“El añejo es exquisito”
● En una ocasión se le preguntó a Jesucristo por qué sus discípulos no ayunaban como los discípulos de Juan el Bautista y los discípulos de los fariseos. Parte de su respuesta fue: “Nadie pone vino nuevo en odres viejos; pero si lo hace, entonces el vino nuevo reventará los odres, y se derramará y los odres se echarán a perder. Pero el vino nuevo tiene que ponerse en odres nuevos. Nadie que haya bebido vino añejo quiere el nuevo; porque dice: ‘El añejo es exquisito.’”—Luc. 5:37-39.
Al responder así, Jesucristo evidentemente estaba señalando al hecho de que su enseñanza era demasiado poderosa y enérgica para estar restringida dentro del viejo sistema del judaísmo, el cual, lo mismo que los odres viejos, carecía de vitalidad y elasticidad. A los que gustaban del vino o enseñanza tradicional del judaísmo les desagradaba u ofendía la enseñanza de Jesucristo. La rechazaban como si fuera vino nuevo, prefiriendo los viejos modos tradicionales. Al parecer de ellos, ‘Lo añejo era exquisito.’