¿Importa por qué ora y cómo lo hace?
“OH, KAMI-SAMA,a por favor ayúdame a pasar el examen. Puesto que no me he preparado bien para el examen, estoy dependiendo enteramente de ti.” Oraciones escritas como ésta se ofrecen en templos religiosos por todo el Japón cuando se acerca el tiempo para los exámenes de mucha competición. Abuelos que se preocupan por sus nietos hacen ofrendas de 10.000 yenes ($50, E.U.A.) a fin de que se pronuncien oraciones diariamente durante todo un año a favor de los esfuerzos escolares de sus nietos.
Muchos de los alumnos que acuden en tropel a los templos durante esta época del año tienen poca fe en Dios. Dijo uno de ellos: “No; por lo general no creo en Dios. Suelo orar por ayuda divina solamente cuando me veo en dificultades.”
Esta actitud ilustra el dicho japonés: “Apóyese en Dios cuando tenga algún problema.”
Pero, ¿qué sucede cuando ha pasado la crisis? Lo común es que Dios quede olvidado hasta que surja la siguiente crisis.
¿Qué se pide en oración?
Usualmente la gente ora porque desea algo. Un artículo de una revista occidental citó oraciones de algunos niños, la mayoría de las cuales eran peticiones: “Estimado Dios: Necesito que se me aumente el dinero de bolsillo. ¿Podrías hacer que uno de tus ángeles se lo dijera a mi papá? Gracias.” “Por favor, ¿podrías enviar dinero a nuestra familia?” “Te ruego que me ayudes en la escuela.”
En el Japón se acostumbra visitar los templos a principios del año nuevo y ofrecer oraciones a Ebisu, el Dios de la Riqueza. Muchísimos japoneses hicieron eso el año pasado para orar por dinero para los meses venideros; tan solo en las ciudades de Kyoto y Tokio más de tres millones de personas visitaron ciertos templos con ese fin.
Las personas que desean recibir protección contra los accidentes o los desastres visitan templos japoneses dedicados a Kannon, la Diosa de la Misericordia, así como santuarios de la religión sintoísta.
Católicos de las Filipinas tal vez oren al “Santo Niño” para tener buena suerte. Cierto hombre compró para su Santo Niño una corona de oro de 14 quilates llena de rubíes y diamantes legítimos en gratitud por la ayuda financiera que, según él, la imagen le había otorgado.
Algunas oraciones son expresiones de aprecio, pero el grueso de las oraciones son peticiones... por casi cualquier cosa.
¿Será contestada la oración?
Por cada persona a quien le parece que sus oraciones por éxito o dinero han sido contestadas, hay muchas que quedan desilusionadas. En la ciudad de Tokio muchísimos estudiantes oran por ayuda durante los exámenes a fin de entrar en escuelas privadas de segunda enseñanza, pero solo el 22 por ciento de los estudiantes reciben notas suficientemente altas como para que se les admita. La mayoría no entra. ¿Por qué no son oídas las oraciones de estos estudiantes?
Una familia de cinco personas visitó un templo de la religión sintoísta para expulsar los demonios de su automóvil con el fin de protegerlo contra accidentes. Cuando la familia se retiraba del templo en su automóvil, el vehículo se estrelló contra un contrafuerte de un puente y los cinco miembros de la familia murieron. ¿Por qué no los protegió la oración? Considere lo siguiente:
¿A quién está orando usted?
Los estudiantes japoneses frecuentemente dirigen sus oraciones a Michizane Sugawara, a quien se ha venerado por largo tiempo como “Dios de la Erudición.” El Sr. Sugawara fue poeta japonés y erudito durante el siglo noveno. Ha estado muerto por mil años. ¿Es lógico creer que él realmente pueda ayudar a mejorar las notas que alguien reciba en su examen?
En lo que tiene que ver con los exámenes de fuerte competición que se dan en el Japón, la verdad es que no son contestadas las oraciones de la mayoría de los estudiantes que oran al Sr. Sugawara. Eso no debería ser motivo de sorpresa. A este respecto, el sentido común está en armonía con la Biblia. Pues ésta dice acerca de los muertos: “No están conscientes de nada en absoluto . . . no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol [la tumba].” (Ecl. 9:5, 10) El Sr. Sugawara, quien actualmente está en el Seol, no puede ayudar a ningún alumno, sea que éste haya estudiado o no haya estudiado cuanto sea necesario para pasar los exámenes.
¿Qué hay de las oraciones que se ofrecen a imágenes, como la imagen budista llamada Kannon, o cualquier otra imagen? Basta con simplemente ser observador para darse cuenta de que el mundo está lleno de personas que oran a tales imágenes para tener éxito y felicidad y sin embargo no alcanzan el éxito ni la felicidad. ¿Por qué?
Si las oraciones dirigidas a algún difunto son inútiles, ¿serían de mayor provecho las oraciones dirigidas a una imagen inanimada? Es razonable responder que no. Una vez más, el punto de vista bíblico al respecto está en armonía con el sentido común, pues la Biblia dice que los ídolos son “la obra de las manos del hombre terrestre. Boca tienen, pero no pueden hablar; ojos tienen, pero no pueden ver; oídos tienen, pero no pueden oír. Nariz tienen, pero no pueden oler. Manos son suyas, pero no pueden palpar. Pies son suyos, pero no pueden andar; no profieren sonido con su garganta. Quienes los hacen llegarán a ser lo mismo que ellos, todos los que confían en ellos.”—Sal. 115:4-8.
“Oidor de la oración”
¿Significa este resumen poco prometedor que toda forma de oración sea inútil? De ninguna manera. A diario muchas oraciones sinceras reciben respuesta, como lo indica el artículo que sigue. Pero es necesario orar a la persona correcta. ¿Quién será?
¿No sería lógico que se tratara de alguien que fuera infinitamente más poderoso y sabio que una simple imagen inanimada, o aun un ser humano difunto? ¿No debería ser también alguien que haya demostrado un interés sincero en la humanidad y un deseo amoroso de ayudar a ésta? Puesto que ningún humano tiene el poder que se necesitaría, habría que orar a una persona sobrehumana, y ¿qué persona sobrehumana podría ser más poderosa que el Creador de todas las cosas?
Sí; en armonía con la Biblia, el sentido común nos dice que debemos dirigir nuestras oraciones, no a criaturas iguales a nosotros, ni a las creaciones inanimadas del hombre, como lo son las imágenes, sino al Creador viviente del universo.
¿Cuál de los muchos dioses y espíritus a quienes la gente adora hoy día encaja con esa descripción? Note cuán claramente se identifica a este Dios en la Biblia: “Porque esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella . . . ‘Yo soy Jehová, y no hay ningún otro.’”—Isa. 45:18.
Pero, ¿se interesa verdaderamente este poderoso Creador en las oraciones de su creación humana, o mira él con indiferencia la situación difícil del hombre como lo hacen los dioses insensibles de muchas religiones? Note la siguiente descripción conmovedora: “Oh Oidor de la oración, aun a ti vendrá gente de toda carne.”—Sal. 65:2.
Así la Biblia describe a Jehová Dios como el gran Oidor de la oración. Él invita a personas sinceras de todas las culturas y antecedentes a orar a él. Tal vez usted diga: ‘Eso parece bueno, pero, ¿corroboran los hechos registrados esa descripción?’ ¡Ciertamente que sí!
Según el registro histórico, hace unos 3.500 años, mucho antes de que naciera Confucio o Buda, Jehová Dios ‘oyó el clamor’ de sus adoradores, quienes estaban en Egipto como esclavos. Contestó las oraciones de ellos por medio de enviar a Moisés para liberarlos.—Éxo. 3:6-10.
Quinientos años más tarde, su fiel siervo el rey David pudo hacer la siguiente declaración verídica: “Bendito sea Jehová, porque ha oído la voz de mis ruegos.” (Sal. 28:6) Mil años después, Jesucristo, el Hijo de Dios, demostró que su Padre no había cambiado, pues Jesús dio la siguiente garantía: “Muy verdaderamente les digo: Si le piden alguna cosa al Padre se la dará en mi nombre.” (Juan 16:23) ¡Esta promesa todavía es confiable!
‘Pidan en mi nombre’
Pero, ¿por qué indica la Biblia que tenemos que acercarnos a Dios en el nombre de Jesús? ¿Por qué no podemos orar directamente a Jehová Dios?
De hecho Jehová Dios ha contestado las oraciones sinceras de muchas personas que no sabían que ellas debían acercarse a él en el nombre de Jesucristo. En realidad tales personas a menudo han orado simplemente a “Dios,” sin conocer siquiera Su nombre personal, Jehová. Por lo general han pedido llegar a conocer a Dios, una indicación de su deseo de servirle, y sus oraciones han sido oídas en un sinnúmero de casos.—Hech. 17:26, 27.
Pero a medida que estas personas sinceras han adquirido mejor conocimiento del Dios verdadero, han ajustado sus oraciones en conformidad con tal conocimiento. Así como ellas han aprendido a emplear el nombre de Dios, Jehová, también han aprendido a valerse de Su conducto para la oración, Jesucristo. Esto refleja la humildad de estas personas, cualidad que Jehová Dios aprueba.
¿Humildad? Sí, pues requiere humildad el admitir que somos pecaminosos, imperfectos. No se nos ocurriría pedir audiencia al gobernante de nuestro país si solamente tuviésemos ropa trapienta que ponernos y no nos hubiésemos aseado, ¿verdad? Igualmente, la persona humilde reconoce que, en su estado impuro e imperfecto, no tiene derecho a una audiencia directa ante Dios. Por lo tanto, las personas humildes agradecen el que el Hijo de Dios, quien es puro y perfecto, esté dispuesto a representarlas ante su Padre. Agradecen el poder dirigir sus oraciones a Jehová en el nombre de Jesucristo.
Lo que cuenta ante Jehová Dios con relación a nuestras oraciones no es necesariamente dónde estemos ni qué posición física adoptemos; tampoco cuenta nuestra apariencia exterior. No es necesario pagar dinero para que una persona que sea más “santa” que nosotros ore en lugar de nosotros, puesto que a la vista de Dios todos los humanos somos imperfectos e impuros. (Rom. 3:23) ¿Qué busca Dios? “A éste, entonces, miraré,” dice Jehová, “al afligido y contrito de espíritu y que tiembla ante mi palabra.”—Isa. 66:2.
¿Significa esto que, si queremos más dinero o éxito en nuestros exámenes, el único cambio que tenemos que hacer es el de dirigir nuestras oraciones a Jehová Dios, y pedirle estas cosas en el nombre de Jesucristo? No. Normalmente, un agente de la policía no le ayudaría a usted a quebrantar la ley, ¿verdad? De igual manera, Dios lógicamente no le ayudará a menos que lo que usted le pida esté en armonía con Su voluntad. Si Dios obrara de otra manera, siempre estaría contradiciéndose.
“Conforme a su voluntad”
La Biblia dice claramente: “No importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye.” (1 Juan 5:14) Esto se debe a que Jehová es un Dios de justicia. Sus leyes naturales, como la de la gravedad, reflejan este hecho, pues se aplican de igual manera a todo el mundo. Si usted no hubiera estudiado para un examen, ¿sería justo que Dios interviniera e hiciera que usted recibiera una nota superior a la de otras personas que sí hubieran estudiado? En realidad eso no sería justo para con los demás estudiantes, ¿verdad?
Las cosas fundamentales que Dios espera que pidamos en nuestras oraciones se indican en la siguiente oración modelo que nos dejó Jesucristo. Note el orden de prioridad: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra. Danos hoy nuestro pan para este día; y perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, sino líbranos del inicuo.”—Mat. 6:9-13.
Jehová Dios espera que las personas que le oren estén más interesadas en la voluntad y los propósitos de él que en las metas y ambiciones de ellas mismas. Esto es razonable, puesto que Dios sabe lo que es mejor para todos nosotros. No hay nada malo en orar por cosas materiales, nuestro ‘pan de cada día,’ pero no se nos dice que oremos por riquezas. La gente rica no suele interesarse en Dios. Note que a Dios le agradan las oraciones que demuestran un interés primordial en él y en sus propósitos, y un interés secundario en nosotros mismos. Hoy en día tales oraciones son demasiado raras.
¿Hay evidencia de que tales oraciones realmente se estén oyendo y contestando hoy día? En realidad, ¿vale la pena orar?
[Nota a pie de página]
a Palabra japonesa para “Dios.”