¿Pueden pronosticarse los terremotos?
EL 28 de julio de 1976 la ciudad de Tangshan, en el territorio continental de China, sufrió el peor desastre natural que ha ocurrido en siglos recientes. En cosa de minutos, todos menos cuatro de los centenares de edificios de la ciudad, hechos de ladrillo y de varios pisos, quedaron dañados, muchos de los cuales se desplomaron por completo sobre los habitantes dormidos. Los trenes descarrilaron, los puentes de carreteras se derrumbaron, el agua y la electricidad fueron cortadas y 10.000 mineros quedaron atrapados debajo de la superficie del suelo. Tres años después, cuando se emitieron las cifras oficiales de la cantidad de víctimas, se supo que 242.000 personas habían muerto, y 164.000 sostuvieron lesiones severas.
Los funcionarios chinos dijeron: “El departamento sismológico no había dado advertencia alguna.” En realidad, el masivo terremoto de Tangshan sorprendió a todo el mundo, puesto que no se consideraba probable que ocurriera un terremoto grande en esa zona.
Lo irónico de ello es que le sobrevino esta tragedia a China tan solo un año después que se había pronosticado con acierto un terremoto allí, lo cual había salvado miles de vidas. En aquella ocasión anterior los funcionarios chinos habían hecho una exhibición cinematográfica al aire libre para hacer que la gente de la zona Haich’ing se quedara fuera durante las noches frías de febrero hasta que pasara el terremoto pronosticado, que ocurrió precisamente al tiempo señalado.
Como resultado del pronóstico de Haich’ing, los informes entusiásticos de la prensa dieron la impresión de que la pronosticación de terremotos pronto sería tan rutinario como el pronóstico del tiempo. No obstante, el desastre de Tangshan indicó que tal no era el caso. Por el momento, la respuesta a la pregunta: “¿Pueden los científicos pronosticar los terremotos?” es: “A veces.”
¿Qué causa los terremotos?
Los pronósticos de terremotos se basan en varias teorías respecto a sus causas, y dichos pronósticos varían en exactitud. Así como ocurren terremotos espectaculares sin que se hayan predicho, también se hacen pronósticos espectaculares que no se cumplen. En 1976 el Dr. Brian Brady, un geofísico estadounidense, empezó a pronosticar un terremoto masivo para Lima, Perú. Más tarde especificó la fecha del desastre, diciendo que ocurriría alrededor de agosto de 1981. Nunca antes se había atrevido un científico a pronosticar con tanto tiempo de antemano el lugar, la fecha y la magnitud exactos de un terremoto. El pronóstico del Dr. Brady no se había hecho con la intención de que se hiciera público, pero no es fácil mantener en secreto noticias de esa índole, y cuando llegaron a saberse, causaron bastante consternación en la capital peruana. En julio, el Dr. Brady se desdijo, y la fecha predicha de agosto llegó y se fue sin que hubiera un terremoto.
Mientras tanto, ¿qué ha estado sucediendo debajo de la superficie? Nadie sabe con certeza. La mayoría de los científicos creen que los terremotos ocurren cuando las presiones dentro de la Tierra se intensifican y por fin hacen que capas masivas de rocas se rompan como si fueran un lápiz que uno doblara hasta el punto de quebrarlo. A veces parece que las presiones se deben a masivas “placas tectónicas” portadoras de continentes que se agarrotan las unas a las otras por encima y por debajo. La famosa falla de San Andrés, en California del Sur, está en los límites de dos de estas placas. Sin embargo, en otras ocasiones los terremotos pueden ocurrir muy dentro de una placa por razones que no se entienden bien, como en el caso de los terremotos grandes que cambiaron el curso del río Misisipí, en el centro de los Estados Unidos, allá en 1811.
A menudo los científicos pueden determinar cuando las presiones subterráneas aumentan, pero eso no basta para que se haga una predicción. ¿Cuán duras son las rocas en una zona dada? ¿Cuánta presión pueden resistir antes de partirse? ¿Liberarán la presión en una serie de roturas pequeñas, o de un solo golpe catastrófico? El Dr. Brady basó su predicción acerca de Perú en sus teorías de cómo se rompen las rocas, pero claro está que hay que dedicar más estudio e investigación a estas teorías.
Pronostíquense o no, es casi seguro que habrá más terremotos graves en lugares como el Perú, donde las presiones que se ejercen sobre las rocas subterráneas son implacables. Pero ese conocimiento de por sí no es muy útil. La gente quiere saber dónde, cuándo, y lo grave que será el próximo terremoto. ¿Se les puede culpar?
De los rayos láser hasta los siluros
Aunque fue inesperado, el desastre de Tangshan no sucedió sin aviso alguno. Durante un período de catorce meses antes de ocurrir dicho desastre, un observatorio de la zona “registró movimientos que se hacían cada vez más inquietantes a lo largo de la falla terrestre encima de la cual [la zona] está,” según un informe en The New York Times. “Pero, por falta de otras señales premonitorias, no se emitió una advertencia.” En contraste, el terremoto de Haich’ing fue precedido por una gran variedad de señales de advertencia, entre ellas el comportamiento extraño de los animales, lo cual recibe seria consideración de los chinos al pronosticar los terremotos. Finalmente, antes del terremoto de Haich’ing se sintieron varias sacudidas leves en el previo mes de diciembre y, de nuevo, justamente unos días antes del terremoto. Fue el paro inquietante de aquellas sacudidas previas lo que convenció a los oficiales el 4 de febrero de que dentro de unas horas iba a ocurrir un terremoto grande.
Es triste, pero muchos terremotos se ajustan a la regla que dice que siempre es más fácil identificar las señales de advertencia después que ha azotado la calamidad. Pero, para ver el asunto de modo práctico, es probable que solo se pronostiquen con éxito aquellos terremotos insólitos que den abundantes y dramáticas señales de advertencia. “El problema es que no hay tal cosa como dos seísmos precedidos por precisamente la misma serie de advertencias,” hace notar un escritor, “y aun estos síntomas pueden ser engañadores.”
Esto ha llevado a que en todas partes del mundo se esté investigando una asombrosa variedad de posibles indicios de terremotos. A continuación se mencionan algunos de ellos:
Comportamiento de los animales: Son tan comunes los cuentos de que saltan los siluros antes que ocurran terremotos que en un tiempo se creía que “los terremotos eran causados por los movimientos violentos de éstos en los arroyos subterráneos,” informa Science Digest. Los japoneses tienen diez siluros de Tokio que han estado sometiendo a pruebas, e informan que éstos “se portaron anormalmente antes del 85 por ciento de los terremotos suficientemente grandes para que los sintieran los humanos en un experimento de siete meses.” ¿Será que los “gruñidos” de frecuencia muy baja o los “chillidos” de frecuencia alta emitidos por las rocas que se tuercen antes de romperse muy por debajo de la superficie del suelo molestan a los peces? Tal vez. Entre los otros animales que, según se informa, se portan extrañamente antes de terremotos están las culebras, los ratones, los gansos, los cerdos, las vacas y los perros, de todos los cuales se observó que se portaron de modo raro antes del terremoto de Haich’ing.
Cambio de terreno: Este modo de pronosticar los terremotos parece más “científico” que el observar a los animales, puesto que requiere el uso de varios dispositivos complicados, como los rayos láser, para registrar cambios en el nivel de la tierra, e inclinómetros muy sensibles que permiten detectar el cambio más ligero en la inclinación local. Se emplean otros dispositivos para estudiar los campos magnéticos y gravitatorios de la localidad. Si la tierra está elevándose o hundiéndose o inclinándose, esto les sirve a los científicos de indicio en cuanto a lo que pudiera estar sucediendo muy por debajo de la superficie, allá donde generalmente ocurren los terremotos. Pero todo este equipo complicado no quiere decir automáticamente que se pronosticarán los terremotos con mayor éxito. Hace años que los científicos han estado observando el suelo elevarse y bajar en la zona de Palmdale, California. Todavía no están seguros de lo que todo ello significa.
Cambios en el agua de pozo: Cuando disminuyó dramáticamente el flujo de agua de un pozo artesiano en Asia Central, los científicos soviéticos predijeron que iba a haber un terremoto. Seis horas después el pozo se secó por completo, y hubo un gran seísmo. Otra técnica muy popular es la de medir el gas de radón en el agua de pozo. El gas viene de átomos de radio que han escapado de las rocas debajo de la superficie. Si las rocas están a punto de reventar debido a la tensión acumulada, primero se desarrollan en ellas diminutas rajaduras. El agua puede rezumarse en éstas y absorber el radón.
Los problemas del conocimiento parcial
Sin embargo, a pesar de todos los nuevos métodos y adelantos prometedores, todavía le falta mucho al pronóstico de terremotos para alcanzar el nivel del pronóstico del tiempo. Clarence Allen, geólogo de los Estados Unidos, dice: “Mi propia opinión es que pasarán por lo menos 10 años antes que se puedan hacer predicciones suficientemente confiables y constantes que le sean verdaderamente útiles al público.” Puesto que las pérdidas pueden ser tan grandes en desastres como los terremotos, muchos científicos se sienten muy perturbados ante la responsabilidad que se les ha dado y el estado imperfecto de su arte.
Algunos de estos científicos temen que algún día “mirarán una serie de medidas, y su experiencia e intuición les dirán que tal vez esté a punto de ocurrir un terremoto grande. Pero ellos no darán la alarma que pudiera salvar a miles de vidas,” hace notar The New York Times. ¿Por qué no darán la alarma? “Porque no confiarán lo suficiente en los datos que tienen ante ellos para justificar el pronóstico de un terremoto a una nación en la cual una predicción errónea pudiera acarrearles el desprecio de los profesionales, la burla del público y posiblemente centenares de pleitos.”
Los pronosticadores de terremotos están en una situación en que les es imposible ganar. Si no ocurre un terremoto que se ha pronosticado, la alarma falsa pudiera debilitar la confianza del público y hacer que se pasara por alto con trágicas consecuencias una advertencia posterior. Pudiera hacer que bajaran los valores de los bienes raíces, y los que tengan interés comercial en la urbanización hasta pudieran demandar a los científicos. Por otra parte, si se niegan a hacer una predicción y ocurre un terremoto, entonces, las víctimas y sus familias pudieran demandarlos por negligencia.
El problema que se trata aquí tiene que ver con algo más que el imperfecto conocimiento humano de los terremotos. Es el problema elemental de prioridades en una sociedad avarienta, que a menudo parece más dispuesta a arriesgar vidas que economías locales.
El pronóstico más exacto de terremotos
Es de interés que al hombre que fue el pronosticador más exacto de terremotos no se le conoce como geólogo. No obstante, él predijo con unos 1.900 años de anticipación que cierta generación en particular vería ‘nación levantarse contra nación y reino contra reino, y ... escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro.’ (Mateo 24:7, 34) Entonces, aquel pronosticador de acontecimientos, Jesucristo, pasó a decir que los cristianos verdaderos sufrirían persecución ardiente en aquel tiempo, que abundaría el desafuero y que el amor se enfriaría, y que las ‘buenas nuevas del reino de Dios’ se predicarían por todo el mundo, lo cual proveería esperanza en medio de la tenebrosa situación mundial.—Mt 24 Versículos 9-14.
Aunque tal vez haya parecido que varios rasgos de la profecía de Jesús se hayan cumplido en diferentes épocas del pasado, ha sido de modo conspicuo que todos los aspectos de la profecía de Jesús han acontecido al mismo tiempo durante el siglo veinte, empezando en 1914, el año en que estalló la I Guerra Mundial. Se calcula que noventa millones de personas, o más, han muerto en guerras durante nuestro siglo, y los peritos de la salud mundial calculan que cada año cincuenta millones de personas mueren de hambre. La persecución de los cristianos verdaderos en los estados fanáticamente nacionalistas está probada con documentos. En casi todos los países del mundo se lamenta el aumento del desafuero.
Y, ¿qué hay de los terremotos? De modo muy significativo, en nuestro siglo ha habido más destrucción causada por terremotos que en cualquier otro. Desde que Jesús dio su profecía hasta 1914, la historia registra que hubo cinco terremotos que tomaron, cada uno de ellos, 100.000 vidas o más. En el período desde 1914 han ocurrido por lo menos otros cuatro de tales superterremotos... en China en 1920, en Tokio en 1923, en China en 1927, y, por supuesto, el seísmo de Tangshan en 1976. Verdaderamente, esta generación ha experimentado no simplemente terremotos, sino “grandes terremotos,” como se expresa en el Evangelio de Lucas.—Lucas 21:11.
A ningún científico, aunque estuviera equipado con las teorías, inclinómetros y sismógrafos más excelentes, se le ocurriría ni en sueños pronosticar un aumento señalado en la cantidad de terremotos sumamente destructivos con 1.900 años de anticipación. ¿Cómo lo hizo Jesús? “No ... hablo de por mí,” dijo Jesús, “sino que el Padre que permanece en unión conmigo está haciendo sus obras.” (Juan 14:10) Los pronósticos que Jesús hizo no fueron el resultado de instrucción en geología, sino que fueron inspirados por su Padre celestial, Jehová Dios. ¡A diferencia de los cálculos inseguros de los científicos, los pronósticos de Dios acerca del futuro siempre resultan ciertos!
[Recuadro en la página 15]
Si usted vive en una zona donde hay peligro de terremotos, recuerde:
Antes de un terremoto
● Determine qué cosas en su casa serían peligrosas durante un terremoto. Sujete con pernos o tornillos los calentadores de agua, ponga los objetos pesados en el suelo o en los anaqueles inferiores. Refuerce o sujete los anaqueles y los objetos inestables.
● Celebre sesiones con su familia para practicar lo que deben hacer en caso de un terremoto. Enseñe a los miembros de la familia a cortar la electricidad, el gas y el agua.
● Asegúrese de tener un buen extintor y un botiquín.
● Mantenga a la mano un radio de transistores con pilas en buenas condiciones.
Durante un terremoto
● Concéntrese en permanecer calmado. Recuerde, solo durará más o menos un minuto.
● Apague las estufas y calentadores.
● Colóquese en una entrada abierta, o métase debajo de una mesa o escritorio.
● Aléjese de las ventanas, espejos y chimeneas. No salga afuera donde le puedan golpear las tejas que caen del techo, las fachadas del edificio, etc.
● Si está afuera, no se acerque a las calles angostas, paredes, postes de fuerza eléctrica, etc. Trate de llegar a una zona abierta.
● Evite los ascensores.
Después de un terremoto
● Averigüe si hay lesionados e incendios. Apresúrese a apagar los incendios.
● Averigüe si hay escapes de gas o daño eléctrico. Si es necesario, corte el gas y la electricidad.
● Consiga información por la radio. No use el teléfono, a menos que lo exija una emergencia verdadera.
● No vaya de gira para ver lo que ocurrió.
● Prepárese para sacudidas posteriores.