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  • ¿Puede usted hacer más placentero su trabajo?

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  • ¿Puede usted hacer más placentero su trabajo?
  • ¡Despertad! 1984
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¡Despertad! 1984
g84 8/1 págs. 5-8

¿Puede usted hacer más placentero su trabajo?

“A VECES la presión es casi insoportable; si no me tomara un traguito de vez en cuando, no podría continuar trabajando”, dijo un empleado. “Las malas condiciones de trabajo y el equipo viejo son una constante causa de irritación”, dijo otro. Otros dicen:

“Estoy harto de trabajar con personas que no dejan de quejarse; para colmo, algunas de ellas tienen un modo de pensar y de hablar asqueroso”.

“Solo soy un ama de casa. Mi trabajo es muy aburrido. Me siento muy poco satisfecha”.

“El problema principal es la discriminación racial. Son pocas las oportunidades para obtener un ascenso, y en períodos de poca actividad, somos los primeros a quienes despiden”.

¿Suenan familiares algunas de estas quejas de trabajadores descontentos? En muchos casos, son tan pocas las medidas que se pueden tomar para cambiar las causas del descontento laboral que uno acaba por sentirse frustrado. Pero hay un cambio que siempre es posible efectuar... un cambio de actitud personal.

La importancia de la actitud

No es sensato clasificar los diferentes tipos de trabajo como superiores o inferiores, nobles o innobles, prestigiosos o sin prestigio. Todo trabajo es igualmente honorable y noble, a no ser que se trate de un trabajo que tenga algo censurable desde el punto de vista moral. Sin embargo, el hecho es que la mayoría de las personas no consideran el trabajo así. ¿Por qué no?

Frecuentemente se juzga el valor de los diferentes tipos de trabajo según su importancia relativa en una escala monetaria. Pero ¿es el trabajo del artista de cine o de teatro, quien quizás gane cientos de miles de dólares, realmente más importante que el trabajo del basurero, quien contribuye directamente a la sanidad pública? ¿Es la atención amorosa de una madre, quien no recibe “ningún salario”, menos importante que la atención que la maestra asalariada suministra al hijo de ésta? El estudio que se hizo en los Estados Unidos sobre el tema Work in America (El trabajo en los Estados Unidos) llega a la conclusión de que nadie “vale cien veces más que otra persona solo porque se le pague cien veces más”.

Tampoco es prudente evaluar lo satisfaciente que sea cierto trabajo basándose en el prestigio que éste parezca ofrecer. Lo que importa es lo que se logre. Por ejemplo: El arquitecto que haya perdido su habilidad para diseñar con facilidad tiene menos razón inmediata para sentirse satisfecho, a pesar del prestigio que posiblemente tenga, que el conserje que logre mantener su edificio inmaculado. El trabajo debería considerarse desde el punto de vista de lo que logra a favor de otras personas, no solo a la luz de lo que nos proporciona en términos de salario o prestigio. El que aprendamos a reconocer esto hará que nos sintamos más contentos con nuestro trabajo, en armonía con el principio bíblico de que “hay más felicidad en dar que la que hay en recibir”. (Hechos 20:35.)

Cómo disfrutar más del trabajo

Esfuércese por hacer trabajo de buena calidad. Los buenos hábitos de trabajo incluyen el tener metas en cuanto al desempeño de la labor y entonces esforzarse por lograrlas. Pero tenga cuidado: Las metas deben ser prácticas y alcanzables. De lo contrario, el no poder realizarlas resulta en desánimo y mayor descontento. Resuélvase a hacer su trabajo lo mejor que pueda, pero no espere perfección.

Los jóvenes pueden colocar un fundamento para poder hacer trabajo de buena calidad por medio de adquirir una buena educación. Esto no significa el ir a la universidad. Más bien, el que dominen las artes de la lectura, el estudio y el aprendizaje los capacitará para desarrollar nuevas habilidades en el futuro y mejorar las que ya hayan adquirido. Recuerde que mientras mejor sea la calidad de nuestro trabajo, mayores serán los beneficios para nosotros y los demás. Por eso esté al corriente de las nuevas tendencias en su campo de trabajo y adóptelas si es posible y cuando sea realizable.

Sea concienzudo. El trabajo bien hecho y completado a tiempo promueve el sentimiento satisfaciente de logro y es motivo para sentir orgullo sin pretensiones. También es una bendición para los demás. Por otra parte, el trabajo efectuado de manera negligente puede costarnos nuestro amor propio, mientras que puede atacar a los nervios de otras personas o posiblemente tener un efecto aun más perjudicial. Por ejemplo, ¡piense en el daño que pudieran causar los mecánicos, los médicos o las enfermeras si son descuidados en su trabajo!

Evite hacerse esclavo de la rutina: Con el tiempo, cada cual desarrolla cierta manera de hacer las cosas. Para evitar que dicho patrón se convierta en una rutina aburrida, algunos han hallado que es provechoso cambiar su patrón de trabajo de vez en cuando. Quizás se pueda cambiar el orden en el que se desempeñan ciertas tareas. Después de todo, no hay ninguna ley que diga que el lunes tenga que ser el día para lavar la ropa, ¿verdad? ¿O tienen que hacerse siempre en el mismo orden algunas de las faenas de la fábrica?

Por supuesto, no todos pueden alterar grandemente su manera de trabajar; pero muchos oficinistas han hallado que el simplemente cambiar la posición del escritorio les ha dado la sensación de estar iniciando su labor desde una nueva perspectiva y también ha contribuido algo novedoso a su trabajo. ¿Habrán descubierto esto mismo aquellas amas de casa que tienen la reputación de estar mudando constantemente los muebles de un lugar a otro?

Manténgase en buena condición física. Esto es imprescindible para disfrutar del trabajo. Duerma lo suficiente de noche. Dedique los fines de semana a actividades que no resulten en que su trabajo sea de calidad inferior el lunes debido a que usted no tiene ganas de trabajar. El estar siempre cansado puede hacer de usted un empleado que esté mirando constantemente el reloj o un trabajador que esté siempre impaciente porque llegue el fin de semana. ¡Puede que hasta se sienta simplemente como un prisionero que está cumpliendo una condena en la prisión!

Contribuya a que haya un ambiente alegre. Mantenga el lugar donde usted trabaja, así como los lavamanos y los retretes, tan limpios y nítidos como pueda. Quizás se le permita colocar una planta en algún lugar o un cuadro de buen gusto en la pared para alegrar un poco el ambiente. Tal vez su esfuerzo por tratar de mejorar el ambiente influya en otros y dé a la gerencia el incentivo para hacer otros cambios deseables.

Sea agradable y amistoso. Sin duda usted no querrá participar con sus compañeros de trabajo en prácticas poco honradas o de índole inmoral; pero aun así, puede seguir este consejo de las Escrituras: “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres” (Romanos 12:18). No permita que las diferencias de opinión o los choques de personalidad interrumpan el progreso del trabajo. Evite las confrontaciones. Sobre todo, no se deje contagiar del descontento de otros. Mantenga una actitud positiva. ¿Por qué debería usted sentirse desdichado solo porque otros tal vez se sientan así?

Mantenga su mente alerta. Los trabajos supuestamente monótonos por lo general son aquellos que requieren poco, o ningún, esfuerzo mental. Si su trabajo es de esta clase, puede que le sea un verdadero desafío mantener activa su mente. Trate de meditar en asuntos que haya aprendido anteriormente. Claro, esto no quiere decir que se debe soñar despierto en el trabajo o crear situaciones peligrosas debido a estar pensando en otros asuntos mientras se efectúa una labor que requiera concentración. Pero, al desempeñar alguna labor que no ocupe su mente por completo, mantenga ésta alerta dándole algo que hacer.

¡Persevere! No permita que los problemas que surjan en el trabajo le roben su contentamiento. Resuélvalos, o aprenda a vivir con ellos. Aplique el principio bíblico: “No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien”. (Romanos 12:21.)

Sea equilibrado. El duro trabajo es bueno; pero el tener demasiado de algo bueno no hace que esto automáticamente sea mejor. A las personas que consideran el trabajo como lo más importante (aun más importante que los amigos y la familia) se les llama en países de habla inglesa workaholics —combinación de los términos en inglés work (trabajo) y alcoholics (alcohólicos), como si se dijera “trabajólico”—; pudiéramos llamarlos maníacos del trabajo o “trabajómanos”. A dichas personas les falta el equilibrio. Aunque el apegarse a un horario extremadamente cargado tal vez las haga felices a ellas, rara vez hace felices a los que tienen que vivir y trabajar con ellas.

Un “trabajómano” no debería engañarse creyendo que lo que lo impulsa es el puro amor al trabajo. La causa fundamental de su conducta muy bien pudiera ser un sentimiento de inseguridad, un espíritu ambicioso o hasta la codicia. Puede que se trate de un vano “esforzarse tras el viento” que pudiera resultar en graves problemas personales y hasta en una muerte prematura. La Biblia aconseja que se haga “duro trabajo”, pero los “trabajómanos” pasan por alto que ésta también dice que “mejor es un puñado de descanso que un puñado doble de duro trabajo y esforzarse tras el viento”. Solo se puede disfrutar plenamente del trabajo si se mantiene el equilibrio apropiado entre éste y otras actividades. (Eclesiastés 4:6; Efesios 4:28.)

Usted puede hacer más placentero su trabajo por medio de poner en práctica algunas de las sugerencias que se acaban de mencionar. Pero, aparte de lo que ya se ha dicho, ¿sabía usted que el trabajo puede prolongarle la vida?

[Ilustración en la página 5]

Para derivar satisfacción del trabajo, es importante que logre algo

[Ilustración en la página 6]

El trabajo concienzudo resulta en felicidad

[Ilustración en la página 7]

Un ambiente alegre contribuye al trabajo placentero

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