¡Hay esperanza para las víctimas del odio!
EL ODIO sí será eliminado de todo el mundo. Pero antes de ver cómo se realizará esto, tenemos que saber 1) las causas del odio, y 2) lo que se necesita para eliminarlo.
Por supuesto, la palabra “odio” se usa con frecuencia. Un niñito hace un gesto de disgusto y declara: “¡Odio el aceite de hígado de bacalao!”. Usted quizás no lo culpe. Pero obviamente no estamos hablando de esta clase de odio.
El odio que causa las contiendas y el dolor del día moderno proviene de una hostilidad intensa que a menudo es maliciosa. Puede ser una enemistad constante para con cierta gente o pueblo. Tal odio es como fuego consumidor. Cuando se descontrola puede ser mortífero, como muy bien lo sabemos.
¿Qué lo causa?
En primer lugar, la manera como a veces se enseña la historia a los jóvenes puede influir en el entero punto de vista de ellos respecto a ciertas naciones y pueblos. Hay que admitir que las influencias del hogar contribuyen a ello. Los niños difícilmente pueden pasar por alto las declaraciones despectivas referentes a otra raza u otro pueblo. Pues, ¡mire cómo algunos irlandeses consideran a los ingleses, y viceversa!
Los propagandistas tienen culpa también. Sea usted joven o anciano, lo que usted oye puede influir en su manera de pensar. Por ejemplo, cuando alguien escucha cierta propaganda política, puede llegar a odiar a ciertas personas debido a que algún astuto manipulador de la mente las estereotipa incorrectamente. ¡Cuán a menudo sucede esto en tiempo de guerra! En cuanto a esto, J. A. C. Brown escribió lo siguiente en Techniques of Persuasion: “Bastante a menudo, como en la propaganda de guerra, la persona sencillamente trata de despertar fuertes sentimientos de odio [...] en contra de otro grupo”. ¿Cuáles son los efectos de tal propaganda? Brown dice que “no solo resulta en un odio exagerado del enemigo, sino que alivia nuestro propio sentido de culpabilidad cuando nosotros también nos comportamos de manera brutal”.
Puede que a usted le vengan a la mente otras causas del odio. Pero, como otras personas razonables, usted se interesa mucho más en lo que se puede hacer para eliminar esta causa de tanto sufrimiento. Entonces, ¿qué hay en cuanto a esto?
¿Qué se puede hacer al respecto?
Por supuesto, usted no puede cambiar por sí solo el mundo. Pero tal vez piense que la religión podría ejercer una influencia excelente en contra de las diferentes clases de odio. Pues bien, piense en esto por un momento. En muchos casos, ¿no se ha promovido el odio debido al fanatismo religioso? Por lo menos se puede ver que las religiones del mundo no han tenido mucho éxito en vencer esta plaga que azota a la sociedad humana. Solo considere los bandos de diferentes creencias religiosas que están guerreando en el Líbano e Irlanda del Norte. Es interesante notar lo que Jonathan Swift, escritor del siglo XVIII, declaró: “Tenemos exactamente suficiente religión como para impulsarnos a odiar, pero no lo suficiente como para impulsarnos a amarnos unos a otros”.
Ahora bien, esto no quiere decir que la religión debería enseñarnos a rechazar toda clase de odio. La Biblia dice: “Para todo hay un tiempo determinado, [...] tiempo de amar y tiempo de odiar” (Eclesiastés 3:1, 8). Pero éste es un odio piadoso. Esta emoción, cuando se controla apropiadamente, puede servir de protección. Es obvio que Dios odia las cosas malas, y, como es debido, sus siervos las odian también. Como lo expresa el salmista: “Oh amadores de Jehová, odien lo que es malo”. (Salmo 97:10.)
Pero el odio malicioso... éste es otro asunto. ¿Cómo podemos evitarlo o eliminarlo? He aquí algunos puntos sobre los cuales reflexionar:
Considere la fuente. Básicamente, el odio ciego es el resultado de nuestras propias imperfecciones. El apóstol cristiano Pablo escribió: “Ahora bien, las obras de la carne son manifiestas, y son: fornicación, inmundicia, conducta relajada, idolatría, práctica de espiritismo, enemistades [odios, Biblia de Jerusalén], contiendas, celos, enojos, altercaciones, divisiones, sectas, envidias, borracheras, diversiones estrepitosas y cosas semejantes a éstas. En cuanto a estas cosas, les estoy avisando de antemano, de la misma manera que ya les avisé, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21). Sí, las enemistades u odios, así como las contiendas y las riñas, son “obras de la carne” que resultarían en el ser excluido del Reino de Dios.
Así que toda persona que anhele la bendición celestial tiene que desarraigar el odio impropio del corazón. Pero ¿cómo se puede hacer esto?
Guarde su mente. Usted tiene que ejercer cautela con relación a las cosas con las que alimenta su mente si desea protegerse de esta emoción destructiva o si desea que desaparezca de su vida. Como es natural, esto se hace difícil cuando usted tiene una queja legítima o cuando se ha cometido alguna injusticia terrible o cuando sus derechos han sido pisoteados. Pero recuerde que usted solo hace que empeore la situación si se pone a cabilar en tales cosas y permite que el odio canceroso lo consuma por dentro. Por supuesto, es más fácil decir que hay que ejercer cautela en cuanto a las cosas con las que se alimenta la mente que hacerlo. Pero usted puede dar algunos pasos positivos. En primer lugar, puede dejar de escuchar el habla de las personas predispuestas que fomentan el odio. Pero ¿qué más puede hacer usted?
Piense de manera positiva. Esto envuelve el sustituir los sentimientos amargos con sentimientos animadores y edificantes. El apóstol Pablo lo expresó como sigue: “Finalmente, hermanos, cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas” (Filipenses 4:8). ¡Éste es un consejo excelente! Pero se necesita más que solo pensar de manera positiva. Es también asunto de cifrar su confianza en lo que verdaderamente resultará en algún beneficio.
Confíe en la bondad de Dios. Sí, tenga confianza en que Dios puede y quiere remediar los asuntos. Así sus emociones no le impulsarán a cometer actos malignos. En vez de eso, usted podrá continuar pensando de manera clara, racional y razonable. A este respecto, los cristianos hallan que la oración es muy útil. Como dijo el apóstol Pablo: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo por oración y ruego junto con acción de gracias dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales por medio de Cristo Jesús”. (Filipenses 4:6, 7.)
Ya está desapareciendo el odio
Hay que admitir que esta forma de pensar y el confiar en Dios no se desarrollan de la noche a la mañana. Pero usted sí puede desarrollar estas cosas. Centenares de miles de personas han podido seguir este sabio consejo de Jesucristo: “Oyeron ustedes que se dijo: ‘Tienes que amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo.’ Sin embargo, yo les digo: Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen”. (Mateo 5:43, 44.)
En el primer siglo, muchas personas de todas partes del mundo que entonces se conocía llegaron a ser seguidores de Jesucristo. Y se les llegó a conocer debido a que desplegaban dicho amor sobrepujante. Cuando ciertos hombres llenos de odio lapidaron a Esteban, discípulo de Jesús, las palabras finales de Esteban fueron: “Jehová, no les imputes este pecado”. Esteban estaba dispuesto a perdonarlos. Él deseaba lo mejor para los que lo odiaban. (Hechos 7:54-60.)
Los siervos de Jehová del día moderno también han respondido al consejo de manifestar amor... no solo entre sí, a sus hermanos y hermanas cristianos, sino hasta a los que los odian. Se esfuerzan vigorosamente por eliminar de su vida el odio malicioso. Puesto que reconocen las fuerzas poderosas que pueden engendrar odio en ellos, toman medidas positivas y sustituyen el odio por el amor. Sí, el “odio es lo que suscita contiendas, pero el amor cubre aun todas las transgresiones”. (Proverbios 10:12.)
El apóstol Juan declara: “Todo el que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene vida eterna permaneciente en él” (1 Juan 3:15). Los testigos de Jehová creen esto. Como resultado de esto, ahora se les está integrando —de toda clase de antecedentes étnicos, culturales, religiosos y políticos— en una asociación de gente unida y libre del odio, una hermandad mundial genuina.
¡El odio está por terminar!
‘Pero —quizás diga usted— eso está muy bien para las personas implicadas en el asunto. Sin embargo, esto no hará que el odio desaparezca completamente de la Tierra’. Es cierto que, aunque usted no tenga odio en su corazón, usted todavía puede ser víctima de él. De modo que tiene que acudir a Dios para obtener la solución verdadera a este problema.
No obstante, ¡cobre ánimo!, pues todo vestigio de odio impío que tenga un objetivo incorrecto será eliminado pronto de la Tierra. Esto acontecerá dentro de poco bajo la gobernación del gobierno celestial por el cual Jesucristo nos enseñó a orar a Dios: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:9, 10). Cuando esta oración sea contestada plenamente, las condiciones que fomentan el odio no existirán más. Las situaciones que lo explotan habrán sido eliminadas. La falta de conocimiento, las mentiras y el prejuicio habrán sido reemplazados por el esclarecimiento, la verdad y la justicia. Entonces Dios verdaderamente ‘habrá limpiado toda lágrima, la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor’. (Revelación 21:1-4.)
¡Y he aquí las mejores noticias! La mismísima generación que ha visto aumentar el odio hasta provocar guerras mundiales devastadoras y que ha sido testigo de otras pruebas de que vivimos en “los últimos días” verá la eliminación del odio impío de la Tierra (2 Timoteo 3:1-5; Mateo 24:3-14, 34). En el prometido Nuevo Orden de Dios existirá un genuino espíritu de hermandad, pues la humanidad habrá sido restaurada a la perfección. Además, usted puede estar aquí cuando nuestro hogar terrestre se convierta en un paraíso y todos sus residentes verdaderamente reflejen las excelentes cualidades morales de Dios (Lucas 23:43; 2 Pedro 3:13). Sí, usted puede llegar a vivir en el tiempo en que el amor reine en toda la Tierra y el odio impío sea cosa del pasado.
Pero usted no tiene que esperar hasta entonces para disfrutar de una hermandad genuina. De hecho, como lo muestra el siguiente relato, el amor cristiano ya ha hallado un lugar en la vida de muchas personas cuyo corazón en un tiempo estaba lleno de odio.
[Comentario en la página 5]
Usted puede llegar a odiar a ciertas personas debido a que algún astuto manipulador de la mente las estereotipa incorrectamente
[Comentario en la página 5]
“Tenemos exactamente suficiente religión como para impulsarnos a odiar, pero no lo suficiente como para impulsarnos a amarnos unos a otros”—Jonathan Swift
[Comentario en la página 6]
“Todo el que odia a su hermano es homicida”
[Ilustración en la página 7]
Pronto la Tierra estará llena de amor y unidad