El Sr. Ostra habla de su obra maestra
¡HOLA! Soy una ostra. Vivo en las templadas aguas de la prefectura Mie en el Japón. El nombre de mi familia es Akoya. Estamos en el negocio de la manufactura de perlas. Hace algunos años la vida era muy apacible, pero ahora, con tanta presión por la producción, toda nuestra familia está muy ocupada haciendo las populares perlas Akoya. Tenemos parientes trabajando en todo el mundo, desde la isla Thursday, Australia del Norte, hasta el mar Rojo y desde allí al golfo de California.
Al entrar en una tienda para admirar o comprar nuestras elegantes obras maestras, ¿ha considerado usted alguna vez lo que hemos tenido que pasar para producirlas? Nos han cambiado de hogar en hogar. Nos han sometido a una operación grande. Nos han tratado rudamente. Hemos tenido que trabajar asiduamente veinticuatro horas al día durante todo el año.
Recuerdos de la infancia
Cuando era muy joven, viví en agua de mar que tenía aproximadamente veinticinco grados centígrados. Desde unas balsas, sumergieron en el agua unas ramas de cedro, y yo me adherí a una de ellas. Es verdad que solo era un bebé, pero desde entonces en adelante comencé a sentirme como una ostra verdadera. Después de diez días, cuando casi tenía un centímetro de largo, fui quitado de la rama, puesto en una red de malla fina y suspendido de una balsa, junto con muchos parientes. Continuamos creciendo y constantemente fuimos cambiados a redes más grandes. Al final del año, cuando tenía cinco centímetros de largo, el criador de ostras me vendió a un cultivador de perlas. No tuve alternativa.
Me someten a una operación
Al principio el mundo de los adultos fue agradable. Se nos atendía bien y teníamos todo lo que necesitábamos. Entonces vino una sorpresa. Muchos de nosotros fuimos apiñados en una canasta de bambú y se nos dejó caer al fondo del frío mar. ¡Y sí que nos enfermamos! Pero eso no fue nada en comparación con el modo en que nos sentimos cuando repentinamente fuimos halados a las templadas aguas de la superficie. Estábamos terriblemente débiles, y el sobresalto fue tan severo que hizo que los machos eyacularan su esperma y las hembras sus huevos.
No puedo hablar por los otros, pero le diré que yo ciertamente no estaba en condiciones para lo que iba a venir. Sin embargo, el técnico en la inserción de núcleos me examinó, y declaró que yo estaba en estado excelente. Entonces me abrió e insertó una esfera cortada de la concha de un mejillón pigtoe, un extranjero oriundo del río Misisipí en los Estados Unidos. Además de este material de núcleo, trasplantó dentro de mí un trozo del manto (un órgano que cubre el interior de nuestras conchas) que él había tomado de otra ostra viva saludable. Esto envolvió al núcleo y comenzó a formar el nácar. El nácar da esa familiar apariencia perlada. La esfera que me insertó solo tenía unos cuantos milímetros de diámetro... no muy grande según las normas del lector. ¡Pero para mí fue lo que sería para usted tener una pelota de fútbol en el estómago!
El cultivador de perlas debe haber percibido lo que estábamos sintiendo porque después de la operación nos trató bondadosamente. Fuimos puestos con cuidado en canastas de metal y lentamente se nos puso en el agua para colgar de las balsas. Descansamos tranquilamente. La operación fue demasiado severa para algunos de mis parientes y como resultado expeleron sus núcleos. Después de desarrollar ciertos síntomas, estas ostras fueron retiradas. Comencé a sentirme mejor y estaba preparado para trabajar. El hacer el nácar era una protección contra el cuerpo extraño introducido en mí; pero además disfruté de este trabajo, sabiendo que alguien hallaría placer en mi perla.
Durante la primavera y el verano, me mantuvieron en agua a una profundidad de aproximadamente dos metros y medio e hice mucho nácar amarillo. En el otoño y el invierno, me bajaron a cinco metros y medio. Entonces hice menos nácar, pero rosáceo que es de mejor calidad.
Durante los tres años de trabajo, he tenido atención diaria. Se verificaban las canastas y las cuerdas constantemente en caso de daños causados por los tifones, las mareas fuertes y los insectos nocivos. ¿Sabe quiénes hacen este trabajo? Las mujeres del mar, las famosas pescadoras de perlas. Debido a que nosotras las ostras ahora vivimos en canastas, ya no es necesario que estas mujeres pasen su tiempo buscándonos, como lo hacían en otro tiempo. Ahora su trabajo consiste en halarnos arriba para una buena estregadura cuatro veces al año. ¡Eso nos gusta! Quita los parásitos y las algas marinas que se adhieren a nosotros.
¿Sabe por qué las mujeres son las que principalmente hacen este trabajo? Ahora, damas, por favor, no se ofendan. Parece que ustedes están bendecidas con más grasa que los hombres. Esto significa que pueden soportar las frías aguas del mar por períodos más largos.
Mi abuelo me dijo que estas mujeres nadan desde la juventud hasta la vejez, haciéndolo mejor cuando están en sus años treinta. Pero, abuelito se preocupaba por ellas porque no pueden respirar debajo del agua como nosotros podemos. Él pensaba que tres minutos era bastante tiempo para cualquier ser humano, pero algunas pescadoras de perlas permanecían sumergidas más tiempo que eso. Pobre abuelito, siempre andaba preocupado, pero jamás vio a una mujer del mar morir por haber permanecido sumergida demasiado tiempo.
‘Perlas de sabiduría’
Ahora le voy a dar algunas sugerencias para comprar nuestras obras maestras. Puede llamar mis sugerencias ‘perlas de sabiduría.’ Ante todo, recuerde que las perlas vienen en muchos colores, formas y tamaños. Algunas son rollizas y redondas; otras, pequeñas e irregulares. Las perlas de forma rara, que se llaman barruecos, frecuentemente se usan para aretes y pendientes. El barrueco azul, aunque es popular, realmente es el producto de ostras enfermas. ¿Lo sabía usted?
En el pasado, las mujeres de mayor edad frecuentemente deseaban las elegantes perlas negras y azules, mientras que las damas más jóvenes escogían las rosadas; las perlas blancas y plateadas eran las que preferían las que estaban en las edades intermedias. Ahora el color más deseado es el rosado, seguido por el blanco. En piezas individuales de joyería, los anillos de perla ocupan el primer lugar en la venta, aunque, calculadas por peso, se venden más perlas como collares. Los fabricantes se están esforzando por desarrollar una amplia variedad de engarces para lucir las perlas en sus diversos colores. Bueno, ¿qué le parecería una llamativa perla verde? También hacemos ésas.
Una perla de buena calidad tiene una gruesa capa de nácar, y eso le da un lustre que dura por cientos de años. Nuestras gemas, al tener un lustre perloso intenso, frecuentemente dan la impresión de un color rosado centelleante en el centro. Las mujeres opinan que estas perlas son hermosas, pero muchos hombres las consideran una amenaza para sus libretes de cheques. Una palabra de precaución: No compre perlas que tengan tenues manchas de color pardo o gris. En unos cuantos años éstas se descoloran. Además, el nácar de las perlas blancas a menudo es delgado y su lustre inicial desaparece pronto.
Dado que el peso gobierna el precio de las perlas, quizás quiera comprar una de tamaño más pequeño. Por ejemplo, más bien que comprar un collar de perlas uniformes de siete milímetros, ¿por qué no compra uno que tenga gemas de seis milímetros tres cuartos? Cuesta mucho menos, y pocas personas notarán la diferencia.
Oh, ¿sabía usted que la Biblia contiene una ilustración que refleja el valor de las perlas? Sí, Jesucristo comparó el reino de los cielos a una “perla de gran valor.” (Mat. 13:45, 46) Por supuesto, en nuestra opinión, todas nuestras perlas son valiosas. ¡Dedicamos mucho tiempo y energía para producir cada una de ellas! Pero, reconocemos que en las manos humanas nuestros productos varían inmensamente en valor y precio. Una perla de calidad excelente es una esfera perfecta, grande y sin horadar. Es posible tratar cualquier falla insignificante de modo que quede casi invisible. Las perlas verdaderamente negras son las más valiosas.
¿Genuinas, o de imitación?
Nos halaga el que los hombres traten tan intensamente de imitar nuestras perlas. ¡En un tiempo las perlas hechas por el hombre no eran nada más que el polvo de escamas de ciertos peces aplicado a bolillas de vidrio! Ahora ustedes hacen cuentas de las perlas “defectuosas” molidas con conchas de ostras y mezcladas con plástico. De mala gana confesamos que algunas de estas perlas artificiales son muy buenas. A primera vista, hasta los que son expertos entre ustedes tienen dificultad en distinguir la diferencia. Pero, naturalmente, nosotras las ostras esperamos eso. ¡Después de todo, ellos solo son criaturas humanas!
¿Conoce usted la diferencia entre las perlas genuinas y las de imitación? Si la perla ha sido horadada para enhebrar, la imitación tendrá marcas reveladoras. Debido a la producción en masa, habrá una leve protuberancia a cada lado del agujero. Ahí es donde las cuentas han sido cortadas una de otra. Lo que es más, las perlas de un collar o un prendedor no serán de color idéntico si son perlas genuinas y de buena calidad, pero las de imitación siempre lo son.
Ahora, por favor, eche otra mirada a nuestra genuina marca hecha por ostras. No hay dos que tengan la misma cara. Uno puede notar fallas en ellas. Estas mismas marcas prueban que no fueron hechas por máquinas, sino por nosotros... maestros perleros de la profundidad. Naturalmente, una perla cara tiene pocas fallas.
Suponga que todavía no puede distinguir la diferencia entre las perlas de imitación y las genuinas. ¿Qué se puede hacer? Bueno, los japoneses las prueban con los dientes. Por ser de superficie irregular, la perla verdadera se prende de la parte delantera de los dientes. Por otra parte, la perla de imitación se desliza. Si la incertidumbre persiste, ¿por qué no lleva la perla a un joyero? Él la pesará. Debido a la capa de nácar, la perla verdadera es más pesada. Pero quizás la prueba más positiva consiste en someter la perla a un rayo de luz ultravioleta en una habitación oscura. Solo la perla de imitación tendrá un brillo blanco. Aun sin la ayuda de un experto, uno puede considerar su lustre. La perla genuina tiene cierta calidez que hace que la de imitación parezca fría.
El cuidado de las perlas
¿Puedo pedirle que cuide de nuestras obras maestras? El ácido las daña, y después de unas cuantas horas, la transpiración humana comienza a afectar la perla. Por eso es bueno usar una gamuza o un paño suave para limpiar las perlas después de usarlas. El detergente, el perfume y el maquillaje también perjudican las perlas, haciendo que pierdan su lustre. Así es que, por favor, tenga cuidado.
Bueno, he alcanzado la edad de seis años. Eso significa que me estoy haciendo viejo. Pronto les entregaré la obra maestra de toda mi vida. Espero que la disfruten y la atesoren.