Aprendiendo un nuevo idioma

ENTRE las tareas mentales más desafiadoras y exigentes se cuenta la de aprender un nuevo idioma. Sería mucho más fácil aprender un idioma si solo se tuviera que adquirir un nuevo conjunto de palabras y se les pudiera emplear de la misma manera en que se emplean las de su lengua materna. Pero no es así. A menudo hay que aprender una gramática y un modo de pensar que son enteramente ajenos a su habla nativa.

Pudiera ilustrarse lo que está implicado tomando algo de varios idiomas y traduciéndolo literalmente al español. La Traducción del Nuevo Mundo en español vierte Mateo 24:14 de la siguiente manera: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

El griego dice literalmente: “Será predicado esto las buenas nuevas del reino en entero lo habitado en testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.”

En inglés estas palabras se traducirían así: “Estas buenas nuevas del reino serán predicadas en toda la habitada tierra para un testimonio a todas las naciones; y entonces el fin vendrá.”

En japonés este pasaje diría: “Del reino estas buenas nuevas, todas las naciones a un testimonio para, habitada toda la tierra en predicadas serán. Y entonces el fin vendrá.”

El estar versado en un idioma exige aún más que el tener conocimiento de la sintaxis, o sea, la ordenación de las palabras en la oración, y el poder pensar en ese idioma. La pronunciación, el ritmo y la entonación varían de un idioma a otro.

Básicamente no hay atajos para llegar a dominar un idioma. Aun los que conocen varios idiomas confiesan que el aprenderlos les costó mucho esfuerzo. Cuando se le preguntó a un escocés que habla cuarenta y cuatro idiomas (¡imagínese!) si sabía de algún modo rápido y fácil de aprender los idiomas, contestó: “No.” Refiriéndose a sus propios logros en este campo, dijo: “Los he aprendido de la manera ortodoxa, asistiendo a clases universitarias y estudiando mucho por mi propia cuenta. No hay nada de mágico envuelto en ello. Si el idioma que uno está aprendiendo es difícil, uno simplemente tiene que esforzarse tanto más.”

Por lo tanto, el que quiere aprender un idioma debe estar dispuesto a trabajar duro. Si éste es su deseo, ¿qué puede hacer? Estudie la gramática. Lea el idioma con la mayor frecuencia posible y razonable. Trate de determinar del contexto el significado de lo que lee. Verifique sus conclusiones con un diccionario. Si es posible, asóciese con personas que conocen bien el idioma, y válgase de toda oportunidad para utilizar lo que ha aprendido. Pídales a los que realmente conocen el idioma que lo corrijan, para que sus errores graves en pronunciación o gramática no se conviertan en defectos arraigados en su modo de hablar.

Aunque el aprender un nuevo idioma sea una tarea difícil, puede ser una experiencia rica y recompensadora. No solo ensancha el entendimiento que uno tiene de las personas sino del modo en que éstas piensan. También puede servir para impedir que uno crea que su modo de hablar es el mejor. Uno de los mayores beneficios que aporta el conocer otro idioma es el poder usar ese idioma para animar y edificar a otros, haciéndoles sentir que se les necesita y se les aprecia.