¿Hay que decirle adiós a otra ave?
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en las Filipinas
LOS amadores de la fauna se sienten apenados ante la desenfrenada destrucción que individuos inconsiderados les ocasionan a los animales silvestres. Aquí en las Filipinas posiblemente nos estemos acercando al punto en que tengamos que decirle adiós a otra ave. Triste es decirlo, pero es una especie rara que no se encuentra en ninguna otra parte del mundo.
Los que estudian las aves llaman a esta criatura en peligro de extinción Pithecophaga jefferyi. El primero de estos vocablos significa ‘comedor de monos,’ y se refiere al extraño régimen alimenticio de esta ave. Los monos vivos a menudo están incluidos en su lista de platos. Esta criatura volátil se conoce popularmente por el nombre de “águila comedora de monos.”
Vista de cerca esta ave es muy impresionante. El ave adulta mide un metro de pico a cola, y tiene una envergadura de tres metros. Muchos consideran a la ‘comedora de monos’ como el miembro más grande de la familia aguileña (aunque posiblemente pese más el águila arpía de América). El macho de esta especie exhibe plumas de un color pardo intenso en la porción superior de su cuerpo y más abajo plumas de color de ante blancuzco. Sin embargo, las plumas de la señora águila son más oscuras y lustrosas, y tiene un pecho blanco.
Cerca del monte Apo, la cima más elevada de las Filipinas, hay un centro de investigación sobre las águilas que se llama “Campo de Verano.” Aquí se puede ver a los cuidadores dando de comer a las águilas comedoras de monos. Cuando los obreros arrojan una gallina, gato doméstico o pichón dentro de los inmensos cercados de alambre, el ave desciende y agarra la presa al vuelo con una pata. Las garras en forma de lanza de esta águila significan desastre instantáneo para cualquier criatura que ella escoja como alimento. Con una mordida en la nuca decapita a la presa, la cual pronto desaparece.
¿Por qué hay peligro de extinción?
Hace solo unos cuantos años había alrededor de cien de estas enormes criaturas aladas. Pero ahora, basándose en las aves que realmente se han avistado en los bosques tropicales de la isla de Mindanao, su cantidad ha menguado a unas cuarenta, y posiblemente menos. Se dice que unas cuantas persisten en ciertas partes de la cordillera Sierra Madre en la isla de Luzón. Pero estas zonas no le son accesibles a las criaturas humanas.
La “Red Data Sheet,” una publicación suplementaria trimestral de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales, suministra información acerca de los animales silvestres en peligro de extinción. El águila comedora de monos ocupa una posición alta en la lista de las especies más amenazadas del mundo. Dado que se informa una mortalidad anual de 19,6 aves, bien pudiera ser que esta águila desapareciera dentro de dos o tres años.
¿A qué se debe su disminución? Hasta cierto grado el ave misma tiene la culpa, debido a sus costumbres de procreación. La hembra pone como promedio un huevo al año, y la duración máxima de su vida es de aproximadamente cuarenta años. Y hasta la fecha no se ha procreado en cautiverio.
Sin embargo, el principal enemigo del águila es el hombre. Éste se presenta en la forma de cazador inveterado, trampero-colector, oficial transigente, cortador de árboles falto de escrúpulos y kainginero, un cultivador nómada que sigue al talador y practica la agricultura de ‘acuchillar y quemar.’
Los hombres las cazan por diferentes motivos. Estas águilas tienen demanda en los parques zoológicos y como aves mimadas. Muchas personas las quieren para rellenarlas y exhibirlas como trofeos en su sala. El proceso mismo de cazar requiere destreza, y por lo tanto le aporta prestigio al cazador. Además, se paga un precio colosal por el ave en el mercado del mundo. Se dice que las cotizaciones disponibles de Europa ascienden hasta un millón de dólares por una sola águila.
Los cortadores de árboles, también, cargan con cierta responsabilidad. Actualmente las Filipinas están perdiendo 170.000 hectáreas de bosque cada año. Más de la mitad de esta pérdida, 90.000 hectáreas, ocurre en la isla de Mindanao. Se considera que este desmonte es la causa concreta más importante de la disminución del águila comedora de monos.
Esfuerzos por conservarla
A medida que el peligro de extinción se hace más inminente, se han dado algunos pasos para conservar esta magnífica ave. ¿Por qué? Bueno, entre otras cosas, muchos están dándose cuenta de que lo que les sucede a los animales silvestres está enlazado estrechamente con el bienestar de los seres humanos. “La humanidad se aferra a tan solo un hilo del misterioso tejido de vida en la Tierra,” hizo notar un artículo en Reader’s Digest de junio de 1975. “El dar un tirón a los otros nos pone en peligro.” Para ilustrar lo dicho el artículo señaló al exterminio en Europa del lince y el lobo, que hacían presa de los ciervos. Como resultado, la población cervuna aumentó y causó daños extensos a los bosques comerciales y cosechas. Así mismo, en la Gran Bretaña, una reducción en la cantidad de ranas comunes resultó en un aumento repentino de insectos nocivos.
En cuanto a las Filipinas, la conservación del águila comedora de monos exige que se mantenga intacto su hábitat de bosques tropicales, lo cual, a su vez, exige la estabilización del terreno. Sirven para indicar la importancia de esto los siguientes comentarios en Expressweek del 17 de junio de 1976: “Cuando las montañas son desnudadas de sus árboles, cuyas raíces son el medio que la naturaleza usa para impedir la inundación de las tierras bajas, toda la lluvia que cae en estas montañas desciende en cascadas a las zonas más bajas, llevando . . . tierra y otra materia sólida. Esto se llama erosión, lo cual también produce derrumbamientos.” Los investigadores han señalado definitivamente a la desnudación de los bosques como “la principal causa de las inundaciones anuales,” una de las cuales recientemente inundó cincuenta pueblos en la isla de Luzón.
Ya se han aprobado algunas leyes que favorecen la conservación de esta ave. No solo se prohíbe el cortar árboles en los parques nacionales, sino que incluyen proscripciones, así como otras medidas estrictas, respecto a la caza y la exportación de esta águila. Una campaña para su conservación, organizada por el director del Fondo Mundial para la Fauna Silvestre, ha cobrado nuevo ímpetu recientemente. Esta abarca un programa continuo de información/educación que se presenta por radio, en los diarios, folletos, carteles y por medio de exhibiciones públicas de fotos y otra materia.
Ya es un delito atrapar, poseer, herir o matar a un águila comedora de monos. Un despacho de Reuters procedente de Manila informa: “Los oficiales filipinos a cargo de los animales silvestres abrigan la esperanza de que un programa de tres años . . . haya contribuido a salvar al águila indígena comedora de monos, la cual está en peligro de extinción. . . . Los oficiales dijeron que se están avistando más lugares donde anida el ave, y que los parques y los guardianes de animales silvestres los están protegiendo de cazadores y animales rapaces.” Además, se han hecho recomendaciones para el establecimiento de santuarios para las águilas, y también propuestas para apartar zonas del bosque para el uso exclusivo del águila y otros animales silvestres.
Felizmente, cada vez más personas sienten la responsabilidad de conservar los lugares silvestres y las criaturas silvestres. Gracias a la sinceridad y los diligentes esfuerzos de estos individuos, quizás, después de todo, no tengamos que decirle adiós a otra ave.
“¿Es por orden tuya que un águila vuela hacia arriba y que construye su nido en lo alto, que en un peñasco reside y se queda durante la noche sobre el diente de un peñasco y en un lugar inaccesible?”—Job 39:27, 28.