El abuso de la bebida pone en peligro a los jóvenes
¿SABÍA usted que aproximadamente catorce de cada cien alumnos varones de los cursos superiores de escuela secundaria en los Estados Unidos se emborrachan una vez a la semana? Aproximadamente el 23 por ciento de todos los estudiantes de escuela secundaria bebe hasta embriagarse al menos cuatro veces al año. Esto es lo que indica el Segundo Informe Especial sobre “Bebida y Salud” sometido a la consideración del Congreso de los Estados Unidos por el Instituto Nacional sobre el Abuso de las Bebidas Alcohólicas y el Alcoholismo.
El Dr. Morris E. Chafetz, director del Instituto, informa que los jóvenes recurren a la bebida con “uso casi universal” y “alto porcentaje de mal uso y abuso.” Según Don Phelps, el director de prevención del Instituto, el 50 por ciento de los jóvenes de 18 a 21 años de edad examinados admitieron estar usando bebidas alcohólicas al conducir automóviles. Y declaró, “Cada vez son más los jóvenes que se están volviendo a las drogas y a las bebidas alcohólicas al mismo tiempo. . . . Entonces toman una dosis excesiva de dos tipos de drogas en vez de uno.”
El abuso de la bebida ha sido llamado ‘El problema de droga número uno’ en los Estados Unidos. También pone en peligro a jóvenes de otros países. Hace tiempo que Francia tiene un grave problema de alcoholismo entre los niños.
Cuando los jovencitos que han estado bebiendo bebidas alcohólicas se ubican en el asiento del conductor, el peligro crece considerablemente. Por ejemplo, un sociólogo halló que en Londres, Ontario, Canadá, los accidentes automovilísticos que envuelven a varones de dieciocho y diecinueve años de edad que han estado usando bebidas alcohólicas se triplicaron y aún más después que la edad legal para poder beber fue rebajada a dieciocho años de edad en 1971.
Muchos adolescentes ingleses están cambiando de los narcóticos a la bebida. ¿Por qué? Porque no pueden pagar los extremadamente altos precios que piden los promotores de drogas. Marcus Grant, director del Centro de Educación del Alcohólico de Londres, dice: “Cuando llegan a los 18 años y se les permite entrar legalmente en una taberna inglesa, muchos de ellos están en camino de convertirse en alcohólicos empedernidos.”
No se piense, sin embargo, que el abuso del alcohol entre las personas jóvenes pone en peligro solamente a los adolescentes. ¡Lejos de ello! En niños de nueve a doce años de edad se ha hallado alcoholismo grave. Tomemos el ejemplo de una muchachita que ahora tiene diecinueve años de edad. Empezó a beber a los once. “Bebía camino a la escuela y lo guardaba [el licor] en un biberón para poder sorberlo durante todo el día,” admite ella. Se calcula que en los Estados Unidos hay 450.00 alcohólicos entre adolescentes y niños.
En una cafetería escolar, los estudiantes pueden agregar una mezcla de whisky o ginebra a la leche. Algunos jovencitos dejan de asistir a algunas horas de clase para beber bebidas alcohólicas hurtadas, o las que les compran las personas mayores. Otros estudiantes beben durante los recreos, en eventos deportivos y durante las reuniones que se efectúan después de la escuela. Concerniente a una reunión realizada por un grupo de estudiantes universitarios al fin del semestre, un consejero declaró lo siguiente: “Nunca vi nada como este año. Estaban bebiendo como si no hubiera mañana.”
¿Qué importa?
Algunas personas jóvenes quizás crean que no importa que beban bebidas alcohólicas. De hecho, a muchos padres parece no importarles. Según Don Samuels, coordinador para la educación referente a las drogas: “A menudo cuando informamos a un padre que su hijo no está obrando del modo como debiera y que huele a licor la reacción es: ‘¡Gracias a Dios! Pensaba que era un aficionado a las drogas.’” Sin embargo el Dr. Morris E. Chafetz ha llamado al alcohol “la droga más devastadora... la más mal usada de todas.” ¿Es la bebida realmente tan mala?
“Aun pequeñas cantidades de alcohol en la corriente sanguínea tienden a afectar el sistema nervioso igual que un deprimente, y concentraciones del 0,4 por ciento (cuatro décimas de uno por ciento) y más pueden provocar el coma y la muerte,” escribió Michael P. Acker, M.A. (en The Wets and The Drugs, Drinking—What Are The Risks?). Entre otras cosas declaró:
“En cantidades moderadas y en bajas concentraciones, el alcohol aumenta el deseo de comer, estimula la secreción de jugos digestivos, y promueve la digestión. Grandes cantidades de alcohol en altas concentraciones pueden ocasionar trastornos digestivos. Si se llega a la embriaguez se puede detener la digestión y puede provocar el vómito. . . .
“Pequeñas cantidades de alcohol en la sangre también afectan ligeramente la visión, el juicio, la deliberación y el control muscular. Grandes cantidades dificultan seriamente y hasta bloquean estas facultades sensoriales y mentales. Cuando el juicio y la discriminación están debilitados, el bebedor puede actuar con una especie de libertad, que da la impresión de que la persona se siente estimulada. En realidad los centros superiores del cerebro están deprimidos más bien que estimulados. La ‘euforia’ del alcohólico es producida por una sensación de alborozo causada por la reducción de las inhibiciones y la debilitación del juicio.”
Es interesante el hecho de que la Biblia dice: “El vino es burlador, el licor embriagante es alborotador, y todo el que se extravía por él no es sabio.” (Pro. 20:1) Esto no quiere decir que el vino sea un “burlador” en sí mismo, sino que el beberlo hasta el punto de embriaguez, produce efectos que no son provechosos. Tuerce las funciones cerebrales del bebedor intemperante, haciéndolo aparecer ridículo.
Los jóvenes razonables no toman a la ligera el abuso del alcohol, encogiéndose de hombros y diciendo: “¿Qué importa?” Los peligros físicos y mentales producidos por tomar en exceso son de conocimiento común.
Hasta los que beben en exceso pueden darse cuenta de que la situación puede volverse peligrosa. Un joven de Los Ángeles, California, admitió: “Me empecé a emborrachar cuando tenía nueve años. . . . Dejé de hacerlo cuando tenía quince. ¿Por qué? Me estaba muriendo.” Y continúa diciendo:
“Durante años estuve casi siempre borracho. Los últimos ocho meses antes de buscar ayuda me quedaba a oscuras en la habitación, excepto para beber. Hacia el final dejaba de comer durante semanas; simplemente miraba televisión y bebía hasta perder el sentido. Mi madre me traía la comida. Yo la dejaba en el piso. Oía a las cucarachas revolviéndola. Estaba débil.
“Entonces, un día me di cuenta de que tenía que hacer una elección: Tratar de dejar de beber, volverme loco, o morir.”
Enfrentándose a las causas
¿Por qué es que tantas personas jóvenes se encuentran en peligro por el abuso de la bebida? Hay muchas razones. Note algunos de los principales factores envueltos y qué podría hacerse acerca de ellos.
Se ha puesto de moda en muchos lugares el beber bebidas alcohólicas. Los jóvenes ven a los adultos beber en el hogar, en restaurantes y por todas partes. Quizás usted sea un padre con hijos muy jóvenes. Este pudiera ser el tiempo de pensar seriamente acerca del uso del alcohol en su hogar. Sus hijos probablemente seguirán su ejemplo. ¿Es este un buen ejemplo? En algunos lugares, por supuesto, la ley hasta prohíbe a los padres dar bebidas alcohólicas a sus hijos menores.
¿Es usted una persona joven? Bien, posiblemente otros jovencitos lo molestarán o lo pondrán en ridículo si no se les une en beber bebidas alcohólicas. Quizás le digan que es inmaturo, que no es fuerte, si no es capaz de beber mucha cerveza, vino o licor. Pero piense en esto. ¿Qué proceder es verdaderamente más fácil? ¿Beber con la muchedumbre o decir No? ¿Quién es más fuerte? ¿El joven cuyo valor se desmorona, o el que tiene suficiente sentido común para rehusar? La respuesta es obvia, ¿no es así?
El hecho es que los que abusan de la bebida no muestran madurez. “El alcohólico se retira del mundo del adulto y la infancia, física y psicológicamente,” según el Dr. Giorgio Lolli, quien agrega: “Sus percepciones mentales y sensaciones corporales se hacen indistinguibles. Igual que el niño, se vuelve impotente y necesita el cuidado de un bebé.”
¿Por qué desean los jóvenes compañeros que uno se emborrache, de todos modos? Quizás esperen hacer de uno un espectáculo cuando diga tonterías, tambalee y se caiga, o pierda su control de otro modo. Entonces quizás se rían y lo traten cruelmente. ¿Es eso lo que quiere?
Si uno toma en exceso, podría enfermarse hasta el grado de vomitar. ¿Cree que los otros jovencitos lo ayudarían? ¿O que lo abandonarían a causa de su estado? Una idea nada agradable, ¿no es verdad? Bueno, ¿es esto lo que desea?
Supongamos que se trate de una jovencita y otros jóvenes la emborrachan. Al recuperarse probablemente se sienta desgraciada. ¿Pero qué hay si sus motivos fueran crasamente inmorales? Con las inhibiciones debilitadas, quizás hasta indefensa, podría participar en conducta sexual impropia que podría arruinar su vida. ¿Desea que eso le suceda?
Es prudente considerar las posibles consecuencias. Como padre, ¿por qué no averiguar si sus hijos están experimentando presiones o problemas relacionados con el alcohol? Hábleles bondadosamente de esos asuntos. Si es necesario un cambio de asociaciones, exija que se hagan algunos ajustes. Y ustedes jóvenes hablen francamente con sus padres o tutores acerca de estas cosas. Obren para escapar a los peligros del abuso de la bebida.