La última de las grandes manadas en marcha
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Kenia
¡EMOCIONANTE! ¡Impresionante! ¡Uno de los espectáculos más grandiosos de la Tierra! ¡Decenas de miles de animales en marcha a través de las grandes llanuras africanas! ¡Ciertamente la migración anual de grandes manadas de ñúes, cebras, gacelas y otros animales es un fenómeno digno de verse!
Un breve safari al Parque Nacional Masai Mara de Kenia, al borde mismo de las famosas llanuras de Serengeti, nos concedió la oportunidad de presenciar lo que pudiera ser una escena que va pasando.
El Parque Nacional
El Parque Nacional Masai Mara, situado en el rincón sudoeste de Kenia, es un inmenso paisaje natural de colinas onduladas, árboles de acacia y sabana de hierba verde. Se dice que dentro de los aproximadamente 1.800 kilómetros cuadrados del parque se encuentran 95 especies diferentes de mamíferos y más de 450 especies de aves. Veremos, no solo una multitud de animales pequeños, sino también los cinco animales de caza mayores del África... elefantes, leones, rinocerontes, leopardos y búfalos sudafricanos. Alrededor del río Mara hay una población de buen tamaño de hipopótamos, así como varios cocodrilos. Es digno de notar que los masais apacientan su ganado al lado mismo de las llanuras del parque, corriendo riesgos con la gran población de leones de Mara.
El viaje
Puesto que nuestro safari ha de ser breve, deseamos aprovecharnos de todas las horas de luz solar. Nos marchamos de Nairobi, la capital de Kenia, a las 4 de la mañana, y emprendemos el viaje de 274 kilómetros al parque. Para cuando llegamos a Narok y al fin del camino pavimentado, estamos bien adentrados en territorio masai. A medida que la luz del día comienza a descorrer la oscuridad y se despliega un hermoso amanecer, observamos que las vastas llanuras rebosan de animales salvajes.
Todavía estamos a más de 48 kilómetros de la entrada del parque, pero ya podemos ver grandes manadas de rumiantes en las llanuras. A la derecha vemos una manada de buen tamaño de gacelas de Thomson. Estas criaturitas felices y gregarias se ganan fácilmente el corazón de muchos turistas... y el nuestro también. “Tomasita,” como la llaman cariñosamente, es de color pardo rojizo claro, tiene una amplia franja negra que separa la región del vientre blanco, y constantemente menea la cola. No, no menea la cola de lado a lado como lo hace el perro, sino que le da vuelta tras vuelta, formando un círculo completo. Alguien dijo una vez que creía que “Tomasita” meneaba la cola incesantemente debido a que es muy feliz. Sea eso cierto o no, la “Tomasita” ciertamente es una criaturita graciosa.
Ante nosotros está probablemente el animal más elegante de la llanura, el impala. Es una criatura de aspecto elegante, de color pardo rojizo y de enormes ojos castaños claros. El macho posee grandes cuernos en forma de lira. Este animal es la imagen misma de la elegancia, sea que se detenga inmóvil sobre un hormiguero en forma de montículo o emprenda la fuga con algunos saltos prodigiosos y fluidos. Los saltos parecen contribuir a su aptitud defensiva en el área escasamente cubierta de chaparrales, que es el hábitat natural del impala. Podemos entender fácilmente por qué es que a los grandes felinos u otros animales de presa les es difícil derribar una víctima que casi emprende el vuelo, escapando de un salto de las garras del adversario. Aunque los ágiles impalas no despliegan una actuación especial para nosotros, sus saltos nos emocionan. ¡Pues, algunos de ellos parecen ser más altos que nuestro automóvil! Otros abarcan una distancia del ancho de la carretera, tal vez de seis metros o más.
¡Las llanuras están llenas de animales salvajes! Hay caamas de extraña cornamenta. También están los topis, las gacelas de Grant, las jirafas, los kobus, los búfalos, los jabalíes verrugosos y algunas pequeñas manadas de ñúes y cebras. De seguro, con todos estos animales a la vista, el rey de las bestias debe estar cerca. Nuestro viaje ya ha sido muy bien recompensado, pero continuamos apresurándonos. ¿Por qué? Porque esperamos ver el espectáculo de migración mismo... miles de ñúes y cebras en marcha a medida que cruzan las vastas llanuras.
La migración
Vemos por primera vez el fenómeno desde el mirador del hotel. Las colinas onduladas que sirven de marco a la parte trasera del edificio deben ser de un color verde exquisito o pardo dorado, pero hoy son de color oscuro, casi negro. ¡Deben estar cubiertas de una enorme manada de ñúes! Un rápido vistazo con los binoculares confirma esa conclusión. ¡Debe haber miles de ellos! Rápidamente nos instalamos, hacemos arreglos para recoger a un guardabosque, y salimos de safari.
¡Hay ñúes y cebras por doquier! Es como si estuviéramos guiando a través de un mar de animales. Y ellos —especialmente los ñúes— están en marcha, moviéndose lentamente, casi en fila india, aparentemente siguiendo un líder. Marchan adelante. Nada parece detenerlos. Sobre llanuras, por valles, a través de zanjas y arroyos continúan la marcha. En tiempos como éstos los animales pueden estar inconscientes de todo lo que acontece a su alrededor. La tragedia de que un animal de presa atrape a uno de ellos pasa inadvertida. Empujan, empellan, hollan... sí, algunos mueren aplastados en el camino a medida que la gran manada sencillamente continúa avanzando. Cuando beben agua de un río, hasta tres se amontonan uno sobre el otro. ¿El resultado? Muchos mueren.
Al acercarnos un poquito podemos oír sus distintivos y sonoros gruñidos semejantes a balidos. ¡Qué sonido tan extraño! Los ñúes son animales muy ruidosos, y sus incesantes mugidos —con tantos voceando a la vez— producen un poderoso rugido disonante que se oye de un extremo a otro de las llanuras.
El ñu, o buey salvaje, el más numeroso de los animales grandes del África Oriental, es una criatura de apariencia extraña. No hay duda de que es un antílope y está estrechamente relacionado con el caama, el antílope de Sudáfrica. El frente semejante a buey del ñu, sus grandes cuartos delanteros, su crin y cola negras semejantes a las del caballo, y la barba debajo del pescuezo, contribuyen a que no se le asocie con los otros antílopes, que tienen una apariencia más elegante. Hay dos clases de ñúes y la variedad que habita las llanuras de Kenia y Tanzania es el ñu abigarrado o ñu azul. Es de color gris oscuro y tiene franjas más oscuras entrecruzadas en la parte delantera, lo cual le da una apariencia “abigarrada.” Puede tener de 1,2 a 1,4 metros de altura en los cuartos delanteros, y los machos grandes pueden llegar a 270 kilos de peso. El macho es una criatura poderosa, robusta, valerosa y, al defenderse, puede rechazar el ataque de un león.
Los ñúes son sumamente gregarios y en su mayoría se ven en grandes manadas, aunque no es insólito ver un macho que viva solo. Esos animales son muy curiosos acerca de lo que sucede a su alrededor. Cuando se les molesta, huyen de prisa por una corta distancia y entonces se vuelven para ver qué los ha asustado. Al huir, menean la cabeza de lado a lado, corveteando y levantando rápidamente las patas traseras de manera desenfrenada. Al observador humano este comportamiento a veces parece un poco ridículo.
Debido a la propagación de la civilización, las migraciones anuales de los ñúes probablemente no son tan grandes como lo eran en el pasado. Sin embargo, siguen proveyendo un espectáculo sin paralelo. ¡Se informa que en una ocasión una manada estuvo aumentando durante tres días, hasta que llegó a cubrir una zona de seis por 13 kilómetros! ¡Según un observador, en solo dos días los animales comieron la hierba que tenía un metro de alto hasta dejarla de 10 centímetros de altura!
El viaje anual de los ñúes puede abarcar varios centenares de kilómetros en una dirección desde las llanuras septentrionales de Serengeti en Tanzania hacia el norte hasta penetrar en la región Masai Mara de Kenia. Por lo general, de julio a septiembre, pueden verse estos animales en las llanuras de Mara, andando al paso o a la carrera, a menudo en fila india. Los asuntos cotidianos normales, como el que las hembras paran, continúan durante todo el viaje migratorio.
¿Por qué migran estos animales? Aparentemente en busca de alimento, aunque se ha sabido de ñúes que han dejado zonas de buena hierba y entrado en zonas en que la hierba era de inferior calidad. Los autores del libro Serengeti Shall Not Die llevaron a cabo una investigación extensa de las clases fundamentales de hierba que se encuentran en las llanuras de Serengeti. Sus hallazgos, junto con los de otros individuos, parecen indicar que los ñúes prefieren un tipo de hierba cuyo contenido proteínico es igual al del heno común. Cuando estas hierbas están brotando, los animales vagan, pastando en una ruta algo circular. Y, cuando la hierba de nuevo ha crecido varios centímetros, regresan y pastan en ella una vez más. A algunos investigadores les parece que, además de esto, hay cierta clase de impulso instintivo inherente que insta a estos animales a mantenerse en marcha. Otros dicen que los ñúes no se sienten seguros en zonas de hierbas altas debido al peligro de que los leones hagan presa de ellos y por eso continúan desplazándose en busca de hierbas más cortas. Prescindiendo de lo que sea responsable de su migración, es un espectáculo digno de verse.
¿Qué encierra el futuro?
Diariamente, las demandas de la civilización y los actos destructivos de algunos hombres egoístas ponen en peligro, no solo a los ñúes, sino a todos los animales de las llanuras africanas. El bisonte norteamericano que está casi extinto nos hace preguntarnos lo que pudiera sucederle al ñu. Las poblaciones humanas en continuo esparcimiento que requieren más espacio de vivienda y terreno para cultivo dificultan cada vez más el que los gobiernos concienzudos preserven el ambiente que necesitan las maravillosas criaturas de las llanuras africanas. Sin embargo, a pesar de las presiones en aumento, algunos gobiernos están haciendo tremendos esfuerzos por proteger este legado vivo que nos ha venido del Creador. Por medio de las medidas protectivas de los parques y tierras en las que está vedada la caza, quizás sea posible salvar a los ñúes y otros animales americanos de la extinción que ya han sufrido demasiadas criaturas vivientes.
Nuestro safari de dos días ha llegado a su fin, ¡pero ha sido una experiencia verdaderamente formidable! El ver decenas de millares de animales en marcha es algo que no se puede olvidar. Por muchos años en el futuro recordaremos este espectáculo emocionante... la migración anual de los ñúes, la última de las grandes manadas.