Los deportes... ¿por qué nos excitan?
Los deportes... ¿por qué aumenta la violencia?
ERAN las diez y treinta y ocho de la mañana del 25 de octubre de 1981. Más de catorce mil personas vestidas para correr esperaban el comienzo de la carrera en el extremo de Staten Island del puente Verrazano-Narrows, de Nueva York. De repente se oyó un cañonazo y dos ríos de humanidad empezaron a fluir lado a lado a través del puente. ¿Qué ocasión fue ésta que atrajo una participación tan masiva? El Maratón de Nueva York de 1981.
Se calculó que más o menos dos millones de personas observaron la carrera a lo largo de la ruta de cuarenta y dos kilómetros, y millones más la observaron por televisión. Atletas de cincuenta y siete países participaron. La ciudad de Nueva York realmente manifestó interés en la carrera, y millones de neoyorquinos y otras personas se excitaron por ella.
La excitación que los deportes ocasionan es un fenómeno mundial. Por ejemplo, noticias recientes han hablado del aumento que se experimenta en el entusiasmo por los deportes en la China. El Times de Nueva York (18 de noviembre de 1981) informó lo siguiente: “Decenas de miles de chinos convergieron anoche en aquella vasta zona comercial [de Pekín] para celebraciones bulliciosas ... La euforia se debió al equipo de balonvolea femenino de la China, que venció al equipo de los Estados Unidos ... y al del Japón ... y ganó su primer título mundial.” Hasta los chinos, que normalmente son plácidos, se excitaron a causa de los deportes. El balonvolea se convirtió en noticias de primera plana en la prensa de Pekín.
Otro caso sobresaliente de excitación engendrada por los deportes es el de la final de la Copa Mundial de fútbol de 1982 que habría de jugarse en España, en cuyas eliminatorias habrían de participar veinticuatro naciones. Durante los pasados dos años, más de cien países estuvieron compitiendo por el privilegio de estar entre los últimos veinticuatro equipos que habrían de figurar en las eliminatorias. Centenares de millones de aficionados de todo el mundo siguen estos juegos de fútbol con gran interés. En Lagos, Nigeria, una multitud numerosa atestó el estadio ocho horas antes del puntapié inicial del partido entre Nigeria y Argelia. También hubo muchedumbres de entusiastas chinos que celebraron el éxito futbolístico que logró China cuando venció a Kuwait en una eliminatoria para participar en la serie por la Copa Mundial.
No cabe duda: los deportes atraen y excitan a las multitudes. Pero, ¿por qué?
Un factor implícito en la vida moderna es que la existencia de millones de personas es monótona, ya que se ven obligadas a vivir en nuestra sociedad dominada por ordenadores. A consecuencia de eso, muchos quieren librarse de la rutina aburrida y optan por hacerlo entrando en la fantasía excitante del mundo de los deportes. La minoría logra satisfacer su deseo como participantes. La mayoría logra hacerlo como espectadores. Pero todos desean la excitación, y ésta viene como resultado de la incertidumbre. En los deportes la incertidumbre es la clave... ¿quién ganará? Eso hace que las muchedumbres vayan en tropel a los sucesos deportivos, o que permanezcan pegados a sus televisores.
Pero, ¿son provechosos los deportes, o son dañinos? ¿Pueden beneficiar a uno, sea como participante o como espectador? ¿Qué hay de los deportes a los niveles de la escuela primaria, los institutos de segunda enseñanza y la universidad, y al nivel profesional? ¿Por qué ha aumentado la violencia relacionada con los deportes? ¿Por qué se ha desbordado hasta contagiar a los espectadores en las tribunas?