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¡Despertad! 1974
g74 22/6 págs. 24-26

Suprimiendo los M.O.

POR lo general los malos olores se asocian con el sudor, y el sudor ha sido parte de la experiencia humana desde el tiempo de nuestros primeros padres.—Gén. 3:19.

Aunque nadie desea ser innecesariamente molesto a otros, hay algunos que están demasiado preocupados con suprimir los olores corporales. Después de todo, está la vanidad de la naturaleza humana y la tendencia de ir a los extremos. Aprovechándose de esta debilidad humana, la industria de la publicidad en numerosos países ha sido mayormente responsable por el perfeccionamiento y venta de una amplia variedad de preparados desodorantes que se dice que suprimen los malos olores.

Según un comité de la Asociación Médica Norteamericana: “Hay muchos desodorantes y antitranspirantes en el mercado —suficientes para haber suprimido todos los malos olores y la transpiración excesiva de Adán durante toda su larga vida— y quizás hasta suficiente para satisfacer al consumidor actual.” Sin embargo, los críticos aseveran que debido principalmente a la publicidad, se considera que todos los olores corporales o bucales son indeseables y necesitan ser suprimidos, aunque los olores corporales son normales y hasta se consideran deseables entre algunas sociedades.

Sin embargo sí parece que tener cierto interés en mantener bajo control los malos olores corporales es una cosa deseable.

De hecho, uno transpira todo el tiempo sea que lo note o no. Hay lo que se llama el sudor insensible. Por medio de él la persona promedio exhala aproximadamente un litro de humedad al día.

En contraste, hay lo que se conoce como el sudor sensible, que significa que es muy evidente a los sentidos. Por lo general nuestros cuerpos producen sudor sensible cuando la temperatura es muy alta, cuando trabajamos vigorosamente y si estamos excitados o bajo tensión emocional.

¡Dependiendo de las condiciones, el cuerpo puede exhalar de entre aproximadamente un litro y medio hasta tanto como diecinueve litros de transpiración por día!

Las glándulas sudoríparas

Nuestro cuerpo tiene dos clases de glándulas sudoríparas; las más pequeñas y con mucho las más numerosas —de dos a tres millones— son las glándulas ecrinas. Éstas son responsables por la mayor parte de nuestra transpiración.

Las otras, menos numerosas, se conocen como las glándulas apocrinas. Éstas son mucho más grandes pero están situadas principalmente en las zonas axilares y genitales. Es principalmente la secreción de éstas lo que resulta en los malos olores. Parece que éstas están relacionadas con el sexo, pues los niños antes de la adolescencia y los ancianos no son molestados mucho por el olor corporal axilar.

Contrario a lo que uno pudiera pensar, no es la transpiración en sí lo que necesariamente es molesto. Más bien, es cuando la transpiración es afectada por ciertas bacterias u hongos que despide olor desagradable. Por lo tanto los productos de la descomposición son los que de hecho producen los malos olores.

¿Qué se puede hacer?

¿Qué causa que algunas personas tengan un olor corporal fuerte y desagradable, y qué se puede hacer acerca de ello? Una razón común por la cual algunos tienen malos olores es que usan ropa interior en la cual han sudado profusamente. Aunque el sudor mismo, bajo condiciones normales, es bastante inodoro, las prendas en las que hemos transpirado tienden a tener un olor fuerte debido a la acción de las bacterias. Así es que un remedio sería cambiar la ropa interior con más frecuencia.

Es bueno recordar, también, que la tensión nerviosa acelera el funcionamiento normal de las glándulas sudoríparas axilares, y que el mal olor corporal puede producirse bastante repentinamente. Por lo tanto, la persona que haya sudado debido a tensión nerviosa quizás halle aconsejable lavarse bajo los brazos tan pronto como se presente la oportunidad.

Otra razón por la cual algunas personas tienen malos olores es que son descuidadas o negligentes en cuanto a la higiene personal. De hecho, algunos médicos creen que la falta de limpieza personal es el “común denominador” de la mayor parte de las dificultades con los malos olores. El darse baños o duchas con regularidad ciertamente ayudará. El agua y jabón reducen los malos olores por medio de remover las bacterias y las secreciones glandulares. Pero, ¿qué pasa si el agua está muy limitada? Entonces se puede dar un baño con esponja o paño.

Es cierto, los dermatólogos advierten que el bañarse con demasiada frecuencia no es bueno para la piel, principalmente debido al hecho de que el jabón que se usa al bañarse causa irritación o remueve demasiado aceite de la piel. Si esto es un problema, entonces se recomiendan jabones suaves, que no irritan y aceites de baño. Aun si una persona es extremadamente sensible al jabón, uno puede limpiarse sin usar jabón. Un conocido especialista en enfermedades alérgicas, el Dr. Waldbott, dijo con respecto a este asunto: “Un paciente puede darse sus baños diarios sin jabón y limpiar su cuerpo lo suficiente por medio de limpiar suavemente su piel con una toalla seca después del baño.”

Muchas personas hallan que el bañarse no es suficiente para resolver el problema de los malos olores, y usan alguna forma de preparado desodorante o antitranspirante. Estos vienen en una gran variedad de formas... líquidos, polvos, cremas, del tipo de bolilla, barras y aerosoles.

Los perfumes y las aguas de Colonia ayudan a disfrazar los olores desagradables con olores más agradables. Las cremas que se hacen de vaselina actúan por medio de absorber el olor. Sin embargo, el sencillamente aplicar un desodorante no remueve las bacterias. Por lo tanto, es prudente bañarse primero, y entonces aplicar los materiales desodorantes.

También son populares los antitranspirantes. Se les considera drogas debido a que afectan una función del cuerpo, en este caso, el sudor. Pueden reducir el sudor hasta en 50 por ciento, y eso por varias horas. Su más común ingrediente activo es una clase de sales de aluminio como el cloruro y el hidroxidocloruro de aluminio. En cuanto a estos antitranspirantes, el tomo The Pharmacological Basis of Therapeutics (Cuarta edición), por Louis S. Goodman y Alfred Gilman, dice: “Se sabe que las sales de aluminio producen reacciones alérgicas en los individuos sensibles. No se conoce a cabalidad el mecanismo de la acción de los antitranspirantes. En general se concuerda en que estos agentes son astringentes [que tienen la propiedad de encoger los tejidos] y que esta acción es principalmente responsable de su habilidad para reducir las secreciones de la piel.”

Esta obra también señala que ciertos ingredientes en los desodorantes, que se usan para reducir la cantidad de bacterias en la piel, también pueden causar reacciones alérgicas. Así es que si uno experimenta irritación de la piel con cualquier desodorante o antitranspirante, uno puede probar otros productos que son menos irritantes. En todo tiempo uno debe lavarse antes de aplicar esos productos, pues repetidas aplicaciones sin lavarse pueden causar irritación grave.

Si la mayoría o todos los productos convencionales le causan irritación o si sencillamente quiere evitarlos, puede hallar productos naturales. El libro Our Poisoned Earth and Sky, por J. I. Rodale y redactores, menciona tal producto que contiene una clase muy absorbente de “tierra de batán, una arcilla fina que se usa en la industria textil para ‘abatanar’ o limpiar tela.” Según esta fuente, “ni impide la transpiración ni la disfraza, sino que atrae y retiene la humedad.” Quizás haya disponibles productos similares en su localidad.

“Higiene femenina”

Los aerosoles son particularmente populares en la “higiene femenina.” Estos son fáciles de usar y tienen una fragancia agradable. Se dice que en 1971 las norteamericanas gastaron 67 millones de dólares en ellos... pero no prudentemente.

Es por eso que Consumer Reports (publicado por una organización no lucrativa) en su número para enero de 1972 publicó un artículo de 3.000 palabras intitulado “¿Se deben usar los desodorantes genitales?” Comenzaba declarando que el negocio publicitario estadounidense “ha creado una demanda para un producto de valor dudoso. Así como un posible riesgo para la salud.”

El artículo señaló cuán poca investigación se había hecho en cuanto a los riesgos para la salud de estos productos antes de lanzarlos al mercado... pues la ley no requiere examen de los cosméticos. También señaló que la publicidad está dirigida al sexo más bien que a la higiene, aprovechándose de la preocupación de las mujeres (y hombres) por tener relaciones sexuales agradables.

Además, el artículo reveló que varias mujeres han tenido graves complicaciones como resultado de usar estos productos y que las personas perjudicadas por esos productos han entablado grandes pleitos judiciales. Después de demostrar que estos aerosoles no hacen nada que el jabón y el agua no puedan hacer mejor, el artículo concluyó diciendo: “La solución al problema inmediato de los cosméticos genitales es sencilla. No los use.”

Señalan a las mismas conclusiones los comentarios de la Dra. Eleanor B. Easley, profesora clínica adjunta de obstetricia y ginecología del Centro Médico de la Universidad de Duke. Al escribir para un periódico profesional médico, de junio de 1973, ella declaró: “Estos preparados no son sencillamente innecesarios y/o ineficaces. Pueden ser perjudiciales. Hemos observado graves reacciones de sensibilidad a algunos de ellos. Los expertos en publicidad de la Avenida Madison —muy a sabiendas, pienso yo— explotan las inseguridades femeninas ávidos de ganancia.”

Debido a estos hechos la Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos ha pedido que se imprime la siguiente advertencia en cada lata de esos aerosoles: “Precaución... Solo para uso externo. Rocíe a por lo menos 20 centímetros de la piel. Debe usarse frugalmente y no más de una vez al día para evitar irritación. No use este producto con un paño higiénico. No debe aplicarse a la piel cortada, irritada o que pica. Un olor persistente o extraño pudiera indicar la presencia de una condición por la cual se debería consultar a un médico. Si se desarrolla una erupción, irritación, una emisión vaginal insólita, o molestia, descontinúe el uso inmediatamente y consulte a un médico.”—Times de Nueva York del 21 de junio de 1973.

Así es que, el estar excesivamente preocupado con suprimir los malos olores corporales podría llevar a un uso o abuso imprudente de un producto, lo cual posiblemente resulte en complicaciones. Pero si uno sí tiene mucho contacto con la gente, sería bueno considerar el mantener los malos olores bajo control, pues su eficacia al tratar con la gente quizás sea estorbada si es descuidado en esos asuntos. En breve, déjese gobernar por la regla áurea: “Así como quieren que los hombres les hagan a ustedes, hagan de igual manera a ellos.”—Luc. 6:31.

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