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¡Despertad! 1974
g74 8/5 págs. 27-28

¿Cuál es el punto de vista bíblico?

Fornicación... ¿por qué no?

ESTA generación ha visto al mundo atrapado en una “revolución sexual.” La gente está clamando por libertad para tener relaciones sexuales con quienquiera que desea y del modo que escoja.

La presión para participar en relaciones sexuales premaritales es poderosa en muchos lugares. En algunas zonas quizás se espere que una mujer pruebe su capacidad para tener hijos antes del matrimonio. En otras localidades la “conveniencia” es la razón por la cual muchas parejas viven juntas sin estar casadas. El “intercambio de esposas” y las “relaciones sexuales en grupo” ahora son populares entre muchos. Continúa aumentando la homosexualidad tanto entre los hombres como entre las mujeres.

Las actitudes en conflicto hacia el sexo causan incertidumbre a muchos individuos. Una universitaria relata un problema típico con el que se enfrentó en una cita: “Él decía, ¿por qué no? Yo pasaba la mitad de la cita tratando de explicarle lo que había de especial acerca de la moral. Después me preguntaba a mí misma, ¿por qué no?”

¿Se ha preguntado usted, también, “¿por qué no?” en cuanto a tener relaciones sexuales fuera del matrimonio? ¿Conoce el punto de vista bíblico acerca de este asunto? Ciertamente nadie sabe más acerca del propósito y funcionamiento correcto del sexo que Jehová Dios, el Creador del hombre. Por lo tanto, ¿qué dice la Palabra de Dios acerca de las relaciones sexuales?

Jehová Dios creó a la primera pareja humana “macho y hembra.” Les dio poderes de reproducción, con el mandato: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra.” (Gén. 1:27, 28) Así es que la Biblia no condenó las relaciones sexuales apropiadas. Este es el modo en que la familia humana reproduciría su género, y Dios se propuso que hubiera placer en hacerlo. Pero, ¿bajo qué condiciones debería ocurrir esta reproducción?

El capítulo dos de Génesis muestra que, después de crear a Eva, Jehová procedió “a traérsela al hombre.” Entonces dijo Dios: “Es por eso que el hombre dejará a su padre y a su madre y tiene que adherirse a su esposa y tienen que llegar a ser una sola carne.” (Gén. 2:22, 24) Así es que Dios casó a Adán y Eva y se propuso que el matrimonio fuera el arreglo dentro del cual ellos y su prole usarían y disfrutarían de los poderes sexuales dados por Dios. (Pro. 5:15-18) El matrimonio proveería una base para la seguridad económica y emocional de los miembros de la familia.

La Biblia se refiere a todas las relaciones sexuales fuera del vínculo matrimonial como “fornicación” (incluso la sodomía y la homosexualidad). Las Escrituras mandan: “Huyan de la fornicación,” porque “ningún fornicador . . . tiene herencia alguna en el reino del Cristo y de Dios.” (1 Cor. 6:18; Efe. 5:5) Esta es la razón más importante por la cual la gente debe evitar la fornicación.

¿Es la ley de Jehová que prohíbe la fornicación una ley severa e irrazonable? En realidad refleja el amor de Dios por la humanidad y su sabiduría. ¿Cómo es eso? Para empezar, la Biblia reconoce que hay otras personas implicadas además de los dos que quizás sientan una pasión mutua. Si la pareja participa en fornicación, ¿cómo afectará su conducta a los que los aman? ¿Acarreará oprobio sobre el nombre de la familia de cualquiera de los dos? ¿Sufrirán angustia mental los parientes queridos debido a su acto inmoral?

La prohibición de Dios de la fornicación también protege a cualquier hijo que pudiera resultar de la unión sexual. La seguridad de un hijo, y su desarrollo emocional, intelectual y moral depende grandemente de la estabilidad del ambiente de su hogar. Los hijos necesitan vitalmente la influencia de ambos padres, especialmente durante los primeros años de sus vidas. ¿Se satisface esta necesidad en una relación en la cual cada padre se siente libre de “abandonar” al otro?

Algunos que toleran la fornicación piensan que el uso de los anticoncepcionales les permitirá gozar de las relaciones sexuales sin la responsabilidad de los hijos. Pero los métodos anticoncepcionales a veces fallan. Los embarazos no deseados frecuentemente terminan en abortos. ¿Cree el lector que el placer momentáneo de la fornicación compensa el correr esos riesgos?

Una razón poderosa para evitar la fornicación se encuentra en 1 Corintios 6:18: “Todo otro pecado que el hombre cometa está fuera de su cuerpo, mas el que practica la fornicación está pecando contra su propio cuerpo.” ¿Cómo es eso?

En contraste con las relaciones sexuales con el cónyuge de uno (si éste es casto), la fornicación frecuentemente lo expone a uno a la enfermedad venérea. Para principios de 1973 la Organización Mundial para la Salud advirtió que ahora el mundo está “en las garras de una verdadera epidemia de enfermedad venérea,” y esto “a pesar del hecho de que el tratamiento es eficaz y el diagnóstico es confiable.” El término “enfermedad venérea” (llamada así por Venus, la diosa romana del amor) incluye muchas clases de infecciones, siendo las más comunes la gonorrea y la sífilis.

Las enfermedades venéreas pueden ser devastadoras, especialmente en las mujeres, las cuales frecuentemente no muestran síntomas de la enfermedad hasta que es demasiado tarde. Durante 1972, en solo un país, más de 100.000 histerectomías estuvieron directamente relacionadas con la gonorrea. Las enfermedades venéreas también pueden producir locura, ceguera, daño al cerebro y al hígado, y esterilidad, y hasta pueden producir la muerte.

¿Desea correr esos riesgos por unos fugaces momentos de placer? El Dr. Harold Thomas Hyman, D.M., insta: “Evite la relación sexual promiscua. Uno no tiene medios para descubrir, de antemano, la angustia, el gasto y el sufrimiento que se está buscando.”

¿Qué hay en cuanto a la afirmación de algunos de que la libertad sexual trae mayor felicidad personal? El escritor William Safire señala: “La condición no casada de gente que vive junta no es tanto una señal de independencia como una señal de incertidumbre; no es tanto una expresión de la fortaleza del respeto mutuo como una confesión de la debilidad de las personas para comprometerse la una con la otra.” ¿Puede una relación que se edifica en la “incertidumbre” y la “debilidad” proveer seguridad? En su propia experiencia, ¿ha hallado el lector que los buscadores de placeres que no están dispuestos a aceptar responsabilidad son felices?

Un informativo estudio intitulado: “Sexual Revolution: Myth or Reality” (“La revolución sexual: ¿mito o realidad?”) explica que, a pesar de la mayor libertad sexual hoy día, “abunda la evidencia de que todavía persiste la ansiedad acerca del sexo . . . Grandes cantidades de personas, continúan consultando a los psiquiatras acerca de problemas sexuales, y los crímenes sexuales siguen aumentando.”

Las mujeres que se envuelven en “amoríos” frecuentemente sufren de graves problemas emocionales. Un consejero psiquiátrico declaró: “Hay mucho de autoengaño. La mujer quizás racionalice y piense que puede llevar a término el asunto. Pero después que termina el “amorío,” se siente abatida, por ser una mujer caída.” Algunas personas hasta se suicidan.

La Palabra de Dios declara llanamente: “De Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gál. 6:7) El “calaverear” por medio de la fornicación no beneficia a nadie. Por el contrario, ha causado desórdenes epidémicos físicos, mentales y emocionales sin precedentes por todo el mundo. ¡Qué sabio y amoroso es el mandato de Dios: “Huyan de la fornicación”!—1 Cor. 6:18.

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