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  • g84 22/11 págs. 15-17
  • ¿Por qué me protegen tanto mis padres?

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  • ¿Por qué me protegen tanto mis padres?
  • ¡Despertad! 1984
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¡Despertad! 1984
g84 22/11 págs. 15-17

Los jóvenes preguntan...

¿Por qué me protegen tanto mis padres?

Tú dices que eres bastante mayor como para quedarte fuera hasta tarde los fines de semana. Tus padres dicen que tienes que estar en casa temprano.

Tú quieres ver la nueva película de la cual están hablando todos los otros muchachos. Tus padres dicen que no puedes verla.

Tú dices que has conocido a unos muchachos simpáticos con los cuales quisieras salir. Tus padres dicen que quisieran conocer a tus amigos primero.

DURANTE la adolescencia, a veces te sientes como si tus padres te ahogaran al controlar tu vida. Parece que cada vez que dices: “Quiero [...]”, inevitablemente recibes la respuesta: “No, no puedes”. Cierta jovencita recuerda: “Cuando llegué a ser adolescente, mis padres empezaron a ponerme toda clase de restricciones, como la de estar de regreso para la medianoche. Yo realmente me resentía por esto”.

Parece que no hay nada en tu vida que pueda escapar de la ‘vista curiosa’ de tus padres. “Mi padre me pregunta cómo consigo dinero y en qué lo gasto —se queja Billy, de 18 años de edad—. Si yo me lo he ganado, creo que yo debería decidir cómo gastarlo.” Debbie, de 15 años de edad, tiene una queja parecida: “Mi padre siempre quiere saber dónde estoy, a qué hora voy a llegar a casa. La mayor parte de los padres hacen eso. ¿Tienen ellos que saberlo todo? Deberían darme más libertad”.

Sin embargo, con franqueza, la mayor parte de los jóvenes se las arreglan para salirse con la suya por lo menos con bastante frecuencia, y probablemente tú no seas una excepción. No obstante, quizás a veces tus padres parezcan olvidar que estás creciendo y te traten más como pequeñuelo que como adolescente. ¿De dónde proviene esta necesidad urgente de protegerte?

‘Mente afligida’

Sin duda, tú te has dado cuenta hace tiempo de que el vivo deseo de proteger a los hijos es parte de la labor de los padres. Cuando mamá y papá no están ocupados proporcionándote abrigo, ropa o alimento, a menudo están tratando de aprender a instruirte, adiestrarte y, sí, protegerte. Además, si tus padres son cristianos, toman en serio el mandato bíblico de ‘criarte en la disciplina y regulación mental de Jehová’ (Efesios 6:4). De modo que el interés que tienen en ti está lejos de ser ocasional. Ellos son responsables ante Dios por la manera como te crían. Y cuando algo parece poner en peligro tu bienestar, ellos se preocupan.

Considera el caso de los padres de Jesucristo. En cierta ocasión, después de visitar a Jerusalén, ellos inconscientemente se encaminaron a casa sin él. Cuando notaron su ausencia, ¡hicieron una búsqueda diligente —si acaso no desesperada— de tres días para hallarlo! Y cuando finalmente “lo hallaron en el templo, sentado en medio de los maestros y escuchándoles e interrogándoles”, la madre de Jesús exclamó: “Hijo, ¿por qué nos trataste de este modo? Mira que tu padre y yo te hemos estado buscando con la mente afligida” (Lucas 2:41-48). Ahora bien, si los padres de Jesús se inquietaron, ¡piensa en las muchas veces que tus padres se preocupan por ti!

El poder contra la experiencia

Otra razón por la cual tus padres tienden a protegerte es que la percepción que tienen de ti, tus amigos y el mundo en que vivimos es probablemente muy diferente de la tuya. Como notó Salomón una vez, los jóvenes están llenos de “poder” y energía (Proverbios 20:29). El mundo, como ellos lo ven, está rebosante de oportunidades para explorar y desarrollar sus potenciales. Pero al hacer esto, ellos no siempre usan el mejor juicio, ya que son “inexpertos” y carecen de “sagacidad” (Proverbios 1:4). Los adultos, aunque quizás carezcan de “poder”, frecuentemente ven el mundo a través de los ojos de la experiencia. Conocen bien las dificultades y los peligros de la vida, y quieren ayudarte a ‘evitar la calamidad’. (Eclesiastés 11:10.)

Considera, por ejemplo, el conflicto interminable en cuanto a la hora a que deberías regresar a casa. Tal vez tú no veas ninguna razón por la cual deberías tener restricciones al respecto. Pero ¿has considerado alguna vez el asunto desde el punto de vista de tus padres? Los autores de edad escolar del libro The Kids’ Book About Parents trataron de hacerlo. Admiten: “Sabemos que los padres se preocupan y se enojan cuando los muchachos se quedan fuera más tarde de la hora límite”.

De hecho, estos jóvenes compilaron una lista de lo que llaman “las fantasías que probablemente se crean en la cabeza de los padres respecto a lo que están haciendo sus hijos si éstos no están en casa a la hora debida”. En esta lista figuran cosas como ‘usando drogas, envueltos en un accidente de tráfico, pasando el tiempo en parques, siendo arrestados, yendo a películas pornográficas, vendiendo drogas, siendo víctima de un ultraje sexual o un atraco, yendo a parar en la cárcel, y deshonrando el nombre de la familia’.

Tomado al pie de la letra, parece casi divertido que algunos padres lleguen a esas conclusiones. ‘Yo jamás haría esas cosas’, afirmas tú con orgullo. Pero ¿no es cierto que muchos jóvenes —tal vez algunos de tus compañeros de escuela— sí están haciendo precisamente esas cosas? Por eso, ¿deberías tomar a mal la indicación de que tanto el quedarte fuera hasta tarde como la clase incorrecta de asociaciones podrían ser perjudiciales para ti? ¡Pues aun los padres de Jesús quisieron saber dónde estaba él!

Comprende los sentimientos de tus padres

Es cierto que tal vez no todas las restricciones de tus padres parezcan razonables. ¡Ciertos jóvenes hasta dicen que el temor que sus padres tienen de que a sus hijos les ocurra algo malo raya en paranoia! Pero hay razones para esto. La Biblia habla de cierto joven llamado Benjamín, y de las circunstancias que exigieron que él y sus hermanos hicieran un viaje a Egipto. ¿Cómo reaccionó su padre a esto? La Biblia dice: “Pero Jacob no envió a Benjamín, el hermano de José, con sus otros hermanos, porque dijo: ‘De otro modo puede que le acaezca un accidente fatal’”. (Génesis 42:4).

Ahora bien, Benjamín era un hombre crecido, probablemente tenía treinta y tantos años de edad. Fácilmente pudiera haberse irritado por habérsele tratado así. Después de todo, ¿por qué sería un “accidente fatal” una amenaza mayor para él que para sus diez hermanos mayores? Con todo, él aparentemente comprendió los sentimientos de su padre. Benjamín era el segundo hijo de Raquel, la amada esposa de Jacob. Ella había muerto al darlo a luz (Génesis 35:17, 18). Por eso, ¡puedes imaginarte el intenso apego que Jacob ha debido tener a este hijo! Además, Jacob creía, equivocadamente, que el otro hijo que había tenido mediante Raquel, José, había sufrido “un accidente fatal”. Así que las reacciones de Jacob, aunque quizás no hayan sido enteramente racionales, eran por lo menos comprensibles.

A veces puede que tus padres también parezcan hacer esfuerzos innecesarios para protegerte. Pero recuerda que han invertido en ti muchísimo tiempo, energía y emoción. La idea de que crezcas —e incluso que con el tiempo te vayas del hogar— quizás deje a tus padres perturbados y asustadosa. Cierto padre escribió: “Mi único hijo tiene 19 años de edad ahora, y apenas puedo soportar la idea de que se mude de la casa”.

Sí, tu desarrollo tal vez parezca un recordatorio cruel de que tus padres están envejeciendo, y que su labor como padres aparentemente está llegando a su fin (¡aunque en realidad no es así!). Un padre dijo: “Al principio uno cree que ha vivido su vida y ahora está listo para ser desechado”.

De aquí que la tendencia de ciertos padres sea a ahogar o proteger demasiado a sus hijos. Sin embargo, sería verdaderamente una equivocación reaccionar de manera extrema a esta situación. Cierta joven recuerda: “Hasta que alcancé los 18 años de edad, mi madre y yo teníamos una relación muy íntima. [...] [Pero] a medida que fui desarrollándome, empezamos a tener problemas. Yo quería ejercer cierto grado de independencia, lo cual ella debe haber considerado como una amenaza para nuestra relación. Ella, a su vez, comenzó a tratar de asirme cada vez más, y yo reaccioné apartándome cada vez más. Ahora me doy cuenta de que, en parte, yo tuve la culpa”. Es mucho mejor cultivar empatía, “sentimientos como compañeros”, y tratar de comprender a tus padres (1 Pedro 3:8). Una jovencita llamada Kathy explica que el hacer eso ‘la ayudó a ser más considerada con sus padres’.

Tú, también, harás bien en ser más considerado con tus padres, y tratar de cultivar cierto grado de comprensión mutua. Recuerda, no todos los jóvenes tienen padres que se interesan lo suficiente en ellos como para cuidar de su bienestar. Y si los tuyos son de la clase de padres que se interesan en sus hijos, debes estar contento. Eso quiere decir que te aman.

[Nota a pie de página]

a Ve la serie de artículos sobre el tema: “Cuando los hijos crecen y se van del hogar... por qué se les hace tan difícil a los padres dejarlos ir”, en ¡Despertad! del 22 de junio de 1983.

[Ilustración en la página 16]

A muchos adolescentes les parece que sus padres los acorralan

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