¿Se ha preguntado usted alguna vez . . . ?
¿Necesitamos realmente la religión?
“¿RELIGIÓN? ¿Quién la necesita?” Parece que hoy día muchas personas están diciendo eso. En Francia, solo el 15 por ciento de la población asiste regularmente a la iglesia. En la República Federal de Alemania, cerca de millón y medio de personas pidieron que se les quitara de las listas eclesiásticas oficiales dentro de un espacio de poco más de seis años. Hay informes de tendencias similares en otros países.
Muchos miembros de las iglesias asisten a bautismos, casamientos y funerales, pero rara vez asisten a cualquier otro acto eclesiástico. Una encuesta Gallup hecha recientemente en los Estados Unidos reveló la influencia limitada que ejerce la religión. Mostró que, de cada cuatro personas de la población, tres no relacionan conscientemente la religión con lo que juzgan correcto o incorrecto.
¿Cree usted que la religión simplemente ha pasado de moda en este científico y disoluto siglo veinte? Muchos así lo creen. Otros dicen que la religión es positivamente perjudicial, y señalan al entremetimiento activo de algunas religiones en movimientos revolucionarios y a la manera en que las diferencias religiosas contribuyen a la inestabilidad en lugares como Irlanda del Norte y el Oriente Medio.
Sí, en realidad es válida la pregunta de si realmente necesitamos la religión. Sin embargo, sería útil tener alguna información pertinente antes de dar respuesta a ella.
¿POR QUÉ HA DURADO TANTO LA RELIGIÓN?
Con toda honradez, hay que admitir que a través de la historia muchas religiones han agravado en gran manera las cargas de la gente. Sin embargo, en su mayoría la gente se ha apegado tenazmente a sus sistemas de adoración. La World Book Encyclopedia declara: “Nunca ha habido un pueblo que no haya tenido alguna forma de religión.” ¿Por qué? Porque el hombre tiene la necesidad instintiva de adorar.
¿Qué hay de la tendencia moderna de alejarse de la religión? Pues bien, aunque la religión ha estado bajo un ataque propagandístico sin precedente, la creencia en Dios sobrevive. Aun en Rusia, donde por muchos años el ateísmo ha sido la política del Estado, la creencia en Dios está lejos de estar muerta.
Es cierto que muchos le han dado la espalda a la religión. Pero, ¿han podido sobreponerse estas personas a la necesidad instintiva de religión? A menudo no ha sucedido así. ¿No es cierto que hasta los incrédulos, en momentos de gran crisis, tratan de orar a Dios? Los historiadores también han notado que los que rechazan las religiones tradicionales suelen volverse a algo que toma el lugar de ellas. Por ejemplo, muchos ponen en la ciencia o en el nacionalismo la misma fe que las generaciones anteriores ponían en Dios. Aun el trato que se da a ciertos “ídolos populares” y héroes deportivos se parece sospechosamente a la adoración religiosa.
Por lo tanto, la historia muestra que tenemos una necesidad inherente de adorar. Pero, ¿es esto el cuadro completo?
¿POR QUÉ, EN VERDAD, NECESITAMOS RELIGIÓN?
La razón verdadera por la cual necesitamos religión es ésta: Dios existe, nos hizo con la necesidad de adorar y realmente quiere que le adoremos.—Sal. 100:2, 3.
Algunos consideran anticuada la idea misma de que Dios exista. No obstante, muchas de las personas más educadas de la actualidad creen en él. El Dr. Wernher von Braun, a quien se describe como “el mejor experto en cohetes del mundo,” dijo: “Se me hace tan difícil comprender al científico que no reconoce la presencia de una racionalidad superior detrás de la existencia del universo, como comprender al teólogo que quisiera negar los adelantos de la ciencia.”
Dios existe. Prueba de ello es nuestro propio instinto de adorar. También se puede ver prueba de ello en nuestra Tierra, por su excelente diseño. Y Dios se ha dado a conocer por medio de la Biblia. Si a usted se le hace difícil aceptar estos hechos, lo estimulamos a examinar la evidencia cuidadosamente. Los publicadores de esta revista le ayudarán con gusto en esto.
¿QUÉ HAY DEL DAÑO CAUSADO POR LA RELIGIÓN?
No se puede negar que algunas religiones han causado gran daño. En los días de Jesús, los escribas y fariseos eran muy religiosos. También eran opresores e hipócritas y causaban mucho daño en el nombre de la religión. Pero Jesucristo fue diferente. Él enseñó la verdad.
De manera similar, el apóstol Pedro mostró que en años posteriores aparecerían las llamadas sectas cristianas y oprimirían a la gente. “Por causa de [éstas] se hablará injuriosamente del camino de la verdad.” (2 Ped. 2:1, 2) No obstante, el “camino de la verdad” aún existiría. Como en los días de Jesús, cualquier persona que en la actualidad esté dispuesta a examinar los hechos a la luz de la Biblia puede descubrir dónde está la religión verdadera.
¿QUÉ PUEDE SIGNIFICAR ESTO PARA USTED?
Los que participan en la adoración pura de Dios disfrutan de verdaderos beneficios. En medio de las perplejidades de la vida, pueden beneficiarse del Libro que Dios ha provisto como guía para la humanidad. “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia.” (2 Tim. 3:16) Los principios de la Biblia pueden dar satisfacción genuina si se aplican sinceramente. Estos principios pueden ayudar a producir una vida familiar más feliz para usted, y hasta ayudarle a llevarse mejor con otros. En este mundo cada vez más tenebroso, la Biblia es ‘una lámpara para sus pies, y una luz para su vereda.’ (Sal. 119:105) Además, usted puede llevar sus problemas a Dios en oración, con la confianza de que él escuchará y le ayudará.—1 Juan 5:14.
Además, se abren nuevos horizontes en el futuro. Las personas aprenden que el mundo caótico del presente “va pasando . . . pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17) Según Dios ha prometido, pronto habrá algo completamente nuevo: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.”—2 Ped. 3:13.
¿Es demasiado idealista esto? No si aceptamos los hechos. En realidad nosotros tenemos para con nosotros mismos la obligación de examinar la evidencia para ver cómo podemos participar de tales bendiciones. Sí; realmente necesitamos la religión verdadera.