BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g79 8/6 págs. 4-7
  • Prueba convincente basada en razonamiento sólido

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Prueba convincente basada en razonamiento sólido
  • ¡Despertad! 1979
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Lógica científica sólida
  • La primera causa... ¿animada o inanimada?
  • Dos preguntas que exigen respuesta
    ¡Despertad! 2015
  • ¿Cómo empezó la vida?
    Otros temas
  • ¿Tiene sentido el creer en Dios?
    La felicidad... cómo hallarla
  • ¿Surgió por sí solo, o fue creado?
    ¡Despertad! 1999
Ver más
¡Despertad! 1979
g79 8/6 págs. 4-7

Prueba convincente basada en razonamiento sólido

PARA estar convencidos de algo, es decir, tener evidencia de ello, necesitamos prueba o testimonio sólido de ello. “Ahora bien, es la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la evidencia de cosas que no se ven,” escribió un escritor inspirado de la Biblia.—Heb. 11:1, Authorized Version.

En el griego original la palabra para “evidencia” significa “una prueba, aquello por lo cual se somete a prueba o se confirma una cosa.” Los escritores seglares de alrededor del primer siglo usaron la palabra al aludir a las pruebas que se presentaban en los tribunales. Ciertamente, esto abarcaría más que las emociones; requeriría la presentación de hechos. ¿Quién iría al tribunal y diría: “Me parece” que el acusado hizo esto o aquello? No, se tendría que presentar prueba, testimonio convincente.

Así es que tenemos que tratar con hechos. Sí, ¿qué prueba o testimonio está disponible de que Dios tiene que existir?

Lógica científica sólida

Es un axioma científico y lógico el que dice “nada viene de la nada.” ¡Matemáticamente el cero multiplicado por mil sigue siendo cero! Hasta un niño se da cuenta de esto. Si él toma su alcancía, no pone dinero alguno en ella y la esconde, y si nadie la toca durante varios días, hasta meses, cuando la saca, ¿qué halla? Aún no hay dinero en ella. La materia no aparece espontáneamente.

No obstante tenemos una abundancia de objetos materiales en los cielos estrellados. ¿De dónde vinieron todos éstos? Es lógico que no pueden haber venido de la nada. Siempre debe haber existido algo de lo cual estas cosas pueden haber llegado a existir. Ese “algo” tiene que ser eterno.

Tan recientemente como en 1977 el cosmólogo Jayant Narlikar dijo que la cuestión más fundamental de la cosmología (el estudio del origen y desarrollo del universo) es: “En primer lugar, ¿dónde se originó la materia que vemos a nuestro alrededor?” Además, al comparar el universo en su principio con un “huevo cósmico” muy compacto que supuestamente estalló, el bioquímico Isaac Asimov dice: “Es inevitable que los astrónomos pregunten: ¿Qué sucedió antes del huevo cósmico? ¿De dónde vino éste?”

Al tratar de mostrar que las estrellas se originaron de densas nubes de polvo, el astrónomo Fred Hoyle llegó a otro callejón sin salida. Dijo: “Estos dos elementos [de los que se compone el polvo] se producen en las estrellas . . . ¿Pero cómo sucedió esto, si no podemos tener ninguna estrella sino hasta después que tengamos polvo? ¿Qué vino primero? ¿el huevo o la gallina?”

Hoy día la vasta mayoría de los científicos concuerda con el astrofísico checo Josip Kleczek, quien dijo en The Universe: “La mayoría y, posiblemente, todas las partículas elementales pueden ser creadas por medio de la materialización de la energía.” Entonces aludió a la famosa fórmula de Einstein E=mc2 (la energía es igual a la masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz), que muestra que se puede producir materia de una tremenda fuente de energía. Científicamente, pues, es posible crear materia de una fuente de “gran energía.” “Pero,” se lamentó un sobresaliente físico, “no sabemos de dónde vino la energía.”

Así, ¿a qué conclusión lógica podemos llegar? Simplemente a ésta: Que una fuente de “gran energía” tiene que haber sido ese “algo” eterno del cual se originó este universo material. Apoya esta conclusión la bien comprobada Ley de la Conservación de la Masa-Energía, que dice que la energía-masa no puede ser ni creada ni destruida, sino meramente convertida de una cosa a la otra. Así, la ciencia reconoce que de una fuente de energía eterna es posible obtener el universo material.

La primera causa... ¿animada o inanimada?

Ahora sírvase considerar estas preguntas claves: ¿Fue esta fuente de energía eterna original una personalidad viva, inteligente? ¿O fue algo inanimado, sin vida? ¿Surgió el universo solo de movimientos puramente mecánicos, físicos, independientes de dirección consciente, inteligente?

De un examen cuidadoso del universo, los científicos han visto prueba de que éste tiene la precisión de una máquina. Las leyes que los cuerpos celestiales obedecen son tan exactas que con años de anticipación los científicos pueden predecir diversos sucesos celestiales. Además, algunos de nuestros más precisos cronómetros se ponen en hora por medio de las estrellas.

También se observan agrupaciones de materia sumamente organizadas. Esto es especialmente cierto de los complejos sistemas que componen los organismos vivos. Hasta los “bloques de construcción” de la vida, las moléculas de proteína, manifiestan arreglos atómicos asombrosamente complejos.

¿Cómo surgió toda esta precisión y complejidad? ¿Es el resultado de la operación de la “casualidad ciega” en el transcurso de miles y miles de millones de años?

Algunos científicos prominentes han sugerido que si a una retahíla de monos se les concediera suficiente tiempo para golpear a voluntad las teclas de máquinas de escribir, con el transcurso del tiempo —tal vez miles de millones de años— producirían, sencillamente por casualidad, un libro como Guerra y Paz de Tolstoi. De modo que, razonan los científicos, si se suministra suficiente tiempo, este complejo mundo sería producido por la casualidad.

Pero, como hizo notar otro investigador: “Se precisa alguien que reconozca cuando ellos [los monos] hayan terminado su labor. . . . y precisamente cuánto tiempo se esperaría que los monos demoraran dependería exactamente de la manera en que se hiciera la selección.” Sí, se precisaría que un individuo inteligente que supiera lo que el libro dice seleccionara y ordenara lo que los monos produjeran a fin de obtener la obra maestra. Sin un “seleccionador,” los monos en realidad nunca producirían el libro. A lo más, sus esfuerzos resultarían en una mescolanza alfabética o meras líneas de palabras desconectadas o palabras a medias.

“La casualidad ciega,” dice el libro The Life Puzzle, “es un sujeto productivo. . . . sin embargo, es muy limitado. Puede producir niveles inferiores de organización con suma facilidad . . . pero a medida que aumenta la organización no tarda en hacerse muy incompetente. Y, como vimos, esperar mucho tiempo, o usar tremendos recursos materiales, no es muy útil.”

Hasta los niños saben que no se puede construir una “casa” de “cubos de construcción” de juguete por medio de meramente arrojar los cubos al aire, con la esperanza de que por casualidad formen una “casa.” Cierto, quizás en cierta tirada, dos o tres cubos se apilen unos sobre otros. ¿Pero qué probabilidad hay de que se edifique una “casa” organizada? De hecho, a menos que el niño proteja los pocos cubos que por casualidad se apilaron, la próxima tirada podría deshacer lo ya hecho. Es preciso que alguien manipule los cubos para producir una “casa” organizada.

Por lo tanto, por sus propias observaciones los científicos se han visto obligados a desechar la “casualidad ciega” como factor responsable del elevado grado de organización que se evidencia en la Tierra y el universo.

En 1859 Carlos Darwin propuso que la “selección natural” era el guía “selector” que podía organizar los resultados producidos por la casualidad ciega y producir el orden del caos. Se dice que la selección natural es un proceso por medio del cual solo sobreviven los diseños u organismos (plantas y animales) “correctos” (favorables) especialmente adecuados para sus alrededores, y que éstos, por lo tanto, pasan el diseño “correcto” a su prole, y así, gradualmente “evolucionan” hasta llegar a ser formas de vida más complejas.

No obstante, después de describir las muchas condiciones únicas en su género que permiten que la vida exista en la Tierra, el evolucionista C. F. A. Pantin, anterior profesor de zoología de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, reconoce que “la operación de la selección natural no daba razón de todas las características especiales del mundo natural.”

¿Qué clase de “características especiales”? Bueno, de cierta característica el zoólogo W. H. Thorpe ha dicho que es “una de las más sorprendentes y perturbadoras sacudidas que la teoría evolucionista ha recibido en tiempos recientes.” Es la increíble complejidad del gen... la unidad microscópica en el interior de una célula viva que determina lo que esa planta o animal en particular será. ¡Los genes ciertamente son complicados! Como computadoras en miniatura, almacenan información y suministran instrucciones a la célula. ¡Si se escribiera toda esta información en tipo normal, llenaría una enciclopedia de unos 1.000 tomos!

¿Qué probabilidad habría de que uno de estos genes complicados se originara por medio de la selección natural a través de “mutaciones fortuitas” en el transcurso de miles de millones de años? “Las probabilidades de que una molécula característica de ADN fuera producida en dicho lapso de tiempo siguen siendo, pues, inimaginablemente pequeñas (10-415),” escribe el biólogo Frank B. Salisbury en la revista científica Nature. ¡“Inimaginablemente pequeñas”! ¡Una probabilidad en un 1 seguido por 415 ceros!

Aunque Salisbury cree en la evolución por medio de la selección natural, la imposibilidad de que tal cosa suceda lo hizo llegar a esta conclusión: “La creación especial o la evolución dirigida resolvería el problema de la complejidad del gen.”

Es preciso que alguna fuerza inteligente haya “dirigido” la construcción de tan compleja molécula. No podría haberse desarrollado por mera casualidad ni siquiera por “selección natural.” La materia inanimada, como los átomos y las moléculas, no se ordena a sí misma.

“También sabemos que la característica más fundamental de la vida es que puede invertir la entropía [la tendencia de los sistemas sumamente organizados a hacerse menos organizados], es decir, puede restaurar el orden en contraste con la tendencia de la materia inanimada a reducir el orden (o a aumentar la entropía; es decir, las piedras tienden a rodar cuesta abajo, no cuesta arriba),” informa el libro The Reflexive Universe.

¿Qué nos dice todo esto? Que una Fuente de Energía original tiene que haber estado viva para proveer dirección a medida que la energía a su disposición se usaba para crear el mundo natural que nos rodea.

Por medio de la lógica científica sólida llegamos a la misma conclusión a la que se llegó en la Biblia hace más de 2.700 años en esta declaración científicamente exacta: “Levanten sus ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que está sacando el ejército de ellas aun por número . . . Debido a la abundancia de energía dinámica, él también siendo vigoroso en poder, ninguna de ellas falta.”—Isa. 40:26.

[Ilustración de la página 5]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

COMPUTADORA

GEN

El gen —la unidad microscópica en el interior de una célula viva— determina lo que esa planta o animal en particular será. Los genes son como computadoras en miniatura; almacenan información y suministran instrucciones a la célula.

CÉLULA

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir