BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g75 8/12 págs. 17-20
  • ¿Es el modo de vida industrial un fracaso?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Es el modo de vida industrial un fracaso?
  • ¡Despertad! 1975
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Crecen los problemas
  • Un vuelco desastroso
  • Más problemas
  • Una esperanza vana
  • Se requiere un cambio drástico
  • ¿Qué causó esto?
    ¡Despertad! 1971
  • Parte 4: ¿A qué ha conducido la revolución industrial?
    ¡Despertad! 1992
  • El gran negocio del espionaje industrial
    ¡Despertad! 1973
  • La tecnología... cómo nos afecta
    ¡Despertad! 1985
Ver más
¡Despertad! 1975
g75 8/12 págs. 17-20

¿Es el modo de vida industrial un fracaso?

¿HA FRACASADO el modo de vida industrial? A algunas personas les es fácil contestar Sí a esa pregunta. La evidencia de los años recientes pone de manifiesto que las naciones industriales están en graves dificultades.

Sin embargo, pregúnteles a las personas mayores que acostumbraban obtener su agua potable de un pozo o de un manantial en toda clase de tiempos si prefieren eso, o si prefieren las instalaciones sanitarias dentro de de la casa con un suministro de agua “al instante.” ¿Conoce a muchas personas que continuarían usando un retrete fuera de la casa si tuvieran disponible uno dentro de ella?

¿Hay muchas personas que preferirían las lámparas de querosén si tuvieran luces eléctricas? ¿Querrían lavar su ropa golpeándola contra las piedras o refregándola a mano contra una tabla de lavar si pudieran usar una máquina de lavar? ¿Escogerían caminar kilómetros para hablar brevemente con alguien más bien que tomar un teléfono y comunicarse instantáneamente?

Para darse un baño de agua caliente muchos individuos acostumbraban cargar desde afuera con baldes de agua, calentarla con un fuego a leña y llenar una tina. (Muchos todavía lo hacen.) Pregunte a una persona de edad si eso es lo que prefiere, si eso le agrada más que abrir un grifo de agua caliente en un cuarto de baño moderno.

En el mundo actual pocas personas escogerían volver a las costumbres antiguas en cosas como estas. Entonces no hay duda de que el modo de vida industrial ha producido cambios que muchas personas prefieren. Es por eso que esperaban con tanta confianza que la “Revolución Industrial” que comenzó alrededor del año 1600 daría por resultado un maravilloso modo de vivir.

Se había pensado que los artefactos que ahorran trabajo, las comodidades, el transporte y la comunicación rápidos mejorarían constantemente la vida. Por lo tanto, muchos recibieron la tecnología con entusiasmo. Y cuando se inventaron cosas como automóviles, aviones, teléfonos, luces eléctricas y radios, cada vez más personas quedaron convencidas de que ciertamente había amanecido una nueva y brillante era.

En las pasadas pocas décadas el proceso cobró velocidad. Vino a la existencia la televisión, así como también los computadores, la automatización, los satélites espaciales, los aviones de reacción y complicadas máquinas de muchas clases.

Aunque los beneficios de las máquinas se hicieron patentes desde luego, no sucedió así con los problemas más serios. Al principio los problemas parecían ser relativamente insignificantes. Pero entonces comenzaron a crecer.

Crecen los problemas

Hasta la llegada de la Revolución Industrial, la norma de vida acostumbrada de la gente era la agricultura. Había pueblos pequeños, pero muy pocas ciudades grandes. Aun las pocas ciudades que existían tenían un aire rural, sin grandes edificios de muchos pisos.

Sin embargo, la llegada de la era industrial cambió eso. A fin de producir máquinas, tenía que haber fábricas. Para que las fábricas tuvieran operarios, los obreros tenían que mudarse cerca de su lugar de trabajo, ya que en ese entonces no existían medios rápidos para llegar al trabajo. Así es que cada vez más personas dejaron las granjas y se mudaron a las ciudades. Con el tiempo, cientos de millones de personas se aglomeraron en las ciudades por todo el mundo.

Por ejemplo, en el Japón antes de la II Guerra Mundial había aproximadamente quince millones de trabajadores agrícolas; ahora esta cantidad ha descendido a seis millones y medio. En contraste con el tiempo en que aproximadamente 400.000 nuevos graduados de las escuelas secundarias se quedaban cada año en las granjas para seguir con el trabajo de la familia, ahora solo lo hacen unos 20.000 cada año. Sin embargo el Japón ahora tiene más de 100.000.000 de habitantes.

Ocurrió otro cambio perturbador. Antes de la Revolución Industrial, muchos artesanos podían obtener alguna satisfacción de su trabajo, puesto que, hasta cierto grado, implicaba su propia iniciativa y genio inventivo. Pero en las fábricas las máquinas regían y fijaban el paso. Muchos trabajadores llegaron a considerar esto como una clase de esclavitud a las máquinas.

También, las máquinas a menudo reemplazaban a trabajadores cuyas habilidades ya no se necesitaban. Estos trabajadores desalojados no siempre pudieron aprender un nuevo oficio.

Un vuelco desastroso

A la vez que esos problemas crecían, se pensaba que la ciencia y la técnica hallarían las soluciones. Así es que al empezar el siglo veinte, todavía se consideraba que la humanidad estaba entrando en una “era dorada.”

Entonces llegó un golpe aplastador. Las mismísimas máquinas que se suponían ayudarían al hombre se volvieron contra él durante la I Guerra Mundial, de 1914 a 1918. Casi diez millones de hombres fueron muertos. Nuevos artefactos tales como la ametralladora, el submarino, el tanque, el avión y otros se cobraron una aterradora cantidad de víctimas.

Así por primera vez en la historia se habían hecho disponibles armas para la matanza en masa... un resultado directo de la Revolución Industrial. La era industrial también contribuyó de otro modo a la guerra: una de las razones para el conflicto fue que las potencias europeas se desafiaban mutuamente para descuartizar el mundo a fin de conseguir materias primas y mercados para sus industrias crecientes.

En el libro Promise of Greatness, The War of 1914-1918, en un capítulo del autor inglés Richard Rees, se señala: “La guerra de 1914 a 1918 sacó a luz dos hechos: primero, que el desarrollo tecnológico había alcanzado el punto en que solo podía continuar sin desastre en un mundo unido y, segundo, que las organizaciones políticas y sociales que entonces existían en el mundo hacían imposible su unificación.”

Esto fue cierto porque, poco después de la I Guerra Mundial, las naciones industriales se embarcaron en otra carrera armamentista, que culminó en la II Guerra Mundial, desde 1939 a 1945. Se desarrollaron armas aun más horrendas para la destrucción en masa, incluso bombas atómicas. Como resultado, la matanza fue mucho más grande. ¡Se calcula que 55.000.000 de personas fueron muertas! Y hasta este día, las industrias siguen produciendo armas más destructoras que nunca antes. Las naciones ahora gastan aproximadamente 240 mil millones de dólares cada año en armamentos.

La era industrial había creado un ‘monstruo Frankenstein’ que se ha vuelto contra sus inventores. Esto se reconoció, durante la II Guerra Mundial, en una carta interesante escrita por Orville Wright, quien, junto con su hermano Wilbur, había sido precursor en el desarrollo del avión. Esta carta se escribió a Henry Ford, precursor de la producción en masa del automóvil. Wright señaló:

“Wilbur y yo pensábamos que el avión aceleraría la paz mundial. Hasta ahora parece haber hecho lo contrario.

“Sospecho que cuando usted introdujo la producción en serie —uno de los grandes inventos de todas las épocas— poco se imaginó que treinta y cinco años más tarde se usaría para construir tanques para la destrucción mundial.

“Parece que no se puede introducir algo provechoso sin que alguien halle un uso malo para ello.”

Más problemas

Poco podían saber estos hombres que esos inventos así como otros proporcionarían aun más dificultades en los años por venir. Por ejemplo, en las fuertemente industrializadas naciones de Europa y de las Américas los sistemas de transporte se están haciendo cada vez más engorrosos y no confiables.

Durante las horas de mucho tráfico en las grandes zonas metropolitanas, el tránsito se congestiona extremadamente. Millones de personas que hacen el viaje de ida y vuelta al trabajo en auto experimentan un tránsito lento, contaminación, irritación y pérdida de tiempo. Hasta el espacio aéreo alrededor de las grandes ciudades está más congestionado con una gran cantidad de tráfico aéreo.

En los Estados Unidos, como en otras partes, el automóvil ha resultado ser una de las armas más letales jamás diseñadas. ¡Desde la invención del automóvil, han muerto más estadounidenses debido a este que los que han perecido en las guerras del país!

En el libro Ark II, los autores Dennis Pirages y Paul Ehrlich declaran:

“El movimiento histórico en el transporte a larga distancia del tren al autobús y del auto al avión se define similarmente como progreso. Sin embargo, desde un punto de vista ecológico, cada paso ha representado un retroceso puesto que cada uno es menos eficiente en el uso de la energía. . . .

“En realidad, es dudoso que la revolución en el transporte haya aumentado substancialmente la calidad de la vida según se mide por la felicidad personal. Cuando se alistan todos los costos sociales, de recursos, y ambientales provinientes de los autos y aviones, puede que el mundo comprenda que el progreso debiera haberse detenido con las bicicletas, los trenes, los tranvías y los barcos de velas.”

Una esperanza vana

Se esperaba que con el acrecentamiento de la industrialización, las malas condiciones de vida serían eliminadas. Pero el caso es que esa esperanza ha resultado ser vana. Siempre ha habido millones de personas pobres, y muy pobres, en los países industriales.

El profesor de la ciencia de gobernación Herbert Muller de la Universidad de Indiana dice: “Una creciente abundancia de bienes materiales hizo más patente una falta elemental del industrialismo: constantemente faltó en cuanto a proveer a una gran cantidad de trabajadores las necesidades mínimas para una vida decente... una dieta adecuada, atención médica adecuada, hogares decentes, alrededores agradables. Las condiciones de vida eran sumamente espantosas en los nuevos pueblos industriales. . . . continuarían los barrios bajos, especialmente en la acaudalada América del Norte, y junto con ellos otros males fundamentales que empeorarían.”

Otros “males fundamentales” como el crimen, la contaminación, la congestión, la afición a las drogas, la pobreza y el hambre ciertamente han empeorado. Lo mismo ha sucedido con las enfermedades asociadas con las presiones de la vida industrial, tales como las enfermedades cardíacas, los trastornos mentales y el cáncer.

El profesor Muller cita una razón para estas angustias: “¿Por qué tal descuido o hasta desprecio de los valores humanos elementales? La respuesta inmediata me parece igual de obvia: se debió a la alardeada libre empresa privada que creó el industrialismo, en el interés de la ganancia privada.” Él declara que los “héroes” de la Revolución Industrial “se distinguieron por la explotación, el saqueo, y fraude, en una escala colosal.”

El egoísta agarro de ganancias y poder ha plagado el modo de vida industrial. A menudo es la razón por la que se prosigue con nuevos inventos a pesar de las consecuencias. Por eso, aunque una máquina o procedimiento nuevo parezca ayudar en una zona, puede crear problemas en otra. Como declara un redactor contribuyente de la revista Harper’s, John Fischer:

“Estoy persuadido de que la tecnología es un sirviente de solo limitada utilidad, y muy indigno de confianza. Cuando sí soluciona un problema, a menudo crea dos nuevos... y sus efectos secundarios por lo general son difíciles de prever. . . .

“Cada vez que uno mira a una de las maravillas de la tecnología moderna, uno halla un derivado... no planeado, no previsto, y a menudo letal. . . .

“Lo que es más, la tecnología parece funcionar mejor en cosas que nadie realmente necesita, como recoger piedras de la Luna o construir aviones de transporte supersónicos. Cuando tratamos de aplicarla a algo serio, por lo general fracasa.”

Aun peor, los problemas creados por la tecnología ahora ponen en peligro la mismísima existencia de toda la familia humana. El Times de Nueva York informó de esta conclusión que sacó un grupo de científicos: “Las tensiones y esfuerzos producidos por su propia velocidad de adelanto tecnológico son tales que no solo están dejando al hombre incapaz de adaptarse —tanto física como mentalmente— sino que están poniendo en peligro su mismísima supervivencia.”

Se requiere un cambio drástico

¿Qué hay que hacer para solucionar todos los imponentes problemas que aumentan con cada año que pasa? En el libro An Inquiry into the Human Prospect, Robert Heilbroner dice: “Creo que la solución a largo plazo requiere nada menos que un gradual abandono de las técnicas letales, los modos de vida incompatibles, y la peligrosa mentalidad de la misma civilización industrial.”

¿Qué implica esto? Heilbroner agrega: “Implica una barredora reorganización del modo de producción de maneras que no se pueden predecir, pero que parecerían inferir el fin de la fábrica gigantesca, de la oficina enorme, y quizás del complejo urbano.”

El psicoanalista Erich Fromm declara que las actuales enfermedades de la sociedad industrial se pueden tratar “solo si todo el sistema que ha existido durante los pasados 6000 años de historia puede ser reemplazado por uno fundamentalmente diferente.” [Las cursivas son nuestras.]

¿Cree usted que es probable que los hombres mismos realicen semejante cambio, reemplazando “todo el sistema”? Seguramente nadie puede decir que no han tenido tiempo hasta ahora para hacerlo. Más bien, su concentración en el interés egoísta a costa de otros nos dice que cambios tan drásticos como los que se necesitan desesperadamente no vendrán por la voluntad del hombre.

¿Significa esto que no vendrán en absoluto? Por el contrario. ¡Los cambios drásticos que se necesitan, el modo de vivir completamente nuevo que se precisa para suministrar paz, seguridad y felicidad para la humanidad es inevitable!

¿Quién realizará un cambio tan drástico? El Creador de la humanidad, Jehová Dios. Él ha dado su garantía de que causará “la ruina de los que están arruinando la tierra,” y de que “triturará y pondrá fin” al sistema de cosas existente.—Rev. 11:18; Dan. 2:44.

El actual sistema de cosas insatisfactorio será reemplazado por un gobierno para toda la Tierra, el reino de Dios gobernando desde el cielo. (Mat. 6:10) En la Tierra, en un orden totalmente nuevo no se permitirá que las máquinas determinen la calidad de la vida. Prescindiendo del uso que se haga de ellas será para el bien del hombre. Además, debido a que el hombre originalmente fue puesto en un parque parecido a jardín, un paraíso, halla mayor felicidad al estar rodeado por la creación natural, no por el cemento, el acero, la contaminación y el ruido. Y Jesucristo prometió la restauración del paraíso.—Luc. 23:43.

Por lo tanto, los que realmente aceptan la Palabra de Dios confían en que dentro de poco verán el fin de la codiciosa civilización industrial del hombre y su reemplazo por un sistema piadoso que resultará para la felicidad eterna del hombre.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir