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  • La magnífica águila cafre
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¡Despertad! 1982
g82 22/4 págs. 17-19

La magnífica águila cafre

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en África del Sur

DE ARRIBA se oye un grito áspero. Dos halcones atacan a un águila cafre hembra en pleno aire. Un halcón se lanza hacia abajo, pero el águila se vira boca arriba y extiende las garras para hacer frente al ataque. Ahora se lanzan los dos halcones, uno detrás del otro. De nuevo el águila se vuelve boca arriba para hacerle frente al primer halcón. Pero, ¿puede ella seguir volando boca arriba por suficiente tiempo como para enfrentarse al segundo halcón? Con control perfecto, ejecuta una vuelta doble justo a tiempo para rechazar el segundo ataque. ¡Qué manera magnífica de volar!

El águila cafre, con una envergadura de 1,8 metros, se halla desde África del Sur, a través de África Oriental y hasta Israel. El ave es de color negro lustroso. Tiene una mancha blanca sobre la espalda que forma una “V” sobre los hombros. Cuando esta ave vuela, las manchas pálidas en las puntas de las alas hacen que éstas parezcan transparentes.

Nidos bien construidos

Por lo general, el nido se halla sobre el inaccesible saliente de un precipicio. Una pareja de águilas cafres pudiera tener dos o hasta tres nidos en distintos lugares —todos en la misma zona— y pudiera usarlos, por turno, según se le antoje. El usar los nidos por rotación pudiera contribuir a mantenerlos libres de parásitos. Las águilas cafres son escrupulosamente limpias.

El nido está bien construido y las águilas lo agrandan y le hacen cambios cada vez que lo usan. Puede medir 1,5 metros de ancho en la base y casi lo mismo de alto y está hecho de ramas que son del grueso del pulgar del hombre. Tanto el macho como la hembra contribuyen a la construcción del nido. No obstante, aunque el macho coloque las ramas en el lugar donde él crea mejor, a menudo su compañera las cambia de lugar. Al hacer esto, puede que finalmente vuelva a poner una rama en el lugar donde estaba originalmente; pero queda entonces satisfecha con saber que éste es el mejor lugar. En ningún sentido es el nido un montón de ramas desordenadas.

Finalmente forran la depresión del centro del nido con hojas y ramitas verdes que son renovadas frecuentemente. Esto hace que el forro sea suave y quizás también suministre la humedad necesaria para incubar los huevos.

Un cortejo complicado

A mediados de mayo, después que se han hecho las reparaciones de los nidos, comienza un cortejo complicado. Este no se efectúa con el propósito de conseguir un compañero o una compañera, pues estas águilas se unen para toda la vida, y algunas llegan a vivir hasta 50 años. Más bien, es un acto preliminar al apareamiento, y ambas águilas participan en despliegues de vuelos emocionantes.

A veces el macho desciende sobre la hembra que va volando, y cuando él está cerca, ella se vira boca arriba. Ambos se sujetan garras con garras y caen dando vueltas por una distancia considerable antes de separarse. En otras ocasiones, las aves suben y se lanzan en picada en un trayecto oscilatorio, como el de un péndulo, y viran al final del trayecto por medio de girar en un ala. La relación entre el peso y el área que abarca el ala, y entre la largura y la anchura de las alas suministra un equilibrio excelente para los requisitos de vuelo del águila.

Criando al polluelo

Las águilas cafres ponen sus huevos a principios de junio. Por lo general, ponen dos huevos en un intervalo de dos a cuatro días, y se les incuba por 44 días. El macho participa con su compañera en la labor de sentarse sobre los huevos durante el día, pero la hembra siempre toma toda la guardia nocturna.

Aunque hay dos huevos en el nido, solo se cría un aguilucho. A veces la hembra destruye uno de los huevos cuando es patente que hay un polluelo vivo en el otro. En otras ocasiones, se permite que los dos salgan del cascarón. Cuando esto sucede, el polluelo primogénito por lo general domina al otro, que muere en poco tiempo. Los padres no hacen nada para evitarlo, aunque hay alimento suficiente para ambos aguiluchos. ¿Por qué no lo evitan?

Todavía no se entiende claramente la razón para esta limitación instintiva de la familia. Definidamente no se debe a escasez de alimento. El entrenamiento concienzudo que requiere un águila pudiera ser un factor, puesto que un solo polluelo parece ocupar toda la atención de ambos padres.

Pero entonces, ¿por qué debe haber dos huevos? Si el águila pusiera solo un huevo, pudiera haber ocasiones en que éste se perdiera debido a infertilidad, un accidente, o el ataque de un animal de rapiña. Dos huevos aumentan las probabilidades de que se efectúe la incubación y aseguran la supervivencia del águila. Al incubar dos huevos, si el primogénito tuviera algún defecto, el segundo polluelo dominaría y sobreviviría a su hermano mayor.

Los golpes que el polluelo propina al cascarón sirven de señal al águila padre de que se acerca el momento de salir. Este sale a cazar un tierno damán de las rocas (Procavia capensis, el “tejón de las rocas” de la Biblia [Levítico 11:5]). En circunstancias normales, esta criatura compone el 99 por ciento de la dieta del águila cafre. El damán llega a pesar hasta 4,1 kilogramos, y el águila por lo general lo come completamente... carne, piel y huesos. Eso pudiera parecer extraño, pero los huesos suministran calcio, que es esencial en la dieta del águila. La piel, con su pelo, parece ayudar a la digestión del águila.

El polluelo recién salido, que parece una bolita de pelusa blanca, recibe las porciones más selectas de la presa. Come con entusiasmo las tiras de carne que el padre ha desgarrado del cadáver. A medida que el polluelo crece, aprende a desgarrar el cadáver y a tragarse partes difíciles como los huesos y la piel.

Hay otras cosas que el polluelo tiene que aprender temprano en la vida. Para que el nido permanezca limpio, el polluelo tiene que aprender a defecar sobre el borde del nido, y prestar atención a la dirección del viento. Puede que la madre mueva al polluelo por medio de poner la pata debajo de éste y llevarlo a la orilla del nido para que aprenda a hacer sus necesidades en el lugar apropiado. A medida que crece, una pata firme sobre la del aguilucho y una larga mirada fija bastan para indicarle que tiene que irse.

Es patente que el criar un águila toma mucho tiempo. De hecho pasan de 95 a 100 días antes que vuele el aguilucho.

El aguilucho vuela

A medida que se acerca el tiempo para el primer vuelo, el aguilucho se siente cada vez más frustrado por tener que estar confinado al nido. Observa otras aves, estira las alas y las patas, aletea y da saltos. Las plumas ya están completamente desarrolladas, pero el plumaje no es del color negro lustroso como el de los padres. El joven ave es de color marrón moteado y rojizo y no tiene el plumaje de adulto sino hasta que muda las plumas al tercer año. Los padres perciben que el tiempo para el vuelo está cerca y dejan de traerle alimento al nido durante aproximadamente un día. ¡Sin duda es mejor ejecutar el primer vuelo con el estómago vacío!

¿Qué impulsa al joven a ejecutar su primer vuelo? Por lo general es un llamado que hacen los padres parados en una posición cercana o al volar cerca de él. Si estas medidas fallan, un empujón inesperado lanza al aguilucho al espacio. Con las sensibles plumas primarias en la punta de las alas, el aguilucho siente la presión y el movimiento del aire. Sin embargo, en esta etapa, el ave no sabe cómo responder de acuerdo con la información que recibe, de modo que el vuelo es corto. El aguilucho desciende por la orilla de la montaña hasta las partes más bajas, donde aterriza torpemente y descansa mientras su corazón palpita con rapidez. Al ver eso, los padres alimentan a su cría. Después, con confianza recobrada, el aguilucho está listo para tratar otra vez. Con dificultad lo intenta varias veces más hasta que comienza a ejercer control de las alas.

Una educación completa

El arte de cazar es el próximo paso en el programa de educación. A menudo ambos padres ejecutan una exhibición aérea que atrae la atención de los damanes, los cuales disfrutan de sentarse sobre las rocas calentadas por el sol mientras vigilan a su enemigo... el águila cafre. Finalmente un águila vuela a poca altura y, por medio de usar los acantilados para no dejarse ver, vira rápidamente en una esquina y, al venir por atrás, agarra por sorpresa al damán. Este muere instantáneamente. Con la fuerza que el ave lleva al volar velozmente hacia el damán, la garra trasera se entierra en la presa. Las garras delanteras se cierran y el damán muerto es mecido hacia adelante mientras el águila lo lleva agarrado en la pata hasta el “matadero,” que a menudo es una roca, donde el águila degüella y desmiembra a la presa. El joven águila observa esos movimientos.

Se requiere mucho esfuerzo para convertir al joven águila en un volador diestro. El ave tiene que aprender a deslizarse sobre los vientos que los precipicios desvían hacia arriba, a lanzarse en picada y a elevarse y cernerse. Para hacer viajes largos, el águila escoge un día en que el viento sople en dirección opuesta a la dirección en que va a volar. Entonces, cuando el sol ha salido y está calentando el aire de los valles, el ave se lanza desde su posición en las rocas. Pronto encuentra una burbuja de aire caliente. Dando vueltas dentro de la burbuja, el águila se eleva a unos 4.000 metros. Mientras se agota el aire que le da impulso, el ave se dirige hacia su destino. El águila se desliza hacia abajo por el aire para mantener el impulso. Al mismo tiempo, el que el viento fluya sobre las alas le ayuda a elevarse. De este modo puede abarcar centenares de kilómetros con solo mover las alas varias veces desde la partida.

Después que la joven águila está completamente equipada para el papel que ha de desempeñar en la vida, sus padres la escoltan desde el hogar. Llevan su cría muy lejos, y la dejan para que halle al águila con quien establecerá su propio hogar.

Al ver un águila en los cielos, tenemos razón para exclamar: ‘¡Qué magnífica!’ Ciertamente, el estudio de las criaturas terrestres puede ser un trabajo absorbente. Nos maravillamos ante la belleza de diseño que es patente en la creación animal. Estas criaturas no solo ocupan un lugar necesario en el entero equilibrio del mundo natural, sino que lo ocupan con tal gracia y belleza que reflejan las cualidades de su Creador. Tenemos que estar de acuerdo con el escritor bíblico Agur, quien se maravilló ante “el camino del águila en los cielos.”—Proverbios 30:18, 19.

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