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  • ¿Cómo puedo dejar de dedicar tanto tiempo a la televisión?
  • ¡Despertad! 1985
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¡Despertad! 1985
g85 22/2 págs. 18-20

Los jóvenes preguntan...

¿Cómo puedo dejar de dedicar tanto tiempo a la televisión?

¿ENCIENDES el televisor en cuanto llegas a casa? ¿Permanece encendido hasta que te vas a dormir... o hasta las altas horas de la madrugada? ¿Te sientas hipnotizado a ver programas que ni siquiera te gustan... o que sabes que ni siquiera deberías ver? ¿Ves la televisión aunque tengas asuntos urgentes que atender... como el hacer las tareas escolares?

Si así es, ¡ten cuidado! Pues éstos son solo algunos de los síntomas que indican lo que algunos han llamado la afición a la televisióna. Esto no quiere decir que la televisión no pueda ser provechosa. Debbie, de 12 años de edad, dice lo siguiente: “Veo televisión porque me entretiene, me enseña y me relaja”. No obstante, hasta el participar en demasía de algo bueno puede ser perjudicial. Y mucho de lo que se ve en la televisión está lejos de ser bueno. La violencia y la inmoralidad sexual que va en aumento ha ensanchado las fronteras del ‘vasto yermo’ de la televisión. La televisión por cable hasta está introduciendo la pornografía en los hogares. Entonces, ¿cómo puede un joven llegar a ser moderado en sus hábitos en cuanto a ver la televisión?

Más fácil decirlo que hacerlo

“Hallo la televisión casi irresistible. Cuando el aparato está encendido, no puedo pasarlo por alto. No puedo apagarlo. [...] Cuando voy a apagar la televisión, los brazos pierden la fuerza. De modo que me siento allí por horas y horas.” ¿Es éste un joven inmaturo? No, ¡ésta es la triste situación de un profesor universitario de inglés! Considere también la experiencia penosa de algunos jóvenes que han concordado en pasar una “SEMANA SIN TELEVISIÓN”:

“He estado experimentando un estado de depresión [...] Me estoy volviendo loca”.—Susan, 12 años de edad.

“Hoy hice toda clase de trampas [...] vi como veinte programas... bueno, tal vez no tantos. No creo que pueda dejar el hábito. Amo demasiado la televisión”.—Linda, 13 años de edad.

“Sentía una presión tremenda. Siempre tenía un gran deseo de ver televisión. La hora más crítica era entre las ocho y las diez de la noche”.—Louis, 11 años de edad.

Es cierto que en medio de todas estas ‘angustias que sufren al dejar el hábito’, los jóvenes han descubierto ciertas actividades muy provechosas para sustituir la televisión. Cierta joven recordó: “Hablaba con mi madre. Comencé a verla como alguien más interesante, pues mi atención ya no estaba dividida entre ella y el televisor”. Otra joven empleó el tiempo para probar su habilidad como cocinera. Un niño llamado Jason hasta descubrió que podía ser divertido ir “al parque en vez de ver televisión”, o ir a pescar, a la playa, o leer.

Sin embargo, la mayoría de los jóvenes celebraron el fin de la “SEMANA SIN TELEVISIÓN” por medio de correr apresuradamente hacia el aparato de televisión. No estamos diciendo que es imposible dejar el hábito de ver la televisión. Cierta familia que tomó la decisión de vender su televisor informa lo siguiente: “El no tener televisor ha sido como recuperarse completamente de una larga y penosa enfermedad”. No obstante, a muchas personas tal vez no les parezca que en su caso sea necesario eliminar completamente la televisión. Para ellos la pregunta es...

¿Cómo puedo controlar el tiempo que dedico a ver TV?

La escritora Linda Nielsen dice lo siguiente: “El gobierno de uno mismo comienza por medio de aprender a establecer metas”. Por eso, para poder controlar cuánta televisión ves, tienes que establecer límites razonables en cuanto a la cantidad de tiempo que dedicarás a verla. El libro Breaking the TV Habit (Cómo dejar el hábito de ver televisión) sugiere que comiences mediante analizar los hábitos que tienes ahorab. Quizás por una semana puedes llevar un registro de los programas que hayas visto y cuánto tiempo pasas cada día frente a la pantalla. Entonces considera cuidadosamente qué clase de programas has estado viendo. “¿Acaso el oído mismo no prueba las palabras como el paladar gusta el alimento?”, pregunta la Biblia (Job 12:11). De modo que usa discernimiento (además de aplicar el consejo de tus padres) y determina qué programas realmente valen la pena.

Algunas personas determinan de antemano qué programas verán, ¡y encienden el televisor solo para ver dichos programas! Otros toman medidas más estrictas y establecen la regla de no ver televisión durante la semana escolar, o el límite de verla una hora al día. (Algunos educadores recomiendan que en el caso de los jóvenes de edad escolar se limite el ver televisión a diez horas a la semana.) Lo importante es que establezcas límites al tiempo que dedicas a ver la televisión. Pero ¿qué hay si un televisor silencioso llega a ser una tentación muy grande? Una familia resolvió el problema de la siguiente manera: “Mantenemos nuestro aparato en el sótano para no verlo [...] Al estar en el sótano, la tentación de encenderlo cuando uno entra en el hogar es menor. Uno tendría que hacer un viaje especial allá abajo para ver algo”. El mantener el televisor en el armario, o el que sencillamente lo dejes desenchufado, tal vez tenga el mismo buen resultado.

‘Pero ¿qué hay si me siento aburrido?’, tal vez preguntes. Pues el apagar el televisor te dejará libre para hacer muchas cosas que no podrías hacer si estuvieras pegado al televisor. (Mira la parte superior de la página 20.) Aún así, la televisión tiene una poderosa fuerza de atracción. Por eso, se requiere una motivación fuerte para apartarte de ella. En un artículo que apareció anteriormente conocimos a un joven llamado Wyant, que tuvo tal motivación. Por eso, continuemos nuestra conversación con él.

‘Dejé el hábito de la televisión’

Corresponsal de ¡Despertad!: No hay duda de que estabas verdaderamente enviciado con la televisión, ¿no es así?

Wyant: Sí. Cuando era más joven, miraba televisión desde el momento en que llegaba a casa hasta la hora de dormir. Pero comencé a dejar este hábito después que entré en la escuela secundaria. Pues sucede que hace algunos años mi familia comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Pero no progresamos mucho en nuestros estudios, y, para cuando comencé a asistir a la escuela secundaria, habíamos dejado por completo de asistir a las reuniones cristianas. Por eso, no me sentía cómodo con los Testigos jóvenes de la escuela. En cuanto a los demás jóvenes, lo único que les interesaba eran los asuntos relacionados con el sexo y los deportes. Pero yo sabía lo suficiente acerca de la Biblia como para saber que mi modo de ser no encajaba tampoco con el de ellos.

Corresponsal de ¡Despertad!: Entonces ¿qué hiciste?

Wyant: Empecé a comprender que tenía que ir en una dirección o la otra. De modo que busqué la asociación con los Testigos jóvenes. Como resultado, comencé a progresar en sentido espiritual. Empecé a estudiar la Biblia de nuevo y a asistir a las reuniones cristianas.

Corresponsal de ¡Despertad!: Pero ¿qué tenía que ver eso con el que vieras televisión?

Wyant: A medida que fue aumentando mi aprecio por los asuntos espirituales, comprendí que muchos de los programas que solía ver no eran realmente para cristianos. Además, sentí la necesidad de estudiar más la Biblia y de prepararme para las reuniones cristianas. Esto significaba que tenía que cortar la mayor parte del tiempo que dedicaba a ver la televisión. Sin embargo, no fue fácil hacerlo. Me encantaban los dibujos animados del sábado por la mañana. Pero entonces, un hermano cristiano de la congregación me invitó a que lo acompañara en la obra de predicar de casa en casa el sábado por la mañana. Eso me ayudó a dejar el hábito de ver televisión los sábados por la mañana. Así que con el tiempo aprendí a controlar la cantidad de tiempo que dedicaba a ver la televisión.

Corresponsal de ¡Despertad!: ¿Y qué hay de hoy día?

Wyant: Pues, todavía tengo el problema de que si la televisión está encendida, no puedo hacer ninguna otra cosa. Por eso, la mantengo apagada la mayor parte del tiempo. De hecho, hace algunos meses que se dañó el televisor y ni me he molestado en arreglarlo.

¿Notaste lo que había tras los extraordinarios cambios que efectuó Wyant? Fue su “aprecio por los asuntos espirituales”, el cual crecía a medida que estudiaba la Biblia. Además, Wyant recibió el apoyo de amigos cristianos, quienes le ayudaron a ver el valor de tener “mucho que hacer en la obra del Señor” (1 Corintios 15:58). Llegó a estar tan ocupado, que no tenía tiempo para ver programas de televisión que no edifican.

Tú, también, puedes descubrir que el acercarte a Dios y el ocuparte en efectuar Su obra te ayudará a vencer el hábito de ver la televisión (Santiago 4:8). Es cierto que el limitar la cantidad de tiempo que dedicas a ver la televisión significará que tendrás que dejar de ver algunos de tus programas favoritos. Pero ¿por qué tienes que utilizar la televisión ‘a plenitud’, mirando cual esclavo todos los programas? (Lee 1 Corintios 7:29, 31.) Es mejor que te “pongas fuerte” contigo mismo, tal como lo hizo el apóstol Pablo, quien dijo en cierta ocasión: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo” (1 Corintios 9:27). ¿No es esto mejor que ser esclavo de un televisor?

[Notas a pie de página]

a Consulta el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Dedico demasiado tiempo a la televisión?”, que apareció en el número del 22 de diciembre de 1984 de ¡Despertad!

b Este mismo libro recomienda que el próximo paso que debes dar es no ver la televisión por toda una semana. Ella dice que esto contribuirá a que la familia esté más consciente de “las oportunidades que hay para enriquecimiento y para actividades estimuladoras cuando la televisión ya no está constantemente encendida”. Después de esto, la familia puede volver a ver televisión, pero haciéndolo entonces bajo estricta administración.

[Recuadro en la página 20]

Cosas que hacer cuando la televisión está apagada

Conversar con amigos

Tocar discos

Participar en deportes al aire libre

Jugar juegos de salón

Visitar lugares interesantes (museos, zoos, acuarios, etc.)

Aprender a tocar un instrumento musical

Aprender a cocinar

Aprender a coser

Ayudar en los quehaceres domésticos

Escribir cartas

Aprender las reparaciones básicas de un auto

[Ilustración en la página 19]

Cuando el televisor se guarda en un lugar incómodo, la tentación de encenderlo es menor

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