Hallando a un cónyuge
“SI QUIERES ser sabio al casarte, cásate con tu igual,” dijo un poeta. ‘Pero, ¿quién es mi igual?’ quizás pregunte usted. Así es que la respuesta no tiene su principio con una mirada a través del salón de baile, sino con una mirada honrada a usted mismo. Usted también tiene sus defectos, faltas de personalidad; usted no ofrece perfección. Por otra parte, usted tiene ciertas creencias, talentos, gustos y necesidades. Esfuércese por verlos.
Adicionalmente, es preciso que usted determine su propio grado de preparación para el matrimonio. No basta con simplemente estar dispuesto a decir “Sí.” Tiene que estar listo y capacitado para “amar, honrar y cuidar con ternura,” como el matrimonio lo exige. ¿Entiende bien lo que está incluido en los papeles que el esposo y la esposa desempeñan? ¿Tiene usted un punto de vista práctico acerca de la vida, incluso el matrimonio?
De hecho, el que uno pueda valorarse honradamente es una buena señal de madurez emocional. Y ésta es la cualidad que usted tiene que ver tanto en usted mismo como en la persona con quien desea casarse. Cuando uno piensa en una niña casada con una persona adulta es ridículo, risible. Sin embargo, qué triste es casarse con alguien y descubrir que dentro del cuerpo de adulto hay la mente y emociones de un niño.
¿Cómo se valora el nivel emocional de otra persona? En esto está la llave para hallar un buen cónyuge. Llámelo habilidad para pensar, sentido común, o discernimiento... significa el poder observar a otros objetivamente sin dejar que sus emociones ‘coloreen’ la verdad. Por ejemplo, si ve que alguien siempre quiere salirse con la suya, se desanima fácilmente y se da por vencido, se esfuerza por ser el centro de la atención, ¿a quién recuerda? Sí, a un niño. “¡Oh, pero él (o ella) es tan bien parecido!” tal vez exclame usted. Entonces el individuo no es más que un niño atractivo. Piense en ello un poco más.
Muchos se mofarían de dar este énfasis a la habilidad para pensar. Afirman que la base para querer a una persona es simplemente la atracción sexual... ‘eso sí es vivir.’ No hay duda de que la atracción sexual es por lo general un factor importante. No obstante, la vida verdadera, la vida diaria, incluye mucho más que el sexo. De hecho, el que se lleven bien o mal durante todo el día va a afectar mucho su compatibilidad sexual. Además, las personas emocionalmente “adultas” reconocen que uno puede ser atraído sexualmente a muchos, aun simultáneamente, pero que son comparativamente pocas las personas con quien pudiera estar felizmente casado.
Por eso, para los que buscan una relación permanente y feliz, la habilidad para pensar y la madurez emocional son esenciales. Debido a esto, los jóvenes se enfrentan a un obstáculo especialmente difícil. Considere por qué.
“Emocionalmente adultos”... ¿cuándo?
Realmente no hay edad fija en la cual se puede declarar emocionalmente madura a una persona. Algunos nunca llegan a ser adultos. Sin embargo, hay una cosa que sí se sabe de seguro: el casarse con alguien no convertirá a esa persona en adulta instantáneamente. Por eso, los jóvenes que desean casarse tienen que considerar una pregunta seria: ¿Qué probabilidad hay de que su posible cónyuge haya logrado suficiente madurez emocional? ¿Quisiera usted enfrentarse a circunstancias como éstas . . . ?
“No entiendo lo que nos ha pasado, pero ya no amo a Guillermo. No puedo remediarlo. No es el hombre con quien me casé.”
“Mi esposa ya no me es de provecho. No puede darme lo que necesito. No lo tiene y nunca lo tendrá. Ojalá hubiera visto esto antes de casarnos.”—The Marriage Gap.
¿Qué ha sucedido aquí? Sin duda hay varios elementos. Pero probablemente, cuando se casaron, uno o ambos todavía estaban teniendo lo que se llaman ‘explosiones de desarrollo’ mentales y emocionales. Muchos sicólogos concuerdan con el Dr. Bowman (Marriage for Moderns) de que aunque las criaturas humanas normalmente dejan de crecer físicamente antes de llegar a los veinte años de edad, “algunas veces aun durante los primeros años después de cumplir los veinte, muchos individuos todavía están en el procedimiento de padecer cambios bastante rápidos de actitud, gusto y selecciones. En muchos casos, lo que al momento parece ser una selección permanente, más tarde resulta haber sido provisional.”
Piense ahora en el impacto en dos adolescentes en un matrimonio prematuro. En un sentido muy verdadero, puede que las dos personas cambien tanto que traigan al matrimonio personalidades diferentes de las que se esperaban. Por supuesto, la pareja puede esforzarse por vencer este obstáculo. No tienen que adoptar la actitud negativa de los ya mencionados. No obstante, todo esto sirve para ilustrar la sabiduría de la Biblia cuando habla de tomar una decisión sobre el matrimonio cuando uno ha “pasado la flor de la juventud”... y por eso está emocionalmente más estable.—1 Cor. 7:36.
Pero, aun entre los que han logrado cabal desarrollo emocionalmente hay muchas zonas en que se exige discernimiento por parte del que busca a un cónyuge. Una de éstas es su círculo de amistades.
Sus relaciones con otros
Todos necesitamos amigos. Pero especialmente si uno desea casarse necesita ejercer cuidado en cuanto a sus asociaciones. ¿Por qué? Porque a no ser que usted viva en un país donde se acostumbra “arreglar” los matrimonios, usted probablemente se casará con alguien a quien llegue a conocer por medio de amigos mutuos. Y su grupo social dictará el calibre de la gente con quien usted constantemente se halla. Por eso, antes que se envuelva románticamente, avalúe a sus amigos.
¿Es usted “amigo” de ellos porque les ofrece algo financieramente? ¿Tiene usted relaciones significativas con ellos? ¿Realmente comparte con ellos las mismas creencias e intereses? ¿Es usted una persona mejor como resultado de su influencia? Tal vez le parezca que el mirar a este círculo es ajeno al caso, pero no lo es. Quizás vea la necesidad de hacer ajustes en sus asociaciones, ya sea dejando de asociarse con algunos o cuidadosamente ‘ensanchando’ su círculo de amistades.
Además, hallará que una de las mejores maneras de llegar a conocer mejor a un recién conocido, o conocida, es invitarlo a pasar la tarde con usted y algunos de sus amigos. Esto es mucho más seguro que el inmediatamente concertar citas con alguien, aislando la relación y dejando que la emoción altere las realidades.
Sin embargo, puede que a estas alturas alguien esté pensando: “¿Qué círculo de amigos?” A muchos se les hace muy difícil trabar amistades y así siquiera llegar a conocer a un posible cónyuge. El problema puede ser un caso de recato e inseguridad. A veces se debe a ser demasiado sensible. En el caso de otros, hay el sentimiento de que nadie es suficientemente bueno... una actitud de superioridad.
De todos modos, sea honrado al examinar su problema y trate de resolverlo. Si lo precisa, consiga consejo maduro. Pero no vaya a aislarse. Un proverbio bíblico dice: “El que se aísla buscará su propio anhelo egoísta.” (Pro. 18:1) Sea cual fuere el caso, mientras más se vuelva hacia adentro, más egocéntrico llega a ser, y menos tiene que ofrecer a otros como base para la amistad.
La felicidad proviene de dar de uno mismo, de proyectarse hacia otros. El comunicarse bien con otros, el pensar en términos de cómo ayudar y amar a otras personas son posesiones valiosas que uno puede traer al matrimonio. El retirarse a un mundo de ensueños, aun si se casa, no lo prepara para la vida diaria con otro ser humano imperfecto.
Cuando se le invite a alguna parte, dé a saber que realmente lo agradece. En cambio, simplemente porque usted es soltero (o soltera) no desarrolle la actitud de que los otros siempre deben invitarlo. Esté listo o lista para ofrecer hospitalidad, sin importar lo modesta que sea.
Sin embargo, aquí sería conveniente una palabra de amonestación. No es prudente comunicar a otros la idea de que su única meta en la vida es la de disfrutar de una tertulia y divertirse. Trate de desarrollar intereses prácticos, que mejoran la mente. Cuídese físicamente, porque su apariencia realmente revela lo que usted cree de sí mismo. Además, el desplegar una personalidad atractiva a menudo es asunto de equilibrio. Trate de no ser tan retraído que no contribuya nada a la conversación o actividad del grupo, pero a la misma vez evite el otro extremo de imponerse indebidamente y hablar constantemente.
Si decide concertar citas, es muy imprudente concertarlas con varias personas al mismo tiempo. El hacerlo le confundirá tanto emocionalmente que se le hará casi imposible escoger con inteligencia. Además, usted realmente estaría perpetrando un fraude puesto que solo puede casarse con uno o una. Y, además de lastimar a una persona, puede adquirir la reputación de entregarse al “flirteo” o de ser un ‘engañador insincero.’ Si usted está tan indeciso acerca de que cierta persona sea lo que usted desea, ¿por qué pasar el tiempo en compañía tan estrecha con ella?
Ahora bien, ¿qué hay si usted nota que se está desarrollando una atracción mutua entre usted y un ‘amigo (o amiga) especial’? ¿Cómo puede la habilidad para pensar y la madurez emocional guiarlo durante el cortejo?
Un cortejo apegado a la realidad
El cortejo debe ser un tiempo de felicidad. Pero si el árbol floreciente de la primavera produce malos frutos después, la memoria de las flores ofrece poca compensación.
Es bueno poder reírse y divertirse juntamente. El andar a lo largo de la playa y simplemente “hablar y hablar” puede ser muy significativo. No obstante, es preciso recordar que el cortejo tiene otro propósito... la preparación para el matrimonio. Si su cortejo incluye cosas prácticas como el ir de compras juntos o estudiar juntos, usted estará mejor preparado para la transición crucial al matrimonio.
Y aunque sea grande el deseo que tiene de complacer a su amigo o amiga, esfuércese por no darse “tono” o tratar de ser alguien que usted no es. Muchos, por temor de perder a un posible cónyuge, van al extremo de realmente desempeñar un papel. La pregunta es: ¿Hasta cuándo podrá seguir desempeñándolo? Esta es una razón por la cual se recomienda un período suficientemente largo de cortejo.
Pero aunque el cortejo marche sin percance, ¿cómo puede uno realmente estar seguro de sus sentimientos y de lo “correcto” de la selección? Cuando los jóvenes hacen esta pregunta a los casados, a menudo reciben como respuesta: “Simplemente lo saben.” ¿Saben qué?
Bueno, se dan cuenta de que además de desearse el uno al otro, han llegado a un punto de confianza mutua. Quieren hacer cosas el uno en pro del otro, de dar el uno al otro. Ven claramente las muchas creencias e intereses que tienen en común. Y no solo reconocen la presente profundidad de la relación, sino también su potencial. Todo esto es parte del amor genuino.
Hoy día frecuentemente sucede que los jóvenes van por su propio camino y de repente traen a casa a su familia un extraño o extraña con quien se han comprometido a casarse. Pero hay mucha sabiduría en el “anticuado” modo de abordar el asunto que incluye el hablar con personas de más edad acerca del individuo con quien uno piensa casarse y hablar de sus propios sentimientos. A menudo los que no están emocionalmente implicados en la situación pueden ayudar al que quiera casarse a tomar una decisión más apegada a la realidad.
El cristiano sincero también reconoce la necesidad de dirigirse a la mayor fuente de sabiduría, el Creador del matrimonio. El siervo de Dios se da cuenta de que una decisión tan trascendental merece mucha oración y meditación. Recuerda el proverbio bíblico: ‘¿Ha hallado usted una esposa buena (o un esposo bueno)? Ha hallado una cosa buena, y consigue buena voluntad de Jehová.’ (Pro. 18:22) Considerando los obstáculos en camino a un matrimonio de éxito, ciertamente el que piensa casarse debe buscar fervorosamente la “buena voluntad” de Dios.
Una vez que el individuo se haya comprometido firmemente para casarse, no le conviene minorar sus esfuerzos por llegar a conocer su novio o novia. En un estudio universitario se llegó a la conclusión de que “hoy la mayoría de las parejas comprometidas pasan mucho tiempo durante sus noviazgos preocupándose por los detalles de sus bodas... y no suficiente tiempo haciendo planes para la clase de vida conyugal que llevarán después de las bodas.” Realmente, hasta el momento de casarse y después, una actitud de estar ansioso de conocer a su cónyuge y ajustarse a él o ella es vital. Es una “inversión” de tiempo y esfuerzo que producirá armonía y felicidad.
No obstante, puede que algunos lean con desesperación estas pautas sobre cómo hallar a un cónyuge. Han probado mucho de lo que se ha sugerido y todavía están solos o solas.
“No puedo hallar a nadie”
Hoy día muchos solteros y solteras se enfrentan a una realidad sumamente difícil. Debido a circunstancias —impedimento, edad, responsabilidades de familia— saben que de haber oportunidades de casarse, son pocas. Como lo expresó una viuda de edad: “Hay menos hombres de mi edad que mujeres, y muchos de ellos se interesan en mujeres más jóvenes.” Si usted se halla en una situación como ésta, ¿qué puede hacer?
Bueno, posiblemente usted considere que la mayor parte de lo que se ha considerado aquí no aplica en su caso. Pero medite por un momento. Lo hemos animado a que haga un avalúo honrado de sí mismo, que ensanche cuidadosamente su círculo de amistades. Le hemos instado a que forme relaciones significativas con otros más bien que retraerse en un mundo de ensueños. Realmente hallará cierto que hay más felicidad en dar, y si andando el tiempo se casa o no se casa no le pesará tener un punto de vista positivo de la vida. Ofrece mucho más.
Tristemente, algunos se han dejado dominar por tal estado de mente que cuando se les presenta una oportunidad inesperada para contraer un buen matrimonio, no están preparados. Por otra parte, el dejar que lo domine la obsesión de lo que uno no tiene es emocionalmente insalubre. Es tan peligroso como el que una persona casada piense constantemente en las libertades que él o ella tendría si fuera soltero. No resultará en felicidad.
Muchas personas solitarias han descubierto por experiencia que su felicidad estriba en formar una relación profunda con su Creador. El reconocer que hay un Dios amoroso, y descubrir cuánto se interesa verdaderamente por ellos y cuán llena de propósito puede ser la vida al servirle ha colmado su vida de un contentamiento que nunca hubieran pensado posible de hallar.—Sal. 55:22; 73:28.
También los ha llevado a una asociación agradable con otros que les pudieron ayudar. Como lo expresó una señora: “Una de las cosas que más me atrajo a los testigos de Jehová fue el afecto caluroso y espíritu de bondad genuina que manifestaron. Y la manera en que me recibieron en el Salón del Reino me impresionó mucho. Yo era una persona muy egocéntrica, interesada solo en mí misma. La verdad de la Biblia me ayudó a ver que es mejor dar que recibir.” Y ciertamente uno tiene una oportunidad mucho mejor de hallar un cónyuge honrado y equilibrado entre estos cristianos fidedignos.
Se ve, pues, que aunque el camino al matrimonio actualmente tiene sus dificultades y peligros, se puede emplear la habilidad para pensar a fin de evitar la tendencia moderna de “solteros,” que tan a menudo no es más que una serie de desastres. Al rechazar los mitos y prácticas emocionalmente perjudiciales que la mayoría abriga, y seguir los principios bíblicos, el individuo verdaderamente tiene una oportunidad mucho mejor de hallar a alguien que sea un buen compañero o compañera marital. Las uniones sólidas siguen formándose. Esto se debe a que todavía hay personas dispuestas a dar de sí mismas dentro de esta institución de matrimonio arreglada por Dios, institución que todavía contiene toda posibilidad para gozo duradero.