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  • g84 22/4 págs. 11-13
  • El baile es sólo un placer inocente, ¿no es cierto?

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  • El baile es sólo un placer inocente, ¿no es cierto?
  • ¡Despertad! 1984
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¡Despertad! 1984
g84 22/4 págs. 11-13

Los jóvenes preguntan...

El baile es sólo un placer inocente, ¿no es cierto?

EL BAILE puede considerarse un don proveniente de nuestro Creador, el cual nos proporciona otro medio de expresar gozo. En la antigüedad Sus adoradores cantaban y ‘se regocijaban en la danza’ (Jeremías 31:12, 13). El baile puede ser un medio de diversión y relajamiento placentero también. En la parábola de Jesús del hijo pródigo, junto con el regocijo que suscitó el regreso del hijo hubo “un concierto de música y danzas”. (Lucas 15:25.)

‘Pero ¿qué hay del bailar a un ritmo rápido?’, preguntan algunos jóvenes. Esto tiene su lugar. Por ejemplo, la Biblia muestra que el rey David se sintió tan profundamente gozoso después de devolver el arca sagrada del pacto a Jerusalén que estuvo “danzando en derredor [...] con todo su poder” (2 Samuel 6:14). No cabe duda de que David estuvo bailando muy vigorosamente y a un ritmo rápido... pero no de manera desenfrenada. ¿Puede decirse que todos los bailes rápidos sean apropiados o inocentes? No. Hay que ejercer cautela. El poder de la música puede arrebatarte.

No te dejes arrebatar

Aunque el reunirse para pasar un buen rato es algo excelente, hay que ejercer el debido control en tales reuniones. El apóstol Pablo dijo a los cristianos del primer siglo: “Como de día andemos decentemente, no en diversiones estrepitosas [“fiestas exageradas”, La Biblia al Día] y borracheras, no en coito ilícito y conducta relajada, no en contienda y celos” (Romanos 13:13). Sin duda, se dio esta advertencia debido a que las fiestas paganas de la antigüedad eran caracterizadas por la borrachera, los bailes sensuales y el desenfreno.

Siglos antes, Sócrates describió una de esas orgías en la que las mujeres “se entregaron a demostraciones de excitación frenética, con bailes e invocaciones clamorosas a los dioses. [...] Los hombres cedieron a impulsos parecidos, participando en juergas estrepitosas en las calles y tocando címbalos y panderetas”. Por eso, los cristianos primitivos tenían que tener cuidado de que ninguna de sus reuniones sociales reflejara semejante espíritu.

La advertencia de Pablo de que se eviten las “fiestas exageradas” es aplicable todavía. Hoy en tales reuniones las personas a menudo se sienten tan impulsadas por el poder de la música (además de las drogas y las bebidas alcohólicas) que se dejan arrebatar. Bailan desenfrenadamente... de manera provocativa. Por eso, los jóvenes hoy deberían tener cuidado de no desenfrenarse en las reuniones sociales ni ‘perderse en la música’. La Biblia aconseja: “Mantengan su juicio, sean vigilantes”. (1 Pedro 5:8.)

Sí, a veces, movimientos que pueden hacerse con gracia en el baile —o por lo menos con modestia— pueden hacerse de manera provocativa también. Siempre se necesita ejercer cautela cuando cierto movimiento en el baile implique mover el cuerpo de una manera que pudiera despertar en ti y en otras personas deseos eróticos, lo cual significaría violar la modestia cristiana.

Por ejemplo, a Juan le gusta bailar. Pero él ahora admite que algunos de los bailes que él bailaba eran insinuativos en cuanto a lo sexual. Juan dice: “Recuerdo que me sentía sexualmente estimulado cuando participaba en ciertos bailes u observaba a otros bailarlos”. Como persona que ahora se adhiere a los principios cristianos, él prudentemente evita tales bailes.

También importa el tipo de música que oigas al bailar. Es cierto que tal vez te guste la música que tenga un ritmo fuerte. Pero ¿tienes que oírla a un nivel ensordecedor para disfrutar de ella? Además, ¿es sensato oír tal música continuamente, sin interrupción? Parece que el constante ritmo fuerte de la música ha contribuido a que algunas reuniones se conviertan en “diversiones estrepitosas”.

Cuando la música es lenta

Los bailes acompañados de música suave y lenta presentan un peligro también. Guillermo y Ana descubrieron esto en la recepción de unos amigos. Ana explica: “Frecuentemente se disminuía la intensidad de la luz y se tocaba música suave, lenta y romántica. El piso estaba lleno de parejas, incluso de adolescentes, que estaban bailando muy, muy juntos”. Guillermo agrega: “En el caso de algunas parejas, los dos estaban pegados el uno al otro casi sin mover los pies”.

Como tú bien sabes, el tan solo tocar a una persona del sexo opuesto puede estimular fuertes deseos. Por eso, obviamente no es prudente abrazar a alguien al compás de música romántica. A decir verdad, ¿parecería inocente o sano hacerlo si no se estuviera tocando música? ¿Sería apropiado que aun una pareja casada se comportara así en público? Por eso, si tú sí decides bailar al compás de música lenta, debes estar alerta a los posibles peligros. Algunos han acabado por cometer fornicación después de sentirse apasionadamente excitados debido a bailar inmodestamente.

Lo que hay detrás del ritmo

Recuerda esto también: la música consiste en más que tan solo el ritmo. En muchos casos hay una letra insinuativa —si no pornográfica— detrás del ritmo. Y frecuentemente la letra inmunda va acompañada de una melodía pegadiza y un ritmo irresistible. Pero ¿puedes bailar al compás de tal música y todavía mantener pensamientos inocentes y sanos?

¿Has oído alguna vez una canción que no te haya gustado de manera especial, pero luego te encuentras tarareándola o articulando la letra? La mente absorbe información que a veces quisiéramos olvidar. Si a la letra inmoral y a la melodía agradable se agregan un ritmo fuerte y la repetición incesante (lo cual es típico de alguna música moderna), se puede ver por qué el bailar al compás de dicha música es peligroso. La letra puede convertirse casi en un cántico que se imprime indeleblemente en la mente... y el corazón.

¿Bailarás?

Nuestro amoroso Creador quiere que seamos felices, y las actividades recreativas han contribuido desde hace mucho a la felicidad de las personas. La Biblia dice: “Las plazas públicas de la ciudad mismas estarán llenas de niños y niñas que jugarán”. También dice que hay un “tiempo de danzar” (Zacarías 8:5; Eclesiastés 3:4, La Biblia al Día). No obstante, como hemos visto, no toda forma de baile es simplemente una diversión inocente. Tanto en el pasado como en la actualidad el baile en muchos casos se ha ejecutado como para despertar las pasiones e inducir a las personas a cometer actos de inmoralidad sexual. Por eso, es apropiado que te preguntes: ¿Bailaré?

Tal vez algunos opten por no bailar al darse cuenta de que el hacerlo implica un posible peligro debido a la influencia malsana del mundo y quizás debido a su propia tendencia a dejarse arrebatar por un estilo de baile que no sea del todo inocente. Así, tal como algunas personas tal vez se abstengan de las bebidas alcohólicas, no porque el beberlas constituya un pecado en sí, sino porque el hacerlo podría serles perjudicial, así también hay quienes por razones parecidas consideran prudente abstenerse del bailar. Pero puede que halles que es posible bailar en un ambiente sano al compás de música debidamente seleccionada, que contribuya a tu placer y gozo sin acarrearte malas consecuencias. Si eres menor de edad, querrás prestar estricta atención a tus padres cristianos y obedecer sus deseos. (Efesios 6:1-3.)

En el pasado era común que los jóvenes aprendieran a bailar de sus padres y de otras personas mayores. ¡Tales bailes frecuentemente se pasaban de generación en generación! En cierta ocasión nuestro Creador dijo a los israelitas: “Se regocijará la virgen en la danza, también los jóvenes y los viejos, todos juntos” (Jeremías 31:13). Probablemente participaban en bailes en grupo, tales como “danzas de corro” (Jueces 21:21; Salmo 150:4). ¡Los jóvenes y los mayores aún pueden disfrutar de bailar juntos!

En muchos países todavía son populares los bailes en grupo. En los Estados Unidos hay lo que se llama “square dances”, es decir, bailes de figuras. Éstos pueden ser una forma de entretenimiento agradable en el que pueden participar personas de todas edades. A los mejicanos les gusta “La Raspa”. Los griegos todavía disfrutan de sus danzas de corro. Si tú organizas una reunión social en la que se ha de bailar, ¿por qué no invitas a tus padres y a algunas personas mayores? Tal vez ellos puedan enseñarte uno o dos pasos a ti y puedas disfrutar del baile con ellos.

Los mayores pueden enseñarte algunos de los bailes de antaño. En la presencia de los padres y otras personas respetables, no llegará a desarrollarse un espíritu de juerga. Por lo tanto, opta a favor de reuniones sociales que se celebren en el hogar en presencia de familias enteras. ¡Rechaza toda música que degrade y canciones cuya letra sea deshonrosa! Mantén el entretenimiento en su debido lugar, de modo que no ocupe demasiado de tu tiempo y atención. Si sigues estas sugerencias, hallarás disfrute al hacer del baile un verdadero placer inocente.

[Comentario en la página 12]

El bailar demasiado juntos cuando se está tocando música lenta y romántica puede despertar deseos inmorales

[Ilustración en la página 13]

En las reuniones sociales cristianas tanto los jóvenes como los mayores pueden disfrutar del baile

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