Cuando hay equilibrio en la naturaleza
La isla Marion, punto azotado por los vientos en el sudoeste del océano Índico, ha servido de criadero de aves marinas desde hace mucho tiempo. Entre éstas se encuentran albatros, pingüinos y petreles. Puesto que no había predadores, las aves se sentían seguras.
Con el tiempo se estableció permanentemente en la isla una estación metereológica, y las personas que servían en ella tuvieron problemas con ratones. Para remediar el problema se llevaron cinco gatos a la isla allá en 1949. Pero los peludos inmigrantes hicieron caso omiso de los ratones y fueron en pos de la presa fácil... centenares de miles de aves.
Para 1975 la población felina ascendía a unos 2.100 gatos y estaba aumentando a razón de 23 por 100 al año... ¡una verdadera amenaza para los habitantes plumíferos de la isla! Los tipos de aves que hay allí comienzan a reproducirse a la edad de cuatro o cinco años y ponen solo uno o dos huevos cada vez. Pero ¿qué hay de los gatos? Pues bien, ¡ellos comienzan a reproducirse antes de cumplir un año de edad y pueden producir hasta diez gatitos anualmente!
La situación estaba quedando fuera de control. Así que se hizo una llamada de socorro al Instituto de Investigación de Mamíferos de la Universidad de Pretoria, África del Sur. Esto llevó a que se realizara un programa de investigación que duró dos años y medio. ¡Pero para el fin de ese período la cantidad de gatos ascendía a cerca de 4.000, y éstos estaban matando a alrededor de medio millón de aves al año!
Los científicos dieron con lo que describieron como un virus potente que atacaba específicamente a los gatos y el cual ellos creían que era inofensivo para aves y focas. Para mediados de 1983 la población felina había disminuido a cerca de 350 gatos y continuaba disminuyendo (Suplemento de la publicación sudafricana Financial Mail, del 29 de julio de 1983). Como comenta el informe publicado, este relato “ilustra la falta de juicio de la interferencia irreflexiva del hombre en el equilibrio de la naturaleza”.
La sabiduría humana a veces es contraproducente, y los planes mejor hechos salen mal. Pero los cristianos verdaderos esperan el día ya cercano en que toda la creación estará en equilibrio perfecto y toda la Tierra será un Paraíso. Entonces, bajo la dirección y la bendición procedentes del cielo, el hombre tendrá la sabiduría necesaria para cumplir el mandato original de Dios con relación a ‘tener en sujeción los peces, las criaturas volátiles y los animales de la tierra’. (Génesis 1:26; Lucas 23:43.)