Parte 2
¿Hay vida inteligente allá?
EN CIERTO sentido, la búsqueda humana de vida inteligente en el espacio sideral ha alcanzado madurez; ha llegado a la edad de adulto. Ya se ha estado llevando a cabo con empeño por unos 21 años.
Por ejemplo, en abril de 1960 el Observatorio Nacional de Radioastronomía, en el estado de Virginia Occidental (E.U.A.), apuntó por primera vez su oído de forma cónica hacia las estrellas Tau Ceti y Epsilon Eridani para ver si era posible oír comunicaciones de radio procedente de éstas. En 1968, unos astrónomos soviéticos investigaron 12 estrellas cercanas parecidas a nuestro Sol. En la actualidad, ya se han examinado más de 1.000 estrellas por separado. Y la búsqueda continúa con el uso del enorme radiotelescopio de Arecibo, Puerto Rico, y muchos otros de otras partes.
La búsqueda de vida en el espacio se ha efectuado, en otro campo, mediante los numerosos cohetes que se han lanzado a la Luna y a planetas que son parte de nuestro sistema solar... Júpiter, Venus, Saturno y Marte.
¿En qué ha resultado esto hasta ahora, y qué se pronostica para el futuro? ¿Hay base para que usted espere que al despertarse una mañana oiga la noticia de que definitivamente se ha establecido comunicación con seres inteligentes de otro planeta? O, como resultado de la búsqueda de vida en el espacio, ¿habrá razón para creer que nosotros los habitantes de la Tierra somos únicos, que no hay ninguna vida inteligente allá?
A veces ha habido muchísimo entusiasmo entre los científicos que han estado atendiendo los radiotelescopios que se mantienen en sintonía con el universo.
En cierta ocasión, por ejemplo, unos científicos soviéticos captaron una señal procedente del espacio que no era simplemente un ruido fortuito de radiación ni un sonido natural de radio. Había indicios de que la señal provenía de una fuente dirigida por seres inteligentes. Los científicos tenían razón. Resultó ser una señal proveniente de un satélite de espionaje que habían lanzado recientemente los estadounidenses.
En 1968, astrónomos británicos se entusiasmaron debido a una señal que detectaron. La señal y las pulsaciones de ésta parecían originarse de una parte distante del universo. ¿Se trataba de alguna señal en forma de código que contuviera un mensaje inteligente? En realidad habían detectado un pulsar, es decir, una enorme estrella que gira rápidamente y así parece emitir señales de radio a intervalos regulares, causando una impresión similar a la de un haz luminoso que proviniera de la luz giratoria de un faro. El descubrimiento de los pulsares fue una importante hazaña astronómica, y ahora se sabe que existen varios centenares de éstos. Pero no se había dado con ningún mensaje inteligente de criaturas extraterrestres.
Así, a pesar de la variedad de señales y ruidos que se han captado por medio de los radiotelescopios, no se han detectado mensajes que provengan de formas de vida inteligentes en el espacio sideral. El Times de Nueva York del 26 de junio de 1979 hizo el siguiente comentario: “Debido a que no se han detectado señales, y a que falta evidencia de que civilizaciones superiores puedan llevar a cabo una colonización de largo alcance, algunos científicos han llegado a la conclusión de que es poco probable que tales civilizaciones existan dentro de la galaxia Vía Láctea, a la cual pertenece nuestra Tierra.”
Una suposición fundamental de los exobiólogos —los que están buscando vida en el espacio sideral— es la siguiente: Debe haber millones y millones de planetas alrededor de otros soles; por lo tanto, ciertamente tiene que haber evolucionado vida inteligente en algunos de éstos.
Pero, ¿hay otros planetas? Tal vez sí, tal vez no. La realidad es que otras estrellas, o soles, quedan tan extremadamente lejos que los científicos no han podido probar si hay o no pequeños planetas alrededor de ellas.
David Black, quien está asociado con el Centro de Investigaciones Ames, de la NASA, dijo que “todavía no hay evidencia inequívoca de que exista algún planeta más allá del sistema solar al que pertenece la Tierra.” El Dr. Iosif Shklovsky, astrónomo soviético y miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S., llegó a una conclusión parecida, aunque anteriormente había estado muy entusiasmado en cuanto a la posibilidad de que hubiera vida extraterrestre. Para 1978, explicó: “Parece que nuestro Sol, esa extraña y solitaria estrella rodeada de una familia de planetas, muy probablemente sea una rara excepción en el mundo estelar.”
Se puede ver, pues, que ciertamente no hay razón para que se hable con tanta certeza acerca de la existencia de civilizaciones avanzadas en planetas distantes. Ni siquiera se ha probado que existan tales planetas, mucho menos que habiten en ellos civilizaciones avanzadas.
Formas de vida microscópicas
Aunque no se ha hallado a seres avanzados, los científicos sentirían algún alivio si pudieran descubrir siquiera formas de vida microscópicas en los planetas de nuestro sistema solar. Esto constituiría base para creer que, si existe vida en forma alguna en estos planetas, entonces todavía hay la posibilidad de que más allá de nuestra galaxia existan formas de vida más desarrolladas. Por eso, se fijó mucha atención en los laboratorios preparados para detectar vida que fueron transportados a Marte en las naves exploratorias Viking, de los Estados Unidos.
Durante las dos investigaciones de Marte, por Viking I y Viking II, se efectuaron 26 pruebas complicadas de muestras del terreno. Por ejemplo, en un experimento se expuso una porción del terreno de Marte a un ambiente que contenía bióxido de carbono radiactivo y monóxido de carbono. Se opinaba que, si había organismos vivientes, éstos convertirían algo del carbono radiactivo en materia orgánica, la cual se podría detectar. En otro experimento, una muestra de terreno fue empapada en una solución nutritiva y examinada para ver si había ocurrido cierto grado de metabolismo... es decir, si algo había consumido el alimento.
Comentando sobre los resultados en conjunto, The World Book Science Annual 1978 dijo: “A pesar de meses de estudio y tentativas de interpretación, los resultados de los experimentos fueron inconclusos.” ¿Por qué se adopta tal posición? Bueno, algunas de las pruebas resultaron en reacciones inesperadas. Las pruebas en realidad no localizaron vida alguna, o siquiera materia orgánica comprobada. Pero algunos científicos han hecho esfuerzos extraordinarios por creer, pues se han aferrado a la leve esperanza de que los resultados puedan encerrar un significado biológico en vez de simplemente ser evidencia de química poco usual en suelo marciano inanimado.
Según la revista británica New Scientist, en un experimento se utilizó un espectrómetro para medir gases que es tan sensible que puede detectar moléculas orgánicas aunque solo haya unas cuantas de éstas entre un millón o aun entre mil millones de moléculas de otra clase. No obstante, la prueba no logró “detectar moléculas orgánicas en el terreno [marciano].” Klaus Biemann, portavoz del equipo que estaba analizando los resultados, dijo que “el que no haya compuestos orgánicos . . . indica que hay poca probabilidad de que existan sistemas vivientes que se comporten de manera similar a la de biota terrestre.” En términos más sencillos, Newsweek informó que durante la prueba “no se pudo hallar evidencia alguna de que hubiera moléculas orgánicas, las cuales son esenciales para el proceso vital en la Tierra y, probablemente, en todo otro lugar.”
En fin, de las 26 diferentes e intrincadas pruebas, ninguna logró probar que siquiera haya vida microscópica en Marte.
Algunos concluyen que . . .
Allá en 1976, antes de que llegaran a Marte las naves Viking, el astrónomo Clay Sherrod hizo el siguiente comentario: “Si no hay vida en Marte —un planeta que es muy similar al nuestro— entonces bien puede ser que estemos solos. Puede ser que seamos únicos en el universo.”
Ahora que Viking I y Viking II son parte de la historia, más y más científicos están llegando a esa misma conclusión. El Dr. Iosif Shklovsky escribió en la revista soviética Sputnik: “[La evidencia] sugiere que el suponer que somos la única civilización que hay en nuestra galaxia o aun en el sistema local de galaxias, si no en todo el universo, es ahora mucho más —no menos— válido que el concepto tradicional de una pluralidad de mundos habitados.”
Además, el Dr. Michael H. Hart, astrónomo, describió un análisis que él hizo, mediante computadoras, de “planetas hipotéticos, con inclusión de los rasgos que aparentemente se necesitarían para producir civilizaciones avanzadas como la nuestra.” Llegó a la conclusión de que, “lejos de ser común, la vida civilizada debe ser extremadamente rara, y la que tenemos en la Tierra tal vez hasta sea única.”
¿Hemos de concluir, entonces, que la evidencia científica claramente niegue la posibilidad de que exista cualquier otra forma de vida inteligente en el universo?
[Comentario en la página 9]
“Parece que nuestro Sol . . . muy probablemente sea una rara excepción en el mundo estelar”
[Comentario en la página 10]
De veintiséis diferentes e intrincadas pruebas, ninguna demostró que siquiera haya vida microscópica en Marte
[Comentario en la página 10]
“Bien puede ser que estemos solos”