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  • Su-Lin, el primer panda vivo en los Estdos Unidos

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  • Su-Lin, el primer panda vivo en los Estdos Unidos
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¡Despertad! 1983
g83 8/2 págs. 12-16

Su-Lin, el primer panda vivo en los Estados Unidos

Como lo relató Quentin Young

Capturé el primer panda que se vio vivo en Occidente. Después de eso descubrí algo de mucho más valor.

‘ALGÚN día —pensé yo— haré algo parecido a eso, o hasta mejor que eso.’ Mi hermano acababa de regresar del interior de la China, de una cacería de pandas gigantes. Había formado parte de una expedición que dirigieron los dos hijos del presidente Teodoro Roosevelt: Teodoro, hijo, y Kermit. Yo tenía catorce años de edad en aquel entonces y asistía a la escuela secundaria en China... mi hermano y yo somos de descendencia china, pero él nació en los Estados Unidos. Más tarde, cuando yo tenía veinte años de edad y asistía a la universidad en Shanghai, mi hermano regresó a China. “Voy hacia Tibet para ir de caza”, dijo él. “¿Quieres acompañarme?” ¡Que si quería acompañarle! Aquello sucedió en 1934.

Debido a que mi hermano se había unido a la expedición de los hermanos Roosevelt, él ahora pudo organizar su propia expedición para coleccionar animales raros para parques zoológicos y museos. Tuvimos mucho éxito en la expedición. En 1935 hicimos otra y coleccionamos muchos animales vivos. También disparamos contra un panda gigante, pero no le dimos.

El sueño que tuve de muchacho de “hacer algo parecido a eso, o hasta mejor que eso” ya se había realizado y había de cumplirse a grado aún mayor: ¡Yo había de lograr algo sin precedente en la colección de especímenes!

Lo que abrió el paso a que lograra esto fue la llegada a China de la señora Ruth Harkness. Ella era una modista de la ciudad de Nueva York, y había sido la esposa de un bien conocido coleccionista de animales. Él fue el primero en llevar a los Estados Unidos un dragón Komodo gigante de las Indias Orientales holandesas, que quedan al sur del Pacífico. (Las Indias Orientales holandesas ahora se llaman Indonesia.) Y estaba seguro de que sería el primero en traer al mundo occidental el primer panda gigante de China. Pero él contrajo una enfermedad en China y murió allí.

Ahora su viuda, Ruth Harkness, llegó a la China para realizar lo que su esposo había querido hacer... llevar un panda vivo al mundo occidental. Todos se burlaban de ella. “Usted no puede ir. No sabe dónde se encuentran los pandas. Otros han tratado de sacar un panda vivo; nadie ha logrado hacerlo. ¿Por qué cree usted que puede hacerlo? Señora, ¡usted está loca!”

Pero ella estaba resuelta. Consultó con el personal del consulado de los Estados Unidos. Se le dijo: “Si usted quiere ir al territorio de los pandas, debe buscar a los hermanos Young”.

Al día siguiente conocí a Ruth Harkness. Hablamos, llegamos a un acuerdo y nos pusimos a hacer los preparativos. La conocí a principios de septiembre de 1936, y partimos el 26 de aquel mes.

Así, emprendimos nuestro viaje para subir el Yangtse. Cambiamos de barcos varias veces: empezamos el viaje en un barco de 2.000 a 3.000 toneladas, luego cambiamos a una embarcación de fondo plano de 150 toneladas, y finalmente hasta usamos balsas. A veces, cuando estábamos a unos 1.600 kilómetros en el interior, peones tiraban de la embarcación desde la ribera. La parte más espectacular del viaje en el río fue el pasar por los famosos desfiladeros del Yangtse. Los acantilados se elevaban a más de 300 metros de altura.

En Chungking dejamos el Yangtse y fuimos en automóvil a Chengtu. Pero desde allí hasta Kwanhsien todos caminamos, excepto Ruth. Insistí en que ella viajara en una silla de manos, llamada wha-gar, cargada por peones. Kwanhsien es el último puesto fronterizo. Desde allí nos pusimos a subir. Ya no teníamos con nosotros a los peones. Todos caminábamos. Pasamos dos días yendo hacia el norte a Wenchuan —el último lugar donde se podía conseguir alimento— y entonces dimos la vuelta hacia el oeste para entrar en el territorio de los pandas.

Dos días después de haber salido de Wenchuan, llegamos a Tsaopo, aldeíta a la que se llega a pie por un sendero sumamente difícil. Pero lo que tienen de muy curioso estas aldeítas ocultas en las montañas es el hecho de que en ellas hay escuelas primarias y una escuela intermedia. ¡Algunos de los aldeanos de Tsaopo hasta afirman que a veces los pandas han entrado directamente a las salas de clase!

Establecimos nuestra base principal en Tsaopo, en un castillo viejo. En un lugar que queda más hacia el oeste, a un día de camino de Tsaopo, establecí nuestro campamento base y puse unas cuantas trampas para pandas. Dejé a Ruth allí y fui más hacia adentro y hacia arriba, donde establecí mi propio campamento, el número dos, y puse más trampas. Ruth y yo nos comunicábamos por medio de mensajeros que corrían de un campamento a otro.

Pero Ruth quería experimentar algo más emocionante. Quería visitar mi campamento. Aquel no era un buen lugar para ella, pero ella insistió y bajé a buscarla. Menos mal que lo hice... ¡de otro modo se hubiera perdido el momento más importante del viaje!

Los cazadores tomaron la delantera porque era muy difícil caminar por el sendero y Ruth no podía ir al paso de los demás. Para ayudarla, yo iba detrás de ella empujándola hacia arriba. Yo había dado órdenes de que no dispararan contra ningún panda. Lo principal era capturar uno vivo. Solo después de eso iríamos a cazar un panda para regalarlo al gobierno chino. Pero cierto cazador de ochenta y dos años de edad que estaba delante de nosotros vio un panda y se entusiasmó. Se puso a disparar. Hirió un panda. Era hembra. Ella se fugó y los cazadores fueron corriendo tras ella.

Llegué a un claro del bosque y oí gimoteos como los de un perrito. Fui buscando de dónde provenía el sonido hasta llegar a un árbol grande que estaba hueco. Y allí, sobre un lecho de hojas de bambú, lo hallé. ¡UN CACHORRITO DE PANDA! Yo estaba en la caverna de la panda que había sido herida, y aquel era el cachorro que ella había dejado atrás. Yo nunca hubiera imaginado que capturaría un cachorro. Al levantarlo pensé: ‘¿Para qué sirve? Solo pesa un kilo más o menos. Es tan pequeño que todavía no ha abierto los ojos y apenas se le pueden distinguir las manchas negras del cuerpo. No tenemos manera de alimentarlo. ¡No sobrevivirá!’.

Ruth Harkness subió, jadeando, y quería saber de qué se trataba el tiroteo. “¿Mataron un panda?” No respondí, sino que solo extendí las manos acopadas en las que tenía la bolita lanuda. “He aquí por lo que usted vino a China.”

Al principio ella no podía convencerse de lo que era. Finalmente, titubeando, sin poder creerlo, dijo: “¿Un cachorrito de panda?”. Quedó pasmada. Lo tomó de mis manos, lo acarició y arrulló en voz baja, diciendo: “Oh, bebé, bebé”. Lo agarró cerca de sí. Ella se sentía muy feliz. Pero para mí todo aquello parecía una tontería: la manera como ella lo agarraba, como le hablaba. “¿Para qué sirve?”, le pregunté. “Va a morir. No sirve para nada. ¡Vámonos!”

Yo quería enterarme acerca de la madre panda que había sido herida. Pero Ruth estaba totalmente absorta en atender al pequeñuelo. “Oh, olvídala”, dijo ella. “Regresemos al campamento.” Y se puso a bajar por el sendero. Lo único que pude hacer fue seguirla, con el pandita dentro de mi camisa.

Al hallarse nuevamente en el campamento base, ella se puso a buscar entre sus cosas, y por fin sacó un biberón. Quedé atónito. ¡No sabía que ella había traído eso! Pero en Shanghai Ruth me había oído hablar con alguien acerca del problema de transportar un panda gigante de 135 kilos desde el interior de la China, de modo que, antes de partir, se preparó como para cuidar de un cachorro. Mezcló la leche, la echó en el biberón, aseguró el pezón de goma, lo metió en la boca del cachorro, ¡y éste bebió ávidamente!

Fue un momento dramático allá arriba en aquellas montañas cerca de la frontera del Tibet. Y resultó ser un momento histórico. Ruth acarició al cachorrito y lo miraba mientras éste se alimentaba. Le dio el nombre de Su-Lin, que significa “favorable y elegante”.

Poco después, Ruth Harkness y Su-Lin emprendieron el viaje a los Estados Unidos. Llegaron en diciembre de 1936. Su-Lin se hizo una celebridad inmediatamente. Por dondequiera que iba le sacaban fotos, los reporteros escribían relatos acerca de ella, los locutores se mantuvieron ocupados propagando la fama de ella. Su fotografía apareció en los paquetes de la avena Quaker. Su-Lin era el primer panda gigante en llegar vivo al mundo occidental.

Lamentablemente su estadía no duró mucho tiempo. Permaneció con Ruth por varios meses antes de ser llevado al parque zoológico de Brookfield, de Chicago. Pero, desafortunadamente, el pandita murió a la edad de año y medio. Es un poco triste, pero se le puede ver en el museo Field de Chicago, donde lo tienen disecado.

El año siguiente, 1937, Ruth regresó a la China y yo fui nuevamente con ella para capturar vivo otro panda. Su-Lin todavía estaba viva en aquel entonces, y Ruth quería encontrarle un compañero. Logré conseguir otro panda... pesaba 18 kilos. Lo llamamos Diana, conforme al nombre de la muchacha que luego llegó a ser mi primera esposa. Después Ruth llamó al pandita Mei Mei.

Pasaron años. Hubo la guerra con el Japón. Me alisté en el ejército de la China, mudé a mi familia a Indonesia y los japoneses me encarcelaron. En Indonesia, después de la rendición del Japón, reorganicé el grupo llamado “Chinos en el Extranjero”, y trabajé en el consulado de la China. Pero cuando Indonesia reconoció a la China comunista en 1949, tuvimos que cerrar el consulado. Me uní al partido nacionalista y fui dirigente de una sucursal de “Chinos en el Extranjero” allí, e hice que ésta se mantuviera leal a la China Nacionalista. Debido a que rendí aquel servicio, fui llamado a las oficinas centrales del partido en 1953, las cuales para entonces estaban en Taiwan. Cursé estudios especiales, fui de nuevo a Indonesia, y, en 1958, durante el régimen izquierdista, volví a parar en la cárcel.

Mi primera esposa murió de cáncer poco después que me pusieron en libertad. Crié a mis dos hijos hasta que ambos se casaron y establecieron su propio hogar, y para entonces yo había contraído segundas nupcias con Swan, nacida en Indonesia, de padres chinos. Los dos regresamos a Taiwan. Eso fue en 1968.

Bueno, en vista de mis servicios, mi sacrificio y el sufrimiento que experimenté a favor de la causa, creí que habría de obtener un buen empleo en Taiwan. Más bien, lo que se me dijo fue: “Usted se está poniendo viejo y necesitamos personas jóvenes”.

Swan quería ir a la iglesia a orar. “Está bien”, dije yo. “Te llevaré a la iglesia. Pero yo sé cómo ellos son.” El movimiento protestante había sido fuerte en la China. Yo me había asociado con los misioneros, había sido anglicano, bautista y luterano... había probado todas las religiones. Ya no quería tener nada más que ver con ellas.

Al día siguiente, que habíamos apartado para ir a la iglesia, alguien llamó a la puerta. Era una señora inglesa de la sucursal de los testigos de Jehová, ubicada en Taipei. Se puso a hablar en chino a mi esposa china, quien no entendía chino... ella solo entendía indonesio, holandés e inglés. De modo que hablaron en inglés. Se comenzó un estudio bíblico en nuestro hogar. Cuando mi esposa empezó a asistir a las reuniones en el Salón del Reino, que se celebraban en chino, tuve que acompañarla para servirle de traductor.

Poco a poco me di cuenta de que esta religión era diferente a las demás. No se pedía dinero. Y aun cuando estaba lloviendo fuerte, la señora venía para conducir el estudio. Nos visitó por largo tiempo y nunca nos pidió nada. Yo estaba empezando a aprender muchas cosas en cuanto a la Biblia. Mientras mi esposa estudiaba, comencé mi propio estudio. Eso sucedió de manera poco común.

Jim Good, testigo de Jehová, era presidente de la compañía RCA de Taiwan. Tenía a su cargo a más de siete mil empleados, era presidente de una industria que ocupaba el segundo lugar entre las principales industrias extranjeras de Taiwan y, naturalmente, conocía bien a muchos altos funcionarios y ministros del gobierno. Su esposa, Hazel, también era Testigo y quería aprender el idioma chino. Para entonces yo trabajaba para la compañía RCA en el departamento de personal y corregía la publicación para el personal de la compañía. Así que yo le enseñé chino a ella. Y ¿qué me enseñó ella? Las verdades bíblicas.

No le hice fácil su tarea. Hice muchas preguntas difíciles. Si ella no podía contestarlas, solía decir: “Le contestaré cuando regrese la próxima vez”. Contestó todas las preguntas difíciles. Algunas de ellas tienen que haberle parecido extrañas. “¿Por qué no se menciona a la gente china en la Biblia?” “¿Por qué no fueron los chinos el pueblo escogido en vez de los judíos?” “Y ¿por qué es tan malo el dragón de Revelación?” Para los chinos el dragón es señal de prosperidad. Bueno, el lector puede darse cuenta de lo difícil que le hice la tarea.

Después de un año de estudio, mi esposa se bautizó. Esto fue en 1970. Después de eso, mi hermano, quien estaba envejeciendo y para entonces se había jubilado de las fuerzas armadas estadounidenses, quiso que fuéramos a los Estados Unidos para pasar con él los años de vida que le quedaban. Me bauticé allí en 1974. Se nos hizo difícil vivir con mi hermano debido a las diferencias entre nuestras creencias y las de él. Mi esposa y yo nos mudamos al sur de California, y ahora nos sentimos felices de estar asociados con una congregación de testigos de Jehová allí.

Cuando yo tenía catorce años de edad y estaba en la escuela secundaria y mi hermano estaba en la expedición con los hermanos Roosevelt, yo había pensado: ‘Algún día haré algo parecido a eso, o hasta mejor que eso’. Me alegro que realicé aquella esperanza de la juventud. Pero ahora me regocijo mucho más debido a otra esperanza: la de vivir para siempre en una Tierra paradisíaca, cuidando de todas las plantas y de todos los animales, y viviendo con personas que desplieguen amor unas a otras y estén unidas en su adoración a Jehová Dios, el Creador del cielo y de la Tierra.

¡Pido en oración que mediante la bondad inmerecida de Jehová yo pueda realizar también esta esperanza sumamente maravillosa!

[Comentario en la página 13]

“Otros han tratado de sacar un panda vivo; nadie ha logrado hacerlo. ¿Por qué cree usted que puede hacerlo?”

[Comentario en la página 14]

No respondí, sino que solo extendí las manos acopadas, en las que tenía la bolita lanuda. “He aquí por lo que usted vino a China”

[Comentario en la página 15]

Más bien, lo que se me dijo fue: “Usted se está poniendo viejo y necesitamos personas jóvenes”

[Comentario en la página 16]

Hice muchas preguntas difíciles. “¿Por qué no fueron los chinos el pueblo escogido en vez de los judíos?” “Y ¿por qué es tan malo el dragón de Revelación?” Para los chinos el dragón es señal de prosperidad

[Mapas en la página 13]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Chengtu

Kwanhsien

Wenchuan

Weiku

Mowchow

Lifanting

Campamento de exploración núm 1

Tsapai

Valle de Tsaopo-go

Campamento de Quentin

Campamento Base

[Mapa]

China

Shanghai

Nanking

Yangtse

Hankow

Kingchow

Ichang

Yangtse

Wanhsien

Chungking

Chengtu

Mowchow

[Ilustración en la página 14]

Su-Lin en la China

[Ilustración en la página 15]

En el parque zoológico de Chicago

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