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  • La mosca común... ¿un villano sin virtudes?
  • ¡Despertad! 1975
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¡Despertad! 1975
g75 22/10 págs. 25-26

La mosca común... ¿un villano sin virtudes?

PARA muchos de ustedes de la raza humana, los miembros de mi familia son villanos sin una pizca de virtudes. El contacto entre nosotras dos muy a menudo incita a ustedes a asir un matamoscas o una lata de insecticida. Pero hay cosas que ustedes debieran considerar antes de decidir que no tenemos ninguna virtud.

Es cierto, a muchos escritores les gusta pintarnos como verdaderas amenazas. De hecho, uno de ellos llamó a mi familia, formalmente conocida como Musca domestica, el “animal más peligroso en los confines de los Estados Unidos.” Se expresó este punto de vista debido a la creencia común de que nos gusta la suciedad y la contaminación, y suministramos medio de transporte para todo un ejército de microbios. Culparon a las moscas cargadas de microbios por una epidemia de tifus que mató a diez veces más soldados que las balas durante la guerra hispanoamericana de 1898.

Custodios de la Tierra

No puedo negar que esos incidentes hayan ocurrido. Pero como mosca doméstica, quisiera explicar cómo pudiéramos hallarnos envueltas en asuntos sórdidos como el de la epidemia de tifus.

Se debe a la clase de vida que llevamos. Nuestro lugar es al campo raso donde servimos de custodios de la Tierra. Emprendemos la tarea diaria de consumir toneladas de materia descompuesta, enjambrando alrededor de una acumulación de desperdicios. El gran apetito que tenemos nosotras las moscas encaja bien con el papel de custodios para el cual hemos sido destinadas.

Cierto, los problemas han surgido con el transcurso de los años, pero esto se debe principalmente al modo en que viven los hombres o a los cambios que han efectuado en el ambiente. La gente ha contaminado la Tierra y creado condiciones insalubres en las ciudades grandes. La gente arroja la basura a lo largo de las carreteras o en los campos de excursión, y en las ciudades se usan grandes espacios abiertos que han sido terraplenados para vaciar toneladas de desechos. Mientras revoloteamos por ahí en nuestras tareas de custodios, recogemos microbios en esta materia en descomposición. En estas condiciones de contaminación creadas por el hombre, es un hecho que la mosca doméstica puede convertirse en enemiga de la salud de ustedes.

Considerando que los microbios que portamos pueden dañarlos a ustedes, sería prudente acumular los desperdicios de tal modo que no podamos llegar a ellos. Los receptáculos que se usan para los desperdicios deben tener tapa. También, usen telas metálicas, si es posible, en las ventanas. Si no las tienen, cierren las ventanas antes que salga el Sol y nosotras empecemos a bullir. Y de igual importancia, no dejen alimentos descubiertos, pues pudiera servirnos de invitación para almorzar.

Cómo esparcimos los microbios

No tenemos mandíbulas para masticar, de modo que ingerimos todo nuestro alimento en forma líquida. Sencillamente disolvemos nuestro alimento en un líquido que expelemos y luego lo chupamos nuevamente. Este líquido o fluido es nuestra propia saliva o líquido previamente tragado que hacemos regurgitar. Sin embargo, puede que haya microbios en los restos del líquido que dejamos atrás.

También podemos dejar microbios por donde andamos. En el extremo de nuestras seis patas hay acolchados pegajosos, excelentes para caminar hacia arriba por las paredes, o cabeza abajo en el cielo raso. Pero cuando colocamos una pata, pueden quedar depositados algunos microbios. Sin embargo, es vital para nosotras tener las patas apoyadas en el suelo, puesto que es por medio de órganos del gusto ubicados en las puntas de nuestras patas que sabemos qué alimentos son de nuestro agrado.

Algunos de ustedes quizás piensen que tenemos pocas virtudes simplemente debido al modo en que pasamos nuestra niñez... en un montón de excrementos de vaca o estiércol de caballo. La Sra. Mosca escoge este inverosímil lugar para nuestro nacimiento depositando sus diminutos huevos en el estiércol caliente. Puesto que los huevos son pequeños, se pueden hallar cientos de larvas de moscas, llamadas cresas, compartiendo el mismo alojamiento.

Las cresas no tienen patas, ni pies, y apenas tienen cabeza. Están hambrientas desde que comienzan a vivir. Después de salir de su cápsula, inmediatamente empiezan a devorar su vivienda. Después de solo seis días de vida, cuando se completa su crecimiento, ¡han aumentado a 800 veces el peso que tenían al nacer! Los hábitos carnívoros de las cresas han atraído la atención de los médicos entre ustedes, que las han colocado en heridas para que estas criaturitas las limpiaran al comer los tejidos muertos o moribundos.

Puede que el período larval de una mosca doméstica dure solamente alrededor de una semana. Durante este período muda de piel varias veces y alcanza una longitud de doce milímetros. Luego migra a la superficie del estercolero, donde se transforma en pupa. Después de otros tres días, la pupa se raja y sale arrastrándose una nueva mosca doméstica, completa con todo el equipo para volar y comer.

Equipadas de modo asombroso

De la cabeza a la cola nuestro cuerpo mide seis milímetros. Ustedes pueden reconocer al Sr. Mosca por un tinte amarillo castaño del cuerpo. La Sra. Mosca, en contraste, tiene un tinte rojizo. Los órganos más notables de nuestro cuerpo son los ojos, que ocupan la mayor parte de la cabeza. Maravillosamente construidos, son como pequeños telescopios uno muy cerca del otro. Nos permiten mirar en toda dirección al mismo tiempo, y esto explica por qué se les hace difícil cogernos.

Dentro de nuestro cuerpo hay músculos motores que dan a nuestras alas una maniobrabilidad que está al nivel de la que tienen los mejores voladores del reino de los insectos. Mis parientes pueden volar hacia atrás y adelante, revolotear sobre un sitio, o zumbar cabeza abajo. Nuestras fuertes alas, que baten a la velocidad de más de 300 veces por segundo, nos permiten volar largas distancias en un solo vuelo.

Además de ser buenos voladores, el Sr. y la Sra. Mosca Común pueden jactarse de que se les considera entre los más grandes progenitores del reino de los insectos. La Sra. Mosca tiene menos de sesenta horas de vida cuando deposita sus primeros huevos. Según los cálculos científicos, una sola pareja, en condiciones ideales, que empezara la reproducción en abril podría, al llegar agosto, si vivieran todas las moscas, cubrir la Tierra con una capa de su prole de ¡más de tres pisos de alto!

Pero, por supuesto, esto jamás podría suceder. Durante el verano, las moscas viven solo unos treinta días. Además, los enemigos matan enormes cantidades.

No obstante, muchas de nosotras sobrevivimos hasta el otoño, o más tarde en zonas templadas. Podemos continuar criando durante todo el invierno, aunque no tan rápidamente. El que podamos soportar climas severos asegura que año tras año habrá nuevas generaciones de nosotras. Eso significa que ustedes tienen que estar constantemente alerta para proteger sus viviendas y los alimentos.

Claro está, si no hubiera contaminación ambiental ni tuvieran ciudades con sus barrios bajos, ustedes probablemente no tendrían que preocuparse por nuestra presencia. Entonces podríamos trabajar más cabalmente para beneficio de ustedes.

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