Buen consejo sobre la vida
La inflación es un problema serio de alcance mundial. Los precios siguen aumentando. Los salarios rara vez compensan los aumentos en precio. Esto contribuye a que la vida sea difícil, y es fácil permitir que las inquietudes materiales de la vida absorban todo el tiempo y toda la atención de uno.
Sin embargo, ninguna de nuestras posesiones sería de valor alguno si no estuviéramos vivos. ¿De dónde proviene la vida?
¿Es producto de la casualidad? ¡Claro que no! Aunque tenemos inteligencia humana, ninguno de nosotros puede diseñar una semillita que haya de crecer y convertirse en una flor o un árbol. Tampoco podemos procrear hijos sin las maravillosas facultades de que se nos dotó al nacer. El diseño de estas cosas revela inteligencia extraordinaria. ¿De quién? No es la nuestra. Solo el Dios Todopoderoso tiene el poder de dar vida, y sus provisiones también la sustentan. (Hechos 17:25, 28.)
Para ayudarnos a comprender eso, Jesucristo relató una historia acerca de un hombre rico cuyas cosechas produjeron mucho fruto. Él no tenía espacio para almacenar todas las cosechas. ¿Qué haría? Dijo para sí: “Derribaré mis graneros y edificaré otros mayores, y allí juntaré todo mi grano y todas mis cosas buenas; y diré a mi alma: ‘Alma, tienes muchas cosas buenas almacenadas para muchos años; pásalo tranquila, come, bebe, goza’”.
Había algo erróneo en el modo de pensar de aquel hombre. Él actuaba como si la vida y la prosperidad material dependieran únicamente de sí mismo. No se acordaba de Dios, no apartaba tiempo para aprender la voluntad de Dios y hacerla. Pero Dios le dijo: “Irrazonable, esta noche exigen de ti tu alma. ¿Quién, pues, ha de tener las cosas que almacenaste?”.
Jesús añadió: “Así pasa con el hombre que atesora para sí pero no es rico para con Dios”. (Lucas 12:16-21.)
Ninguna posesión material puede dar vida. Prescindiendo de cuánto dinero adquiera una persona, la muerte le sobreviene. Su vida no resulta de las cosas que posee.
Sea que tengamos pocas posesiones o tengamos muchas, nuestro futuro personal depende de Dios. Así que es bueno preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo para llegar a conocer a Aquel que es la Fuente de la vida? ¿Estamos viviendo de un modo que él aprueba? La persona sabia no estará tan absorta en las inquietudes físicas de la vida que deje de procurar hacerse ‘rica para con Dios’.