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¡Despertad! 1984
g84 8/5 págs. 12-16

“¡Auxilio! ¡Un fuego!”

El relato de un bombero paramédico

SONÓ la campana y me sacudió del sueño. En el parque de bomberos se oyó el estruendo del despacho vocal: “Se informa un incendio en un edificio, 353 al este de la calle Olive, calle transversal, tercera. Hora del informe, 1435”.

Fue entonces cuando todo mi entrenamiento se sometió a prueba. Rápidamente me puse la ropa de protección, que consiste en un casco, un abrigo resistente al fuego, pantalones de protección, guantes y botas de seguridad. Mientras subía a la bomba de incendios, me parecía que el corazón me latía dos veces más rápido que lo normal. La sirena empezó a sonar, e hicimos rumbo al incendio, que era el primero en el que yo desempeñaría oficialmente el papel de bombero.

Aun antes de que llegáramos a la escena, el capitán se volvió a mí y gritó: “Parece que se trata de un fuego activo. Se puede ver el humo. Póngase el aparato respiratorio”. El aparato autosuficiente de respiración nos permite respirar aire fresco en un ambiente lleno de humo. También añade aproximadamente 25 libras (11 kilos) a nuestro equipo, que en sí ya es pesado. Pero, mientras hacemos rumbo al incendio, quizás usted quisiera saber: ‘¿Cómo se le entrenó a usted para este trabajo?’.

Entrenamiento inicial

Empecé a prepararme para bombero a los 21 años de edad, con un curso de seis semanas que proporcionaba entrenamiento tanto en la sala de clases como en el campo. Se nos enseñó acerca de las características del fuego tanto en estructuras como en bosques. Se me entrenó en métodos de tratar derramamientos de sustancias químicas peligrosas e incendios causados por líquidos inflamables; también aprendí a manejar el equipo, la suministración de primeros auxilios y la aplicación de técnicas de rescate.

Recuerdo las pruebas a las que fuimos sometidos en la escuela de entrenamiento, en las que entrábamos de dos en dos en un sótano completamente oscuro. Teníamos puesto el aparato respiratorio y se nos dijo que el abastecimiento de aire que nos quedaba nos duraría solo cinco minutos. Entonces se nos ordenó buscar cadáveres en el piso. Habíamos entrado con una manguera y el único modo de encontrar la salida era por medio de seguir la manguera hasta la puerta. Mientras estábamos en el sótano, el instructor saltaba sobre el techo metálico, y así creaba un terrible estruendo. El propósito de este ensayo, como el de otros, era probar nuestra aptitud respecto a trabajar bajo condiciones adversas y asegurar que no nos sobrecogiera fácilmente el pánico. Pero regresemos a la situación legítima.

Gritos por auxilio

Al llegar a la escena del incendio pude ver una casa de apartamentos de dos pisos en la que el entero piso de arriba estaba envuelto en llamas. Una señora colgaba del borde de una ventana gritando para que alguien la ayudara a bajar. El capitán me dijo: “Coloca una de 24 hasta la ventana del segundo piso”. Una de 24 se refiere a una escalera extensible de 24 pies (poco más de 7 metros). En la escuela, yo había extendido una de esas escaleras hasta la ventana de un segundo piso unas 50 ó 60 veces, pero esta vez se trataba de un verdadero incendio, y salvamos a la señora.

Justamente cuando había acabado de colocar la escalera, otro bombero gritó y me dijo: “Agarra un hacha. Tenemos que forzar la entrada”. El entrar a la fuerza en un edificio es otra destreza que se aprende en la escuela. Pero esto no era lo que me preocupaba. El forzar nuestra entrada en un edificio es generalmente fácil. Lo que me preocupaba era lo que hallaríamos al otro lado de la puerta. Podría tratarse de una pared de fuego que estuviera haciendo estragos, o de densas nubes de humo negro venenoso. Muchas personas no se dan cuenta de que en los incendios la mayoría de las muertes se deben a que las víctimas han inhalado dicho humo mortífero mucho antes de que las haya alcanzado el fuego. Por eso, ¿cuál es el lugar más seguro si usted se halla atrapado en un incendio? Manténgase agachado, cerca del suelo, con un paño mojado sobre la boca y la nariz para protegerse de los efectos mortíferos de los gases y del humo.

Forzamos la entrada y nos encontramos en un ambiente caliente y lleno de humo grueso. Nos arrastramos por el suelo de habitación en habitación, sin poder ver más allá de tres a cuatro pulgadas (7 a 10 centímetros). Estábamos tratando de encontrar el fuego y extinguirlo con la manguera que yo iba arrastrando a mi lado. En la escuela pasamos mucho tiempo aprendiendo cómo usar debidamente las mangueras y las boquillas de éstas. Solían decirnos: “Nunca abandone su manguera. Es lo único que puede salvarle la vida”. ¡Tenían razón! A medida que nos adentramos en el apartamento, arrastrándonos por el suelo, vimos brillar una luz desde un dormitorio. Allí estaba el foco del fuego. Sin embargo, con una manguera de gran potencia extinguimos el incendio en poco tiempo.

Una vez que habíamos extinguido el fuego, nos pusimos a efectuar lo que se llama salvamento y revisión. Esto consiste en examinar los escombros carbonizados y tratar de hallar partes calientes que estén ardiendo sin fuego, artículos de valor que se puedan salvar e indicios de la causa del incendio. En este caso el incendio se atribuyó a instalaciones eléctricas defectuosas en un calentador de pared. Es sorprendente cuántos incendios se deben a instalaciones eléctricas defectuosas y artefactos eléctricos.

Al hacer las inspecciones anuales de los establecimientos comerciales de la ciudad en la que trabajo, investigo a fin de ver si hay tales peligros que podrían causar incendios. Como bombero, desempeño ésta y muchas otras obligaciones rutinarias, además de combatir los incendios. Para que dichas inspecciones sean eficaces, es necesario dedicar muchas horas tanto al estudio de los códigos municipales relacionados con los edificios y las instalaciones eléctricas como también al del almacenamiento de sustancias químicas inflamables y peligrosas. Además, participo en enseñar métodos de primeros auxilios y seguridad contra incendios a grupos de la comunidad. Como el lector puede ver, a los bomberos se nos mantiene ocupados aun cuando no hay incendios. Yo hasta desempeño quehaceres domésticos comunes, como fregar pisos, cortar el césped y lavar las ventanas del parque de bomberos.

Al recordar mi primer año como bombero, me vienen a la mente muchas experiencias que tuve por primera vez. Respondimos a llamadas de incendios en enormes plantas de almacenamiento y en matorrales. Se nos llamó para que ayudáramos a víctimas de ataques cardíacos, intentos de suicidio y accidentes industriales. Todo esto era parte de mi trabajo como bombero.

Lo que se requiere para ser paramédico

Poco después de completar mi primer año de bombero, se me escogió para recibir entrenamiento de paramédico en uno de los hospitales de la localidad. Doctores y enfermeras suministraban dicho entrenamiento, que consistía en cinco meses y medio de estudio intensivo de métodos avanzados de sostener la vida.

Los primeros dos meses se dedicaron a clases de anatomía, fisiología, terapia relacionada con drogas, y el uso del equipo. Cada mañana solíamos llegar a la escuela cansados debido a haber pasado tres o cuatro horas haciendo tareas la noche anterior. La clase empezaba a las 8.00 de la mañana con un examen sobre el material que habíamos abarcado el día anterior. Estos estudios, que eran requeridos como parte de mi entrenamiento de paramédico, también me ayudaron a apreciar más la sabiduría de nuestro Creador. El ver que él pudo crear tantos sistemas individuales dentro del cuerpo y hacer que funcionaran en perfecta armonía me fortaleció la fe. A la misma vez me enteré de lo perjudiciales que pueden ser para el cuerpo ciertos hábitos, como el fumar, el abusar de las drogas y el excederse de manera crónica en el consumo de las bebidas alcohólicas.

El tercer mes lo pasé en el hospital. El primer día vi tres víctimas de balazos, siete casos de personas que habían tomado una dosis excesiva de alguna droga y cuatro casos de personas que habían sufrido heridas debido a haber estado guiando un automóvil mientras estaban bajo la influencia del alcohol. Pude darme cuenta de que las 14 situaciones desagradables se debían a que las personas, en su modo de vivir, se habían alejado de los principios y las leyes de la Biblia.

También trabajé en la sala de partos y alumbramientos. Allí tuve el privilegio de asistir en el alumbramiento de siete infantes, todos ellos saludables y llenos de vida. Nunca he experimentado nada más impresionante que el ver, con mis propios ojos, traer al mundo una nueva vida. Otra vez me puse a admirar la obra del Creador. Dicho sentimiento de admiración se ha intensificado desde que nació recientemente mi propia hijita.

La verdadera prueba

Una vez que había completado mi entrenamiento en el hospital, me llegó la verdadera prueba... dos meses de trabajo en el campo en una ambulancia, bajo la supervisión de dos paramédicos certificados. Durante mi primer turno se me llamó a las dos de la mañana para ayudar a un hombre que estaba en un automóvil que se había volcado. Llovía a cántaros... así que mediaba un gran abismo entre las condiciones del campo y las del hospital que yo acababa de dejar, donde el ambiente era seco y limpio.

Cada caso era diferente y presentaba su propio tipo de desafío. Por ejemplo, cuando respondí a una llamada que se trataba de una persona que había sufrido una herida en una fábrica, me hallé ante un hombre que estaba bajo la influencia de la droga PCP, (siglas en inglés para píldora de fenilciclidina), que comúnmente se llama “polvo de ángel”, la cual altera la mente. Como frecuentemente sucede en dichos casos, el hombre había adquirido fuerzas sobrehumanas bajo la influencia de la droga. Estaba lanzando al aire barriles de aceite de 55 galones (200 litros) hasta una altura de cinco a seis pies (1,5-2 m). Y esto no era todo. Acababa de sufrir una herida que le dejó cortados todos los dedos de uno de los pies, pero él no sentía ningún dolor. Ésta también es una reacción muy común en tales casos. Seis corpulentos agentes de la policía tuvieron que luchar con él para poder derribarlo al suelo, contenerlo y ponerle dos pares de esposas. Sabían que un solo par no era suficiente. Muy a menudo hay quienes rompen las cadenas entre las esposas, como si éstas fueran meros juguetes.

Esos últimos meses de entrenamiento fueron los más espantosos para mí. Vi con mis propios ojos muchas de las situaciones física y mentalmente desastrosas en las que se meten las personas.

Suicidios, delitos... y recompensas

Vez tras vez respondimos a llamadas que tenían que ver con intentos de suicidio. Una señora, recostada en un sofá en su casa valorada en dos millones de dólares, me dijo que quería quitarse la vida para no tener que enfrentarse a otro día de problemas. ¡Qué desamparadas deben sentirse tales personas al no tener la esperanza bíblica de “una nueva tierra”, en la que no habrá problemas que provoquen la tendencia al suicidio! (Isaías 65:17; 2 Pedro 3:13; Revelación 21:1-4.)

Porque abundan los delitos, frecuentemente se llama a los paramédicos cuando algunas personas sufren heridas o hasta pierden la vida al procurar obtener algo que legalmente no les pertenece. Cuando un muchacho de 16 años de edad recibió un balazo al tratar de robar una radio de un hogar, le pregunté si había valido la pena sufrir dichas consecuencias, y él contestó: “Claro que sí; he sido herido de bala anteriormente. Las heridas de bala sanan. Entonces salgo y lo intento de nuevo. Esto realmente no es nada serio”. Esto me hizo apreciar más los valores y las restricciones salvavidas que se encuentran en la Biblia. ¡No están allí para privarnos de algo que necesitemos, sino para protegernos de las tragedias que yo veo con mis propios ojos casi todos los días!

Las experiencias que he tenido como paramédico han sido muy remuneradoras también. Por ejemplo, cuando se nos llama para que ayudemos a una persona que está sufriendo gran dolor debido a un ataque cardíaco, en muchos casos le salvamos la vida. Nos mantenemos en comunicación con el hospital por medio de la radio, y recibimos permiso para empezar a poner conductos para inyectar fluido intravenoso a la persona. Mediante este conducto suministramos drogas que estabilizan el latido del corazón y alivian el dolor. Suministramos oxígeno y controlamos el ritmo del latido del corazón de la víctima. Se experimenta un sentimiento muy remunerador como resultado de ayudar a tales personas y posiblemente contribuir a salvar una vida.

Por eso, la próxima vez que usted oiga una sirena y vea una bomba de incendios o una ambulancia en rumbo a un lugar donde haya alguien que necesite auxilio, piense en el entrenamiento de los bomberos y paramédicos y en lo mucho que se esfuerzan por desempeñar su trabajo. Recuerde que ‘más vale prevenir que curar’. Procure cooperar con los bomberos por medio de evitar incendios y accidentes. Así quizás usted nunca tenga que gritar: “¡Auxilio, un fuego!”.—Contribuido.

[Fotografía/Gráfico en la página 14]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Se experimenta un sentimiento muy remunerador como resultado de ayudar a salvar una vida

[Recuadro/Diagrama en la página 15]

Qué hacer en caso de un incendio... sugerencias del cuerpo de bomberos

● Sálgase lo más rápidamente posible. Salve vidas, no propiedad... ¡usted vale más que cualquier televisor! Manténgase con la cara cerca del piso a fin de no inhalar el humo. Cierre las puertas al salir, pero no las cierre con llave. Así impedirá que se formen corrientes que podrían hacer que se esparza el incendio, pero permitirá a los bomberos pasar. Si se le hace imposible salir por la puerta o la ventana, tape la puerta con toallas húmedas, etc. para impedir que el humo pase a la habitación, y cierre la ventana si el humo y las llamas están entrando desde uno de los pisos de abajo.

● Si en su habitación usted huele humo proveniente de alguna fuente externa, palpe la puerta para saber si está caliente. Si lo está, NO LA ABRA. Use otra salida. Esto muestra la importancia de que cada habitación tenga dos salidas... la ventana y la puerta.

● Es vital e IMPRESCINDIBLE tener detectores de humo en cada piso de su hogar. La mayoría de los incendios que resultan en muertes ocurren de noche. Una alarma le despertará. El humo y el gas pueden provocarle la muerte.

● Como familia, practiquen con regularidad lo que harían en caso de incendio. Planeen las rutas de salida de acuerdo con diferentes situaciones. Guarden una linterna en un lugar fijo en caso de que los cables de la luz se quemen. Pónganse de acuerdo en cuanto a dónde encontrarse después de escapar del incendio... así será fácil ver si toda la familia está presente. No intente volver a entrar.

● Mantenga el número de teléfono de los bomberos a la vista para que pueda referirse a él inmediatamente. Sepa dónde se encuentra el teléfono público más cercano o la alarma de incendios más cercana. Llame a los bomberos... no suponga que otra persona ya lo ha hecho. Más vale que se hagan dos o tres llamadas que ninguna.

● Si usted tiene extintores de incendios, sepa de antemano dónde están y cómo funcionan. Úselos solamente en caso de incendios de menor grado. Si el incendio ya es de proporciones mayores y está más allá de su control, no desperdicie tiempo valioso tratando de apagarlo usted mismo... sálgase y llame al cuerpo de bomberos.

● Más vale prevenir que curar. No permita que existan en su hogar situaciones que puedan crear peligro de incendio. La mayoría de los incendios pueden evitarse tomando precauciones dictadas por el sentido común.

1. Los líquidos o materiales inflamables no deben estar cerca de fuentes de ignición o fuego.

2. Los fósforos, encendedores de cigarrillos y el fuego deberían estar fuera del alcance de los niños.

3. No se deben sobrecargar los cables eléctricos.

4. No se deben colocar cables eléctricos debajo de las alfombras.

[Diagrama]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Ejemplos de rutas de salida para una casa de un piso

¿Practican ustedes como familia lo que harían en caso de un incendio?

¿Sabe usted cuál es la manera más rápida de escapar del peligro?

Se recomienda:

Alternativa:

Dormitorio

Dormitorio

Baño

Cocina

Sala

Dormitorio

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