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¡Despertad! 1981
g81 22/4 págs. 8-11

La fuente fundamental de significado

“LA ÚNICA estructura adecuada para la moralidad es la que se basa en el significado fundamental de la vida.” Eso es lo que afirmó el prominente siquiatra Rollo May. Él plantea la pregunta respecto a dónde se puede hallar esta estructura y el significado fundamental de la vida, y da la siguiente respuesta: “La estructura fundamental es la naturaleza de Dios. Los principios de Dios son los principios sobre los cuales se basa la vida desde el principio de la creación hasta el fin.”

El Sr. May dice también: “El hombre tiene una relación con Dios.” Entonces añade: “Esto es tan fundamental en el hombre que se atribuye a su creación, en la cual ‘fue hecho a la imagen de Dios.’” También dice May que el ego y la terquedad del hombre hacen que él se desvíe de la imagen piadosa, y esto causa conflictos internos y tensiones y sentimientos de culpa. Esto nos recuerda el dilema del apóstol Pablo, según su expresión: “Lo bueno que deseo no lo hago, mas lo malo que no deseo es lo que practico. ¡Hombre desdichado que soy!” (Rom. 7:19, 24) El punto básico al cual se llama la atención aquí, sin embargo, es que el significado fundamental de la vida se halla en una relación con Jehová Dios.

No son solo el espacio y el tiempo, que ya hemos considerado, lo que reduce a uno en su estimación de lo que es, sino también el verse uno rodeado de los millones de criaturas humanas que llenan la Tierra. C. G. Jung dice: “Mientras más grande sea la muchedumbre, más insignificante se hace el individuo.” Se siente “abrumado por el sentimiento de su propia pequeñez e impotencia” y le parece que, como resultado de ello, “su vida ha perdido significado.”

Pero las masas de la humanidad, tan abrumadoras al individuo, son como nada en comparación con Dios. Para Dios “las naciones son como una gota de un cubo; y como la capa tenue de polvo en la balanza . . . Todas las naciones son como algo inexistente delante de él.” (Isa. 40:15, 17) Esto se escribió más de 2.000 años antes de que se establecieran las escuelas modernas de sicología, que tienen como su figura central a Sigmund Freud, quien nació en 1856 E.C.

Para que nuestra vida tenga significado verdadero, es preciso que esté conectada con Jehová Dios, el Creador del universo. Pero hoy día muchas personas dudan de que Dios siquiera exista, y por eso se les hace difícil verse en relación con él. No obstante, abunda la evidencia de que él existe. Muchas personas observan los cielos y la Tierra y concuerdan con el apóstol Pablo, quien dijo: “Sus cualidades invisibles se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas.” También pueden repetir las siguientes palabras que registró el salmista: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando.”—Rom. 1:20; Sal. 19:1.

Hoy rige entre los científicos la opinión general de que el universo tuvo principio. El primer versículo de la Biblia también dice eso: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” (Gén. 1:1) En su libro God and the Astronomers (Dios y los astrónomos), Robert Jastrow escribió:

“Ahora vemos cómo la evidencia astronómica conduce a un punto de vista bíblico acerca del origen del mundo. Los detalles difieren, pero los elementos esenciales del relato astronómico y el relato bíblico del Génesis son iguales: la cadena de sucesos que culminaron en el hombre comenzó súbita y abruptamente en cierto momento definitivo en el tiempo, con un estallido de luz y energía. Algunos científicos no están muy contentos con la idea de que el mundo haya empezado así. . . . Pero la evidencia más reciente establece casi con certeza que la Gran Explosión realmente aconteció hace muchos millones de años.”

En un tratado matemático sobre la relatividad, el teórico británico Edward Milne llegó a la siguiente conclusión: “En cuanto a la causa primera del Universo, en el contexto de la expansión [la Gran Explosión], ese detalle se deja para que lo inserte el lector, pero nuestro cuadro queda incompleto sin Él.”

La publicación Journal of the American Medical Association, del 22 de agosto de 1977, página 899, dijo: “Hoy día por lo menos el 80% de los científicos que tratan con la biología probablemente admitirían que la biología y la vida están controladas por algún poder superior.

“El magnífico orden y reglamentación que se ven en diferentes manifestaciones de la vida y en los procesos fundamentales de índole celular y molecular ejercen fuerte influencia en la creencia de que existe un poder superior.”

Pues bien, esa gran Primera Causa reconocida cuyo nombre es Jehová tuvo propósito, o meta, al hacer la Tierra: “Él formó e hizo la tierra... la hizo firme y duradera. No la hizo un yermo desolado, sino un lugar donde viviera gente.” Así, también, cuando Adán fue puesto en el jardín, fue puesto con un propósito: “para que lo cultivara y lo guardara.” Tanto a Adán como a Eva, Dios dijo: “Tengan muchos hijos, de modo que sus descendientes vivan por toda la Tierra y la pongan bajo su control. Los pongo al cargo de los peces, las aves y todos los animales salvajes.” (Isa. 45:18; Gén. 2:15; 1:28, Today’s English Version) “Todo lo ha hecho Jehová para su propósito,” éste es su propósito para la humanidad, y sus propósitos nunca fracasan.—Pro. 16:4; Isa. 46:11.

Hoy las personas se esfuerzan por lograr metas que, para ellas, dan significado a la vida, pero, ¿son estas metas de calidad duradera? ¿Subsistirá el significado dentro del tiempo y el espacio universal? La fuente fundamental de significado es hacer de buena gana el trabajo que Jehová Dios ha ordenado para la humanidad... el cuidar de la Tierra, hermosearla, ejercer supervisión amorosa de los animales y alabar a Jehová mientras se disfruta de la vida bajo el reino de Cristo Jesús. Así, los humanos ya no serán empequeñecidos por el espacio ni acabados por el tiempo. Cada cual entonces obrará en armonía con los propósitos de Dios para la Tierra y les dará adelanto. Cada vida entonces tendrá significado, significado para el hombre y para Dios. Y si usted no quiere que el tiempo ponga fin al significado fundamental de su vida, entonces debe fijarse la meta de obtener vida eterna en la Tierra paradisíaca bajo el reino de Cristo.

La vida que está dedicada a Dios tiene otro aspecto que le proporciona significado de importancia universal. ¿Recuerda las palabras de aquel hombre de antaño, Job, citadas en el primer artículo de esta serie? ¿Recuerda que aquellas palabras expresaron un amargo lamento por lo breve y lo llena de penoso afán de la vida del hombre? Pues bien, los días de Job estaban llenos de penoso afán debido a un desafío presentado por Satanás el Diablo hace miles de años. El desafío era que Jehová no podría tener en la Tierra personas que mantuvieran su integridad para con Él bajo prueba.

Sin duda con referencia a esta cuestión que había surgido previamente Jehová en cierta ocasión le preguntó a Satanás: “¿Has fijado tu corazón en mi siervo Job, que no hay ninguno como él en la tierra, un hombre sin culpa y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” Satanás le replicó: ‘¡Has puesto alrededor de él una cerca protectora! ¡Déjame despojarlo de sus posesiones y él te maldecirá a tu misma cara!’ A Satanás se le permitió hacer aquello, y, más tarde, hasta se le permitió imponerle una enfermedad dolorosa y tormento a Job. La cuestión entre Dios y Satanás era una cuestión universal, pues se ventiló delante de ángeles en la corte celestial de Jehová Dios.—Job 1:6 a 2:8.

A Satanás se le permitió hacer a Job todo lo que pudo para quebrantar su integridad para con Dios, pero Satanás no tuvo éxito. Job clamó: “¡Hasta que expire no quitaré de mí mi integridad!” Más tarde declaró: “Dios llegará a conocer mi integridad.” Job probó que Satanás era mentiroso y desmintió su desafío. Otras palabras que Job pronunció constituyen una expresión de esperanza para toda la humanidad: “Yo mismo bien sé que mi redentor vive, y que, viniendo después de mí, se levantará sobre el polvo. Y después de mi piel, que ellos han desollado,... ¡esto! Aun reducido en mi carne contemplaré a Dios, a quien aun yo contemplaré por mí mismo.”—Job 27:5; 31:6; 19:25-27.

Aunque muchas otras personas no han guardado integridad a Dios, a través de los siglos ha habido algunas que han logrado hacerlo, y éstas han desmentido el desafío de Satanás, y al grado que lo han hecho han contribuido a la vindicación del nombre de Jehová. Ciertamente nada pudiera dar a la vida mayor significado que esto: ¡el apoyar la causa del Creador del universo y demostrar tanto a hombres como a ángeles que Satanás mintió cuando dijo que él podía hacer que todos los hombres se apartaran de Dios!

Desde el principio hasta el fin del libro bíblico de Eclesiastés, Salomón repetidas veces dice que esta vida con sus trabajos seglares es vanidad, y la descarta, refiriéndose a ella como “los días contados de su vano vivir, que él los vive como una sombra.” (Ecl. 6:12, Biblia de Jerusalén) No obstante, él exhortó a los jóvenes a recordar a su Creador, y concluyó sus escritos con las siguientes palabras: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque esto es el deber todo del hombre. Porque el Dios verdadero mismo traerá toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto a si es buena o es mala.”—Ecl. 12:13, 14.

Una vida que se viva en integridad a Jehová Dios no es vanidad, no es inútil, no carece de significado. Jehová, el Creador del universo, es la fuente fundamental de significado, y una vida dedicada a él, dada a él con devoción, durará para siempre y tendrá significado para siempre.

[Comentario en la página 11]

Jehová, el Creador del universo, es la fuente fundamental de significado, y una vida dedicada a él durará para siempre y tendrá significado para siempre

[Ilustración en las páginas 8, 9]

Quizás seamos microscópicos en este vasto universo, y como un momento fugaz en la corriente sin fin del tiempo, pero nuestra posición en la Tierra es singular y nuestra vida está envuelta en la cuestión más significativa de todo el universo

[Recuadro en la página 10]

HASTA SIQUIATRAS PROMINENTES SE HAN VISTO OBLIGADOS A CONFIRMAR LA NECESIDAD DE CREER EN DIOS

C. G. Jung:

La “idea de un ser divino y omnipotente está por todas partes, si no con reconocimiento consciente, entonces con aceptación inconsciente . . . Por eso, considero que es más sabio reconocer conscientemente la idea de Dios; de lo contrario, otra cosa llega a ser dios, generalmente algo muy impropio y estúpido.”

“La persona que no se apoya en Dios no puede, basándose en sus propios recursos, oponer resistencia a los halagos físicos y morales del mundo.”

“La religión, vista como la cuidadosa observación de ciertos factores invisibles e incontrolables, y el tenerlos en cuenta, es una actitud instintiva que es propia del hombre, y las manifestaciones de ésta se pueden ver por toda la historia humana.”

Respecto a sus pacientes de más de 35 años de edad: “No ha habido uno de ellos cuyo problema no haya sido en fin de cuentas el de hallar un concepto religioso de la vida.”

Rollo May:

Respecto a creer en Dios y en Su misericordia: “Entonces la persona habrá conseguido un sentimiento de su propia pequeñez e insignificancia ante la grandeza del universo y de los propósitos de Dios respecto a éste. . . . Reconocerá que hay propósitos que oscilan en arcos mucho mayores que su diminuto orbe, y procurará ponerse en armonía con ellos. Sin entregarse al sentimentalismo, se dará cuenta de que depende de Dios.”

Respecto al ateísmo: “La religión verdadera, a saber, una afirmación fundamental del significado de la vida, es algo sin lo cual ninguna criatura humana puede ser saludable respecto a personalidad. . . . ¿Qué le sucede a la salud mental cuando está ausente este significado que la religión proporciona? En otras palabras, ¿qué efecto tiene el ateísmo en la personalidad? . . . Me ha causado alarma el hecho de que prácticamente todo ateo genuino con quien he tratado ha exhibido inequívocas tendencias neuróticas.”

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