¿Cuál es el punto de vista bíblico?
La pornografía... ¿es verdaderamente perjudicial?
EN AÑOS recientes las principales ciudades de toda la Tierra han sido azotadas por una avalancha de libros, fotos, películas, obras teatrales y exhibiciones que presentan a las relaciones sexuales como una forma de entretenimiento. Esto se llama “pornografía” y tan solo en los Estados Unidos se ha convertido en un negocio de muchos millones de dólares.
Algunos arguyen que la pornografía es perjudicial pero otros afirman que no hace daño. De hecho, la Comisión para Obscenidad y Pornografía, asignada por el presidente de los Estados Unidos, expresó la opinión de que a los norteamericanos adultos se les debería “permitir leer o ver cualquier material sexual que deseen.”
¿Cuál es la realidad del asunto? ¿Es la pornografía verdaderamente perjudicial? Para contestar esa pregunta correctamente tenemos que dirigirnos a alguien que tiene toda autoridad para hablar del tema. Es por eso que es tan importante el punto de vista bíblico, porque las Santas Escrituras contienen la “palabra de Dios,” no la de los hombres.—Efe. 6:17.
La Biblia muestra que Jehová Dios creó los órganos reproductivos para que se usen en el matrimonio honorable. Es, por lo tanto, completamente normal el que los individuos quieran saber acerca de sus funciones apropiadas. Pero uno tiene que ejercer precaución en cuanto a dónde obtiene información acerca del sexo. Mucho de lo que se escribe acerca del tema no es exacto y está en contra de la Palabra de Dios. La pornografía es un ejemplo.
Pero, ¿habla la Biblia de pornografía? Repetidamente advierte en contra de porneia, y esa es una palabra griega relacionada con pornografía. Los lexicógrafos griegos nos dicen que porneia se refiere a relaciones sexuales ilícitas en general, sin una definición más precisa. Es un término muy amplio en su significado e incluye “‘vicio antinatural,’ . . . sodomía.” (Theological Dictionary of the New Testament) Debido a esto, los traductores de la Biblia vierten esta palabra diversamente como “fornicación,” “grave inmoralidad,” “inmoralidad sexual,” “pecados sexuales,” o por expresiones similares.
La Biblia tiene mucho que decir acerca de este tema. En Efesios 5:5, leemos: “Ningún fornicador [pornos], ni inmundo, ni avariento —que significa ser idólatra— tiene herencia alguna en el reino del Cristo y de Dios.”
Alguien quizás objete que hay una diferencia entre leer o mirar pornografía y realmente cometer pecados sexuales. Pero, ¿es verdaderamente tan grande la diferencia? Jesús declaró que “del corazón salen . . . fornicaciones” y que uno hasta podría cometer adulterio “en su corazón.” (Mat. 15:19; 5:28) Esto es porque los deseos se originan en el corazón. Si uno complace sus deseos por algo que Dios prohíbe, por medio de leer acerca de ello o espaciarse mentalmente en ello, ese deseo se puede hacer avasallador. Puede llegar al punto en que uno verdaderamente cometa el pecado “en su corazón.” ¿Cómo es eso? Porque voluntariamente se ha incitado hasta el punto de estar completamente impulsado a hacer lo que ha estado pensando y lo hará si puede hallar la oportunidad.—Sant. 1:13-15.
Con buena razón la Biblia da un consejo similar en Colosenses 3:5: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en lo que toca a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría.” ¿Cómo puede uno triunfar en esto? Efesios 5:3 recomienda: “Que la fornicación e inmundicia de toda clase o avaricia ni siquiera se mencionen entre ustedes.” Esto incluiría toda ‘mención’ de cosas semejantes, sea en conversación, en películas, sobre el escenario o impresos con la mira de extraer placer sensual de ello. Por lo tanto la Biblia no prohíbe sencillamente los actos directos de inmoralidad sexual. También advierte en contra de los pasos que llevan a tales actos.
Ahora, ¿qué hay en cuanto a la pornografía? ¿Puede alguien negar que la pornografía contiene mención de “fornicación e inmundicia de toda clase”? Esto, de por sí, la hace perjudicial. Pero el daño no para allí. En una entrevista un reo convicto de ofensas sexuales admitió lo siguiente: “Uno quiere practicar lo que ha estado leyendo.” Otro dijo de las películas eróticas: “Iba a ver una, entonces salía y atacaba a alguna mujer.”
Por supuesto, no en todos los individuos se influye tan rápidamente para cometer una perversión. No obstante, el profesor Ernest van dan Haag de la Universidad de Nueva York advirtió: “Demasiados adultos están lejos de ser los autodisciplinados tipos saludables que considera mucha de la teoría partidaria de la libertad individual. Fácilmente se les puede dar un último (o primer) empujón por medio de la literatura obscena.”
La autora Gladys Denny Shultz menciona otro efecto perjudicial de la pornografía: “Da una impresión falsa, mentirosa del sexo y del modo en que se comportan los hombres y mujeres normales, civilizados. El hecho inevitable es que la pornografía establece como modelos de conducta a personas sexualmente enfermas, y enfatiza la bestialidad, la perversión, la crueldad... como si eso fuera la norma.” Sin embargo en Efesios 4:25, la Palabra de Dios instruye: “Ahora que ustedes han desechado la falsedad, hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo.”
La Biblia estimula a sus lectores: “Ante todo, tengan amor intenso los unos para los otros.” (1 Ped. 4:8) La pornografía obra directamente en contra de tal admonición. ¿De qué manera? El psiquíatra Dr. Fredric Wertham declaró: “Por lo general, la tendencia en la literatura pornográfica es hacia el sadismo, hacia la brutalidad. . . . Ha habido casos de asesinato sádico donde se probó en el tribunal que el asesino usaba pornografía sádica como un libro de texto.” ¿Desea usted saturar su mente con material que ha tenido un efecto tan perjudicial en la mente de otros?
La pornografía hasta lo puede hacer a uno culpable del pecado de idolatría. ¿Cómo puede ser eso? Porque promueve una forma de avaricia, “que es idolatría.” (Col. 3:5) The Interpreter’s Bible explica el significado de la palabra griega para “avaricia” (pleonexia) como sigue: “‘autocomplacencia sensual,’ que satisface a sí mismo a cualquier costo para otros.” Pleonexia se “preocupa de nada salvo la satisfacción de sus propios impulsos.”
La pornografía promueve este tipo de egoísmo. El autor Irving Kristol, en un artículo para el Times Magazine de Nueva York, explica: “El placer sexual que uno obtiene de la pornografía y obscenidad es autoerótico [generado por uno mismo y dirigido a uno mismo] . . .; dicho llanamente, es un ejercicio masturbatorio de la imaginación, cuando no es masturbación neta y llanamente.” Así es que la pornografía puede causar el que una persona haga un objeto de adoración de su propio apetito carnal. De hecho, hace un ídolo de uno mismo.
La pornografía ciertamente es perjudicial. Da una impresión mentirosa del don de Dios del sexo y de su uso apropiado en el matrimonio honorable; lleva a pecados sexuales cometidos “en [el] corazón” o abiertamente (Mat. 5:28); promueve el sadismo y la brutalidad y hasta puede hacer que uno se convierta en adorador de sí mismo. ¡Cuán amoroso es de parte de Jehová Dios el advertirnos en contra de ella y el proveer en su Palabra cosas que son ‘verdaderas, de seria consideración, justas, castas, virtuosas y dignas de alabanza’!—Fili. 4:8.