Loterías y sorteos... ¿son inofensivos?
EL FOLLETO proclamaba: “Aventura de un millón de dólares.” Con un fondo brillante que tenía naves espaciales y planetas, el folleto incitaba: “¡Que la ‘Fuerza’ esté con usted a medida que disfruta de la mayor aventura en el planeta Tierra!” ¿Suena eso emocionante? Esta fue la publicidad que se dio a una lotería que envolvía millones de dólares para ayudar a las escuelas parroquiales católicas.
Los premios eran tentadores: Millones de dólares en efectivo, varios automóviles, un apartamento en un condominio de Florida (E.U.A.), un avión y unas vacaciones en Europa. ¿Y para los perdedores? Por lo menos tenían el consuelo de saber que su dinero contribuiría a la causa de la educación. ¿Qué daño pudiera haber en tal arreglo?
Bueno, hubo por lo menos un problema que surgió. Un adolescente llegó de la escuela a su casa y dijo a su madre que se esperaba que él vendiera boletos por un valor de 280 dólares. Un periódico informó que la madre de él, Valerie, no le permitió hacerlo. ¿Por qué? Porque Valerie dedicaba mucho del tiempo libre del que disponía a ayudar a jugadores empedernidos, personas que están adictas al juego por dinero, tal como alguien que toma excesivamente bebidas alcohólicas lo está al alcohol. Ella sabía lo peligrosos que son los atractivos del juego, especialmente para un adolescente, y no quiso que su hijo tuviera parte en tal práctica.
¿Qué hubiera hecho usted en la situación de ella? ¿Demostró ella estrechez de miras? ¿Es el juego por dinero una forma de entretenimiento legítima, una manera útil de reunir fondos, o presenta peligros?
Las autoridades ejercen cautela
El juego por dinero ha estado con nosotros desde hace mucho tiempo... por lo menos desde los días de los antiguos egipcios. Es interesante, sin embargo, que las autoridades generalmente han tratado con cautela el juego. En la Edad Media, las iglesias se oponían al juego porque lo asociaban con el beber en demasía y el hablar obsceno. El estado también se oponía porque opinaba que conducía a la holgazanería, al despilfarro, a la estafa y al delito.
¿Tenían razón aquellas autoridades? Es interesante notar que el juego todavía se asocia con prácticas malas. Por ejemplo, la revista U.S. News & World Report nos informa que Las Vegas, Nevada, la ‘capital del juego’ de los Estados Unidos, tenía el índice de delitos per cápita más alto de la nación en 1979. Y añadió: “Hay 10.000 prostitutas activas en la ciudad... una cifra que equivale ... a 1 mujer por cada 9 mujeres de la zona que tienen entre los 15 y 39 años de edad. El estado tiene el índice de alcoholismo más alto del país y un índice de suicidio que es más del doble del promedio nacional.”
Al comentar sobre la relación que existe entre la prostitución y el juego, el gerente de un casino explicó: “Todo eso va mano a mano, como el agua tónica con la ginebra, como la salsa sobre los espaguetis.” Se ve, pues, que aquellas autoridades primitivas probablemente tenían razón para tener dudas en cuanto al juego.
También es interesante el hecho de que en la mayoría de los países europeos que tienen casinos se prohíbe que la gente de la localidad juegue en dichos lugares. ¿Por qué? Al dar una razón, la Encyclopaedia Britannica dice que las autoridades opinan que un casino muy accesible sería una tentación demasiado grande para demasiados ciudadanos.
¿Están bien fundados dichos temores? Está claro que sí. Una sorprendente cantidad de personas no despliega gobierno de sí misma al jugar. Las autoridades policíacas británicas, al hablar del aumento que ha habido en la cantidad de salas de juego en su país, dijeron: “No hay duda de que se producen muchos problemas de familia como resultado de frecuentar tales sitios, algo muy común entre personas de escasos medios.”
La emoción del juego puede conducir a verdadero enviciamiento. Hay una organización llamada Jugadores Anónimos que suministra la misma clase de ayuda a personas enviciadas en el juego que la organización de Alcohólicos Anónimos da a los alcohólicos. Y de veras que los jugadores necesitan ayuda. Cierta señora que en el pasado había estado enviciada en el alcohol y los cigarrillos, así como en el juego, informó que le había sido mucho más fácil vencer el alcoholismo y la adicción al tabaco que controlar su deseo impulsivo de jugar.
¿Qué hay del juego de “poca monta”?
Quizás alguien diga: ‘Pero yo no juego mucho. Es solo de vez en cuando que compro boletos para algún sorteo, o quizás apueste un poco de dinero a mi equipo favorito de fútbol. No tengo problemas al respecto.’ Sin embargo, a menudo los problemas se desarrollan precisamente de tales comienzos.
Un hombre de setenta años de edad compareció ante un tribunal canadiense, acusado de falsificar boletos de lotería. Se averiguó que había gastado todos los ahorros de su vida —22.000 dólares— en boletos de lotería. ¿Por qué lo hizo? Dijo: “Cuando uno comienza a comprar boletos, uno se imagina que va a ganar. Esos anuncios atractivos incitan a uno.”
Por supuesto, no toda persona que compra boletos de lotería o de sorteos llega a enviciarse. Pero todas ellas responden a “esos anuncios atractivos,” tal como el de la lotería de la iglesia que se mencionó al principio. ¿Qué demuestra esto?
El sicólogo canadiense Jerry Cooper dice: “Lo que las loterías dicen es: ‘Conviértase en millonario ... ésta es la única manera de lograrlo.’ Están dando publicidad contra la ética del trabajo.” El sicólogo australiano Charles Kenna concuerda con esto. Dijo: “Siempre he considerado que el juego por dinero es una negación de la realidad en la que la gente se transporta a un mundo de ilusiones. Piensan que les será mucho más fácil conseguir dinero mediante el juego que mediante el trabajar.”
Sí, estos dos sicólogos —y muchos otros que están de acuerdo con ellos— opinan que el juego revela la manía de forjarse ilusiones, el amor al dinero y una actitud de holgazán.
¿Cómo lo considera usted?
Por eso, ¿demostró estrechez de miras Valerie al no dejar que su hijo vendiera boletos de lotería? No hay duda de que si muchos otros padres hubiesen estado al tanto de los hechos, hubieran tomado la misma decisión. Las loterías, las rifas, los sorteos y muchas otras formas de apuestas de poca monta, conducen a la persona a los umbrales de un mundo peligroso, el mundo del juego por dinero. Ese juego no beneficia de manera alguna a la persona. Pero sí puede perjudicarla. A menudo produce una excitación malsana que conduce al exceso y al enviciamiento. Por lo menos algunas veces está enlazado con la inmoralidad y el delito. Y siempre estimula las debilidades humanas fundamentales.
Pero quizás usted pregunte: ‘¿Qué hay si el juego se efectúa para una causa buena?’ Por ejemplo, suponga que cierta escuela necesita algunas instalaciones nuevas y se organiza una rifa para reunir el dinero para ello. En casos de esta índole, algunas personas que objetan al juego han hecho una contribución directa en vez de comprar boletos de rifa o lotería. De ese modo el que ellas se opongan al juego no les impide ayudar, si así lo desean.
Particularmente los cristianos verdaderos evitan el juego. Saben que la avaricia, la holgazanería, la falta de gobierno de uno mismo, la inmoralidad y el delito desagradan a Dios y presentan peligros para ellos. (1 Timoteo 6:9, 10; Proverbios 6:6-11; 2 Timoteo 3:2, 3, 5; Efesios 5:3) Reconocen que en este mundo ya hay demasiadas tentaciones para hacer lo malo. No es sabio el que ellos añadan voluntariamente a esas tentaciones mediante exponerse a una práctica perjudicial como lo es el jugar por dinero.