Un nombre que ha sido echado a un lado
Hubo un tiempo en que el nombre de Dios era bien conocido y se usaba a menudo. En el Israel antiguo un saludo común era: “Jehová esté con ustedes.”—Rut 2:4.
Durante los últimos siglos, el Nombre Divino aparecía frecuentemente en edificios públicos, iglesias, medallas y monedas. Este nombre se representaba por las cuatro letras hebreas יהדה o se escribía en el idioma local.
Aun hoy, en partes de África y el Caribe, en la América Latina y las islas del mar, el nombre Jehová o Jehovah (algunas veces escrito Ya[h]vé[h] o Yahweh) es tan conocido que algunos dueños de autobuses privados pintan el nombre en sus vehículos.
Pero hoy en día los miembros de las iglesias de Europa y de gran parte del mundo de habla inglesa no suelen usar el nombre de Dios, el Padre celestial de Jesucristo. ¿Por qué? Porque algunos traductores de la Biblia al inglés alegan que el usarlo sería “impropio,” de modo que substituyen por él los términos “Señor” y “Dios,” algo que también se hace a cierto grado entre los hispanohablantes. Pero, ¿por qué, puesto que el Nombre Divino en realidad aparece en la Biblia, en los idiomas originales, más de 7.000 veces? Un portavoz de la versión en inglés “New International Version,” en un esfuerzo por explicar esto, escribió: “Usted tiene razón cuando dice que Jehová es un nombre distintivo para Dios, y hubiera sido lo ideal para nosotros el haberlo usado. Pero hemos invertido 2 1/4 millones de dólares en esta traducción, y una manera segurísima de haber echado a perder eso hubiera sido traduciendo, por ejemplo, el Salmo 23:1 de esta manera: ‘Yavé es nuestro pastor.’ Inmediatamente habríamos traducido en vano.”
Los testigos de Jehová no comparten ese punto de vista. A ellos les complace dar a conocer a otros el nombre personal de Dios y las cualidades y obras de Aquel a quien pertenece el nombre.
¿Qué piensa usted respecto al nombre de Dios? Bueno, ¿qué piensa de su propio nombre? ¿Preferiría que la gente se dirigiera a usted como “Hombre” o “Mujer”? Cuando uno verdaderamente ama a otra persona, el oír el nombre de esa otra persona le alegra el corazón, y uno se deleita en usarlo.
[Ilustraciones en la página 20]
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