Yo vuelo en el Concorde
Según fue relatado al corresponsal de “¡Despertad!” en las Islas Británicas
HACE unos dos años me transfirieron a trabajar como miembro de la tripulación de cabina del Concorde. Antes del primer vuelo, cada miembro recibió entrenamiento especial para el trabajo. Esto significó volver a la “escuela,” donde fue preciso aprender en un centro de entrenamiento cerca del Aeropuerto Heathrow de Londres las nuevas rutinas para el servicio de comidas, el trato del equipo, los deberes de la tripulación y los procedimientos de seguridad.
En este centro de entrenamiento hay una “maqueta” o réplica exacta de la cocina y parte de la cabina de la aeronave. Hasta el ángulo del piso está levemente inclinado para simular la verdadera posición de vuelo. Aquí la tripulación puede servir a un grupo de “pasajeros” sin tener que dejar el terreno. Así, antes de verdaderamente volar, la tripulación había servido comidas, se había familiarizado con las regulaciones de encendido del horno y había aprendido a trabajar en el espacio disponible en la verdadera aeronave.
Entonces vino el momento de ver el Concorde mientras todavía estaba en el hangar. Una de las cosas que me impresionó fue su perfil aerodinámico. Transmite la idea de velocidad aun cuando está inmóvil. Debido a su nariz inclinada, que se ve tan claramente durante los despegues y aterrizajes, la aeronave me recordó a una veloz ave de presa... el águila. El avión ciertamente tiene un diseño sobresaliente y distintivo.
Primer vuelo
La velocidad de crucero del Concorde es de alrededor de 37 kilómetros por minuto, el doble de la velocidad del sonido. Efectúa su vuelo a una altitud de entre 15.240 y 18.250 metros. Sin embargo, la presión de la cabina se mantiene a tal grado que corresponde con la cómoda presión de aire a una elevación de 1700 metros.
En comparación con las aeronaves más convencionales, el despegue y ascenso del Concorde es extremadamente rápido. Pronto uno está por sobre “el tiempo” bajo un Sol brillante. Pero al mirar por las ventanas, quizás le sorprenda ver que el cielo es de un color azul muy oscuro. Esto quizás le recuerde el fenómeno del cielo “negro” que informaron los primeros astronautas en sus viajes al espacio sideral. Los cambios de color ocurren debido a que mientras mayor es la altitud menos densa es la atmósfera. Por lo tanto, la notable dispersión de los elementos azules de la luz del sol, tan evidente al nivel del suelo, se reduce considerablemente a medida que uno sube. Además, a nuestra altitud de vuelo, la curvatura, o “círculo,” de la Tierra se hace muy perceptible, tal como la Biblia declara con exactitud.—Isa. 40:22.
Debido a la gran velocidad del Concorde, la temperatura en la nariz de la aeronave llega a 127 grados centígrados, cuando la temperatura del aire exterior es de -52 grados centígrados. El forro exterior del avión se calienta casi tanto como la nariz. Esto se debe a la gran fricción que se produce cuando el avión vuela con más velocidad que la del sonido. Pero la elevada temperatura no tiene efecto adverso en la estructura especial de la aeronave.
En la cabina hay un “machmetro” que muestra la velocidad propia de la nave con relación a la velocidad del sonido, a fin de sepamos a qué velocidad estamos volando. Durante el vuelo no hay sensación alguna de lo rápido que se viaja. Pero, al acelerar a través de la barrera del sonido, se siente algo muy similar a un codazo suave en la espalda comparable al cambio automático de velocidades en un automóvil.
Alimento a bordo
Debido a lo breve del vuelo, fue preciso que cocineros y un personal con muchos años de experiencia planearan cuidadosamente la clase de comidas que se iban a servir. Además, debido a lo limitado del espacio disponible, el equipo para servir comida fue un detalle importante que hubo que tomar en cuenta. Complementan la comida de alta calidad que se sirve —no en recipientes de plástico sino de porcelana— con excelentes vinos franceses que se sirven en una vajilla de cristal diseñada especialmente para el uso exclusivo del Concorde. Los cinco platos aseguran que los pasajeros quedarán bien satisfechos durante cada vuelo. El champaña también puede contribuir al disfrute de la comida, y le suministra un distintivo sabor francés a esta empresa anglo-francesa.
He disfrutado de trabajar en esta primera aeronave supersónica de pasajeros, pues es un adelanto sobre otras formas de viaje aéreo. Pero también estoy agradecido porque el estar en el Concorde me permite asistir a las reuniones de los testigos de Jehová con más regularidad de lo que sería posible si estuviera trabajando en otra aeronave. Los estudios bíblicos en casa también se pueden celebrar con mayor regularidad, pues los viajes del Concorde son más regulares en cuanto a la distancia y el tiempo que me mantienen separado de mi familia. Así, mi asociación con el Concorde es provechosa y remuneradora.—Contribuido.
[Recuadro de la página 19]
¿Por qué es diferente la nariz del Concorde en las páginas 13 y 18?
A fin de asegurarle al piloto el máximo de visibilidad la nariz se baja al despegar y aterrizar. Pero durante el vuelo se eleva para dar a la aeronave el perfil aerodinámico que le facilita la velocidad supersónica