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  • La maravilla moderna de la amplificación del sonido

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  • La maravilla moderna de la amplificación del sonido
  • ¡Despertad! 1978
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¡Despertad! 1978
g78 22/8 págs. 12-15

La maravilla moderna de la amplificación del sonido

LA HISTORIA bíblica relata acerca de muchas reuniones grandes del pueblo de Dios en las que era necesario que todos los presentes pudieran oír. Los libros de Deuteronomio y Josué registran casos en los que Moisés y Josué hablaron a la nación israelita, que entonces contaba con millones de miembros. Puede que estos hombres hayan tenido que recurrir a la oratoria pública por medio de la retransmisión humana. A lo más, este modo de hablar a las grandes multitudes sería lento y consumidor de tiempo.

De vez en cuando Jesús se valió de los recursos de la acústica natural como un medio para proyectar sus palabras de vida a otros. Quizás elegía una zona montañosa, en la que las ondas sonoras producidas por su voz podían fluir en una trayectoria directa ya sea hacia arriba o hacia abajo en una colina, a fin de estar al alcance de cada uno de sus oyentes. (Mat. 5:1) En otras ocasiones, cuando una muchedumbre lo oprimía en un terreno más llano, cerca del Mar de Galilea, Jesús subía a una barca y se alejaba a corta distancia. El agua tranquila le servía entonces de reflector de sonido para transmitir las ondas de su voz a los oyentes que estaban en la orilla.—Mat. 13:1, 2; Luc. 5:3.

Hoy día, cuando grupos de aproximadamente 50 o más personas se reúnen a escuchar a un orador, a menudo disfrutan de la maravilla de la amplificación electrónica. El equipo moderno puede amplificar muchísimo el volumen de las palabras del orador y no obstante mantener la calidad, tono y timbre de su voz, con todas sus características individualmente distintivas. Esto ayuda tanto al orador como a su auditorio. Hace innecesaria la oratoria diafragmática, pues el orador no tiene que esforzarse tanto para ser oído cómodamente. No tiene que exigir demasiado de su voz ni hacer cambios innaturales en el tono, volumen o énfasis. Y los que lo escuchan no tienen que esforzar fatigosamente sus oídos a fin de captar lo que dice. Pueden concentrarse sin esfuerzo en entender lo que oyen. Consideremos lo que compone un buen sistema megafónico de sonido.

¿Cómo se amplifica el sonido?

El primer paso en la moderna amplificación del sonido es convertir en energía eléctrica la vibración del sonido, que es una forma de energía radiante acústica o mecánica. Esta función la realiza el micrófono. El micrófono convierte las ondas sonoras, que en realidad son variaciones en la presión del aire, en un voltaje eléctrico correspondiente que varía en frecuencia y fuerza según la “presión” de las vibraciones sonoras. Es preciso que los micrófonos sean instrumentos sensibles y se les debe tratar con cuidado especial.

Puesto que la potencia de salida del micrófono es un voltaje o señal eléctrica muy pequeña, es preciso fortalecer o amplificar esa señal miles de veces a fin de “transmitirla” al altavoz. Con este propósito, se usa un amplificador de audio. Muchos amplificadores tienen un dispositivo para recibir las señales de varios micrófonos o de otras fuentes, combinarlas, y entonces amplificar el programa combinado según la potencia que el auditorio requiera para oír con facilidad. De vez en cuando se usa un preamplificador por separado a fin de aumentar las señales de bajo nivel procedentes de los micrófonos, mezclarlas y entonces distribuir el programa combinado a cualquier punto, cercano o lejano, donde se puede amplificar más si esto es preciso. Los sistemas de sonido grandes pueden utilizar muchos amplificadores, en los cuales cada uno funciona para suplir el programa a una zona específica, en la que el auditorio puede consistir de unas cuantas personas o muchos miles de ellas.

Por fin, se alimenta la señal eléctrica amplificada a uno o más altavoces. El altavoz obra como una especie de micrófono a la inversa. La corriente amplificada hace vibrar un cono o diafragma. De esta manera la energía eléctrica se convierte en energía mecánica, haciendo que una vez más el aire adyacente vibre con ondas sonoras que nosotros podemos oír.

Elección de los componentes

Puesto que los objetivos al amplificar el habla son (1) permitir que todos oigan bien y (2) preservar la naturalidad de la voz de cada orador, es vital elegir cuidadosamente los componentes correctos para su sistema de sonido. El refrán “Lo barato sale caro” aplica en esto. Las llamadas “gangas” por lo general no contribuyen a sus objetivos con la seguridad de funcionamiento y calidad que uno necesita. Si uno va a comprar un sistema megafónico es bueno consultar con un técnico de sonido experimentado. Esto le ayudará a obtener un sistema de buena calidad y de suficiente potencia, pero no demasiado poderoso ni demasiado costoso para sus necesidades.

El primer eslabón de su sistema de sonido es el micrófono. Cada clase de micrófono está diseñada para una aplicación específica. No hay uno que se adapte mejor a todas las situaciones. Por lo general para la amplificación del habla, el micrófono dinámico satisface sus necesidades. Tiene buena fidelidad, es fuerte, relativamente libre de problemas, y tiene un precio moderado.

A continuación decida qué clase de zona de recepción o patrón de captación de micrófono sería más apropiada para sus necesidades. ¿Debería usted escoger una unidad omnidireccional, que capta el sonido que procede de toda dirección, o una unidad unidireccional? También están disponibles las zonas de recepción que tienen la forma del número ocho.

Al micrófono unidireccional también se le llama micrófono cardioide debido a que responde al sonido de una zona de recepción o captación algo parecida a la forma de un corazón alrededor del frente de la unidad. Puesto que la parte posterior del micrófono cardioide es relativamente inerte, por lo general éste contribuye a reducir la realimentación acústica, el aullido que se produce cuando el micrófono capta el sonido de los altavoces. Sin embargo, se sacrifican algunas ventajas al elegir una unidad cardioide. Si el orador está ligeramente “fuera del micrófono” es posible que no se capte bien su voz. Además, por lo general la unidad cardioide no es tan resistente como otros tipos de micrófonos.

Hay ciertas ventajas definidas en el uso del micrófono omnidireccional. Cuando los oradores quizás no estén hablando directamente a un micrófono, como cuando éste se pasa entre un grupo de personas, el patrón omni es sumamente práctico. Por lo general esta unidad no es tan costosa y es más resistente. Por lo tanto, hace un trabajo excelente en muchos usos. Sin embargo, por lo general estos micrófonos tienen más probabilidades de captar sonidos extraños y de contribuir a la realimentación acústica, especialmente cuando se usan dos o más micrófonos a la vez.

Algunos micrófonos tienden a producir un sonido explosivo indeseable cuando palabras que tienen una “p” o “t” fuertes se dicen directamente enfrente de éstos. Por lo general un guardabrisa que evite que “el estallido del aliento” del orador entre en el micrófono rectifica esto.

También hay que tomar en cuenta la impedancia del micrófono. Se dice que un micrófono es de impedancia alta o baja, lo cual describe sus características eléctricas y no está necesariamente relacionado con su calidad o sensibilidad. Los micrófonos de alta impedancia por lo general se eligen debido a que son económicos. Sin embargo, tienen ciertas dificultades inherentes que afectan la calidad del sistema. Por ejemplo, si el cable del micrófono no pasa de 15 metros de longitud, un sistema de alta impedancia es excelente. Pero si el cable excede de 15 metros, sería recomendable obtener un sistema de baja impedancia a fin de aminorar las pérdidas de alta frecuencia ocasionadas por la capacitancia del cable. El sistema de baja impedancia también contribuye a eliminar la captación de zumbido y la posible interferencia de algunas radiotransmisiones cercanas, como de CB, radio policíaco, y así por el estilo. Los micrófonos de baja impedancia deben conectarse por medio de cables microfónicos de baja impedancia, y a fin de usarlos quizás tenga que hacer ajustes en el amplificador, como tal vez añadir transformadores de entrada que reciban la señal de baja impedancia y la igualen al amplificador. Todas las instalaciones de sonido profesionales utilizan circuitos microfónicos de baja impedancia equilibrados.

El segundo eslabón del sistema de sonido envuelve al amplificador. Debe elegirse un amplificador que para cada micrófono tenga un control individual de entrada y volumen. De esta manera cada micrófono se puede ajustar independientemente.

Cuando el auditorio pasa de 200 personas, es bueno elegir un amplificador que tenga una potencia de salida de por lo menos 30 vatios. Auditorios mayores requieren mucha más potencia. Una unidad transistorizada por lo general es más confiable y más libre de dificultades que el amplificador del tipo de tubos. Por supuesto, debemos elegir una unidad que haya sido diseñada como amplificador de un sistema megafónico.

Los altavoces son el eslabón final en la cuestión de reproducir la palabra hablada. Hay muchas clases de reproductores disponibles. Para auditorios pequeños se puede elegir el altavoz del tipo de columna, y colocar una unidad a cada lado de la plataforma. Estas son especialmente prácticas en instalaciones temporeras. En el caso de las instalaciones permanentes, por lo general un sistema distribuido con altavoces montados en el cielo raso es muy satisfactorio. Este sistema se recomienda especialmente cuando el cielo raso es relativamente bajo, pues así todos en el auditorio pueden sentarse a aproximadamente la misma distancia de un altavoz. Los altavoces en el cielo raso deben colocarse en hileras espaciadas, y la distancia que los separa debe ser aproximadamente una vez y media la distancia entre el suelo y el cielo raso. Al altavoz más cercano al orador se le puede dar una potencia menor, lo cual permite mayor volumen para el entero sistema antes de que se produzca una realimentación acústica.

Al conectar los altavoces al amplificador, se les debe igualar eléctricamente con el amplificador. Esto se logra eligiendo la derivación de impedancia apropiada en la parte posterior del amplificador que iguale a mejor grado la impedancia del altavoz. La mayoría de los amplificadores modernos proveen lo que se conoce como un sistema “de voltaje constante” para igualar altavoces múltiples. A menudo, se utiliza la salida de 25 voltios o 70 voltios en la parte posterior del amplificador. En algunos países el sistema de 100 voltios es popular. Cuando se usa un voltaje menor no es necesario meter los cables del altavoz en un conducto portacables. Con el sistema de voltaje constante es preciso instalar un pequeño transformador de línea en cada altavoz a fin de igualar el altavoz al sistema. Ya usted está listo para hacer funcionar su sistema de sonido.

Algunas sugerencias

El micrófono debe ajustarse a una distancia de unos 15 centímetros de la boca del orador, tomando en cuenta sus movimientos al levantar y bajar la cabeza. Debe estar lo suficientemente cerca como para proveer volumen adecuado sin rastro alguno de realimentación acústica, y no obstante no tan cerca que haga sentirse incómodo al orador o haga que el sonido se apague con los movimientos normales de la cabeza. Cuando el micrófono se ajusta demasiado cerca del orador también está sujeto al molestoso “sonido explosivo” debido a la característica explosiva del aliento del orador al hablar ciertas palabras.

El nivel apropiado y la buena calidad de sonido son extremadamente importantes. Los controles de volumen y tono del amplificador deben ajustarse a fin de reproducir la voz del orador en tonos claros, inteligentes y naturales, para que todos puedan oír con comodidad y sin tener que esforzarse fatigosamente. Si el volumen es insuficiente, o la calidad es pobre, algunas palabras no se podrán oír, lo cual obligará al oyente a esforzarse fatigosamente a fin de poder entender. Después de cierto tiempo, se produce la fatiga mental, pues la tendencia natural es a dejar de oír más bien que a continuar esforzándose por entender el mensaje. Por otra parte, cuando el sonido es excesivamente alto se hace abrumador y distrae, produciendo fatiga en el oyente. En tal caso el oyente también deja de prestar atención y se pierde el mensaje.

Cuando un micrófono no va a usarse por varios minutos, debe bajarse su volumen a fin de evitar que capte habla o sonidos extraños. Lógicamente, es útil tener a un operador de tiempo completo en el sistema de sonido. Si este operador está alerta y conoce de antemano las necesidades de sonido de cada orador, todos se beneficiarán del programa.

¿Deben usarse “micrófonos ambulantes,” es decir micrófonos movibles, cuando el auditorio va a participar de la consideración? Eso depende del tamaño de su auditorio, la calidad acústica de su auditórium y si todos pueden oír o no. Si a todo el que comenta se le anima a hablar con buen volumen, esto, por supuesto, es preferible a perder tiempo llevando los micrófonos ambulantes a los comentadores en el auditorio.

Hace muchos años, Salomón comparó la palabra edificante hablada al tiempo correcto a “manzanas de oro en entalladuras de plata.” (Pro. 25:11) Si el auditorio es grande, esto es cierto de las palabras que tienen que ver con la vida, cuando se les oye y entiende fácilmente por medio de la maravilla moderna de la amplificación del sonido.

[Ilustración de la página 13]

¡El equipo moderno puede amplificar el zumbido de una mosca en un estruendo ensordecedor!

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