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  • g84 22/3 págs. 17-19
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  • ¡Despertad! 1984
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¡Despertad! 1984
g84 22/3 págs. 17-19

Los jóvenes preguntan...

¿Importa lo que yo lea?

CUANDO Jaime no estaba disfrutando del tiro al arco, de correr o de la gimnasia, se encontraba a menudo leyendo algún libro. “Buscaba la verdad —dice él—, y por eso me absorbían los libros que trataban sobre fenómenos síquicos. No obstante, lejos de añadir disfrute a la vida, los libros me deprimieron tanto que decidí suicidarme.”

La triste experiencia de Jaime ilustra que lo que tú lees te afecta... para bien, o para mal. Y aunque tal vez haya pocos libros que afecten de manera tan drástica a alguien, sería tonto concluir que uno puede leer simplemente cualquier cosa y no verse afectado... especialmente cuando consideras la enorme cantidad de material de lectura que está disponible hoy día.

Haz una visita a una biblioteca que sea bastante grande. Ésta probablemente tenga miles o hasta millones de libros... novelas “románticas”, ficción científica, historia, relatos deportivos. ¡Toda una vida no daría para leer todo eso! No es de extrañar, pues, que mucho antes de la era de la impresión en masa el rey Salomón advirtiera a los jóvenes: “Acepta una advertencia: El hacer muchos libros no tiene fin, y el aplicarse mucho a ellos le es fatigoso a la carne” (Eclesiastés 12:12). Salomón no estaba desanimando la lectura; simplemente estaba aconsejando a los jóvenes que escogieran lo que leen. Pero ¿qué clase de libros debes escoger?

Escoge cuidadosamente con quién “conversas”

La mente, como el cuerpo, se desarrolla —o atrofia— según lo que utilices para alimentarla. Ninguna persona que tuviera la inclinación de consumir alimentos nutritivos se alimentaría de comestibles de poco valor nutritivo. Pero ¿qué hay de la manera como alimentas tu mente? Francis Bacon, filósofo inglés, lo expresó así: “Algunos libros han de probarse, otros han de tragarse, y unos cuantos han de masticarse y digerirse”. Y nosotros pudiéramos añadir que, en primer lugar, ¡hay libros que no vale la pena leer!

Considera, también, lo que dijo René Descartes, filósofo francés del siglo XVII: “Cuando uno lee buenos libros, es como tener una conversación con hombres bien educados que vivieron en el pasado. Hasta pudiéramos llamarla una conversación escogida, en la que el autor expresa solo sus pensamientos más nobles”. Sin embargo, el problema es que no todos los pensamientos de los escritores son realmente nobles... ni siquiera los de aquellos que “vivieron en el pasado”. ¿Y qué hay del sinnúmero de escritores de hoy día? Ellos son parte de una generación que la Biblia predijo que se compondría de “amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin gobierno de sí mismos, feroces, sin amor de la bondad” (2 Timoteo 3:1-3). ¿Quisieras “conversar” con personas de ese tipo? ‘¿Por qué no?’, quizás preguntes.

La Biblia contesta al declarar: “Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles” (1 Corintios 15:33). Sí, las personas con quienes te asocias pueden moldear tu personalidad. ¿Has pasado alguna vez tanto tiempo con cierto amigo que has notado que empiezas a actuar, hablar y hasta pensar como tu amigo? Pues bien, el leer un libro es como pasar varias horas en compañía de la persona que lo escribió. Puede que hasta sin quererlo tú, se influya muchísimo en ti.

Por ejemplo, dos jóvenes leyeron un libro sobre la reencarnación. Se informa que lo que leyeron los afectó al grado de que comenzaron a pensar en la muerte como medio de librarse de los problemas a que se encaraban. ¡Así que robaron un automóvil y lo estrellaron deliberadamente contra una pared de concreto! ¡Qué profundamente los afectó la “conversación” que sostuvieron con el autor de aquel libro!

Por supuesto, hasta qué grado pudiera influir en ti cierto autor tendría mucho que ver con el tema sobre el cual él haya escrito. Una “conversación” con un cocinero experto, un maestro de idiomas extranjeros o un guía turístico pudiera revelar poco acerca de la moralidad del escritor o su punto de vista de la vida. Pero una “conversación” con un filósofo o hasta con un escritor de novelas románticas para adolescentes podría revelar un punto de vista poco realista o hasta torcido respecto a la vida.

Por lo tanto, puede que llegues a la conclusión de que es más seguro limitarte a leer libros que traten sobre temas que se basen en hechos. No obstante, hasta tocante a ese tipo de libros, es pertinente el principio que declaró Jesús en Mateo 24:15: “Use discernimiento el lector”. Aprende a analizar y evaluar lo que leas. Ten presente el hecho de que todos los humanos padecen de cierto grado de prejuicio y no son siempre completamente sinceros cuando describen los hechos. La Biblia nos advierte que no aceptemos incondicionalmente todo lo que leamos u oigamos: “Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra, pero el sagaz considera sus pasos”. (Proverbios 14:15.)

¿Está “prohibido” leer literatura novelesca? No necesariamente. Hay algunos libros, escritos especialmente para adolescentes, que no solo son entretenidos, sino educativos. Y, por supuesto, hay “clásicos” y otras obras novelescas que son de verdadero valor. Sin embargo, se debe ejercer cuidado al escoger un libro de esa índole. ¿Hace resaltar el libro prácticas insensatas relacionadas con la violencia, lo sexual o el ocultismo? El simplemente dar un vistazo a la portada contestará a menudo estas preguntas. ¿Y qué hay de los personajes del libro? ¿Son los “héroes” de éste personas que se entregan a prácticas que Dios condena, como la fornicación y la borrachera? Si así es, ten la fuerza de voluntad para dejar de leer el libro. Hay tanta literatura edificante que leer que es necedad perder el tiempo leyendo libros que no edifican.

“Cuidado [...]”

También se debe ejercer cautela al leer cualquier información que exponga una filosofía acerca de la vida. Por ejemplo, las revistas para adolescentes están llenas de consejos sobre todo asunto, desde el concertar citas hasta el tener relaciones sexuales premaritales; no obstante, no siempre son consejos que el cristiano pudiera aplicar. ¿Y qué hay de los libros que profundizan en preguntas filosóficas de peso? ¿Son éstos lectura sana?

Un joven francés llamado Jean-Marc dice: “A la edad de 13 años comencé a leer libros que trataban sobre la muerte, el sufrimiento y el propósito de la vida. Sin embargo, la amplia diversidad de respuestas, entre las cuales había teorías filosóficas, religiosas y políticas, me dejaron descontento. Me preguntaba por qué era tan incierta la vida”.

No obstante, Jean-Marc no se estuvo planteando esa pregunta por mucho tiempo. Dos jovencitas que eran testigos de Jehová lo ayudaron a ver lo que dice la Biblia acerca del propósito de la vida; a saber, que el hombre existe para servir a Dios (Revelación 4:11). También lo ayudaron a desarrollar la esperanza, basada en la Biblia, de vivir en un venidero mundo mejor, donde reinarán la paz y la justicia (2 Pedro 3:13). Así Jean-Marc recibió respuestas satisfacientes a sus preguntas, y no meras especulaciones vanas. No es de extrañar que la Biblia advierta: “Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya por medio de la filosofía y del engaño vano según la tradición de los hombres [...] y no según Cristo” (Colosenses 2:8). En vez de eso, acude a la verdadera fuente de sabiduría... la Biblia. Sin embargo, la experiencia de Jean-Marc ilustra que la lectura también te puede beneficiar.

¡Sí importa lo que leas!

El estudiar la Biblia y publicaciones relacionadas con la Biblia ha sido profundamente beneficioso para muchos jóvenes. Por ejemplo, una joven japonesa dice que el leer la Biblia la ha ayudado a no pensar en lo sexual... un problema común entre los jóvenes. “Siempre pongo la Biblia cerca de mi cama y tengo por costumbre leerla antes de acostarme”, dice ella. “Cuando estoy sola y no tengo nada que hacer (como a la hora de acostarme), a veces me pongo a pensar en lo sexual. ¡Así que el leer la Biblia realmente me ayuda!”

Otro joven cometió inmoralidad sexual. ¿Cuál fue la razón? “Estaba muriendo de hambre en sentido espiritual”, dijo él. Pero añadió: “Comencé a leer las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, así como el libro Tu juventud... aprovechándola de la mejor maneraa. Poco a poco recobré mi fortaleza espiritual y limpié mi vida. Ahora soy feliz”. De modo que el “conversar” con las personas de fe de quienes se escribe en la Biblia puede darte verdadero carácter moral. Esto puede contribuir en gran medida a tu felicidad.

¿Apartarás tiempo para leer la Biblia y las publicaciones que te ayudan a entenderla? Recuerda, lo que leas puede ayudarte o perjudicarte, confundirte o iluminarte. Pero si das prioridad a la lectura de la Palabra de Dios, sin duda te beneficiarás. Y si todavía dispones de tiempo para leer otra literatura, a nadie le molestará que de vez en cuando apartes tiempo para hacerlo. Pero asegúrate de escoger lo que leas. Pues con toda certeza se puede decir: “Dime lo que lees, y te diré la clase de persona que eres”.

[Nota a pie de página]

a Publicaciones impresas por la Sociedad Watchtower Bible and Tract.

[Ilustración en la página 18]

Porque hay muchos miles de libros, tienes que saber escoger

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