Cómo unos “trocitos” le facilitan la vida
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en las Islas Británicas
EL NOMBRE científico es microprocesador. “¿UN MICROPROCESADOR? ¿Qué es eso?” quizás pregunte usted apropiadamente. Y, ¿cómo puede algo ejercer tanta influencia en la vida diaria de la gente cuando la mayoría de las personas ni siquiera saben lo que es?
Pero sus efectos influyen en la vida de cada vez más personas por todo el mundo. ¡De hecho, la industria del microprocesador es actualmente una de miles de millones de dólares!
Esta tecnología se usa actualmente en tantos productos que un representante del gobierno británico dijo: “No hay seguridad de que se pierdan empleos si aplicamos la tecnología microelectrónica. Hay seguridad absoluta de perder empleos si no la aplicamos.” Sin el uso de esta nueva tecnología, se le haría difícil a una compañía o hasta a un país competir con los productos de países que sí la usan.
Pero, ¿qué es, precisamente, un microprocesador? ¿Cómo ha afectado nuestra vida esta tecnología relativamente nueva, a la que se ha llamado “una revolución”?
El microprocesador
Un microprocesador típico está hecho de silicio, uno de los elementos más comunes de la corteza terrestre. Y una indicación del tamaño de un microprocesador viene del prefijo micro, que significa pequeño. ¡Un microprocesador es por lo general solo un “corte” o “trocito” de silicio de unos 6 milímetros cuadrados!
Sin embargo, su tamaño representa falsamente su importancia. ¡Este trocito muy pequeño, llamado también una “pastilla,” contiene muchas de las funciones vitales de una computadora! Tan solo uno de los microprocesadores de la actualidad es el equivalente, en cuanto al sistema de circuitos, de la mayoría de las funciones vitales que desempeñaban las voluminosas computadoras de hace 25 años. Se pueden acomodar varios miles de circuitos en uno de estos trocitos, y la capacidad de éstos está recibiendo mejora constantemente. En verdad, un circuito como ése, del tamaño de la cabeza de un alfiler, puede hacer el trabajo de muchos circuitos convencionales.
Es relativamente barato hacer los microprocesadores. Esto significa que se pueden incorporar funciones similares a las de una computadora en una amplia diversidad de productos que usamos a diario, funciones que antes solo estaban al alcance de costosas computadoras.
Su historia
Las primeras computadoras tenían tubos como componentes claves. Estos eran grandes, costosos y difíciles de producir. Pero en 1948 se inventó el transistor, que reemplazó a los tubos. Este era mucho más pequeño, más confiable y barato.
Al principio los transistores se fabricaron de germanio. Sin embargo, a los pocos años el silicio reemplazó al germanio en la fabricación de transistores más eficientes. Esto llevó al próximo paso, el ‘circuito integrado de semiconductores,’ una técnica para fabricar circuitos completos con sus componentes claves (como los transistores) sobre una sola oblea o “trocito” de silicio. Este proceso hizo posible la miniaturización.
Luego, la exploración espacial y las agencias militares necesitaron, para sus satélites y mísiles, complejos controles electrónicos que fueran muy pequeños y livianos y que ahorraran energía.
Por lo tanto, se hicieron investigaciones con este fin. Se alcanzó éxito. ¡Mientras que en 1963 un trocito de silicio podía contener el equivalente de ocho transistores, para 1978 un solo trocito podía contener un cuarto de millón de éstos!
Debido a esto, a principios de los años 70 las técnicas de miniaturización habían adelantado lo suficiente como para acomodar toda una computadora en solo unos cuantos diminutos trocitos. Así nació la “revolución” del microprocesador, y los usos de estos trocitos o pastillas han aumentado rápidamente desde entonces.
Cómo los hacen
La fabricación de los microprocesadores es un asunto de cuidado extremo. Debido a su diminuto tamaño, hasta una partícula de polvo puede arruinar a uno de éstos. Por eso, aunque se usan los procedimientos de mayor exactitud, una alta proporción de las pastillas que se hacen son rechazadas como inservibles.
El proceso comienza con un corte laminar de silicio puro de aproximadamente medio milímetro de espesor y unos cuantos centímetros de ancho. Sobre esta lámina se hacen simultáneamente varios cientos de microprocesadores, y luego se les separa.
Se hacen intrincados diseños del sistema de circuitos que se ha de grabar en las capas del trocito o pastilla. Estos dibujos se reducen por medio de una computadora a una diezmilésima parte de su tamaño original, y luego se les convierte en una “máscara” fotográfica de impresión. Esto es similar a un negativo fotográfico, y se usa para grabar las configuraciones de los circuitos en la superficie de la lámina de silicio. Capas adicionales se edifican sobre el silicio de manera similar.
Al terminar el proceso, un sensor computarizado examina los trocitos para determinar si se les puede usar. Los que son aceptados son sellados entonces en una cubierta protectora, y están listos para ser usados.
Por supuesto, se debe dar honra a los inventores de estos sorprendentes trocitos o pastillas. Pero también se debe dar honra a Aquel que hizo el cerebro humano e hizo los materiales que se usan y las leyes naturales que tienen que ver con este logro. Todas estas cosas, más difíciles de hacer, fueron hechas por un “inventor” mucho mayor, el Creador, Jehová Dios.
El efecto de sus usos modernos en nuestra vida
Debido a la revolución del microprocesador, ahora tenemos calculadoras de bolsillo, relojes de pulsera digitales, juegos electrónicos en los cuales se usa la pantalla de un televisor, y computadoras que se usan como pasatiempo. También puede hallarse a los microprocesadores en un sinnúmero de otros productos, tales como máquinas de lavar, hornos, licuadoras de alimentos, cámaras fotográficas, teléfonos y automóviles. Ellos hacen posible que ciertos controles automáticos tomen el lugar de controles mecánicos menos confiables.
Estas “minicomputadoras” pueden manejar muchas tareas del hogar. Se pueden usar para almacenar información, como la referente a números telefónicos, registros personales, recordatorios para el pago de facturas, recetas y muchas otras cosas. Todas estas cosas pueden estar disponibles con el toque de un botón, o en respuesta a una orden verbal.
Un fabricante ha puesto en el mercado “la primera máquina de coser con cerebro electrónico.” Con esta máquina, la costurera, en vez de tener que hacer muchos ajustes intrincados a mano, todo lo que hace es oprimir los botones debidos, y la máquina hace muchas puntadas complicadas. La hábil tarea de hacer un ojal, por ejemplo, se hace fácil: ¡solo se coloca un botón en el mecanismo sostenedor y la máquina hace el resto del trabajo!
En los últimos años las tiendas han experimentado cambios notables. Usted quizás haya notado que las cajas registradoras modernas son aparatos bastante complejos. Si usted ve un despliegue similar al de una calculadora electrónica, entonces se está usando un microprocesador. Además de sumar el total de su cuenta, esta máquina puede hacer un registro del tipo de producto que usted compra, de manera que automáticamente va haciendo una lista de los artículos de los cuales la tienda necesita volver a surtirse. Y si usted usa una tarjeta de crédito para pagar, la legitimidad de ésta puede ser comprobada automáticamente con su banco.
La revista Scientific American predice que en las oficinas, “las computadoras del tamaño de un escritorio se harán casi tan comunes como las máquinas de escribir.” Estas almacenarán detalles de información necesarios para el trabajo de cada persona y serán mucho más fáciles de manejar que los voluminosos archivos, libros mayores y libros de referencia.
Los “procesadores de palabras” son una aplicación de la tecnología del trocito microprocesador a la mecanografía. Estos se encargan de muchos aspectos redundantes de la mecanografía. Muchos negocios envían cartas a sus clientes, y estas cartas a menudo consisten de una misma clase de párrafos. El procesador de palabras almacena esos párrafos básicos y los imprime automáticamente. También puede regular el largo de las líneas y su arreglo, y hasta corregir errores simples de deletreo. Si hay que reorganizar el material, el procesador de palabras hace esto y permite otras alteraciones. Dos o tres de esos dispositivos pueden hacer el trabajo de muchos mecanógrafos más.
Las fábricas ya se han automatizado a grado considerable. Anteriormente, el problema era saber cómo enseñar a una máquina los movimientos complicados que son fáciles para un obrero. Los microprocesadores han superado en gran manera este problema y se están usando para controlar brazos mecánicos.
Principios similares se están aplicando al trabajo agrícola de modo que, por ejemplo, se pueda arar el terreno por medio de un tractor sin conductor, que trabaje continuamente día y noche.
Razones para preocuparse
Esta ayuda electrónica recién descubierta está facilitando cada vez más las tareas del hombre, con mayor eficiencia. Ha ayudado a eliminar muchos trabajos aburridos y peligrosos, lo cual ha librado a las personas de mucho esfuerzo físico y les ha ahorrado tiempo.
Sin embargo, el librar a las personas del esfuerzo físico y darles más tiempo libre puede ser tanto bueno como malo. Si el tiempo se usa de manera imprudente, solo en busca de placeres, esto no va a mejorar necesariamente la vida de uno. Puede hacer lo opuesto... degradarla. Y el tener máquinas que hagan demasiado de nuestro trabajo físico puede ser perjudicial a nuestra salud física.
Para que cualquier adelanto en la tecnología se pueda usar sabiamente, el conocimiento tiene que equilibrarse con el aprecio a los valores espirituales. Tiene que ir de la mano con el interés altruista en el semejante y con una mayor consciencia de la importancia de nuestro Hacedor, puesto que cualquier cosa buena proviene del hecho de que él nos da vida y nos capacita para mejorarla.
[Comentario en la página 23]
La honra no debe ir únicamente a los inventores de estos sorprendentes trocitos, sino también a nuestro Creador, quien capacita para producirlos
[Ilustración en la página 21]
Parte de un “trocito” ampliado más de 100 veces para mostrar lo complejo que es
[Ilustraciones en la página 22]
Un diminuto “trocito” poco más de medio centímetro en cada lado nos ayuda a tener artículos como éstos