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  • La ciencia: un punto de vista equilibrado

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  • La ciencia: un punto de vista equilibrado
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¡Despertad! 1983
g83 22/2 págs. 4-6

La ciencia: un punto de vista equilibrado

SÍ, LA ciencia ha traído grandes beneficios a la humanidad. A pesar de eso, debemos manifestar equilibrio al considerar lo que la ciencia ha suministrado. La ciencia es un esfuerzo humano, y los humanos son imperfectos. Por lo tanto, el progreso científico no ha sido siempre una bendición pura.

Por ejemplo, el automóvil ha suministrado transportación rápida y conveniente. Pero también ha sido la causa de que centenares de miles de personas hayan muerto en accidentes automovilísticos cada año, así como una fuente de contaminación y una de las razones de que las reservas energéticas mundiales hayan disminuido hasta un nivel peligroso. De igual manera, el televisor trae noticias y entretenimiento directamente a nuestro hogar. Pero a menudo los miembros de la familia se convierten en adictos a éste, y el entretenimiento que se presenta puede carecer de todo sentido y ser corruptor.

Los nuevos productos químicos han revolucionado muchas industrias, pero también contaminan el agua que bebemos y el aire que respiramos. Los insecticidas han contribuido en gran manera al aumento de la cosecha de nuestras granjas. Mas también han diezmado la fauna y han puesto en peligro la salud del hombre. Tanto los malos resultados como los buenos son fruto del progreso científico. ¿Deberíamos culpar a los científicos por ello?

¿A quién podemos culpar?

Los científicos no tienen siempre la culpa. La investigación científica ha hecho que los automóviles sean relativamente seguros, pero el error humano, la insensatez delictiva y la borrachera siguen ocasionando accidentes en las carreteras. Los científicos pueden reducir el nivel de contaminación, pero muchas veces la realidad económica les impide hacer eso. Los descubrimientos científicos hicieron posible la invención del televisor, pero los científicos no suministran los programas que tan a menudo son arruinados por lo sexual, la violencia y la corrupción. Tampoco tienen la culpa de que la gente no controle sus hábitos de televidentes.

Sin embargo, no podemos absolver totalmente de culpa a los científicos por los problemas que su progreso ha ocasionado. Por ejemplo, la ciencia ha contribuido a hacer extremadamente peligroso el guerrear moderno. ¿A quién podemos culpar? De seguro, parte de la culpa recae al menos sobre los científicos que dedican su tiempo al desarrollo de bombas nucleares más destructivas o de mejores sistemas de lanzamiento para estas armas, o sobre los que usan su inteligencia y adiestramiento con el fin de elaborar gases o materiales venenosos para la espantosa guerra bacteriológica.

Es cierto que los científicos no inician las guerras. Los políticos hacen eso. Pero note el interrogante que hizo surgir el periódico londinense The Guardian: “Si más de la mitad de los mejores científicos e ingenieros del mundo están empleados en la carrera de armamentos, ¿cómo puede comenzarse el desarme y evitarse una catástrofe nuclear?”.

Las teorías de la ciencia

También hay que manifestar equilibrio al considerar las teorías de la ciencia. Los científicos han formulado algunas ideas impresionantes para explicar cosas como la composición de la materia y el origen del universo. Pero no se debe perder de vista que estas ideas son realmente teorías... respaldadas en algunos casos por pruebas impresionantes, pero, con todo, siempre sujetas a revisión. En ningún caso consideran los científicos que alguna teoría científica sea la última palabra.

El profesor Pascual Jordan dijo: “Desde que efectué mis estudios he llegado a reconocer que las ciencias naturales, y particularmente la física, no son un sistema de pensamiento consumado y concluido, sino más bien algo activo, que pasa por cambios continuos”. Otro científico admitió que lo que la ciencia presenta “es a lo más la verdad relativa”. El Dr. Lewis Thomas, ensayista científico, dijo: “No puedo pensar siquiera en un campo de la biología o la medicina del que podamos afirmar que tenemos entendimiento genuino, y me parece que, mientras más aprendemos acerca de las criaturas vivientes, especialmente de nosotros mismos, más desconocida se nos hace la vida”.

Además, mientras el investigador examina la historia del progreso científico, de continuo tropieza con recordatorios de que los científicos son humanos. Halla pruebas de parcialidad. El Daily News de Nueva York informó que “en la polémica respecto a la sacarina, por ejemplo, se notó que todos los estudios patrocinados por la industria azucarera hallaron que ese edulcorante artificial era inseguro, mientras que ningún estudio patrocinado por la industria de alimentos dietéticos halló nada malo con relación a la sacarina”.

El investigador halla prejuicio, como en el caso que informó el escritor científico Isaac Asimov: “En 1912 el geólogo alemán Alfred Wegener sugirió que los continentes habían estado a la deriva lentamente durante millones de años. Sus argumentos fueron puestos en ridículo y él murió antes que su idea finalmente obtuviera reconocimiento” (Science Digest, julio de 1981). Ahora la idea de Wegener es teoría aceptada en la geología.

El estudiante también halla ejemplos de fraude. Una revista científica inglesa llevó a cabo una encuesta después que se halló culpable de falseamientos premeditados a cierto estimado científico. De los 204 científicos que participaron, 92 afirmaron que durante su carrera se habían encarado a por lo menos un ejemplo de lo que ellos llamaban IB (sigla para la frase en inglés “predisposición intencional”), lo cual es una expresión relativamente cortés para “falsificación”, pero que significa lo mismo.

Un ejemplo de predisposición intencional ocurrió en 1976. Varios periódicos alemanes aclamaron como “sensacional” el descubrimiento de un fósil que se desenterró entonces. Se pensó que era un eslabón perdido en la cadena de los cefalópodos, y, por lo tanto, una prueba a favor de la evolución. En 1979 se expuso la “predisposición intencional” y se halló que el fósil era falso. “Pero —gimió un periodista— la paleontología [el estudio de los fósiles] está señalada por una interesante historia de fósiles falsificados.”

Por consiguiente, aunque no debemos quitarle méritos a las grandes contribuciones que ha hecho la ciencia para la humanidad, también debemos recordar las limitaciones de la ciencia. Esto es especialmente importante cuando la comparamos con esa otra gran fuente de información: la Biblia.

[Recuadro en la página 5]

¿Cómo puede un hombre educado, quizás con esposa e hijos, trabajar en el diseño de armas que en realidad pueden matar a millones de personas?

La Dra. Helen Caldicott, presidenta de la entidad Médicos Pro Responsabilidad Social, describió en una entrevista para una revista la respuesta que recibió de un científico a quien ella presentó esa misma pregunta: “Le dije: ‘Joe, ¿por qué diseña la gente estas armas de destrucción en masa?’. El dijo: ‘¿Sabes por qué? Es extraordinariamente divertido. Uno tiene un problema insoluble... cómo colocar diez ojivas en un solo mísil, poner un ordenador en la punta de éste, y hacer que cada ojiva caiga, independientemente, en una ciudad diferente. Simplemente es extraordinariamente divertido’”. (U.S. Catholic.)

Pero aun si los científicos se deleitan en el desafío y el logro intelectuales, merecen que se les eche gran parte de la culpa por las tensiones y los peligros que ocasiona su costosa “diversión” al resto de nosotros.

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