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  • Cuando termina la música, ¿cómo resolvemos los problemas?
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¡Despertad! 1982
g82 22/12 págs. 22-24

Los jóvenes preguntan...

Cuando termina la música, ¿cómo resolvemos los problemas?

POR fin había terminado otro día de clase. Susan, feliz de que así fuera, ¡ahora podía dirigirse a casa, refugiarse en la intimidad de su habitación, sumirse en la música y olvidarse del mundo!

Joven, ¿es ésa precisamente una descripción de lo que sientes? Un estudio sobre los intereses musicales de los jóvenes, que se llevó a cabo en Berlín y Hamburgo, Alemania, reveló que ellos dedican entre hora y media y tres horas al día a escuchar música. De cada diez jóvenes, seis encabezaron sus respectivas listas con la música de ritmo marcado y la música “pop” o popular. ¿A qué se debe que tengan tanto interés en ese tipo de música?

Los jóvenes entrevistados dijeron que se debía a que estaban desilusionados con el mundo que les rodeaba y a que no querían pensar en sus problemas personales. Esta fue una razón fundamental en el caso de Susan. Cuando oía las primeras notas musicales olvidaba por completo a los maestros reprensores, la inquietud que le producían las tareas escolares y los exámenes. También olvidaba a menudo las asignaciones y los quehaceres domésticos.

Susan apenas se comunicaba con sus padres. Rara vez veía a su padre; quizás brevemente durante los fines de semana. “El trabaja mucho,” le explicaba su madre. Susan no estaba muy segura de eso. Pero había algo de lo que sí estaba segura: ésa no era la clase de matrimonio que ella quería tener. El esposo de ella había de tener tiempo para ella y los hijos, tal como lo describía una de sus canciones favoritas.

Su madre, que también trabajaba fuera, siempre parecía estar nerviosa. Siempre parecía estar bajo tensión, siempre a la carrera, no dispuesta a escuchar a nadie que quisiera hablar con ella. Preparaba la comida de prisa, hacía unos cuantos quehaceres domésticos, y luego o se desplomaba en un asiento frente al televisor o se acostaba muerta de cansancio.

Susan conocía a muchos otros jóvenes que también se quejaban de sus padres. Es un hecho que, en los últimos años, el vínculo entre padres e hijos se ha debilitado considerablemente. Muchos padres ya no escuchan lo que sus hijos quieren decirles, y una gran cantidad de jóvenes ya no acuden a sus padres en busca de guía para resolver los problemas de la vida.

No obstante, por regla general, los jóvenes desean que se les ayude a planear el futuro. Necesitan a alguien que sea comprensivo con ellos, alguien que los escuche cuando hablan sobre sus planes futuros o desilusiones pasadas. Puesto que la música es una parte tan importante de su vida, no es de extrañar que a menudo tomen como ejemplo a los músicos para ser como éstos. Sí, a veces hasta los idolatran.

¿Qué ofrecen las estrellas de la música popular?

A menudo las canciones modernas tratan sobre los temores y las desilusiones de nuestro día. Por eso, los jóvenes que tienen esos problemas creen que los que cantan sobre dichos problemas comprenden a los jóvenes.

Por supuesto, el simplemente quejarse de la condición deplorable de los asuntos hoy día —aun cuando se haga en el marco de la música— realmente no cambia las cosas ni resuelve los problemas. Por eso no es de extrañar que los que cantan sobre el mundo aparentemente sano en que viven, o los que al menos sueñan con un mundo así, tengan los mismísimos problemas que son comunes a todos nosotros.

Las realidades de la vida ponen a prueba los diversos estilos de vida, y demuestran si son convenientes o no. La vida que llevan las estrellas de la música a menudo es una deformación de la vida libre y fácil sobre la que cantan. A menudo las estrellas de “rock” no pueden establecer una relación equilibrada ni de camaradería. De su aventura amorosa con Mick Jagger, miembro de la agrupación Rolling Stones, Chrissie Shrimpton dice lo siguiente: “Simplemente era algo insensato querer compartir la vida con un hombre que, por un lado, quería pertenecer a todos, pero que, por otro lado, no estaba dispuesto a pertenecer a una ni siquiera cuando él tenía el tiempo.”

Por más de dos décadas Elvis Presley fue una superestrella. En una biografía de Presley se nos dice que aunque tenía “una carrera increíble ... no era feliz. Tenía pocos amigos verdaderos. Estaba rodeado, según se quejaba a menudo, ‘o por admiradores o por sanguijuelas.’ No tenía tranquilidad de espíritu.”

¿En qué resultó su vida? La biografía sigue diciendo: “No pudo enfrentarse a los problemas. Recurrió a drogas, estimulantes y calmantes, discutía mucho, ya no era el joven cortés de antes. Los que lo conocían bien seguían admirándolo, pero ya no lo amaban. Aunque no estaba aislado, vivía solo, y murió solo.”

A la larga, la popularidad y el prestigio no reemplazan una vida llena de significado y satisfacción. George Harrison, ex miembro de los Beatles, dijo: “Esas cosas ya no producían ninguna satisfacción.”

Quizás la vanidad de la fama y el descontento que produce esa vida son hasta cierto grado responsables de la conducta de algunos de los afamados del mundo del espectáculo. Habitaciones de hoteles han sido destrozadas; automóviles destruidos, y, muchas veces, varias personas han resultado heridas. Tal clase de comportamiento no indica equilibrio ni compostura. Al contrario, denota un espíritu de frustración.

Un amigo de Mick Jagger dijo en una ocasión: “Mick siempre ha tenido un conflicto interno. Nunca quiso que ni a él ni a los Stones los identificaran con una imagen negativa. Pero para enfrentarse a la situación, ... se hizo el hombre malo y agresivo que la prensa dice que él es. ... Por otro lado, siempre soñaba con un mundo sano, en el que no imperaran la malicia ni los mecanismos de poder.”

Parece ideal el mundo de felicidad y armonía sobre el que cantan las estrellas de la música “pop.” Y puede que expresen muy bien en sus canciones los males que plagan a nuestro mundo actual. Pero cierta condición no cambia porque se tenga conocimiento de ella. Y el estilo de vida de ellos está en contradicción con sus sueños de un mundo sano, el mismo que ellos no pueden crear para otros, ni siquiera para sí mismos. Tarde o temprano la música termina, y tanto el cantante como el oyente siguen agobiados de problemas.

Han escogido seguir un ejemplo mejor

Como resultado, muchos jóvenes han llegado a la conclusión de que el imitar el estilo de vida de las estrellas de la música “pop” es imitar el modelo equivocado. Uno que llegó a esa conclusión es un joven alemán de catorce años de edad que escribió a la Sociedad Watch Tower lo siguiente:

“Hasta los doce años de edad, parecía que la música no ejercía mucha influencia en mí. Por supuesto, oía música por la radio, pero eso era todo. Pero aquello cambió repentinamente cuando nos mudamos, y mi abuela nos regaló un fonógrafo a mi hermano y a mí. Me preguntaba qué clase de discos debía comprar. Mis padres me recomendaron a Elvis Presley, y me pareció bien. Compré uno de sus discos de larga duración. Me entusiasmé al oírlo. Compré otro. Pero eso no fue todo. Comencé a coleccionar recortes de periódico que hablaban sobre él y fotografías. Más tarde compré algunos carteles en los que aparecía él. Pero eso fue tan solo el comienzo. Me di un corte de pelo como el de Elvis y comencé a imitar su manera de ser. Traté de vestirme como él. Cuando cumplí catorce años de edad, ¿qué había conseguido? Por lo menos quince discos de larga duración de Elvis, carteles, montones de recortes y una mala conciencia.”

¿Por qué una “mala conciencia”? Porque, aunque era joven, este muchacho llegó a darse cuenta de que es insensato y contraproducente imitar o idolatrar a humanos imperfectos. Ahora su punto de vista es mucho más equilibrado, y concluye su carta diciendo: “Que esto sirva de lección a otros jóvenes para que no vayan demasiado lejos.”

Muchas personas, incluso este muchacho, han decidido vivir su vida según el modelo que estableció otra persona. Es un hombre que vivió hace unos 1.900 años y que extendió la siguiente invitación: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré.” (Mateo 11:28) Esto lo dijo Jesús de Nazaret.

Un joven que respete la Palabra de Dios, como lo hizo Jesús, y permita que ésta sea su guía en todo aspecto del esfuerzo humano, hallará que ésta da consejos prácticos sobre cómo vivir una vida feliz y cómo enfrentarse a los problemas de la vida. Además, la Biblia ofrece la perspectiva maravillosa de que algún día serán eliminados de esta Tierra la corrupción, la violencia, el delito, la injusticia y la contaminación.

El que uno decida seguir el modelo de este hombre, Jesús, y el de sus seguidores del día moderno no quiere decir que uno tiene que llevar la vida de un asceta beato. Observa a los testigos cristianos de Jehová. Descubrirás que son personas normales, felices. Saben por experiencia que no hay mejor consejo que ayude a encararse a los problemas de la vida que el que se halla en la Biblia. Los Testigos tienen mucho gusto en invitarte a examinar el asunto por ti mismo.

[Comentario en la página 24]

Tarde o temprano la música termina, y tanto el cantante como el oyente siguen agobiados de problemas

[Ilustración en la página 23]

Sus canciones tratan sobre los temores y las desilusiones de la vida actual

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