goce de él. El dividir la Tierra en la mezcolanza de naciones y reinos con sus fronteras y zigzagueantes fronteras políticas y sus muros de tarifas y otras barreras ha obrado en contra de cualquier cooperación genuina global.
El reino de Dios por su Hijo aplastará todas esas barreras y borrará todas las divisiones políticas del mapa. Entonces la producción de la Tierra fluirá libremente y, bajo la bendición de Dios, abundantemente. La oración que hace mucho tiempo hizo el rey David hallará su mayor cumplimiento en la dominación del gobierno mesiánico de Cristo, a saber: “Juzgue él a los afligidos del pueblo, salve a los hijos del pobre, y aplaste al defraudador. . . . En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea. Y tendrá súbditos de mar a mar y desde el Río hasta los cabos de la tierra. . . . Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.”—Sal. 72:4-16.
Bajo la dirección celestial este planeta se convertirá en el jardín global que Dios se había propuesto que fuera. (Gén. 1:28) Se habrán ido para siempre el espectro del hambre y la inanición, la vista de niños de brazos y piernas raquíticos y estómagos hinchados. ¡Qué bendición será ver el fin del orgullo nacionalista, del prejuicio racial y de los odios tribuales al unirse todas las personas sobrevivientes en una gran familia humana, libres para moverse por toda la Tierra sin impedimentos!
¡Qué bendición, también, ya no estar bajo gobiernos políticos humanos, obligados a mantener grandes fuerzas armadas y armamentos, con la humanidad cargando con un aplastante peso de impuestos que ahora suma 200.000 millones de dólares al año! ¡Cuánto más se podrá hacer en la Tierra cuando todos sus recursos se usen para propósitos constructivos, provechosos, en vez de para dañar y lastimar a la humanidad! Porque todos los que entonces califiquen para vivir bajo el un solo gobierno de Dios habrán tenido que cumplir personalmente el cuadro profético de Miqueas 4:3, 4:
“Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra. Y realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.”
Se habrán ido, también, los gigantescos sistemas comerciales que han peleado guerra comercial y han alentado el espíritu de codicia y la ambición despiadada que frecuentemente lleva a guerras verdaderas. Se pondrá fin al ensuciamiento y contaminación de la Tierra que ellos han efectuado por ganancia egoísta. En vez de la competencia egoísta, todos los que vivan bajo el justo gobierno de Dios practicarán la cooperación amorosa. Sí, el verdadero amor a Dios y al prójimo permitirá a los súbditos del reino de Dios realizar, para el mejoramiento de la Tierra y de la vida sobre ella, cosas mil veces más maravillosas que todo lo que la actual industria, tecnología y sistemas científicos jamás han hecho.
El trabajo, en ese entonces, podrá ser genuinamente satisfaciente, al saber que verdaderamente es para el honor del Altísimo Dios y para el bien duradero del prójimo. Sí, lo mejor de todo, las personas podrán entonces disfrutar una relación verdaderamente estrecha, significativa con su Creador, teniendo la positiva seguridad de que están haciendo lo que es correcto y mejor.
Bajo el justo gobierno de Dios la profecía de Isaías 32:17, 18 verá su más grande cumplimiento: “Y la obra de la justicia verdadera tiene que llegar a ser paz; y el servicio de la justicia verdadera, tranquilidad y seguridad hasta tiempo indefinido. Y mi pueblo tiene que morar en un lugar de habitación pacífico y en residencias de plena confianza y en lugares de descanso sosegados.” Qué bendición es tener esa seguridad, el saber que —cuando quiera que uno oiga llamar a la puerta, de día o de noche— uno puede abrir sin temor al que llama, sabiendo que, quienquiera que sea, ¡él o ella es su amigo!
Este mundo —no el planeta Tierra sino las masas de la humanidad— persiste obstinada y ciegamente en el camino que solo conduce a la destrucción. Su derrotero solo puede llevar a un desastroso choque con el gobierno de poder celestial de Dios. No obstante la mayoría prefiere hacer caso omiso de las señales predichas, minimizar los peligros, y cerrar sus oídos a las advertencias que ahora dejan oír por toda la Tierra los que cifran toda su esperanza en las promesas de Dios. ¿Qué, por lo tanto, hará usted?
¿Puede ver usted la futilidad de que el hombre desde hace tanto tiempo haya buscado a tientas la paz y la seguridad por métodos humanos? ¿Puede ver el fracaso de los gobiernos y sistemas hechos por el hombre para resolver los problemas más graves a los que se enfrentan todos los humanos? ¿Ve la sabiduría del camino de Dios y por qué tiene que ser el único camino que conduce a la vida verdadera en verdadera felicidad? Entonces debe tomar acción decisiva ahora.
Debe querer aprender más acerca del derrotero que Dios ha bosquejado en su Palabra para los que quieren obtener la gran meta que pone enfrente de nosotros. Si aún no lo ha hecho, ¿por qué no acepta la invitación de los testigos de Jehová para tener un estudio de la Biblia gratis en su hogar a fin de contestar sus preguntas adicionales? Mientras el tiempo lo permite, halle el camino que conduce a la vida... para su propio bienestar eterno y el de sus amados.
[Ilustración de la página 28]
Después del fin de este inicuo sistema de cosas, la Tierra llegará a ser el jardín global que Dios se propuso que fuera