¿Realmente vale la pena ser honrado e industrioso?
EN ESTE mundo, la falta de honradez se ha generalizado. Pero la Biblia no concede excepciones en lo que respecta a la honradez. Dice “El SEÑOR odia a la gente que usa pesas y medidas fraudulentas.” (Pro. 20:10, Today’s English Version) Aunque la Biblia reconoce el hecho de que la persona que no es honrada quizás prospere materialmente, advierte en contra de dejarse engañar por esto y llegar a creer que el desafuero da buenos resultados. (Sal. 73:3-28) Según las Escrituras, la honradez y la diligencia son esenciales para una vida feliz, contenta. Y la experiencia real ha demostrado vez tras vez que el trabajo honrado, arduo, pone pan en la mesa de uno.
Honradez al pesar
Un padre de familia en Australia occidental comenta: “Mi esposa y yo éramos propietarios de un matadero y una carnicería. No teníamos dificultad alguna en obtener reses para el matadero. A la gente le gustaba tratar con nosotros, pues sabían que éramos honrados al pesar sus reses. Aun cuando a otros dueños de mataderos les era difícil comprar reses y tenían que transportar los animales unos 480 kilómetros, nosotros podíamos continuar comprando en la localidad. Durante este período les suministrábamos carne a muchos carniceros del pueblo cercano de Geraldton. Puesto que hacíamos estas entregas después de las horas de comercio, nos dieron llaves para todas las tiendas a fin de que pudiéramos entrar y almacenar la carne en los congeladores.
“Cuando vendimos el negocio en 1975, los nuevos propietarios no mantuvieron nuestras normas de honradez. Para cuando habían transcurrido dos años, se encontraban en severas dificultades financieras. Los granjeros de la localidad rehusaban venderles reses y tenían que hacer largos viajes para obtenerlas. Por fin tuvieron que deshacerse de su negocio. Desde ese entonces los granjeros de la localidad han dicho que lamentaban el día que vendimos nuestro negocio, pues apreciaban poder vender su ganado a personas honradas.”
Semejantemente, una escena en el mercado de Accra, Ghana, revela que la honradez es remuneradora. Sin que las mujeres del mercado lo supieran, un granjero de Agona Swedru pesó sus hortalizas antes de llevarlas al mercado. Entonces, como siempre, dejó que las mujeres del mercado las pesaran antes de comprar sus productos. Pero notó que solo una de ellas era honrada. En otra ocasión permitió que solamente la mujer honrada pesara las hortalizas por sí misma. Desde entonces le concedió a ella esta prioridad.
Esto enfureció a las otras mujeres, pues tenían que esperar hasta que el granjero estuviera listo para pesar las hortalizas por sí mismo en vez de dejar que ellas lo hicieran. Lo acusaron de mostrar favoritismo. Su respuesta fue: ‘Ella es honrada, pero ustedes no lo son. Así es que tengo que tratar con ustedes de manera diferente.’
Otros principios bíblicos importantes
La aplicación de aún otros principios bíblicos puede significar la diferencia entre comer o no comer. Entre esos principios están los siguientes: “Que el que hurta ya no hurte más, sino más bien que haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que es buen trabajo.” (Efe. 4:28) “El que trabaja con mano floja será persona de escasos recursos.” (Pro. 10:4) “Desea el haragán, pero nada logra; mas el alma del diligente se saciará.”—Pro. 13:4, Nácar-Colunga.
Los ladrones sí sufren
Arthur de Saskatchewan, Canadá, es un hombre que aprendió a las duras el valor de estos principios bíblicos. Sosteniendo una taza de café en las manos, dice:
“No puedo menos que sentirme agradecido por el tremendo cambio que empezó a acontecer en mi vida hace solo cuatro años. De los primeros 36 años de mi vida, pasé un total de 15 años entre rejas. Y al fin de ese período, ¿qué tenía económica, material y espiritualmente? ¡Nada!
“Ahora, después de cuatro años de trabajar diligentemente en armonía con los principios bíblicos, ¿qué puedo decir? Pues bien, Jehová realmente me ha bendecido. Tengo un hogar, un trabajo regular, una esposa excelente y un hijito a quien amo y de quien me enorgullezco. No obstante no siempre es fácil. El pasado muere lentamente. Ante mí constantemente tengo consejos bíblicos como: ‘Que ninguno de ustedes sufra como . . . ladrón’ y ‘El que hurta ya no hurte más, sino más bien que haga trabajo duro.’ Sí, uno puede sufrir como ladrón. Yo sufrí, aunque no lo reconocía cabalmente en ese entonces.”—1 Ped. 4:15; Efe. 4:28.
“Una vez un amigo y yo,” siguió diciendo Arthur, “entramos por fuerza en una tienda de ropa y nos llevamos ropa por valor de unos 10.000 dólares para venderla. Solo obtuvimos 1.500 dólares por esta mercancía robada. Antes del fin del día, había malgastado todo el dinero en bebidas y otras actividades y ni siquiera tenía suficiente para pagar el taxi de regreso a casa.” ¿Qué hizo? Arthur añade: “Le di al conductor del taxi mi reloj —el que me había regalado mi propia madre— como prenda hasta que le pagara los tres dólares que le debía. Nunca reclamé ese reloj. ¿Cuán bajo puede llegar uno en lo que tiene que ver con el amor propio y en sus sentimientos por otros? Muy bajo, como puede ver usted. ¡Imagínese, en una ocasión en la que necesitaba dinero hasta le robé el televisor a mi madre!”
¿Qué hay de los ladrones que no son aprehendidos por las autoridades? ¿Puede decirse que realmente quedan impunes? Tome por ejemplo el caso del rubio Alfie de las Islas Británicas. Por cinco años vivió del robo ¿Pero cuáles fueron los resultados? “Mientras más robaba,” comenta él, “más perdía el sentido de valores. No recibía placer alguno de mis posesiones debido a que las obtenía tan fácilmente. Una vez, en una discusión con mi madre acerca de un billete de cinco libras esterlinas [nueve dólares], lo hice pedacitos. Me parecía tonto que estuviéramos discutiendo por algo tan trivial. Si alguien me regalaba algo, que tal vez valía solo una libra o unas pocas libras, no significaba nada para mí. Una vida de delincuencia significa tener montones de dinero un día, ¡pero entonces ningún alimento al siguiente! Esto se debe a que, cuando me quedaban solo 20 libras [37 dólares], sencillamente salía y las gastaba en algo que no necesitaba, pues pensaba que pronto robaría más. Entonces me quedaba pelado por un rato y dependía de mi familia para que me mantuviera.”
La honradez y la diligencia traen éxito
¡Qué diferente es para los que son trabajadores honrados y diligentes! El hecho de que este proceder pone pan en la mesa se manifiesta claramente en la operación de un servicio de mercancías que se comenzó en Toronto, Canadá. Hace unos 15 años, este negocio tuvo un principio muy modesto. El primer empleado era testigo de Jehová. Pronto se añadió un segundo Testigo. La influencia de estos dos Testigos trajo a la compañía la práctica recomendada por las Escrituras: “Deseamos comportarnos honradamente en todas las cosas.” (Heb. 13:18) A medida que la reputación de este establecimiento de negocios se propagó, el número de clientes aumentó. El negocio creció rápidamente y se extendió a las 10 provincias canadienses. La diligencia y honradez de los obreros mantuvieron los gastos a un nivel bajo e hicieron aumentar las ganancias. Hace unos pocos años una gran corporación internacional compró la compañía, y el deseo de esa corporación fue retener a los mismos empleados. El negocio emplea a unas 80 personas y cuenta con varios almacenes y oficinas por todo el Canadá.
La honradez y la diligencia también ayudaron a Diamond, de Nigeria, a poner pan en su mesa. Su trabajo consistía en cargar en los autocamiones las mercancías que se iban a transportar a las tiendas de la compañía o a los centros de distribución. Al notar lo concienzudo que era Diamond, su supervisor lo asignó al trabajo más responsable de “mensajero motorizado.” Esto envolvía viajar en el autocamión para entregar a los clientes las mercancías consignadas. A diferencia del anterior mensajero motorizado, Diamond rehusó cooperar con el conductor en robar algunos de los géneros. Debido a su honradez, con el tiempo transfirieron a Diamond a la tienda y lo pusieron a cargo de aprobar la salida de la mercancía. Esto puso fin a los hurtos. Sus patronos confiaban tanto en él que, siempre que había transacciones que envolvían grandes cantidades de dinero, le asignaban la responsabilidad a Diamond en vez de a su superior inmediato. Un hecho sorprendente acerca de este hombre honrado es que nunca ha recibido educación formal. Pero la fiel adherencia de él a los principios bíblicos es de mayor valor a los ojos de sus patronos. De hecho, Diamond ocupa una posición de confianza y responsabilidad por sobre la de sus colegas de más educación seglar. Él es el único que firma los documentos que autorizan la remoción de las mercancías de la tienda.
La honradez ofrece oportunidades para trabajo
A menudo el tener la reputación de honradez y diligencia ofrece oportunidades de trabajo que de otro modo no se presentarían. En Australia, Thursday Island tiene una de las cifras de desempleo más altas del país. Allí abunda la gente que quiere empleo. No obstante el administrador de un banco procuró a una familia en particular para que efectuara el trabajo de limpieza. ¿Por qué? Todos los conocían como gente honrada. En Suecia, empresas que tienen pocos empleos vacantes se complacen en emplear a los testigos de Jehová debido a la buena reputación que ellos tienen como obreros. El administrador de colocaciones de una compañía que tiene 1.400 empleados hasta preguntó si sería posible poner un anuncio pidiendo empleados en la revista principal que usan los testigos de Jehová, La Atalaya. Hasta en el norte de Suecia, donde los trabajos escasean, casi no hay desempleo entre los testigos de Jehová.
Por todo el mundo, definitivamente se prefiere al trabajador honrado, concienzudo. Muchas personas están dispuestas a pagar por trabajo de calidad. En algunas zonas, los pintores, electricistas, mecánicos y otros artífices que son cumplidores a veces están tan ocupados que por falta de tiempo no pueden aceptar ciertos trabajos.
Negarse a trabajar... poco satisfactorio y perjudicial
Aunque algunas personas optan por vivir a expensas del gobierno, su vida de aparente desahogo en realidad no es remuneradora. A menudo se sienten aburridas y gastan dinero imprudentemente en el juego, las bebidas alcohólicas y cosas por el estilo. Las personas que se niegan a aceptar los trabajos disponibles y continúan cobrando compensación del Estado a menudo se ponen nerviosas y se hacen pesimistas. Tienden a hacerse más indolentes y desarrollar hábitos desordenados. Algunos empiezan a creer que se les deberían dar otras cosas también. Muchas personas que no tienen que trabajar para obtener dinero pierden el respeto de sí mismas y muestran muy poco aprecio por sus propias posesiones y la propiedad de otros.
Las circunstancias trágicas que pueden sobrevenirle a la persona que se niega a efectuar trabajo arduo se ilustran en el caso de un joven que trabajaba en la producción de cacao. Por algunos años trabajó vigorosamente. Pero, entonces, este hombre y sus compañeros de trabajo comenzaron a tener a menos el cargar baldes de agua para regar los plantones de cacao. El joven por fin renunció a su trabajo y comenzó a jugar por dinero. Sus amigos le recomendaron que volviera a su empleo anterior, pero él se negó. Un día, cuando estaba jugando, se armó una riña. Mientras luchaban, el joven apuñaló a uno de sus amigos y ahora está cumpliendo una sentencia en la cárcel. ¡Cuánto mejor hubiera sido para él el continuar trabajando!
Nunca debemos subestimar el valor de edificar una reputación excelente como trabajador honrado, confiable e industrioso. Hasta en países en los que los buenos trabajos escasean y los ingresos anuales por persona son muy bajos, el trabajador honrado e industrioso la pasa mucho mejor que otros. Puede que no tenga mucho, pero por lo general tiene los artículos de primera necesidad y la satisfacción de comer alimento que él mismo ha ganado. Sí, el conformarnos a las pautas bíblicas acerca de la honradez y la diligencia puede poner pan en nuestra mesa y salvaguardarnos de perder el respeto que nos tenemos a nosotros mismos.
[Ilustración de la página 9]
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