¡Qué maravilla es un árbol!
POR tan solo un momento, piense en un árbol. Sus ramas proveen sombra. Sus frutos nutren la vida. Los bosques dan abrigo a las criaturas silvestres, impiden las inundaciones y protegen el terreno que produce los alimentos.
En realidad, desde la creación de la humanidad el hombre se ha maravillado ante la fuerza y calma de los árboles. La Biblia se refiere a los cedros del Líbano, árboles que alcanzaban 37 metros de altura y cuyos troncos tenían 12 metros de circunferencia. (1 Rey. 5:6) Pero hay árboles mucho más grandes.
La higuera de Bengala consiste en centenares de enredaderas arraigadas, y puede cubrir casi media hectárea de terreno. Un ciprés de Montezuma en el Estado de Oaxaca, México, tiene un perímetro de 35 metros y un diámetro de 12 metros. Se había calculado que tenía “10.000 años” de edad. Pero ahora se opina que se compone de varios troncos que han crecido juntos y que su edad, digna de respeto pero más razonable, es de 500 años.
Entre los árboles altos, los eucaliptos de Australia merecen mención. Hace un siglo se informó que uno de ellos midió 132 metros hasta el punto en que se había roto su copa. Aunque hoy se duda de la exactitud de esa medida, no hay duda de que los eucaliptos de Australia se cuentan entre los árboles más altos del mundo.
Se cree que actualmente los árboles vivientes más altos son las secoyas costaneras (Sequoia sempervirens) que alcanzan alturas excepcionales en los valles velados de neblina de la costa norteña de California. Las umbrosas columnas acanaladas de estos elegantes árboles se elevan en perfecta vertical hasta 60 metros antes que las primeras ramas laterales se extiendan para formar una alta bóveda verde sobre el tranquilo suelo del bosque. La secoya más alta conocida, que solo se descubrió en 1963, alcanza una altura de 112 metros.
Forman un contraste notable con las secoyas los cercanos bosques enanos, donde un hombre plenamente crecido puede inclinarse para tocar las copas de árboles que estaban creciendo antes que él naciera. Cuando visite las arboledas de secoyas gigantescas, deténgase en el bosque enano del parque estatal Russian Gulch, que queda a unos 193 kilómetros al norte de San Francisco. Allí el terreno ha impedido el crecimiento de los árboles a tal grado que pinos y cipreses de 15 años de edad solo han alcanzado una altura de 15 a 25 centímetros. Árboles de posiblemente un siglo de edad no alcanzan la altura de un hombre. Los árboles más grandes (pero no los más altos) del mundo se encuentran a unos 193 kilómetros tierra adentro, en las montañas de la Sierra Nevada de California.
¡Qué maravillosas provisiones para variedad fueron encerradas en los primeros árboles! El salmista bíblico dijo que cosas como los “árboles frutales y cedros” deberían alabar a Dios. (Sal. 148:7, 9) Nosotros mismos fuimos creados con la tendencia a apreciar su fuerza. De modo que el reflexionar sobre estas maravillas de la creación debe hacer que agradezcamos aún más la sabiduría de su gran Creador.