¡La monarquía divina está en camino!
LOS historiadores nos dicen que las monarquías han ido pasando de moda por siglos. En la mayoría de los países gobiernan representantes del pueblo, al menos en teoría. Hasta en los países donde todavía hay monarquías, como en Gran Bretaña, los monarcas tienen muy poco poder.
¿Por qué, pues, se propondría Dios gobernar toda la Tierra mediante una monarquía? ¿No se da cuenta él de que tal idea es anticuada en estos tiempos en que hay tantas repúblicas? Sí, pero a Jehová no le interesa si esa idea está de moda entre los hombres o no. El va a traer sobre la Tierra el tipo de gobernación que ésta necesita, prescindiendo de lo que las personas crean que quieren.
Dios no se propone celebrar un referéndum mundial para ver si la gente aceptará su Reino, Su monarquía. En vez de eso, he aquí cómo la Biblia describe el establecimiento de ese Reino. El marco de circunstancias es un sueño que tuvo un antiguo monarca respecto al futuro de la gobernación mundial, representada por una enorme estatua de oro, plata, cobre, hierro y barro.
Mientras el antiguo rey Nabucodonosor contemplaba aquella imagen compuesta, “una piedra fue cortada, no por manos, y dio contra la imagen en sus pies de hierro y de barro moldeado y los trituró. En aquel tiempo el hierro, el barro moldeado, el cobre, la plata y el oro fueron, todos juntos, triturados y llegaron a ser como el tamo de la era del verano, y el viento se los llevó de modo que no se halló ningún rastro de ellos. Y en cuanto a la piedra que dio contra la imagen, llegó a ser una gran montaña y llenó toda la tierra”.—Daniel 2:34, 35.
El significado simbólico está claro. ¡Los gobiernos mundiales serán destruidos! Pero ¿a manos de quién? ¿Quién es responsable de que se corte la gran piedra que destruye la estatua? ¿Qué es la gran montaña que llena toda la Tierra después que los gobiernos mundiales son destruidos?
No tenemos que adivinar, porque la Biblia explica el sueño profético del rey, cuando dice: “Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos; puesto que contemplaste que de la montaña una piedra fue cortada, no por manos, y que trituró el hierro, el cobre, el barro moldeado, la plata y el oro. El gran Dios mismo ha hecho saber al rey lo que ha de ocurrir después de esto. Y el sueño es confiable, y la interpretación de él es digna de confianza”.—Daniel 2:44, 45.
¡Ningún ser humano será responsable de que el reino de Dios suba al poder! Este será establecido mediante la fuerza divina irresistible que destruirá a cualesquier gobiernos mundiales que existan al tiempo en que éste venga a dominar toda la Tierra como una gran montaña. Puesto que la Palabra de Dios nos asegura que la visión es confiable, no hay razón para dudar de que Dios hará tal como lo ha dicho. No se puede excusar a las organizaciones religiosas por no haber puesto sobre aviso a la gente respecto a este hecho importante. ¡No lo han hecho, pues enseñan a la gente que el reino de Dios es una idea abstracta o un estado de ánimo!
La cuestión no es si Dios se propone establecer un reino mundial o no, sino cuándo lo hará. De su estudio de la Biblia, los testigos de Jehová están convencidos de que el tiempo está muy cerca. ¿Por qué?
He aquí dos buenas razones...
En primer lugar, el mismo libro profético de Daniel, que contiene dicha visión, también contiene profecías cronológicas que señalan claramente a este siglo. Por ejemplo, el capítulo 4 de Daniel contiene una profecía en la que se ilustra el reino de Dios, no como una piedra o montaña, sino como un árbol. Los testigos de Jehová han probado en detalle que los “siete tiempos” que habrían de pasar antes de que se cumpliera esa profecía llevarían directamente a este siglo veintea. (Daniel 4:25) No puede haber duda alguna respecto a la exactitud cronológica de las visiones de Daniel. Una de tales visiones predijo correctamente el tiempo en que el Mesías habría de llegar. (Daniel 9:24-27) ¡No es de extrañar que Jesús refiriera a sus seguidores al libro de Daniel cuando consideró los acontecimientos futuros!—Mateo 24:15.
Podemos hallar una segunda razón en las palabras de Jesucristo mismo. Si usted lee el capítulo 24 de Mateo, el capítulo 21 de Lucas o el capítulo 13 de Marcos hallará la consideración de Jesús respecto a las condiciones mundiales que señalarían el tiempo de su venida como Rey del reino de Dios. Cualquier lector que tenga discernimiento no puede menos que quedar impresionado por la similitud entre las guerras, las hambres, los terremotos y el desafuero predichos por Jesús, y las guerras, las hambres, los terremotos y el desafuero de los que se informa diariamente en las noticias.
De modo que la cronología bíblica y la profecía bíblica se combinan para demostrar que todos nosotros, incluso el príncipe Carlos, estamos viviendo entre los de la generación que verá el comienzo de la gobernación del reino de Dios sobre la Tierra, gobernación que barrerá, como el tamo de la era, a las belicosas monarquías y repúblicas humanas de la actualidad. Cuando llegue ese día, ¿estará usted listo?
Su relación con Dios y con Su Hijo, el gobernante justo Cristo Jesús, no es algo que usted debería dar por sentado. Esta relación determinará lo que le sucederá cuando se establezca la monarquía mundial de Jehová. Usted pudiera ser triturado como un resistidor del reino de Dios, o pudiera esperar con anhelo una vida deleitable en la “montaña” de Dios a medida que ésta vaya transformando la Tierra en el paraíso que debió haber sido siempre. A usted le toca escoger.
¿Cómo puede usted tomar la decisión? Los testigos cristianos de Jehová se alegrarán de ayudarle a adquirir el conocimiento bíblico que necesita para tomar la decisión correcta. ¿Por qué no habla con ellos? Usted puede vivir en felicidad bajo la única monarquía perfecta que este mundo habrá de conocer.
[Nota a pie de página]
a Vea Aid to Bible Understanding bajo el encabezamiento “Appointed Times of the Nations”, páginas 94-96. (Publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract of New York.)
[Diagrama en la página 10]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
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