Creencias de los hindúes sobre la vida y la muerte
MI PADRE, un comerciante importante de Jamnagar, India, estaba críticamente enfermo. Hacía años que había padecido del corazón, pero ahora se habían desarrollado complicaciones.
Fue en febrero de 1976 que mi hermano mayor, que vive en la parte norteña de Nueva York, recibió la llamada: ‘Vuelvan a casa cuanto antes; en una semana a más tardar.’ Me informó inmediatamente, y dos días después estábamos subiendo a un avión en el aeropuerto Kennedy de Nueva York.
Mucho había pasado durante los ocho años desde la última vez que visité a mi hogar. Por eso, al arrellanarme en el asiento para el largo vuelo, muchos pensamientos pasaron por mi mente.
Antecedentes y meditaciones
A principio de los años sesenta mi padre me había enviado a una universidad en los Estados Unidos. Aunque yo había sido criado como hindú, mis puntos de vista religiosos empezaron a cambiar después de graduarme cuando comencé a estudiar la Biblia. Andando el tiempo, mi padre y yo nos escribimos mucho acerca de esto. Mi padre era profundamente religioso; de hecho, tenía a un gurú personal. Recuerdo que cuando yo era muchacho él se ausentaba del hogar por varias semanas cada año para visitar a su gurú en el Himalaya.
Por eso tenía mis pensamientos concentrados en la condición de mi padre a medida que nuestro avión de reacción zumbaba durante la noche. Me preguntaba: ¿Qué pensará él ahora acerca de la vida más allá de la existencia actual? ¿Cuán firmes serían sus convicciones ahora que estaba tan enfermo?
Pensé en algunas de las cosas que mi padre me había escrito. Por ejemplo, en una carta de agosto de 1973 me había escrito: “La fortaleza que se deriva del conocimiento de Brahma o de la Realidad Suprema es superior a toda otra fortaleza. . . . Es fortaleza verdadera la que no se acobarda ante la muerte misma, pues tiene conocimiento cabal de que la muerte no es más que un cambio que afecta a la vaina física. El yo no muere, porque nunca nació. . . .
“El que tiene este conocimiento acepta la crucifixión con una sonrisa y ora en pro de sus atormentadores. Cuando llegue la muerte, estará tan firme como una piedra, porque ha ‘tocado los pies de Dios.’ . . . Por eso se describe la muerte física de un hombre de conocimiento como mahat-samadhi, o el ‘gran éxtasis,’ en el modo de hablar hindú.”
Mi padre creía, como creen los hindúes, en la inmortalidad del ‘yo interior,’ o alma. Le parecía a él que esta alma simplemente está encerrada dentro del cuerpo físico, o ‘yo exterior.’ Al tiempo de morir el ‘yo verdadero’ es librado para “transmigrar” o pasar a otro cuerpo. Mi padre creía que si la conducta de una persona ha sido buena y apropiada, al morir pasará a una existencia superior, pero si ha vivido mal, el ‘yo verdadero’ puede entrar hasta en un animal inferior.
Ahora que mi padre se enfrentaba a la muerte, me preguntaba cómo lo sostendrían y ayudarían sus creencias. Mis pensamientos también se dirigieron a otros miembros de la familia.
Tanto mi hermano menor como mi hermana menor se habían casado desde la última vez que los había visto. Se habían desviado de la costumbre india y escogido a sus propios cónyuges. Sabía que habían ocurrido cambios en las costumbres sociales, pero ahora estaba deseoso de saber y ver las cosas por mí mismo.
Por ejemplo, cuando yo me crié en Jamnagar el que un hombre viera el rostro de su nuera no era una costumbre socialmente acepta, ni el que una mujer le hablara directamente a su suegro. Por eso mi abuelo, que había vivido con nosotros, no miraba al rostro de mi madre. Y cuando mi abuelo le hablaba a mi madre, ella nunca le contestaba directamente, ni siquiera por teléfono, sino que pasaba el mensaje por medio de otra persona. Nunca se hallaban los dos solos en el mismo cuarto.
Además, el que las muchachas y muchachos solteros se tomaran de las manos o siquiera se hablaran no era socialmente acepto. Jamás los vi hacer eso en las calles de Jamnagar. Tampoco le hablé yo a una soltera, salvo a las de mi propia familia, durante el tiempo que viví allí. Pero, ¿qué hay de tales costumbres ahora?
Llegando a Jamnagar
El 27 de febrero por la tarde, nuestro avión aterrizó en Bombay, India. Por alguna equivocación no nos reservaron pasaje en el vuelo a Jamnagar, de modo que tuvimos que tomar un avión a Rajkot, una ciudad que dista unos 80 kilómetros de nuestra casa. De allí terminamos el viaje en taxi.
Al avanzar por el camino, muchas memorias volvieron a mi mente. En los últimos años entre 1950 y 1960 mi abuelo fue ministro de agricultura para el estado de Saurashtra, que actualmente forma parte del estado de Gujerate. Cuando yo estaba de vacaciones de la escuela secundaria, él me llevaba consigo muchas veces a hacer visitas oficiales a estas aldeas, por algunas de las cuales estábamos pasando ahora. Podía ver a la distancia el salón de reunión en Dhhrol donde mi abuelo acostumbraba dirigir la palabra a los agricultores.
Hacia el fin de los años cincuenta casi toda la gente de las aldeas vivía en chozas de un solo cuarto hechas de lodo mezclado con estiércol de vaca. El suelo era de la misma materia. Se asemeja a tierra endurecida. Las mujeres venían al pozo aldeano para llevar agua en jarros grandes que balanceaban sobre la cabeza. Según lo que podía ver, las condiciones no habían cambiado mucho.
En el hospital
Al llegar, hallamos a nuestro padre en un hospital local. Nos reconoció y se mostró alegre de que estuviéramos allí, pero estaba tan débil que era casi imposible comunicarnos. Hay mucha diferencia entre los hospitales de la India y los de los Estados Unidos. La familia del paciente provee el alimento y la mayor parte del cuidado que se acostumbra recibir de las enfermeras. Durante los siguientes nueve días tuve el placer de servir a mi padre de esta manera.
Por la tarde iba al hospital y pasaba la noche con mi padre. Estaba recibiendo alimento intravenoso, pero a veces también le dábamos alimento a cucharaditas. Cuando indicaba que estaba incómodo, lo volteábamos a una posición más cómoda. Yo esperaba que cobrara fuerzas para que pudiéramos hablar, pero no las cobró.
Mientras pasaba el tiempo sentado al lado de mi padre, me valía de la oportunidad de leer la Biblia y la publicación Aid to Bible Understanding. Mi cuñada me veía, y tenía curiosidad. Hacía unos tres años que se había casado con mi hermano menor y en esa ocasión se había mudado a la casa muy grande de mi familia, y yo podía ver que ella había llegado a amar a mi padre muchísimo.
Había gran incertidumbre en cuanto a lo que se debía hacer para ayudar a mi padre, y sin embargo, a pesar de lo que se hiciera se sabía que iba a morir. Un día, al atardecer, mi cuñada y yo estábamos solos en el hospital, y ella me preguntó: “¿Se siente usted confuso y perplejo como parece que se sienten los demás?”
Al principio pensé que ella se refería al futuro de mi padre, de modo que dije: “No, realmente no.” Quería saber por qué no. Sugerí que se debía a este libro, la Biblia, que nos ayuda a entender los propósitos de nuestro Creador. Me dijo que ella había tomado mi Biblia cuando la había dejado en el hospital y había leído partes del Génesis, pero no lo había entendido. Preguntó: “¿Quién es el Creador?”
Los dos sabíamos que, según la religión hindú, hay muchos dioses, y algunos son creadores y otros destructores. De modo que abrí mi Biblia en el Salmo 83:18 y le pedí que lo leyera. Pronunció el inglés bastante bien: “Para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.”
Sin embargo, el nombre Jehová era nuevo para ella; no sabía pronunciarlo. Pero pudo ver que el Dios de la Biblia tiene un nombre. Le impresionó el hecho de que la Biblia enseña que hay un solo Dios supremo que se llama Jehová que creó todas las cosas, y que él no tiene ni principio ni fin de existencia.—Rev. 4:11; Sal. 90:1, 2.
Ya sabía mi familia que yo me había hecho cristiano. Les había escrito que como testigo de Jehová dedicaba todo mi tiempo a la actividad de predicar. Así sucedió que durante estos días tan llenos de preocupación por la condición de mi padre, hubo muchas ocasiones en que hablamos acerca de la muerte y la perspectiva de vida después de la muerte.
El alma y el amor de Dios
Igual que mi padre, los otros parientes se atenían a la creencia hindú de que el alma es inmortal... que el ‘yo interior,’ o ‘yo verdadero,’ sigue existiendo en otra forma después de la muerte. Pero mi cuñada, que es médica, era, hasta cierto grado, una excepción puesto que no aceptaba del todo la creencia hindú y estaba dispuesta a oír lo que la Biblia decía.
Le expliqué que, según la Biblia, el alma humana es USTED —la persona entera— y que no hay un alma separada e invisible que siga viviendo después de la muerte. “El alma que esté pecando... ella misma morirá,” dice la Biblia. Y la Biblia también enseña: “En cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto.” (Eze. 18:4, 20; Ecl. 9:5) Estos pensamientos eran nuevos para ella, pero se ajustaban mejor a lo que ella había visto, de modo que parecía que los aceptaba.
Un día tuve la oportunidad de preguntarle a mi cuñado, que también es médico: “¿Qué es lo que determina si la transmigración de un alma será a una vida mejor o a una peor o inferior? Tiene que haber alguna agencia exterior,” hice notar, “que sea responsable de determinar si el alma tendrá una existencia de vida superior o inferior.”
Contestó que podemos considerar que “Dios” tiene una computadora gigantesca y explicó: “Él lleva un registro del karma, o los hechos, de uno. Si sus hechos buenos exceden a sus hechos malos, entonces su renacimiento será en una condición favorable. Pero si los hechos malos exceden a los hechos buenos, entonces el renacimiento será bajo condiciones desfavorables.”
Entonces, según se explicó, lo que una persona haga durante toda su vida determina si tendrá un nacimiento favorable o desfavorable. Pregunté: “Entonces, ¿cómo podemos saber si mi padre tendrá un renacimiento favorable o desfavorable?”
Dijo que no podíamos saberlo, porque no habíamos conocido a mi padre durante toda su vida. Entonces dirigí su atención a la enseñanza de la Biblia, y dije: “Jehová Dios no es un Dios que lleve cuenta de nuestro proceder durante toda la vida. Puede que hayamos hecho muchas cosas malas, pero si nos arrepentimos y nos corregimos o convertimos, entonces se olvida de nuestro proceder pasado; queda perdonado. Y lo que hacemos desde ese punto en adelante es lo que Jehová Dios considera importante.”
La Biblia explica los tratos de Jehová con su pueblo de esta manera: “Tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones. Como un padre muestra misericordia a sus hijos, Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen.” (Sal. 103:12, 13) Este modo amoroso de tratar con la humanidad se le hizo muy atractivo a mi cuñado, pues nunca había pensado en Dios de esa manera.
Especialmente mi cuñada deseaba saber lo que la Biblia enseña. Quería saber cuál es el propósito de Dios respecto a la Tierra y la humanidad. Le mostré la promesa de Jehová de establecer “una nueva tierra,” que se compondrá de personas que hacen la voluntad de Dios. (2 Ped. 3:13) Como dice la Biblia: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.”—Sal. 37:11.
Le expliqué que las condiciones entre la gente de la Tierra entonces serán enteramente diferentes y le leí Revelación 21:3, 4: “Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” Estas promesas de la Biblia la asombraron. Realmente se interesó y quería aprender más.
Cambio en las costumbres
Después de unos días en casa el cambio en las costumbres sociales se dejó ver señaladamente. Por ejemplo, mi cuñada trataba a la gente muy parecido a la manera en que las mujeres lo hacen en el mundo occidental. Nos hablaba cara a cara a mi padre y a mí. Si hubiese sido hace veinte años probablemente hubiera vuelto la cabeza o escondido su rostro en su sari al hablarme puesto que soy un cuñado mayor. Y probablemente nunca hubiera estado sola conmigo en el mismo cuarto.
Es obvio que ahora los jóvenes solteros y solteras se hablan unos a otros, puesto que ya no son excepcionales los casos en que ellos escogen sus propios cónyuges. De hecho, me enteré de que los estudiantes actualmente van en partidos de campo juntos, algo inaudito cuando yo asistí a la escuela. Por otra parte, observé que mi madre y otras mujeres de más edad se atenían a las costumbres anteriores.
Muere mi padre
Entretanto, la condición de mi padre iba empeorando rápidamente, de modo que lo volvieron a traer a casa para morir. Temprano por la mañana del domingo 7 de marzo parecía que el fin se acercaba. Estando reunida la familia alrededor de la cama de mi padre, él aspiró un aliento profundo... y no aspiró otro.
Mi cuñado me pidió que le pasara un estetoscopio. Lo puso sobre el pecho de mi padre y, con rostro triste, le cubrió la cabeza con la sábana. Eran las 3:30 a.m. Papá había muerto... solo tenía cincuenta y ocho años de edad. Inmediatamente mi madre se deshizo en lágrimas, y también lo hicieron otras de las mujeres presentes.
La profunda influencia de la creencia religiosa resaltó en el procedimiento que siguió. Aun antes que se le hubiesen secado las lágrimas, mi cuñada salió y volvió con estiércol bovino fresco, e hizo con él una línea recta de 1,7 metros de largo a través del suelo. Luego roció el suelo con agua que se había traído del río Ganges. Entonces una sábana blanca fue tendida sobre este espacio y el cuerpo de mi padre fue puesto sobre ella.
Todo lo que viene de la vaca se considera santo, incluso su estiércol. También se considera sagrado el río Ganges. Así que este espacio del piso supuestamente había sido purificado por el tratamiento con estiércol y agua. Se quemó incienso fragante enfrente del cuerpo. Se cree que esto crea un ambiente puro que invita a los espíritus limpios a acercarse.
Casi inmediatamente se empezó el canto llano de una oración hindú, en la cual mi cuñado llevó la delantera y otros que querían podían participar. La frase “Shri Rama Jay Rama Jay Jay Rama” se repitió constantemente, con una melodía distinta. Rama es el nombre de un dios hindú, y el canto llano significa “sea victorioso Rama.” Se supone que este canto calme a los desconsolados y los ayude a concentrarse en Dios. Por lo menos parecía servir de sustituto por el lloro.
A la vez que esto sucedía, un par de mensajeros salieron para informar a amigos y parientes acerca de la muerte. Un amigo divulgó las noticias por teléfono. Se hicieron arreglos para que la procesión funeraria empezara a las 7:30 a.m., cuatro horas después que murió mi padre.
Preparación del cuerpo
Mi hermano mayor esparció una mezcla de sándalo molido y agua sobre la frente de mi padre. Entonces le puso a través de la frente una materia roja parecida a polvo que se llama kanku y le roció la cara con agua del Ganges. En seguida marchó cinco veces alrededor del cuerpo de nuestro padre, un procedimiento que se llama prudikchana. Finalmente, gritó tres veces en el oído de nuestro padre: “Hari ohm Tatsat,” que significa “Alaba a Dios,” puesto que Hari es otro dios hindú. Esta frase sugiere que el alma tiene que dejar el cuerpo y seguir alabando a Dios. Otros que estaban presentes siguieron el mismo procedimiento.
Después de esto, todos dejaron el cuarto salvo unos cuantos de nosotros. El cuerpo fue despojado de su ropa y bañado, y se esparció kanku sobre toda parte de él. Mientras se hacía esto, ciertas personas siguieron pronunciando mantras (oraciones) en sánscrito. También se hizo una oración en gujarato, mi lengua materna, en la que se decía: “¡Oh Señor! Por favor, llévate el alma de este hombre, y descanse su alma en paz.” Entonces todo el cuerpo, excepto el rostro, fue cubierto con una tela blanca y un género de seda de color rojo brillante. Después colocaron el cuerpo en una camilla de bambú.
Se construyó la camilla allí mismo en el cuarto. Dos hombres, que hacen este trabajo con regularidad, la terminaron en media hora. La camilla fue hecha de dos varas de bambú como de tres metros de largo, y había unas doce piezas de bambú trasversales, todas conectadas por una soga. El cuerpo fue colocado sobre la camilla y atado a ella con una cuerda. Entonces pusieron muchas flores alrededor del cuello de mi padre.
La procesión funeraria
Mis dos hermanos, uno de mis primos y yo salimos de la casa cargando el cuerpo de mi padre adornado de flores. Al momento que salimos, un fuerte grito prorrumpió de entre las mujeres. Esta era la última vez que ellas verían el cuerpo, puesto que las mujeres no forman parte de la procesión funeraria.
Hombres vestidos de blanco o en ropa de color claro estaban esperando fuera de la casa, cada uno con una toalla alrededor del cuello. A medida que el cuerpo fue llevado por las calles, ellos siguieron ordenadamente. Puesto que mi padre era un comerciante importante, debe haber habido unos 500 hombres que participaron en la procesión, incluso médicos, abogados, ingenieros, comerciantes, agricultores y filósofos.
Después de haber andado unos cuarenta y cinco minutos, la procesión llegó a la entrada de Smashan (el lugar para la cremación), donde se detuvo. Hasta este punto se había cargado el cuerpo de mi padre con la cabeza hacia adelante, lo cual sugería que él estaba mirando atrás a todo lo que había hecho en este mundo. Ahora, al entrar en el Smashan, lo cargamos de modo que sus pies iban primero, lo cual sugería que ahora tenía que mirar adelante a lo que viniera.
Cremación
Aquí en Smashan hay una zona que mide unos dos metros y medio por 3 metros donde se efectúa la cremación. Cuando llegamos aquí con el cuerpo, cuatro hombres empezaron a preparar el fuego. Primero pusieron estiércol seco de vaca para formar una capa de aproximadamente 1,2 metros de ancho, 1,8 metros de largo y 10 centímetros de alto. (Además de considerarse santo, el estiércol de vaca es muy inflamable.) Sobre esto colocaron capa sobre capa de leños, y por fin el cuerpo de mi padre fue puesto encima.
Entonces le quitaron al cuerpo toda la ropa y las flores, y lo frotaron con ghee, un extracto de leche grasoso y parecido a mantequilla. El ghee se considera santo, y también es muy inflamable. Entonces colocaron leños encima del cuerpo y a sus lados. Por fin se prendió el fuego.
Durante la primera hora que observamos, constantemente se dijeron mantras en sánscrito. Al fin de cada uno, los hombres que decían los mantras gritaban “Swaha,” que significa “Sea así.” También para mostrar acuerdo, cada vez que se gritaba “Swaha,” mi hermano menor echaba más ghee en el fuego, y mi hermano mayor echaba samagri, una mezcla fragante e inflamable. Estos mantras supuestamente eran para el beneficio del alma. Por ejemplo, uno declara: “Que el alma que nunca muere continúe en sus esfuerzos por acercarse a Dios.”
El cuerpo fue consumido en dos horas. Parte de las cenizas fueron recogidas en un jarro de barro para que mi hermano las depositara más tarde en el río Ganges. Entonces todos los que estuvieron presentes se bañaron en las instalaciones provistas para eso en el Smashan.
Una base para consuelo y esperanza
Hay muchas estatuas en el Smashan que representan diferentes enseñanzas de la religión hindú. Por ejemplo, especialmente noté una intitulada “Círculos de la Vida.” Hay siete escenas en un tremendo monumento circular. La primera muestra el nacimiento de un niño. La segunda, a un niño yendo a la escuela. La tercera, a una pareja casándose. La cuarta, una escena de la vida familiar. La quinta, la enfermedad y la vejez. La sexta, la muerte de la persona. Y la séptima, el acto de llevar a la persona al lugar para la cremación del cuerpo.
En la religión hindú se representa este círculo de la vida como la cosa normal, como el modo en que deben ser las cosas. Según este ciclo, siempre habrá enfermedad y muerte. Pero, ¿suministra esta enseñanza verdadero consuelo y esperanza?
Después de bañarnos, volvimos a casa. Esa noche mientras todos estaban ocupados en diferentes cosas, noté a mi cuñada sola llorando suavemente. De modo que le pregunté: “¿Qué pasa?” Contestó que iba a echar de menos a mi padre, y que ya lo echaba de menos.
De modo que volvimos a hablar acerca de Jehová Dios, y le pregunté: “¿Te han hecho feliz las cosas que has aprendido acerca de Jehová?” Dijo: “Sí, si se cumplen todas estas cosas, ciertamente hay razón para regocijarnos.”
Hasta este punto no habíamos hablado acerca de la resurrección, de modo que pregunté: “¿Qué tal si pudieras ver a mi padre de nuevo con la misma personalidad que tenía cuando lo conociste? ¿Te gustaría eso?” Por supuesto la respuesta fue: “¡Sí!”
Ante eso, abrí mi Biblia y leímos Hechos 24:15, que dice: “Tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección así de justos como de injustos.” Esta palabra “resurrección” era nueva para ella; era una idea nueva. Expliqué que la resurrección no es un renacimiento ni reencarnación, sino que quiere decir que una persona que ha estado completamente inconsciente en la muerte realmente vuelve a vivir. Le dije que la mayoría de las personas que han vivido volverán a vivir en la Tierra cuando existan mejores condiciones.
Pudo comprender esta enseñanza bíblica, porque realmente estaba interesada en aprender lo que la Biblia enseña. Y pudo compararla con la idea hindú de la reencarnación. Según la enseñanza hindú, una persona también vuelve a vivir en la Tierra, pero como una personalidad diferente, ya que el alma supuestamente entra en una matriz para volver a nacer como alguien diferente. Como resultado, ella nunca podría reconocer a mi padre en su renacimiento. De modo que la enseñanza bíblica de la resurrección le interesó mucho porque echaba de menos a mi padre y anhelaba volver a verlo como ella lo había conocido.
Además le expliqué que, según la reencarnación, uno vuelve a este sistema, bajo estas condiciones en que la gente se enferma y muere. Pero la resurrección se realizará después que Jehová Dios, por medio del gobierno de su Reino, ponga fin a este sistema corrupto. (Mat. 6:9, 10; Dan. 2:44) Entonces, en el nuevo sistema de cosas de Dios, se disfrutará de las condiciones acerca de las cuales habíamos leído antes en Revelación 21:3, 4. ¡La enfermedad, el lamento y hasta la muerte serán cosas del pasado!
Se necesita ayuda
A estas alturas se habían secado las lágrimas de mi cuñada, y ella se sentía mucho mejor. Pero en unos cuantos días yo iba a partir, y lo que la preocupaba era: ‘¿Quién me va a enseñar? ¿Cómo voy a aprender estas cosas de la Biblia?’
Le di una Biblia y varias ayudas para el estudio de la Biblia. Especialmente llamé su atención al folleto ¡Lo mucho más que encierra la vida! Y le mostré cómo usarlo al estudiar la Biblia. En las cartas recientes que nos hemos escrito hemos usado el folleto como base para una consideración de temas bíblicos.
No hay testigos de Jehová en Jamnagar ni en esa parte de la India. Pero en esta visita me dio mucho gusto hallar que especialmente las personas jóvenes están buscando y, si se les da la ayuda que necesitan, bien podrán responder a las verdades de la Palabra de Dios. Espero, si es la voluntad de Dios, que con el tiempo yo pueda contribuir a ayudar a algunos de los que viven allá a aprender la verdad acerca del Dios viviente, Jehová, verdad que lleva a vida eterna. (Juan 17:3)—Contribuido.
[Comentario de la página 19]
“Pregunté: ‘Entonces, ¿cómo podemos saber si mi padre tendrá un renacimiento favorable o desfavorable?’”
[Comentario de la página 21]
“El cuerpo fue consumido en dos horas.”
[Comentario de la página 23]
“La enseñanza bíblica de la resurrección le interesó mucho.”
[Ilustración de la página 17]
Mi hermana y mi cuñada
[Ilustración de la página 20]
“Todo lo que viene de la vaca se considera santo, incluso su estiércol”
[Ilustración de la página 22]
El monumento intitulado “Círculos de la Vida”