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  • ¿Cuán seguros están los jóvenes hoy de que hay un Dios?

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¡Despertad! 1982
g82 22/1 págs. 16-19

¿Cuán seguros están los jóvenes hoy de que hay un Dios?

Wiesbaden, Alemania

8 de septiembre de 1981

Querido Alan:

Puedo entender la preocupación que expresas en tu carta. Puesto que vives en un país religioso y se te ha enseñado a creer en Dios, y puesto que tú mismo eres joven, se te hace difícil creer que tantos jóvenes aquí en Alemania nieguen la existencia de Dios. Al menos, según indica el artículo que leíste últimamente, eso es lo que hacen muchos de ellos.

Por supuesto, las cifras de una encuesta, tal como la que se menciona en el artículo, no siempre nos dicen todo lo que necesitaríamos saber. El presidente de una empresa dedicada al estudio analítico de las opiniones, y cuyas operaciones se dirigen desde Nueva York, explicó recientemente que las encuestas “no dicen nada en cuanto a si el público . . . ha meditado detenidamente sobre el asunto.” Ellas no “revelan si la gente está en el comienzo impreciso, en el punto medio turbulento o en el final concluyente del proceso de tomar una decisión.”

Sin embargo, hay señales definidas de que la creencia en Dios entre los jóvenes de Alemania (y quizás de tu país también) está menguando. Durante los años que he vivido en Alemania, he hablado con una gran cantidad de jóvenes acerca de este asunto. Pero, a fin de proporcionarte algunos datos recientes, le pedí a ciertos amigos míos que me ayudaran a entrevistar a varios jóvenes que fueran representativos de la juventud en general. Descubrimos que muchos de ellos tienen opiniones muy definidas, mientras que para otros es realmente difícil tomar una decisión en cuanto a la existencia de Dios. Las declaraciones que hicieron son muy esclarecedoras. Déjame compartir algunas de ellas contigo.

Por qué algunos dudan mientras que otros creen

Los jóvenes plantearon cuatro objeciones básicas contra la existencia de Dios. Una muy común fue: “Puesto que nunca he visto a Dios, no puedo creer que él exista.” Pero Joaquín, un católico de 15 años de edad, dijo: “Las cosas que he visto en la naturaleza son causa suficiente para creer.” Su condiscípulo, Ulrike, concordó y dijo que Dios “se puede ver... por sus obras.”

Un segundo argumento —que se ofreció, sin embargo, sin ninguna prueba en apoyo— fue el de que “la ciencia ha probado que Dios no existe.” “Al contrario,” dijeron otros, la investigación científica revela “orden y regularidad” en el universo, “obras de precisión” que “no pudieron haber ocurrido por sí mismas.” Sascha, un adolescente católico, argumentó que, puesto que la “ciencia ha probado que todo tuvo un principio,” tiene que haber alguna Gran Causa Primera que diera comienzo a todo... Dios.

Otra razón que se dio para dudar de Dios era más bien una queja que un argumento. “La gente dice que Dios nos ayudará, pero nunca lo hace,” dijo una joven en tono de lamento. No todos concordaron. Se puede utilizar la siguiente ilustración para demostrar lo débil del argumento de ella: ¿No hemos experimentado todos nosotros, alguna vez, que nuestros amigos o parientes no nos han ayudado en el momento en que lo necesitábamos? Sin duda hubo varias razones por las cuales no nos ayudaron, pero obviamente el que ellos no existieran no fue una de las razones. Es posible que la culpa haya sido más bien nuestra que de ellos.

La cuarta objeción fue la que oímos con más frecuencia: “Si Dios existe, él no permitiría las guerras, los asesinatos y todas las otras cosas terribles que están sucediendo.” Un estudiante de Hamburgo razonó así: “Si hay un poder superior, ¿por qué no prohíbe tales cosas?” Sin duda, el estudiante había pasado por alto el hecho de que, según la Biblia, Dios ha prohibido tales cosas. Pero esto no ha impedido que los hombres las hagan. Pero, debido a la desobediencia del hombre, ¿es lógico llegar a la conclusión de que Dios no existe? ¿Es la desobediencia de un niño prueba de que no tiene padre?

Ha habido ocasiones en que personas se han quedado observando la comisión de crímenes terribles sin hacer nada para evitarlos. Quizás dudemos de que esas personas se hayan comportado de la manera apropiada al no intervenir, pero, ¿dudaríamos de su existencia? De igual manera, muchas personas se preguntan si ha sido apropiado que Dios permita la iniquidad, pero ésta no es razón para dudar de Su existencia.

Parecería difícil resolver esta cuestión. Sin embargo, una vez que se halla, la respuesta es verdaderamente satisfaciente. Para llegar a la respuesta es preciso entender que se ha hecho surgir una cuestión que pone en tela de juicio lo recto de la gobernación de Dios y la veracidad de su palabra. El darnos cuenta de que se necesita tiempo para resolver satisfactoriamente esta cuestión también nos ayuda a entender por qué Dios ha permitido la iniquidad. Considero que el libro bíblico de Job (capítulos 1 y 2) ofrece una excelente explicación de esto.

Creencia, pero no “convicción firme”

Las opiniones de muchos jóvenes no tienen mucho fundamento. Algunos jóvenes dicen que creen en Dios, pero no están muy seguros del porqué... quizás digan simplemente: “Porque mis padres creen en Dios.” Otros no creen. A menudo dicen: “Lo que he oído acerca de Dios no es convincente.” Pero ¿han hecho averiguaciones para ver si lo que han oído es cierto? ¿Cuán diligentes realmente han sido en considerar el asunto?

De entre un grupo de 66 estudiantes, 29 admitieron que no sabían si sus padres creían en Dios o no. Tal parece que Dios no es un tema común de conversación en sus hogares. Al no haberse detenido a meditar sobre el asunto, estos jóvenes todavía se hallan “en el comienzo impreciso . . . del proceso de tomar una decisión.”

A muchos adultos también les sucede lo mismo. En un artículo que se publicó recientemente en la revista alemana Der Spiegel se reconoció que la fe entre la mayor parte de los alemanes es “más bien esperanza que fe, más bien una suposición vaga que una convicción firme.” Pero, ¿cómo puede ser esto en una nación que se llama cristiana?

“La Iglesia”... “un factor de interferencia entre Dios y el hombre”

Muchos jóvenes hacen una distinción entre creer en Dios y creer en una “religión organizada.” De hecho, el sentir de mucha gente es que las iglesias tradicionales no han hecho mucho para profundizar la creencia que ellos tienen en Dios. No es de extrañar que tan solo en la década pasada más de 2.000.000 de personas hayan presentado su renuncia como miembros de las Iglesias Católica y Luterana de Alemania.

Un colegial que se especializa en ciencias políticas e historia dijo que, a pesar de haber sido criado en un ambiente religioso, fue “solo a través de meditación personal que llegué a la convicción de que Dios existe.” En realidad, estos jóvenes están diciendo: “Dios, sí... Iglesia, no.”

Allá en 1968, la revista Stern ya estaba advirtiendo: “Una tercera parte de los cristianos de la República Federal están en peligro de perder [la fe en] Dios.” Y entonces, señalando con dedo acusador, añadió: “Los ministros están ayudándoles a perder la fe.”

Cierto. Ministros que durante el transcurso de los años han fomentado la teoría de que “Dios está muerto.” Ministros que han colocado un énfasis desmedido en un “evangelio social” de responsabilidad humana y han pasado por alto el reino de Dios, la solución divina para los problemas del hombre. Ministros que, en el nombre de Dios, han enseñado doctrinas que son irrazonables y, a la vez, claramente carecen de apoyo bíblico. Ministros que, como grupo, han dado un ejemplo pésimo. Un alemán del norte razonó como sigue: “La Iglesia misma no se amolda a lo que la Biblia dice.” Entonces, ¿por qué debería hacerlo cualquier otra persona?

Un joven que encolerizadamente declaró que “todo lo que está relacionado con la Iglesia es una estafa” estaba hablando en nombre de muchos. En su propio caso el “todo” incluía “el creer en Dios.” Aunque las iglesias alegan que representan al Creador, en realidad lo han representado mal y así han logrado hacer que multitudes de sus propios miembros duden de la mismísima existencia de Dios.

Esto no ha pasado desapercibido. Un joven africano que estudia en Hamburgo, cuya mirada apenas podía ocultar el desengaño que sentía, dijo sarcásticamente: “¡Qué descaro tienen ustedes los europeos! ¡Vinieron a África y nos convirtieron de las llamadas religiones paganas a la adoración de un Dios en cuya existencia, según me doy cuenta ahora, ninguno de ustedes siquiera cree!”

En un intento por recuperar los miembros que han perdido, las Iglesias Católica y Luterana están considerando seriamente emprender una campaña publicitaria que resultaría en que los lectores de revistas hallen, en medio de anuncios que promueven jabón y pasta dentífrica, anuncios que, con el patrocinio eclesiástico, ponen “en venta la fe.” Según informes de prensa, los expertos en publicidad que están preparando la campaña concuerdan “en que [se] están vendiendo las ‘buenas nuevas’ en sus galas de antaño, más bien que en el lenguaje de la gente de hoy.” Para corregir este defecto, han preparado lemas ingeniosos y fotografías atrayentes para vender su producto.

Pero el tratar de vender la fe exige más que envolverla en un vestido atractivo. De mayor importancia que la envoltura es el producto mismo. La gente —los jóvenes particularmente— quieren saber qué deben creer, por qué deben creerlo, por qué es lógico creer en ello y qué beneficios pueden derivarse de creer en ello. En resumen, quieren que sus preguntas sean contestadas.

En vez de imitar el excelente ejemplo de Jesús de dar respuestas claras y francas que se basen en la Palabra de Dios, las iglesias de la cristiandad y sus ministros han recurrido a palabrería y evasivas a tal grado que uno de los expertos en publicidad comentó: “La Iglesia es un factor de interferencia entre Dios y el hombre.”

Ayudando a los jóvenes a desarrollar una fe firme

Los testigos de Jehová están esforzándose vigorosamente por efectuar la labor que los clérigos de la cristiandad han dejado sin hacer. Están logrando su objetivo al dejar que la Palabra de Dios conteste las preguntas de jóvenes inquisitivos. La siguiente experiencia de una persona que ahora es testigo de Jehová es típica de muchos:

“Las preguntas que formulé a los clérigos mientras asistía a la escuela y a las clases de confirmación o fueron contestadas incorrectamente y de manera poco satisfactoria o no se me contestaron, de modo que me hallé en una posición en la que no podía negar la existencia de Dios, pero tampoco estaba completamente convencido de su existencia. Pero presté poca atención al asunto. Después de todo, hasta los doctos en teología discrepaban en sus opiniones respecto a Dios y la Biblia. ‘Si clérigos que estudian teología en la universidad no pueden entender la Biblia, entonces éste tiene que ser un libro que no se puede entender y que se contradice a sí mismo.’ Estaba plenamente convencido de esto.”

Estas palabras describen el sentir de miles de jóvenes hoy. En muchos hay el deseo y la necesidad de tener fe; a menudo falta el fundamento lógico para satisfacer esa necesidad. Ellos todavía están “en el comienzo impreciso . . . del proceso de tomar una decisión.” Esto queda bien ilustrado por las palabras de un joven que explica por qué llegó a ser testigo de Jehová.

“Yo siempre había creído en la existencia de Dios, pero no tenía idea de cuál era su propósito para la Tierra y para la humanidad. Estaba en completa oscuridad respecto al verdadero significado de la vida. Hacía pregunta tras pregunta al Testigo que me visitaba semanalmente. Procuraba idear preguntas que fueran particularmente difíciles ya que estaba convencido de que él no podría contestármelas. Ocurrió lo contrario. No pude confundirlo, y para cada pregunta que le hacía tenía una respuesta bíblica. Jamás me había explicado un sacerdote el significado de la Biblia de la manera que él lo hizo.”

¡Qué grato es saber que las respuestas bíblicas pueden fortalecer la fe que una persona tiene en la existencia de Dios y darle la seguridad de que Dios muy pronto intervendrá para resolver los problemas de la humanidad mediante Su reino! Y Alan, estoy seguro de que te alegra saber que, a pesar de que muchos jóvenes aquí en Alemania no creen en la existencia de Dios, aún hay una gran cantidad de otros que sí creen. Se espera que muchos jóvenes que aún están “en el comienzo impreciso” o en “el punto medio turbulento . . . del proceso de tomar una decisión,” y cuyas creencias son más bien “una suposición vaga” que “una convicción firme” todavía se valgan de las excelentes oportunidades educativas que ofrecen gratuitamente los testigos de Jehová y así hallen respuestas a sus preguntas relacionadas con la Biblia.

Bueno, ha sido un verdadero placer conversar contigo, Alan, aun cuando solo haya sido por medio de papel y tinta. Espero saber pronto de ti y te envío saludos cordiales y amor cristiano. Quedo de ti,

Tu amigo,

[firmado, Johann]

[Comentario en la página 18]

Las iglesias están haciendo que muchos pierdan fe

[Comentario en la página 19]

‘Para cada pregunta que le hacía, el Testigo que me visitaba tenía una respuesta bíblica’

[Ilustración en la página 16]

“Nunca he visto a Dios”

[Ilustración en la página 17]

“Dios nunca me ha ayudado a mí”

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