Maltrato de niños... lo que se puede hacer acerca de ello
LA “EPIDEMIA” de maltrato de niños ya ha alcanzado proporciones alarmantes. Como se señaló en el artículo precedente, una variedad de circunstancias y actitudes que afectan a los padres y a las madres llevan a propinar maltrato a los pequeños.
¿Cómo pueden los padres y otros adultos hacer frente a la tendencia de maltratar a los niños? Entre otras cosas hay que comprender los resultados perjudiciales de maltratar a los niños. ¿Ha meditado usted seriamente sobre esto?
Un equipo de investigación de Pittsburgh llevó a cabo un estudio de veinte jovencitos maltratados. Un informe de este estudio explica:
“La mayoría de ellos parecían estar lesionados permanentemente, mental, física y emocionalmente. Solo dos de los veinte se podían describir como completamente normales. Más de la mitad pesaban menos de lo debido, algunos estaban extremadamente desnutridos, seis también mostraban señas de lesión al sistema nervioso central. En dos casos esto claramente fue el resultado de golpes recibidos en la cabeza. Tres del grupo tenían marcados defectos físicos: uno tenía una deformidad del cráneo, otro parálisis en las extremidades inferiores y el tercero tenía los ojos dañados permanentemente. Otros dos eran de estatura y peso menor que lo normal, cuatro sacaron menos de 80 en las pruebas de cociente de inteligencia; cuatro estaban emocionalmente perturbados; como la mitad del grupo tenía problemas de habla.”
¿Sabía usted que efectos malos similares pueden resultar de sacudir a un niño pequeño? Esto también puede resultar en una lesión cerebral permanente. Los gritos constantes y otros ataques verbales dirigidos a los jóvenes son otras cosas que pueden lesionar permanentemente a los niños.
Las Escrituras recomiendan a todos los que desean lograr la aprobación de Dios: “Quítense de ustedes toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa junto con toda maldad.” (Efe. 4:31) Eso llega a la raíz de casi todo caso de maltrato de niños, a saber, la cólera incontrolada.
“Pero soy de genio violento”
¿Es ése su problema? ¿Qué puede hacer uno para evitar los arranques de cólera?
Es importante ver la cólera desde un punto de vista correcto. Sin duda, su propia experiencia le ha enseñado que el mundo actual considera a la cólera y a la violencia como un modo aceptable de enfrentarse a los problemas y a las presiones. Pero, ¿han demostrado las dos guerras mundiales y los numerosos otros conflictos que han resultado de esa actitud que sea provechosa?
Según las Escrituras, la cólera y la violencia no son una indicación de fortaleza, sino de debilidad. Leemos: “El necio da curso libre a toda su cólera, mas el sabio, frenándola, la calma.” (Pro. 29:11, Nieto) Al ilustrar la condición debilitada de una persona encolerizada, la Biblia dice además: “Una ciudad abierta, sin muros, tal es el hombre que no tiene el control de sí mismo.”—Pro. 25:28, Nieto.
¿Cómo puede uno contenerse mejor? Un paso básico es obedecer el siguiente consejo bíblico: “No tengas compañerismo con nadie dado a la cólera; y con el hombre que tiene arrebatos de furia no debes entrar, para que no te familiarices con sus sendas y ciertamente tomes un lazo para tu alma.” (Pro. 22:24, 25) Eso debe hacérsele a uno fácil de obedecer, porque probablemente está dentro de su poder el escoger a las personas con quien se asocia regularmente. El buscar la compañía de individuos de genio apacible ayuda a uno a tener dominio de sí mismo.
¿Puede uno evitar las situaciones en las cuales es probable que su hijo lo provoque a cólera? ¿Qué hay acerca de contratar a alguien para que cuide del bebé mientras se hacen las compras, o ir de compras a una hora en que otros miembros de la familia puedan cuidar de los niños? Cuando los niños se ponen irritables debido a estar demasiado cansados, muchos padres perspicaces interrumpen cualquier cosa que estén haciendo y se sientan con ellos en un banco o cualquier otro objeto cercano que sirva para ese propósito. Unas cuantas palabras de consuelo, más bien que un regaño, y por lo general los pequeños se calman.
Algunos quizás opinen que esto es mimar demasiado a los jovencitos que deberían saber cómo portarse y no causar tal alboroto. Pero a menudo los niños sencillamente están agotados de estar en pie por varias horas o de haber gastado sus energías de otro modo. En relación con casos de esa clase la Biblia insta a prestar atención a las quejas, diciendo: “El que cerrare sus oídos al clamor del desvalido, clamará también, y no será escuchado.”—Pro. 21:13, Versión Moderna.
¿Recuerda cuando era pequeño?
Un modo importante de evitar exasperarse con los niños es recordar cómo era cuando uno fue pequeño. Es instructiva la siguiente experiencia relatada por una periodista y madre:
“Un día un joven subió al autobús con una niña que estaba gritando y retorciéndose en sus brazos. Era casi más de lo que podía hacer para tenerla aferrada. Mientras ella lloraba a todo pulmón, él estaba muy consciente de las miradas de molestia en los rostros de las personas en el autobús. Cuando finalmente se sentó, el joven padre mantuvo una mano firme sobre la aullante masa de humanidad en sus brazos y le habló en voz baja y serena. ‘Juanita, querida,’ le dijo, ‘yo sé exactamente cómo te sientes. Tienes tanta hambre y estás muy cansada. Esto te asusta. Te hace sentir confusa. Sé que no puedes dejar de llorar. No hay modo de que puedas remediarlo. Déjame mecerte un poco. Te prometo que pronto estaremos en casa, y podrás acostarte y yo te cantaré hasta que te duermas. Sí, mi pobre nenita, sé que no puedes dejar de llorar.’”
¿Cuál fue el resultado de estos tiernos sentimientos de compasión de este padre por su hijita? “Después de unos cuantos minutos, a medida que el mensaje de comprensión penetró a través del cansancio, Juanita se tranquilizó, se chupó el pulgar y se durmió.” La observadora concluyó lo siguiente de esta experiencia:
“Si un padre trata de comprender lo que el hijo está experimentando —y reconoce haber sentido igual hace mucho— cambia toda la situación. Si usted piensa que su hijo es un mocoso malcriado que está tratando de hacerle perder la razón, entonces el deseo de devolver el golpe se hace abrumador. Por otra parte, si uno piensa para sí mismo: ‘Cuando un niñito se cansa todo el mundo se le viene abajo... y tiene que haber sucedido así alguna vez conmigo también,’ entonces puede resultar en una educación provechosa tanto para el padre como para el hijo.”
Disciplina sin ‘irritación’
¿Sugiere esto que el castigo físico, como una zurra, está completamente fuera de lugar? De ningún modo. Hay muchas ocasiones en que se necesita esa clase de castigo. La Biblia declara: “No retengas del mero muchacho la disciplina. En caso de que le pegues con la vara, no morirá. Con la vara tú mismo debes pegarle, para que libres su mismísima alma del Seol [sepulcro] mismo.”—Pro. 23:13, 14.
Pero el castigo físico no siempre es necesario; tampoco es eficaz con todo niño. Y, ¿ha observado usted que muchos padres llevan a un extremo el castigo físico? Pierden la paciencia e infligen daño que excede por mucho lo que se requiere para la corrección. Los estudios han demostrado que la mayoría dominante de los que maltratan a los niños son padres que disciplinan en exceso.
Las Escrituras advierten en contra de esto. Aunque animan a los padres a criar a sus hijos “en la disciplina y regulación mental de Jehová,” el apóstol Pablo advierte: “No estén irritando a sus hijos.” (Efe. 6:4) En otro lugar Pablo aconsejó: “Padres, no estén exasperando a sus hijos.” (Col. 3:21) Esto excluiría las palizas brutales u otras torturas físicas, así como también el atormentar a los jóvenes por medio de gritarles continuamente, rebajarlos o someterlos a otras indignidades psicológicas. Como un modelo de conducta agradable a Dios la Biblia señala a un padre que “acaricia” a los pequeños y es ‘amable’ con ellos.—1 Tes. 2:7.
Ayuda para padres que maltratan
Para vencer el maltrato de los niños es primordial ayudar a los padres. En un artículo intitulado “Es el padre quien necesita ayuda,” Edward Edelson señala:
“En casi todo caso, la cura para el maltrato de niños es dar a los padres suficiente respeto de sí mismos y dignidad para lograr las amistades profundas de las que carecen. La mayoría de estos padres han vivido en una indecible soledad, porque temen ser rechazados por sus conocidos del mismo modo que fueron rechazados por sus padres. Solo esta clase de amistad puede hacer que el padre vea al hijo desde el punto de vista correcto... no como un juguete vivo diseñado para satisfacer las necesidades de los padres, sino como otro ser humano que tiene su propia vida y exigencias.”
Para lograr relaciones personales vitales con otros adultos, algunos padres propensos a maltratar se han agrupado en organizaciones tales como “Padres anónimos,” y “Madres anónimas.” Se reúnen con regularidad para ayudar a mejorar las relaciones entre los padres y sus hijos. En algunas zonas hay centros de emergencia donde atienden a los niños de día y los padres pueden dejar a sus hijos aquí cuando la situación se pone tensa. ¿Hay un arreglo de esa clase en su zona? Una llamada al médico de familia o al hospital local o el consultar la guía de teléfonos puede poner a uno en comunicación con personas que pueden ayudar con el problema del maltrato de los niños.
Pero hay algo que es aún más eficaz que estos servicios seglares cuando se trata de desarrollar relaciones humanas que tengan importancia. ¿Qué es eso?
Guía que verdaderamente surte efecto
Con respecto a la Palabra escrita de Dios, el apóstol Pablo escribió: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa . . . para rectificar las cosas,” incluso las relaciones lesionadas entre padres e hijos. (2 Tim. 3:16) Consideremos algunos principios básicos que producen esas relaciones mejoradas.
Las personas que estudian el maltrato de los niños dicen que los padres que maltratan a sus hijos esperan mucho más de ellos de lo que pueden dar razonablemente. La Biblia ayuda a corregir esa actitud egoísta, diciendo: “Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que es necesario pensar.” (Rom. 12:3) Los adultos se sentirán inclinados a seguir ese consejo cuando reconozcan la siguiente verdad bíblica: “No hay hombre justo en la tierra que siga haciendo el bien y no peque.” (Ecl. 7:20) Todos tienen faltas, los adultos así como los niños; y cuando uno piensa en ello, ¿no son las flaquezas de los infantes y de los pequeñitos menos censurables que los hechos faltos de bondad (a veces premeditados) de los adultos?
Es cierto que a veces los niños deliberadamente se portan como malcriados y los padres tienen razón para disgustarse. Como se señaló anteriormente, puede que se haga necesario recurrir a la disciplina con la “vara” literal. Pero los padres nunca deben perder el gobierno de sí mismos al administrar la disciplina. Tienen que tener en mente el consejo bíblico: “Continúen soportándose los unos a los otros y perdonándose sin reserva,” y esto aun cuando alguien justificadamente “tiene causa de queja contra otro.”—Col. 3:13.
Las elevadas normas de la Biblia para la moral sexual constituyen otro freno para el maltrato de los niños. Los niños cuyos padres obedecen el mandato bíblico: “Huyan de la fornicación,” no tienen por qué temer el trato cruel de “amigos” o “amigas” de la madre o del padre con quien viven.—1 Cor. 6:18.
El gozo de interesarse en otros
La Palabra de Dios es especialmente sobresaliente cuando trata de la necesidad que tienen los padres propensos a maltratar a los niños de desarrollar relaciones fructuosas con otros adultos. Un principio que da resultado seguro se halla en Filipenses 2:3, 4: “No [hagan] nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino considerando con humildad de mente que los demás son superiores a ustedes, no vigilando con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás.”
Pero, ¿tiene sentido eso? ¿Es práctico tratar a otros como “superiores” a uno mismo en el actual mundo hostil? Jesucristo aseguró que, no solo tiene sentido, sino que hará que las personas traten a uno del mismo modo altruista. “Practiquen el dar y se les dará,” dijo Jesús. “Porque con la medida con que ustedes miden, se les medirá a ustedes en cambio.” (Luc. 6:38) Por qué no lo prueba y ve por sí mismo que el Hijo de Dios sabía de lo que estaba hablando.
Los principios bíblicos expuestos en lo susodicho verdaderamente surten efecto cuando se aplican. ¿Quiere hacer que resulten bien para usted? Eso requerirá que se asocie regularmente con otros que están esforzándose por mejorar las relaciones con su prójimo, incluso sus familias. ¿Dónde puede uno hallar a personas de esa clase?
Los testigos de Jehová se reúnen en sus Salones del Reino para cinco reuniones semanales. Frecuentemente las consideraciones en estas reuniones se concentran en principios bíblicos para una vida de familia feliz y en cómo padres e hijos verdaderamente pueden disfrutar de estar juntos. Se le invita a usted cordialmente a asistir al Salón del Reino más próximo a usted. Nunca se hacen colectas. Además de eso, los testigos de Jehová tendrán gusto en conducir un estudio bíblico gratis con usted y su familia, sea en su casa o en cualquier otro lugar apropiado. Si le gustaría eso, sencillamente comuníquese con los Testigos en su Salón del Reino local o escriba a los publicadores de esta revista.