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  • g78 8/8 págs. 11-12
  • ¡Venga, dése un paseo en mi globo!

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  • ¡Venga, dése un paseo en mi globo!
  • ¡Despertad! 1978
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¡Despertad! 1978
g78 8/8 págs. 11-12

¡Venga, dése un paseo en mi globo!

MUCHOS de nosotros hemos tenido la grata experiencia de viajar en avión. Tal vez hayamos ido en un avión pequeño de un solo motor que volaba a 160 kilómetros por hora. O, posiblemente haya sido en un aeroplano comercial que viajaba a unos 960 kilómetros por hora. Las vistas panorámicas que uno obtiene desde lo alto siempre son conmovedoras. Pero, ¿cuántos de nosotros hemos volado en un aparato que viaja a solo de ocho a nueve km.p.h., que no hace ruido y puede volar lo suficientemente bajo como para permitirnos cortar una manzana de un árbol?

¿Imposible? ¿Por qué no ve por sí mismo? Venga y acompáñeme en un paseo en mi hermoso globo.

Primero, una palabra acerca de los globos

Actualmente se usan globos de dos clases básicas. A fin de elevarse hacia el cielo, el globo de gas —muy parecido al globo o balón de helio que los niños suelen llevar en las ferias y circos— depende de un gas más ligero que el aire. Este puede ser gas de hidrógeno o helio.

El globo en que vamos a pasearnos hoy es de la otra clase: un globo de aire caliente. Para crear la elevación o hacer que nos suba, simplemente calentamos el aire dentro del globo. Tan solo una mirada a las chispas que suben de una hoguera o fogata en el campo basta para mostrar que el aire caliente se eleva.

Reconocidamente, el viajar en globos aerostáticos encierra ciertos peligros. No hace mucho, en el estado de Georgia, EE. UU., un aeronauta perdió la vida cuando su globo de aire caliente dio contra una línea de alto voltaje. Tanto el aeronauta como su pasajero fueron arrojados al suelo a una distancia de más de nueve metros. El pasajero se escapó de la muerte en el accidente, pero sufrió fracturas de las costillas. No se menciona esto para asustarlo. Sin embargo, enfatiza la importancia de ejercer buen juicio y de mantenerse alerta.

¡Vamos de paseo!

Empezaremos a inflar nuestro globo a las 5:30 de la mañana. El aeronauta tiene un enemigo principal... los vientos fuertes. Por eso, la mañana, que por lo general es la parte más tranquila del día, es cuando preferimos pasearnos en el aire.

Suba a su automóvil y sígame, no al aeropuerto, sino a una granja pequeña justamente fuera del pueblo. Cuando el globo no está inflado, cabe bien en el pequeño remolque que traigo detrás de mi automóvil. Y cualquier zona del tamaño de la demarcación en un campo de béisbol se torna en nuestro aeropuerto particular.

Ayúdeme a sacar la cesta o barquilla y el globo del remolque, y lo tenderemos aquí en el suelo en preparación para inflarlo. Cuando uno comienza a extender el globo, o envoltura, empieza a darse cuenta de cuán tremendo es. ¡Pues, aquí tenemos más de 900 metros de nilón ligero y casi seis kilómetros de hilo! Cuando por fin queda inflado, ¡el globo tiene más de 24 metros de alto y 15 de ancho!

A medida que llenamos la envoltura o bolsa con aire frío, para lo cual usamos un abanico, el globo empieza a “respirar,” o hincharse y despliega sus muchos colores llamativos. Pronto empezamos a calentar el aire, y la envoltura cobra “vida.” Ahora, al subirnos en la barquilla que está suspendida del globo por cables, la envoltura está directamente sobre nuestra cabeza.

Usted empieza a preguntar: ‘¿Cuándo vamos a hacernos al aire?’ Pero ni siquiera ha terminado de hacer su pregunta cuando ve la tierra ‘apartarse’ de nosotros. Diferente de las sensaciones que uno recibe en otros aparatos de volar, en el globo aerostático uno no siente moción ni vibración. Por eso parece que la tierra es la que se mueve más bien que el globo.

Al dirigir la vista hacia abajo a los árboles y a los campos, no hallamos palabras para describir la experiencia. Puesto que no podemos dirigir el globo, vamos a donde nos lleva el viento. El vuelo es muy deleitable a altitudes bajas de alrededor de 150 metros. Desde esa altura, oímos a los perros ladrar y a los niños gritar, reír y llamarnos... hasta pidiendo que les demos un paseo. Al seguir flotando por el aire pasamos sobre una colina y observamos a una familia de ciervos saltando por el bosque.

Descendemos

¡El tiempo pasa demasiado rápidamente! ¡Pues, sin darnos cuenta de ello hemos estado volando por un par de horas! Casi se nos ha acabado el propano que usamos para calentar el aire dentro del globo. De modo que empezamos a descender y a buscar un campo grande. Luego que llegamos al suelo, tiro un cordón largo que está atado a la parte superior de la envoltura. Esto abre la parte superior y deja salir todo el aire caliente. Nos llevó media hora para inflar el globo, pero solo doce segundos para hacer que quedara completamente desinflado sobre el suelo.

Ha terminado nuestro vuelo, pero las memorias siguen con nosotros. El ir flotando como mariposa, pasando suavemente sobre las copas de los árboles... éstas son experiencias que no olvidaremos pronto. Hemos tenido un paseo memorable en mi hermoso globo.—Contribuido.

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