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¡Despertad! 1979
g79 8/9 págs. 24-26

“Encaje de la tierra”

Por el corresponsal de “¡Despertad”! en el Brasil

¿VE USTED a esa señora sentada ahí con la mirada fija en algo que tiene enfrente de ella a medida que mueve las manos rápidamente de un lado a otro? ¿Qué estará haciendo? ¿Quiere mirar más de cerca?

La mujer tiene enfrente de ella alguna clase de almohadilla o cojín. Pero tiene concentrada toda su atención en lo que está encima del cojín. Le preguntamos lo que está haciendo. ¿Su respuesta? “Haciendo el encaje de la tierra.”

Debido a la manera en que se hace este encaje —sobre una almohadilla o cojín— este producto también se conoce por el nombre de renda de almofada, o encaje de almohadilla. Algunos lo llaman encaje de bolillos debido a que se usan palitos o bolillos para producirlo.

¿Por qué “encaje de la tierra”?

Bueno, lo llaman así simplemente porque lo hacen aquí en Ceará, estado nordestal del Brasil, y no lo importan de otras partes del país o del mundo. Es un producto local. Sin embargo, esto no es decir que encaje de esta misma clase sea desconocido en otros lugares. La realidad es que se produce encaje parecido en el estado brasileño de Santa Catarina y también en otros países. Pero el “encaje de la tierra” hecho a mano y la encajera son tan típicos del estado de Ceará que en la capital, la Ciudad de Fortaleza, verá, al lado del nuevo edificio del Banco del Brasil, una estatua de una encajera más grande que de tamaño natural.

¿Cómo tuvo su principio aquí el arte de hacer encaje? Se cree que lo introdujeron las esposas de los primeros colonizadores portugueses. Puede que ellas hayan aprendido el arte de los franceses. Desde entonces se ha pasado de una generación a otra, las madres enseñando a sus hijas, las hijas enseñando a las nietas y así sucesivamente. Este método ha dado tan buenos resultados a través de los siglos que el arte pudiera llamarse una industria casera. Sin embargo, más recientemente, muchas jóvenes ya no quieren aprender a hacer encaje, pues prefieren ir en pos de ocupaciones más lucrativas alejadas de la casa. Pero vamos a observar a una encajera en acción.

Cómo se hace el encaje

Primero demos una mirada a las herramientas indispensables... el cojín, el hilo y los bolillos. El cojín tiene unos 60 centímetros de largo, un diámetro de 30 centímetros y es de forma cilíndrica. Está relleno de paja de palmas y cubierto con tela.

Algunas encajeras colocan el cojín en el piso, y ellas mismas se sientan en el piso para trabajar. Otras ponen el cojín sobre una banqueta o silla baja y trabajan sentadas en una banqueta o silla.

Generalmente se usa hilo de algodón... fino para el encaje muy fino, más burdo para el encaje más grueso. El hilo puede ser de cualquier color, pero el blanco todavía predomina.

Para empezar, se dibuja el diseño en una tira de papel duro, o puede que el papel solo tenga agujerillos marcados en él. Se prende este patrón al cojín. El siguiente paso es poner alfileres en los agujeros en conformidad con el diseño. Si el patrón está dibujado en el papel, se meten los alfileres en los puntos del diseño. A medida que el trabajo progresa, se van moviendo los alfileres hacia abajo en el papel.

De paso, puede que usted haya notado que los alfileres no son los alfileres ordinarios que se usan en la costura. Por supuesto, éstos pudieran usarse, pero como tienden a enmohecerse no son satisfactorios. Las púas duras de plantas, las espinas de cardo o espinas de pescado son más adecuadas, puesto que sirven para el propósito y no se enmohecen.

El hilo que se pasa alrededor de los alfileres se sostiene en palitos de madera con muescas, o bolillos, de unos 15 centímetros de largo, con bolas al extremo de forma ajustada a la mano de la encajera. Antes de empezar a hacer un nuevo pedazo de encaje, la encajera arrolla el hilo en dos bolillos, la mitad en uno, y la mitad en el otro. El número de bolillos que usa depende del diseño y de lo ancho del encaje que va a hacer; puede emplear media docena de bolillos o muchas docenas. Y la longitud del pedazo de encaje en particular que está haciendo determina la cantidad de hilo que la mujer arrolla. Por supuesto, si se le hace necesario puede empalmar más hilo y para eso hace un nudo de encaje que es casi invisible.

La encajera nos asombra con su habilidad y destreza, pues trabaja rápidamente y sabe exactamente el bolillo inmediato que debe usar, cuándo torcerlo y cuántas veces debe torcerlo antes de levantar el siguiente bolillo. En conformidad con el diseño o patrón en particular que tiene ante ella, trabaja con los bolillos para entrecruzar los hilos a fin de hacer pétalos delicados o una cadena o para producir el efecto de malla.

Para proteger el encaje y mantenerlo limpio, acostumbra cubrirlo con un paño. A medida que el encaje va haciéndose más largo, lo dobla nítidamente debajo de este paño por el lado de la almohadilla alejado de ella. Aunque el encaje llega a tener varios metros de largo, no se le permite caer al suelo al alargarse. Solo se deja expuesta la parte en que ella está trabajando.

Diseños para satisfacer todo gusto y propósito

Se hacen encajes finos y también más gruesos. Adicionalmente, hay una gran variedad en los diseños y en el ancho de los encajes. Pueden variar de menos de un centímetro a 10 centímetros o más. Y no solo se hacen pedazos derechos. El encaje puede tener un borde festoneado, o puede estar curvado. También lo pueden hacer en forma de cuadro o en canesú. En cuanto a los cuadros y canesúes que han de usarse en la confección de blusas se pueden hacer en una sola pieza o en dos mitades que después se unen en el centro... unidas tan delicadamente que, en realidad, solo la persona con ojo perito puede discernir que las partes no fueron hechas en una sola pieza. En verdad hacer “encaje de la tierra” es un arte.

Ya que nos hemos referido al canesú de encaje, le interesará saber que en las tiendas y mercados se pueden hallar unas lindas blusas adornadas con este encaje hermoso. Verá algunas adornadas profusamente con encaje, otras con menos. Si prefiere, puede conseguir que le hagan una blusa a su medida. O tal vez quiera obtener una camisa de noche decorada con bordados a mano y tiras angostas de encaje delicado. Además hay hermosos manteles, tapetes pequeños y sobrecamas adornados con encaje o hechos enteramente de encaje. Sea que desee algo para usted misma o busque un regalo para una amiga, hallará un artículo que le agradará. Es fácil de entender por qué este encaje bonito se usa tanto en la localidad y está en demanda en otros lugares, aun fuera del Brasil.

En vez de comprar una prenda de vestir, tal vez desee comprar el encaje y usarlo en casa en sus propias costuras. Lo puede comprar de alguien que lo hace o de algún comerciante al por menor. Así podrá comprar cuantos centímetros o metros desee del diseño y del ancho que le convengan o satisfagan su gusto. Prescindiendo de la prenda que decida hacer, sea una blusa, un vestido, una saya o algo diferente, puede estar segura de que le parecerá grata al ojo y le granjeará muchas lisonjas si la adorna con algunos de estos hermosos encajes hechos a mano. Y si algún día hace escala en la Ciudad de Fortaleza, venga a ver estas industriosas muchachas y mujeres hacer el hermoso “encaje de la tierra.”

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