¡Oh! Viene visita
POR EL CORRESPONSAL DE “¡DESPERTAD!” EN ALEMANIA
“¡MAMI, mami, nuestra visita está aquí!” gritaron los niños. El pequeño Miguelín corrió a esconderse y Rut se colgó del delantal de la madre, mientras que Ester, de naturaleza tranquila y alegre, se adelantaba corriendo para recibir a los invitados: “Estamos muy contentos de que hayan venido. Mamá les tiene preparada su habitación. Nosotros los niños vamos a dormir con mamita y papito en su habitación.”
“Aquí está su habitación,” dijo mamá. “Esperamos que se sientan como en su casa. Pueden poner sus valijas aquí, y allí hay un pequeño armario donde pueden escribir; de todas maneras, siéntanse libres de usar nuestra sala. Pónganse cómodos. Mientras tanto, les prepararé algo de comer. Ustedes niños, dejen a nuestros invitados solos por un momento para que puedan refrescarse.”
Ciertamente esta recepción fue refrescante después de un viaje fatigoso. Quizás le recuerde al lector de la Biblia la hospitalidad que Abrahán le mostró a sus invitados cuando dijo: “Que se tome un poco de agua, por favor, y se les tiene que lavar los pies. Entonces recuéstense debajo del árbol. Y permítaseme traer un pedazo de pan, y refresquen sus corazones.” (Gén. 18:4, 5) El solo pensar en ser bienvenido hace que uno se sienta cómodo.
Clase de visita
La susodicha recepción la recibió un representante viajero de la Sociedad Watch Tower que visita algunas congregaciones de los testigos de Jehová en Europa una vez cada seis meses. Permanece una semana para edificar a la congregación en su fe, ayudándola del mismo modo que lo hicieron el apóstol Pablo y otros fieles siervos de la iglesia cristiana primitiva. Sin embargo, nuestro visitante no vino solo; lo acompaña su esposa, quien disfruta de la asociación con sus hermanas cristianas mientras predica las buenas nuevas del reino de Dios. Otra clase de visita que tienen muchos europeos es el que viene como huésped que paga para aprovecharse de los baños termales de la comunidad, o los turistas que arriendan habitaciones para sus vacaciones. En estos casos la recepción es más formal y estos huéspedes están más interesados en el descanso y la independencia. Además, están las visitas de cortesía, las visitas para tomar un café o té por la tarde y las visitas que se hacen a las personas enfermas.
En algunos países es la costumbre, cuando alguien se muestra generoso con uno, visitar a esa persona temprano a la mañana siguiente para volver a expresar su agradecimiento. Si esto se olvida, la persona siempre será recordada por no ser agradecida. En el África Occidental cuando los misioneros de los testigos de Jehová van a una aldea apartada como ministros viajeros para visitar a la congregación, sucede con frecuencia que el jefe de la aldea los reciba hospitalariamente. Quizás envíe a sus esposas con una escudilla de arroz y un pollo grande como un regalo de bienvenida. En tal caso uno tiene que ir a la mañana siguiente para darles las gracias por el regalo.
Preparación
Por supuesto, el prepararse para los invitados significa trabajo. Pero ese trabajo se hace con gusto cuando se aprecia a los invitados. Sin embargo, no vaya a exagerar. Por ejemplo, no es absolutamente necesario lavar las cortinas. Quizás no se haya detenido a considerar que demasiada preparación puede poner incómodos a sus invitados. Si considera pintar la tubería de la chimenea para que la habitación luzca agradable y limpia, piense en el molesto olor que ésta despedirá durante los próximos días. Las toallas nuevas lucen bonitas, pero no absorben el agua tan bien como las ya usadas. Y, además, un ama de casa que está completamente agotada por el duro trabajo de los preparativos para sus visitas no es una anfitriona feliz.
Sin embargo, hay algo que es considerado y que no requiere mucho trabajo. Si viene visita en el invierno, la habitación de los huéspedes sin usar debería ser calentada con unos pocos días de anticipación para eliminar la humedad. ¡Nada es más incómodo para una visita que el tener que acostarse en una cama fría y húmeda!
Comportamiento del huésped
Naturalmente el que la visita sea un gozo o una carga depende mayormente del comportamiento del huésped. Si el huésped usa un poco de discernimiento y tiene tacto, su visita puede ser edificante. Las palabras: “Póngase cómodo,” son una expresión muy generosa. Pero, lo que quizás se acepte como la cosa normal en una familia puede que no se permita en otra. En algunas familias, por ejemplo, quizás se da por sentado que cuando uno tiene hambre puede ir al aparador o al refrigerador y tomar lo que desee. A otra ama de casa quizás no le guste tener a un invitado en su cocina. Tal vez, ella tiene un plan exacto, y compra todo según el menú que preparará el día siguiente. Entonces si falta algo, eso quizás arruine su plan.
Si un invitado toma un libro de un estante, lo debe devolver al mismo lugar del estante. Más tarde, cuando el anfitrión busca cierto libro, quizás se incomode con su familia si los libros no están en orden.
Otro punto es el ajustarse al horario de la familia. ¿Deja usted, como invitado, que la familia sepa cuáles son sus planes durante su estadía? Le dijeron que “se pusiera cómodo,” y probablemente le dieron la llave de la casa, pero sería prudente dejarles saber cuándo espera ir y venir. En caso de que cierta noche tenga que llegar tarde, asegúrese de decirles con anticipación, de otra manera estarán preocupados si no llega a la hora que lo esperan. Si su anfitrión vive en una casa de apartamientos de paredes delgadas, entonces tiene que tener consideración especial, no haciendo ruidos innecesarios tarde por la noche, como escribiendo a máquina.
La consideración amorosa para con todos los miembros de la familia, incluso los niños, hace que una visita feliz se recuerde por mucho tiempo. Una misionera escribió acerca de su niñez: “Los representantes especiales de la Sociedad Watch Tower acostumbraban venir y visitar nuestro pequeño grupo. Eran personas ocupadas, y, estoy segura, frecuentemente bastante cansadas. Pero, sin embargo, siempre tomaban tiempo para hablarme. Esto me hacía sentir como si yo fuera parte de lo que estaba sucediendo.”
La esposa, cuando es una de los visitantes, también puede contribuir mucho para hacer gozosa la visita de ellos. Sin embargo, no siempre es fácil encajar dentro de la rutina de la familia, especialmente cuando uno está cansado. Mientras que un ama de casa quizás aprecie tener a alguien para que le ayude a lavar los trastos, otra quizás prefiera hacerlo ella misma, pues se pone nerviosa cuando hay otra persona en la cocina. Algunas amas de casa aprecian que los huéspedes hagan sus propias camas, mientras que otras quizás prefieran que las camas se aireen hasta que ella limpie la habitación más tarde. Si usted toma un trapo para limpiar un poco, su anfitriona quizás piense que la habitación no está lo suficiente limpia para usted. Todos estos son asuntos pequeños que una persona puede averiguar si muestra discernimiento. Por qué no preguntar sencillamente: “¿Hago las camas ahora o prefiere que las haga más tarde, después de que se aireen un poco?” O decir: “Permítame que le ayude con los trastos.” De ese modo usted puede averiguar pronto si ella realmente quiere que le ayude.
El que usted sea excesivamente modesto no le facilita las cosas a su anfitrión. Él quiere que usted se sienta cómodo, y así es que, si le ofrece algo, siéntase libre de aceptarlo en vez de siempre decir: “No, no es necesario.” ¿Qué dijeron los tres hombres a los que Abrahán ofreció una comida? “Está bien. Puedes hacer tal como has hablado.” No obstante, si se ofrece algo que quizás no sea bueno para su salud, entonces tenga el valor de ser honrado y rehúse con tacto. En los trópicos quizás tenga que rehusar un bien intencionado ofrecimiento de agua refrescante, aun cuando el anfitrión amigable beba de ella. Probablemente no dañará a su anfitrión, porque él ha crecido con ella, pero quizás usted tenga dificultades debido a las amebas.
Cuando se le invita a comer puede evitar una situación embarazosa si no se sienta de inmediato. En cambio, espere hasta que su anfitrión le muestre dónde quiere él que usted se siente. Jesús dio este buen consejo, según se registra en Lucas 14:8, 9: “Cuando alguien te invita a un banquete de bodas, no te recuestes en el lugar más prominente. Puede que alguien más distinguido que tú haya sido invitado por él en ese tiempo, y venga el que te invitó a ti y a él y te diga: ‘Deja que éste tenga el lugar.’ Y entonces tendrás que irte con vergüenza a ocupar el lugar más bajo.”
El lector, sin duda, aprecia mucho la hospitalidad bondadosa y agradable. Uno puede mostrar su aprecio no solo por medio de palabras de agradecimiento sino por medio de consideración prudente y por medio de esforzarse en hacer la conversación agradable, estimulante e informativa. Con demasiada frecuencia la conversación es “frívola” o inconsecuente. William Gillette, el actor, una vez relató que de joven vivió en una casa de huéspedes con muchas personas. En ese tiempo estaba estudiando estenografía y, para practicarla, escribía las enteras conversaciones de los otros huéspedes que se sentaban en la sala. “Años más tarde,” dijo, “repasé mis anotaciones, y hallé que en cuatro meses de conversaciones incesantes nadie había dicho nada que le importara a alguien.”
Por supuesto, como un huésped invitado uno no está en una casa de huéspedes y por lo tanto uno tiene más responsabilidad de contribuir a una conversación significativa. Trate de recompensar a su anfitrión por medio de una conversación que sea esclarecedora y edificante, al mismo tiempo dando a otros la oportunidad de expresarse. Esto contribuirá a hacer de su visita un gozo y un éxito mutuo.