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  • ¿Habrá algún día un paraíso verdadero?

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  • ¿Habrá algún día un paraíso verdadero?
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¡Despertad! 1982
g82 22/2 págs. 9-12

¿Habrá algún día un paraíso verdadero?

“VERDADERAMENTE te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.” Estas palabras, pronunciadas hace casi 2.000 años, muestran que el interés del hombre en el Paraíso no es nada nuevo. Se ha estado hablando de él por muchísimo tiempo.

No obstante, esta promesa fue hecha en lo que pudiera haber parecido la ocasión menos propicia, y a una persona cuyas probabilidades de vivir en el Paraíso pudieran haber parecido pocas. El que habló fue Jesucristo. Agonizaba lenta y dolorosamente cuando habló, clavado al estilo romano, a un madero. La persona a quien él habló era un criminal convicto quien también moría en un madero.

¿Era una ilusión esta promesa del Paraíso, o podrá ser que algún día exista un verdadero paraíso que cubra la Tierra? Para ver esto, consideremos algunos hechos.

Un paraíso potencial

El viaje que hicimos a Micronesia ha revelado tres cosas sobresalientes. Primero, la Tierra posee el potencial físico para ser un paraíso. A pesar de los estragos y errores del hombre, todavía estas islas son verdaderamente hermosas. Y aunque la belleza de una isla tropical es de tipo especial, la belleza misma se puede hallar en toda la Tierra. Desde la majestuosidad de montañas cubiertas de nieve hasta el esplendor de verdes y fértiles valles, desde la serenidad especial de la tundra ártica hasta las lujuriantes selvas tropicales, ¡en la Tierra hay tanta belleza que el corazón se inunda de aprecio! En medio de las condiciones apropiadas todo ello pudiera ser un paraíso.

También vemos evidencia de que la Tierra tiene en sí un poder de recuperación, de modo que puede curarse las cicatrices que le dejan los hombres. Por ejemplo, en la laguna de Truk, los sombríos cascos de buques de guerra hundidos están siendo colonizados y hasta hermoseados por extrañas y maravillosas formas de vida marinas. Por todo el mundo, cuando cesa la contaminación del aire, del agua y del terreno, procesos naturales de restauración producen sorprendentes transformaciones.

Finalmente, en la mayoría de los casos es el hombre quien está arruinando sus alrededores. Sea por la contaminación, o por el crimen y la violencia, por devastar la tierra en busca de riqueza material, o por rivalidad militar entre potencias mundiales, es el hombre quien gradualmente va destruyendo su ambiente. Y esto no es cierto solo en el Pacífico, sino alrededor del mundo.

Una cuestión de gobierno

Por lo tanto, para que exista un verdadero paraíso, quien tiene que cambiar es el hombre. Es necesario controlar sus tendencias malas y dirigir sus aptitudes constructivas por los conductos debidos. Esto hace pensar en un trabajo de índole gubernamental, pero el problema es que ningún gobierno ha podido impedir que el hombre siga arruinando gradualmente la Tierra.

En vista de esto, es interesante que la promesa de un paraíso hecha por Jesús se diera en respuesta a un comentario acerca de gobierno. El criminal que colgaba de un madero al lado de él había notado este rótulo que había sido fijado sobre Jesús: “Este es el rey de los judíos.” De modo que dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino.” En respuesta a esto Jesús prometió: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.”—Lucas 23:38-43.

¿Puede Jesús como rey lograr algo que no pueda lograr ningún otro gobernante? ¿Puede hacer de toda la Tierra un verdadero paraíso? Sí, porque la dignidad real de Jesús es celestial, no terrestre. Y está apoyada por el propio poder de Dios.

Si consideramos la propia naturaleza de Jesús, podemos comprender mejor esto. La Biblia dice que por medio de él Dios creó la Tierra y toda la vida que hay en ella. (Proverbios 8:22-31; Colosenses 1:15-17) Por eso, Jesús tiene pleno entendimiento de la ecología de este planeta. Sabe cómo usar debidamente sus recursos. Cuando estuvo en la Tierra él de hecho demostró control de las fuerzas naturales al calmar una tormenta de viento y al decir a sus seguidores cómo obtener una redada completa de peces después que ellos habían trabajado toda la noche sin pescar nada. (Marcos 4:35-41; Juan 21:4-8) De seguro por la gobernación de un rey de esta índole los hombres no experimentarán daño por tifones, terremotos ni volcanes, y todas las cosas vivientes estarán en el equilibrio debido.

A los humanos mismos también se les enseñará a vivir juntos en paz. Respecto a lo que Dios efectuará mediante Jesús en posición de rey, las Escrituras declaran: “El ciertamente dictará el fallo entre muchos pueblos, y enderezará los asuntos respecto a poderosas naciones lejanas. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Miqueas 4:3, 4) Bajo tal gobernación, la belleza de la Tierra ya no será afeada por las cicatrices de la guerra.

¿Sucederá realmente eso?

‘Pero, espere un momento,’ puede que diga usted. ‘Jesús murió poco después de haber hecho esa promesa del Paraíso.’ Eso es verdad, y esto pudiera aparentemente haber puesto fin a cualquier esperanza de que estas maravillosas promesas se cumplieran.

Sin embargo, algo maravilloso sucedió al tercer día de la muerte de Jesús. Jehová Dios lo levantó a la vida de nuevo. Sorprendente como parezca, éste es un hecho de la historia que está bien establecido por testigos. Unas 500 personas lo vieron vivo de nuevo. (1 Corintios 15:3-22) Así, la esperanza de un paraíso bajo la gobernación de Cristo se hizo realizable. La promesa de él al criminal moribundo en realidad podía ser cumplida.—Hechos 17:31.

Desde aquel importante acontecimiento, hemos adelantado inexorablemente hacia el tiempo en que Jesús tendrá plena autoridad sobre los asuntos cotidianos de esta Tierra. (Daniel 2:44) Se puede probar que las peligrosas condiciones mundiales de la actualidad son evidencia de que vivimos en época muy cercana a ese tiempo.a Por lo tanto, en cumplimiento de la profecía, las “buenas nuevas del reino” por Cristo están siendo predicadas en todos los países de la Tierra, entre ellos estas islas del Pacífico. (Mateo 24:14) Aunque muchas personas ahora viven en lo que puede parecer un paraíso, esperan un verdadero paraíso por toda la Tierra en el futuro. Ponen su esperanza respecto a esto en el reino de Dios mediante Cristo.

Habitantes del Paraíso

Las enseñanzas de Jesús nos muestran qué clase de personas vivirán en el Paraíso bajo Su gobierno. Primero, él dio énfasis al hecho de que las personas que adquirirían tal vida tendrían que amar a Dios verdaderamente. “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente.” (Lucas 10:25-27) Una comunidad de personas que tuvieran tal amor a Dios sería obediente a todos sus mandatos. No serían borrachines ni inmorales; tampoco arruinarían egoístamente lo que es creación de Dios, la Tierra, por ganancia material.

Además, Jesús dijo a sus seguidores: “Este es mi mandamiento: que ustedes se amen unos a otros así como yo los he amado a ustedes. Nadie tiene mayor amor que éste: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos.” (Juan 15:12, 13) Jesús sacrificó su vida humana por amor a la humanidad... por personas de toda raza, nación y lengua. Enseñó a sus seguidores a anteponer a sus propios intereses los de otras personas. Por todo el mundo ya hay millones de personas que sinceramente están esforzándose por hacer esto. En una comunidad de personas con esta cualidad, el delito y el crimen, la desconsiderada contaminación auditiva por exceso de ruido y otros problemas similares pronto se convertirían en cosas del pasado. Ni siquiera la pobreza duraría por largo tiempo si toda persona mostrara interés altruista en los demás.

‘Sin embargo,’ pudiera pensar usted, ‘siempre hay una serpiente en el paraíso. Sin importar cuánto éxito tenga el reino de Cristo, alguien se presentará y dañará las cosas.’ Pues bien, eso quizás sea cierto de los esfuerzos del hombre por efectuar reformas. Pero estamos hablando acerca de los logros del gobierno celestial de Dios con Cristo como rey. Nadie echará a perder el Paraíso que éste producirá.

Primero, recuerde que Dios puede transformar a las personas. Saulo de Tarso era un violento opositor del cristianismo. Pero cuando aceptó la verdad del mensaje cristiano, su personalidad cambió dramáticamente, y llegó a ser el apóstol cristiano Pablo. Hoy día están aconteciendo cambios similares.—Hechos 22:1-11; Colosenses 3:9-14; 1 Tesalonicenses 2:5-12.

Por ejemplo, cierto hombre de edad avanzada de Nauru quedó profundamente afligido por la muerte de sus tres hijos por nutrición defectuosa durante la ocupación japonesa de su isla en la II Guerra Mundial. ¿Puede imaginarse usted lo que sentía para con los japoneses? Sin embargo, estudió la Biblia con los testigos de Jehová y, cuando aprendió acerca del reino de Dios mediante Cristo, su actitud cambió. Recientemente, cuando un turista japonés anduvo perdido, él le ofreció refugio en su hogar. Dijo que no ha tenido pensamiento alguno de venganza en el corazón desde que estudió la Biblia.

El reino de Dios está transformando personalidades por todo el mundo. Hombres dados a la violencia están convirtiéndose en personas apacibles. Criminales están transformándose en personas observantes de la ley. Gente amargada o desilusionada está hallando consuelo y gozo. Además, personas de toda clase —algunas que viven en alrededores físicamente hermosos, y otras que viven en vecindarios pobres y escuálidos— están experimentando lo que hasta en este mismo tiempo ha sido descrito como un paraíso espiritual.

¿A qué se debe esto? Al hecho de que se asocian con verdaderos cristianos, personas que ponen en primer lugar en la vida a Jehová Dios y disfrutan de Su bendición, personas que reconocen a Jesucristo como nuevo rey de la Tierra y a quienes se conoce porque hablan con libertad a otros acerca del reino de Dios y se aman las unas a las otras. Prescindiendo de sus alrededores físicos, conocen la “paz de Dios que supera todo pensamiento.” (Filipenses 4:7; Efesios 4:20-32) ¡Imagínese cómo será la vida en la Tierra cuando ésta sea transformada en un paraíso físico y poblada por personas como ésas!

‘Pero no toda persona va a cambiar,’ quizás objete usted. Eso es verdad. No obstante, la vida en la Tierra bajo el reino de Dios es solo para los que quieran cambiar. Dios va a “causar la ruina de los que [persistentemente] están arruinando la tierra.” La Biblia dice con claro énfasis: “Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Salmo 37:10, 11; Revelación 11:18) ¡Qué felicidad tendrán estos mansos!

Una verdadera esperanza

Pero ellos no serían completamente felices si ellos y sus personas amadas todavía enfermaran y murieran, ¿verdad? Por lo tanto, es digno de nota el hecho de que Jesús, cuando estuvo en la Tierra, sanó toda clase de enfermedad, echó fuera demonios y hasta resucitó a muertos. (Mateo 8:28-32; 11:2-5; Juan 11:43, 44) Al echar fuera demonios mediante el espíritu de Dios, Jesús mostró que él es más poderoso que fuerzas espirituales inicuas. Por eso, en ese paraíso no habrá que temer cosas como la brujería y el demonismo. Y al sanar enfermos y resucitar muertos, Jesús demostró claramente que el propósito de Dios para él, como nuevo rey de la Tierra, es que libre a la humanidad para siempre de la enfermedad y la muerte.—Isaías 25:8.

Así, el criminal que murió con Jesús verá el cumplimiento de la promesa de Jesús de que estaría ‘con él en el Paraíso.’ Por supuesto, si aquel hombre deseara permanecer en el Paraíso tendría que cambiar de derrotero y amoldarse a los caminos de Jehová.

En vista de esto, ¿desea usted realmente disfrutar de la vida en el Paraíso? Puede hacerlo. Y no tiene que venir del otro lado del mundo a estas islas tropicales para hacer eso. Pronto, tanto física como espiritualmente, el Paraíso cubrirá la Tierra. Mientras tanto, prescindiendo de dónde viva usted, puede disfrutar del paraíso espiritual que existe aun ahora.

¿Por qué no lee la Biblia usted y se entera por sí mismo de estas cosas? Los testigos de Jehová se deleitarán en ayudarle a hacer esto. Pruebe para su propia satisfacción que esta esperanza está basada en la realidad. Vea lo que Dios desea que usted haga para heredarla. Entonces usted será testigo del cumplimiento de la notable promesa: “Dios . . . limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Revelación 21:3, 4) En aquel tiempo, toda la Tierra será un verdadero paraíso.

[Nota a pie de página]

a Vea el capítulo “¿Está cerca ‘el fin del mundo’?” en el libro La felicidad... cómo hallarla, publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

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