Los jóvenes preguntan...
‘¿Puedo ir a la escuela y no salir golpeado?’
‘UNO SE JUEGA la vida cuando va a la escuela.’ Ésa es la queja tanto de estudiantes como de maestros. La escuela, según los autores de School Vandalism, “ha sido considerada tradicionalmente como refugio de los desórdenes de la vida cotidiana”. Pero ¿qué ha pasado? “Está claro que la situación ha cambiado. En muchos sistemas escolares [...] la violencia y el vandalismo son cuestiones que causan gran preocupación.”
¡En algunos lugares uno se enfrenta a peligro al viajar a la escuela! Cierto chofer de un autobús escolar dijo a un corresponsal de ¡Despertad!: “Hago cuanto puedo por controlar a los muchachos, pero usted sabe cómo es. A veces los muchachos grandes realizan ‘exacciones’; o sea, obligan a los más pequeños a que les den el dinero que tienen. ¿Y qué puedo hacer yo? Hace unos años alguien se quejó de que los asientos del autobús eran peligrosos, así que se reemplazaron con estos asientos de respaldo alto. Los muchachos se esconden detrás de ellos, y uno ni siquiera puede ver lo que está pasando”.
Es probable que tú hayas presenciado actos de violencia en la escuela o hayas sido víctima de alguno de ellos. Si así es, no hay necesidad de estadísticas para convencerte de la magnitud del problema. Miguel, que es adolescente, dice: “Lo más difícil para mí es levantarme. No es que esté cansado, sino que no puedo soportar el ambiente al que tengo que enfrentarme tan pronto salgo de casa”.
No hay ningún escondite
¿Hay alguna manera de poder evadir los actos de violencia en la escuela? El dejar la escuela o el faltar a clases es la manera como algunos jóvenes los evitan. Pero con eso simplemente cambian un conjunto de problemas por otro. Otra escuela tampoco sería necesariamente un asilo donde refugiarse de la violencia. Los autores de School Vandalism señalan que “las escuelas urbanas y suburbanas experimentan más o menos la misma cantidad de actos vandálicos”. Hasta el mudarse a otro país pudiera dar casi lo mismo. Países como Gran Bretaña, Japón y Canadá informan que han experimentado un derrumbamiento similar en la disciplina y el orden en las salas de clase.
Por consiguiente, muchos jóvenes creen que la única acción sensata que se puede tomar es armarse. “No conozco a nadie que no lleve una cuchilla —afirma Esteban, de 15 años de edad—. Unos cuantos tienen pistolas.” Pero ¿es realmente práctico portar un arma? No, según Jesucristo. Cuando uno de sus apóstoles, Pedro, recurrió a usar un arma, Jesús le advirtió severamente: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada, perecerán por la espada” (Mateo 26:52). Jesús sabía que la violencia engendra violencia. La persona que porta un arma está, en efecto, buscándose problemas. Y como dice el proverbio: “En cuanto al que anda en busca de lo malo, le sobrevendrá”. (Proverbios 11:27.)
No obstante, esto no quiere decir que carezcas de defensa. Jesús advirtió a sus discípulos: “¡Miren! Los envío como ovejas en medio de lobos; por lo tanto demuestren ser cautelosos como serpientes y sin embargo inocentes como palomas” (Mateo 10:16). También hoy, en un ambiente diferente, esta defensa —la cautela— se necesita aún más en estos “tiempos críticos, difíciles de manejar” (2 Timoteo 3:1-5). En muchas partes del mundo se necesita tener cautela no solo en la escuela, sino en casi todo lugar al que vayas.
Tácticas de “supervivencia”
Sin embargo, para evadir eficazmente el peligro, necesitarás algo más que simple cautela.
AVERIGUA CUÁLES SON LOS LUGARES PELIGROSOS, Y EVÍTALOS:
“Los corredores, los cuartos de baño, las escaleras, los vestuarios con armarios y el comedor... ésos son los lugares donde hay muchos problemas”, explicó un grupo de jóvenes a un corresponsal de ¡Despertad! Tan mala reputación tienen los cuartos de baño de algunas escuelas, como centros de reunión para peleas, el uso de drogas y la impiedad, que muchos prefieren sufrir incomodidad a usar esas instalaciones. “Esperamos hasta llegar a casa para ir al cuarto de baño”, siguieron explicando los jóvenes. También los comedores son a menudo escenarios de “peleas con comida”... episodios tumultuosos donde los estudiantes se arrojan unos a otros la comida. Aunque pudiera ser posible que, si estás alerta y ejerces cautela, pases sin ningún contratiempo por lugares peligrosos, como las escaleras y los corredores, ¿qué puedes hacer con relación a lugares como el comedor? Aquí te ayudará la siguiente técnica de “supervivencia”.
TEN CUIDADO CON QUIÉN TE ASOCIAS:
Los jóvenes cristianos conocen bien el consejo bíblico de 1 Corintios 15:33: “No se extravíen. Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles”. A menudo un joven se halla en el mismo medio de una pelea simplemente porque se asocia con quienes no debe. (Lee Proverbios 22:24, 25.)
Por supuesto, es natural que quieras ser simpático y tener amigos. Y el tener cuidado con quién te asocias no quiere decir volver la espalda a tus condiscípulos; esto pudiera llevarlos a que se apartaran y se hicieran tus enemigos. No obstante, una cristiana, llamada Doris, relata cómo mantuvo un equilibrio delicado al tratar con otros: “Durante los años en que estuve en la escuela secundaria, fundamentalmente me mantenía apartada; no participaba en actividades sociales con los muchachos de la escuela. Les hacía saber que yo era testigo de Jehová, y a menudo durante la hora del almuerzo podían verme leyendo publicaciones bíblicas. Sin embargo, trataba de ser afectuosa, amigable y cortés con los muchachos de la escuela. No era indiferente. Como resultado, les caía bien a los muchachos y ellos me respetaban. Y por lo general, no me molestaban”.
EVADE LAS PELEAS:
La Biblia nos aconseja que evitemos el ‘obligarnos unos a otros a tener una confrontación’ (Gálatas 5:26; nota al pie de la página de la edición de letra grande de 1963 de la New World Translation). Sí, después de recibir insultos o un empujón para provocarte, es difícil contenerse. Pero recuerda: La violencia engendra violencia. Aunque salgas vencedor en una confrontación violenta, tu oponente pudiera simplemente esperar su oportunidad para desquitarse. Así que primero trata de razonar el asunto de tal manera que evites una pelea. “Una respuesta, cuando es apacible, aparta la furia”, dice la Biblia (Proverbios 15:1). Si el hablar no surte efecto, aléjate —o hasta huye— de las confrontaciones violentas. Como último recurso, puedes tomar cualesquier medidas razonables que sean necesarias para protegerte. (Romanos 12:18.)
Ahora bien, pudiera lastimar tu orgullo el alejarte o huir de una pelea. Por ejemplo, Ramón recuerda la ocasión en que se negó a pelear con un muchacho que era mucho más pequeño que él. “Ellos empezaron a ponerme malos nombres, tal como ‘gallina’. Y hasta mi propio hermano se burló de mí. Pero mi padre me encomió por haber hecho lo correcto.” El rehusar ceder a los impulsos violentos no solo es lo correcto, sino que te puede librar de sufrir daño físico. Salomón nos recuerda: “Un perro vivo está en mejor situación que un león muerto”. (Eclesiastés 9:4.)
HABLA CON TUS PADRES:
El autor de The Loneliness of Children hace la observación de que los jóvenes “rara vez informan a sus padres las situaciones aterradoras a que se encaran en la escuela, por temor de que los padres crean que ellos son cobardes o los regañen por no hacer frente a los peleones”. ¡No cometas este error! Sin duda tus padres se preocupan mucho por tu bienestar, y a menudo pueden ayudarte a enfrentarte a una situación difícil.
A Laura los muchachos la importunaban en la escuela, y ella no se atrevía a hacer nada al respecto. No obstante, finalmente tuvo el valor de decírselo a su padre, quien se encargó de que los muchachos la dejaran en paz. Aunque quizás se sintió un poco avergonzada de que su padre interviniera de esa manera, ella admite: “Creo que lo primero que debí haber hecho fue decírselo a mi padre”.
La mejor protección
Aunque las sugerencias que se dan aquí pudieran resultar útiles, es inevitable que hoy día estemos expuestos a cierto grado de violencia. Pero si has cultivado una verdadera amistad con Dios, no tendrás motivo para sobrecogerte de temor. “Jehová es la plaza fuerte de mi vida —dijo el salmista—. ¿De quién he de sentir pavor?” (Salmo 27:1.)
Flor, una jovencita cristiana, demostró tal fe. Algunos condiscípulos la odiaban porque ella compartía francamente con otros las convicciones religiosas de ella. Por eso, el último día de clases, tres muchachas la acorralaron en el cuarto de baño y empezaron a insultarla (Señorita santurrona). Entonces una muchacha la agarró por el pelo y le puso una cuchilla en la garganta. ¿Se asustó ella? Sí. ¡Pero Flor tenía amistad con Dios, a quien entonces empezó a orar en voz alta! Esto confundió a sus atacantes. Y cuando ellas oyeron el sonido de pasos, se fueron rápidamente. “Estoy convencida de que Jehová me ayudó y que podemos contar con él en tiempo de angustia”, fue la reacción de Flor.
Sí, Dios no garantiza que sus siervos no recibirán necesariamente daño físico. Pero puede darte el valor que se requiere para hacer frente a confrontaciones violentas. ¿Por qué no haces de Jehová tu plaza fuerte?
[Comentario en la página 18]
“Incidentes de estudiantes que han golpeado a maestros, interrumpido clases y ceremonias, y estropeado la propiedad escolar han escandalizado en los últimos años a la sociedad japonesa.”—Asahi Evening News
[Ilustración en la página 17]
El prepararte para hacer frente a la violencia con violencia es peligroso y poco práctico